La monarquía ¿nos sirve de algo?
Vaya por delante que, desde hace tiempo, he dejado de interesarme por la política interna de España, y quizás falto de información crea que no ocurre lo que sí ocurre. Pero sí sé de los problemas actuales porque no hay otra conversación entre las gentes.
La corrupción política y el desastre económico español, que ha desembocado en un paro ya mucho tiempo alarmante, está en boca de todos. La gente culpa de todo ello a los políticos, y no sin razón. Son varias las legislaturas que no se legisla mirando el bien general, sino en favorecer a los más ricos internos, al gran capital foráneo, y a los caprichos de los líderes europeos. Una sumisión (bajada de pantalones (hablando coloquialmente) vergonzosa y humillante.
Por otra parte tenemos dos grandes “problemas”. Uno ya excesivamente viejo en el tiempo y sin resolver, el problema catalán, y otro, al que yo no le llamaría problema (hoy por hoy) como es la aparición de “Podemos”, que ha sido capaz de hacer temblar la cimentación de muchos estamentos (por algo será, digo).
Como siempre he pensado que la monarquía debe ser una institución que sirva de algo más que leer un texto el día de Nochebuena desde un sillón y con un belén de fondo, o besar a niños en un colegio de Guadalajara, o visitar al Papa y otros líderes mundiales, sino que debe inmiscuirse de lleno en los problemas caseros, hecho de menos reuniones al más alto nivel del rey Felipe con el Gobierno y la oposición, a menudo. Y si su misión no es gobernar sino reinar, reinar debe tener más protagonismo, y ser puente de entendimiento y fuerza que obligue a los políticos a gobernar mejor, limpiar la mierda que ellos han creado últimamente, legislar leyes menos enrevesadas que sirvan siempre al poderoso y nada o poco al débil. Hoy en día se hace muy necesario una ley que obligue a devolver todo el dinero robado, evadido o escondido interiormente, que es mucho, y por ahí nadie pasa.
En el problema catalán, quizás por provenir desde la llegada de los Borbones a España, aún se hace más necesario e imprescindible; es absurdo dejar pasar el tiempo cuando éste, implacablemente, nos demuestra que el problema se agranda y enquista. Si los políticos no sirven para enmendar el error, ahí la monarquía debiera, a mi juicio, intervenir de forma rotunda, exigiendo soluciones inmediatas.
Pero entenderé también otras posturas, la de aquellos que puedan creer que la monarquía debe ser un florero que adorne y alegre la mesa camilla. Lo entenderé, por supuesto, pero no compartiré esa idea. Y hoy, que hace falta una voz serena, pero grave, contundente y firme, aún la compartiré menos. Y no hablo del dinero que la monarquía nos cuesta, que eso sería calderilla si su institución sirviese como guía para remediar los problemas que, por intereses partidistas, los politiquillos españoles de hoy no quieren solucionar. Ni creo que sepan.
Aquí dejo esta idea y esta reflexión.
El Postiguet
Vaya por delante que, desde hace tiempo, he dejado de interesarme por la política interna de España, y quizás falto de información crea que no ocurre lo que sí ocurre. Pero sí sé de los problemas actuales porque no hay otra conversación entre las gentes.
La corrupción política y el desastre económico español, que ha desembocado en un paro ya mucho tiempo alarmante, está en boca de todos. La gente culpa de todo ello a los políticos, y no sin razón. Son varias las legislaturas que no se legisla mirando el bien general, sino en favorecer a los más ricos internos, al gran capital foráneo, y a los caprichos de los líderes europeos. Una sumisión (bajada de pantalones (hablando coloquialmente) vergonzosa y humillante.
Por otra parte tenemos dos grandes “problemas”. Uno ya excesivamente viejo en el tiempo y sin resolver, el problema catalán, y otro, al que yo no le llamaría problema (hoy por hoy) como es la aparición de “Podemos”, que ha sido capaz de hacer temblar la cimentación de muchos estamentos (por algo será, digo).
Como siempre he pensado que la monarquía debe ser una institución que sirva de algo más que leer un texto el día de Nochebuena desde un sillón y con un belén de fondo, o besar a niños en un colegio de Guadalajara, o visitar al Papa y otros líderes mundiales, sino que debe inmiscuirse de lleno en los problemas caseros, hecho de menos reuniones al más alto nivel del rey Felipe con el Gobierno y la oposición, a menudo. Y si su misión no es gobernar sino reinar, reinar debe tener más protagonismo, y ser puente de entendimiento y fuerza que obligue a los políticos a gobernar mejor, limpiar la mierda que ellos han creado últimamente, legislar leyes menos enrevesadas que sirvan siempre al poderoso y nada o poco al débil. Hoy en día se hace muy necesario una ley que obligue a devolver todo el dinero robado, evadido o escondido interiormente, que es mucho, y por ahí nadie pasa.
En el problema catalán, quizás por provenir desde la llegada de los Borbones a España, aún se hace más necesario e imprescindible; es absurdo dejar pasar el tiempo cuando éste, implacablemente, nos demuestra que el problema se agranda y enquista. Si los políticos no sirven para enmendar el error, ahí la monarquía debiera, a mi juicio, intervenir de forma rotunda, exigiendo soluciones inmediatas.
Pero entenderé también otras posturas, la de aquellos que puedan creer que la monarquía debe ser un florero que adorne y alegre la mesa camilla. Lo entenderé, por supuesto, pero no compartiré esa idea. Y hoy, que hace falta una voz serena, pero grave, contundente y firme, aún la compartiré menos. Y no hablo del dinero que la monarquía nos cuesta, que eso sería calderilla si su institución sirviese como guía para remediar los problemas que, por intereses partidistas, los politiquillos españoles de hoy no quieren solucionar. Ni creo que sepan.
Aquí dejo esta idea y esta reflexión.
El Postiguet
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