Llegar a una edad avanzada, lo que usted llama viejo, y por lo que le leo aterrorizado de llegar a ella, es el mejor regalo que la vida puede ofrecernos, y a la que no muchos llegan por desgracia para ellos, pues son personas que no logran vencer hasta ese momento la muerte y las enfermedades; pensar que éstas son patrimonio de las personas de edad avanzada es una torpeza; yo, con 78 años de edad, me mantengo sano, ágil, con gana de hacer las muchas cosas que hago, y no hecho de menos tiempos pasados quizás por ser hombre optimista, progresista y nada dado a mirar el pasado, pero, lamentablemente, observo gente joven enferma, hastiada, aburrida, ociosa y poco servible para afrontar la vida y los problemas que la misma conlleva.

Lo importante es llegar a edades avanzadas con dignidad, esto es, saber perfectamente en qué edad se mueve uno y no pretender engañar a nadie y menos engañarse a sí mismo. El saber adaptarse al momento es esencial, y cuando se alcanza esa “sabiduría” la vida a esas edades es una bendición.

Es bien cierto que para muchas personas, el sólo pensar en ello le causan traumas y desasosiego, el miedo a hacerse viejo le acarrea problemas de toda índole, especialmente por la apariencia. Y es precisamente ese miedo en algunos y algunas, que no saben entender su nueva situación, lo que les hace desgraciados, ridículos muchas veces, pretendiendo presentarse ante los demás como si los años para ellos no hubiesen pasado. Y ese trauma lo agudizan más cuando no quieren comprender que los hábitos han de cambiarse, de la misma manera que anteriormente se han cambiado de la niñez a la pubertad, la adolescencia, la madurez… Ni uno debe vestir con las ropas juveniles a la moda, ni puede hacer los mismos deportes, o seguir con el mismo régimen de comidas. Todo ello ha de ir cambiando, pero quien crea que ese cambio es a peor se equivoca, hay que modificar nuestras costumbres y conocer otras que son tan placenteras como las anteriores. Pero, indiscutiblemente, hay que hacerse a esa idea, de no hacerlo debe ser tremendo.

El gran reto podría ser el cómo afrontar la nueva realidad; pues bien, valdría la pena recordar que esta vida nuestra es temporal, que la misma consta de varias etapas, que cada etapa es diferente, y que quien llega a la más elevada por años ha de vivirla con la mayor dignidad posible, y hay que saber gozarla. La vejez es otra etapa de la vida —la última— que ofrece posibilidades antes insospechadas, y que prestarse a vivirlas dignamente sigue ennobleciendo al ser humano.

Hemos de dejar de pensar en la arruga facial, por ejemplo, que además tampoco es tan terrible, sino procurar no tener esa arruga ni en el corazón ni en los sentimientos. Una actitud positiva nos permitirá una vida más larga, y actitud positiva es querer vivir, es disfrutar de los goces que esa edad permite, que son muchos por cierto, y todo ello con alegría, pensando que cada nuevo día que conocemos es un don, un regalo de la Madre Naturaleza que lo hemos de recibir con agradecimiento.

Y hay algo que vale más que nada en este mundo, y es ver, si uno ha vivido dignamente y ha tenido la suerte de crear una familia, a tus hijos, nietos o bisnietos que te quieren, respetan y adoran. Esto, que sólo en la vejez se puede tener, es el mejor tesoro de toda vida humana, y que, afortunadamente, muchos llegamos a conocer. Otros, por desgracia, no.

El Postiguet

Respirar nos mata, nos oxida, nos hace viejos. Deja de respirar y vivirás eternamente.