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el.loco.lucas
El llobu
Oskarin23
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    Trump elegido presidente de los EEUU

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    Mensaje por Oskarin23 Vie Nov 11, 2016 11:11 am

    Lo que parecía imposible, lo que nadie se imaginó, ha terminado ocurriendo, Donald Trump fue elegido presidente de la EEUU,  el país norteamericano y el mundo se sume en una era incierta, de impresivibles consecuencias, un populista de derechas, un hombre polémico, que hizo declaraciones machistas, racistas, xenofobas, un populista de tomo y lomo, se ha hecho con la presidencia del país mas poderoso del mundo.

    El primer discurso tras la elección fue muy conciliador, no parecía realmente el mismo Trump, normalmente el primer discurso suelen ser de buenas palabras, buenos deseos y muchos agradecimientos, es por otro lado lo normal en un presidente recién electo, pero queda saber que pasará, una persona que es impredicible, países como México extreman mucho la preocupación, es verdad que es probable que puedan mejorar las relaciones con una gran potencia nuclear como es Rusia, es positivo para el mundo que ambas naciones puedan llevarse bien y empiecen a colaborar juntas, reconozco en ese sentido puede haber esperanzas de que mejoren las relaciones, son países muy grandes y de gran peso mundial, y es mucho mas positivo para el mundo que colaboren entre ellos y no la situación practicamente guerra fría con Obama, ojalá la cabeza en este sentido pueda a los impulsos de Trump, pero con la personalidad de Trump esa esperanza podría perfectamente torcerse, Trump no está acostumbrado a ceder cosas, y su caracter imprevisible tampoco podemos albergar demasiadas esperanzas en este sentido. 

    En Europa los lideres felicitaron al nuevo presidente, la lider ultraderechista francesa Marine Le Pen celebró claramente la elección de Trump, sin embargo el presidente Hollande mostró en sus palabras su preocupación por esta elección, mas claro fue el ex-presidente de Uruguay, Pepe Mujica, diciendo que solamente diría una palabra ¡Socorro!.

    Una etapa muy incierta en el mundo, la elección de Trump lo que es muy cierto que vienen a demostrar una cosa, cuando un sistema entra en decacencia, cuando el descontento popular es máximo, cuando las condiciones de vida son cada vez peores, opciones digamos populistas pueden llegar a poder, lo que es cierto igual que hoy EEUU es una sociedad polarizada, dividida y eso no es bueno para nadie.
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    Mensaje por El llobu Vie Nov 11, 2016 12:02 pm

    Si entendemos populista por intentar atraerse a las clases populares, entonces la preocupación no es que Trump sea machista, racista, xenófobo o que su discurso lo sea. La preocupación es que haya tanta gente que vota ese discurso.

    O, decididamente, la alternativa a Trump debía ser todavía peor, o es que los votantes de Trump quieren un país machista, racista y xenófobo.

    Saludos d'esti llobu.
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    Mensaje por el.loco.lucas Vie Nov 11, 2016 2:13 pm

    Yo creo que Hilary Clinton hubiera sido peor para nosotros que Trump.
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    Mensaje por NEROCAESAR Vie Nov 11, 2016 10:56 pm

    A mi juicio el gran fracaso no ha sido de Clinton y sus allegados, sino de los grandes analistas politólogos y periodistas, cuyas predicciones son más fantasiosas y ridículas, que el propio electorado. Que nadie se haya dado cuenta de una intención de voto de cincuenta millones de personas, indica al menos la nula fiabilidad de cualquier análisis. Ahora, cuando ya se sabe el resultado, los mismos que fracasaron, llenan su boca con huecas palabras, con las que pretenden justificar sus fallos.


       Y Trump, qué decir de Trump...; pues que con sus bravatas y sus chascarrillos, ridiculizando lo que consideró sin ruborizarse, dio en la diana de muchos ciudadanos; cansados de tanto buenismo a costa del ciudadano de a pie, como es el caso de Europa y especialmente de España.
        Trump ha prometido a los americanos y al mundo, que su país seguirá al frente de Occidente y que lo mantendrá en su lugar, sin ceder un ápice de poder. Luego hará como todos, hará lo que el congreso, el senado y la legislación le permitan.
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    Mensaje por Pur Sáb Nov 12, 2016 2:54 am

    NEROCAESAR escribió:A mi juicio el gran fracaso no ha sido de Clinton y sus allegados, sino de los grandes analistas politólogos y periodistas, cuyas predicciones son más fantasiosas y ridículas, que el propio electorado. Que nadie se haya dado cuenta de una intención de voto de cincuenta millones de personas, indica al menos la nula fiabilidad de cualquier análisis. Ahora, cuando ya se sabe el resultado, los mismos que fracasaron, llenan su boca con huecas palabras, con las que pretenden justificar sus fallos.


       Y Trump, qué decir de Trump...; pues que con sus bravatas y sus chascarrillos, ridiculizando lo que consideró sin ruborizarse, dio en la diana de muchos ciudadanos; cansados de tanto buenismo a costa del ciudadano de a pie, como es el caso de Europa y especialmente de España.
        Trump ha prometido a los americanos y al mundo, que su país seguirá al frente de Occidente y que lo mantendrá en su lugar, sin ceder un ápice de poder. Luego hará como todos, hará lo que el congreso, el senado y la legislación le permitan.


    en el congreso tiene mayoría, de hecho el motivo por el cual no pudo hacer varias cosas Obama fue porque no le votaban las leyes... Trump tiene demasiado poder, tal cual ha quedado configurado el panorama, es un peligro. A nivel interno sí que van a estar bien jodidos, seguramente retrocedan en derechos sociales, y a nivel exterior en varios aspectos también va a ser peor todo, no sólo porque los republicanos son una mierda en lata, sino porque las políticas económicas proteccionistas que prometió Trump, si las cumple, va a hacer mella en la economía global fuertemente basada en créditos (lo mismo va a ocurrir con proyectos de orden global, tratados de libre comercio, de cambio climático, y contra el terrorismo). Y si es cierta su simpatía por Rusia, otro cimbronazo en el mapa geoestrategico. Es anti-globalización, ante todo, lo cual es bueno si es tu presidente, si no lo es, y es el presidente de la primer economía del mundo, y de la moneda más fuerte del mundo, cagamos fuego Razz
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    Mensaje por Nolocreo Sáb Nov 12, 2016 6:22 am

    No creo que Donald Trump vaya a ser anti globalización; hay demasiados intereses puestos en juego por parte de EEUU en esta, y en todos ellos es a ganar EEUU, Donald Trump no puede detener la globalización si acaso obstaculizarla o frenarla y sólo temporalmente pues esta ya es imparable..
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    Mensaje por Pur Sáb Nov 12, 2016 12:52 pm

    Lo que dice Chomsky sobre la victoria de Trumpeta:

    ENTREVISTA EXCLUSIVA A NOAM CHOMSKY EN EL MIT
    “En Estados Unidos la Guerra Civil aún no terminó”
    Por Federico Kukso*

    En su doble faceta de lingüista y crítico del poder, Noam Chomsky analiza a fondo el ascenso de Donald Trump, las características de la sociedad y el sistema político estadounidenses y las amenazas que asoman detrás de la creciente conectividad.

    Noam Chomsky está solo. Sin guardaespaldas, asistentes, secretarias o una estela de estudiantes y admiradores que lo acompañen, el lingüista de 87 años abre la puerta con timidez y mira a ambos lados en busca de una cara conocida. Uno de los intelectuales más importantes del siglo XX y de lo que va del XXI ingresa en la oficina E19-623 del MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts) en Cambridge. Con un jean gastado y un sweater gris oscuro, luce cansado. Se sienta, cruza las manos y, flanqueado por un té, aguarda con calma.

    No sonríe. Chomsky está preocupado. Sabe que el sorprendente ascenso de Donald Trump abrió heridas en un país tan complejo y contradictorio como Estados Unidos.

    ¿Cómo explica lo sucedido en los últimos meses en el campo político norteamericano?

    —Trump es muy hábil a la hora de incitar el miedo. Si uno observa a los que apoyan a Trump, son en su mayoría blancos de medios o bajos ingresos, poco educados. Curiosamente, entre estos grupos las tasas de mortalidad son altas. Muchos sienten que no hay nada para ellos. Hasta la irrupción de Trump en la escena política habían perdido toda esperanza. Son personas que piensan que se les ha quitado todo. Creen que les han arrebatado su país y que pronto los blancos serán minoría. No hay nada como el movimiento de supremacía blanca en otros países. Creen que el movimiento feminista les ha quitado su rol en las familias patriarcales. De ahí creo que viene tanto fanatismo por las armas. Tienen que tener armas para mostrar que son hombres reales. Además, el aumento de la atomización de la sociedad que deja a las personas solas y aisladas hace que se sientan impotentes frente a fuerzas que los aplastan. En ese clima no es difícil estimular miedos e incitar la bronca y el odio hacia los inmigrantes, hacia otras minorías y hacia el gobierno, como lo ha hecho el candidato republicano.

    ¿A qué se debe esta actitud de muchos de los seguidores de Trump?

    —Hay una diferencia entre lo que los ciudadanos reciben del gobierno y lo que creen que reciben. Gran parte de lo que reciben no lo ven. En estados como Mississippi hay actitudes anti-gobierno, pero viven en su mayoría con subsidios. Estados como Nueva York y Massachusetts están subsidiando a personas que viven en estados como Arkansas. Allí el gobierno es presentado como un ente que les roba. Se ha instalado muy fuerte la idea del “hard working american” (el trabajador estadounidense), víctima de un gobierno que no tiene clemencia. Candidatos como Ted Cruz y Donald Trump han construido sus campañas alrededor de esta figura. La gente termina cayendo en esas trampas.

    ¿Qué le llamó la atención en las campañas presidenciales en términos de retórica o de lingüística?

    —No tanto en retórica. Me sorprendió la irrelevancia de los hechos. Ya no importan cuáles son ciertos y cuáles son falsos. La verdad es irrelevante. Trump es un maestro en eso. Fue sorprendente ver cómo no importaba cuán locas eran las cosas que decía. Repitió una y otra vez que los musulmanes festejaron los atentados contra las Torres Gemelas. O que el gobierno mexicano organizaba criminales y violadores para mandarlos a través de la frontera. Decía lo que se le antojaba y no importaba. Las cosas que la gente cree son muy extrañas. Los evangelistas creen que Trump es uno de ellos. Hace unos años, una buena parte de la comunidad afroamericana creía que Bill Clinton fue el primer presidente negro. Y fue devastador para esa comunidad.

    El problema más urgente

    Hay muchos Noam Chomsky. Está el Chomsky científico que revolucionó la lingüística moderna con el desarrollo del concepto de gramática transformacional y generativa según la cual el lenguaje se adquiere porque los seres humanos estamos biológicamente programados para ello. Y está el Chomsky activista político, el crítico del poder, uno de los referentes de la intelectualidad de la izquierda mundial que no deja pasar una oportunidad para denunciar las deficiencias democráticas de la sociedad estadounidense o de su política exterior o la manipulación de los medios de comunicación por parte de las corporaciones. Esas dos caras confluyen en este hombre nacido en 1928 en Filadelfia, profesor emérito del MIT, y al que se lo puede ver a diario recorriendo con tranquilidad los pasillos de una de las universidades más influyentes del planeta.

    ¿Qué temas le sorprendió que no se hayan tocado en los debates presidenciales o en la campaña en general?

    —Durante las elecciones primarias me llamó la atención que no se discutieran temas económicos. Sólo se hablaba de levantar muros o de bombardear Medio Oriente. El que se destacaba era Bernie Sanders que sí hablaba de temas serios. Eso forzó a Hillary Clinton a moverse hacia esa dirección. Tampoco se discutió sobre el cambio climático.

    ¿Por qué pasó eso?

    —En las grandes democracias las decisiones están siendo tomadas por una pequeña elite económica. Su interés no es salvar a la especie. Su interés es la maximización de sus beneficios. Por eso los candidatos del Partido Republicano, que es esencialmente el partido de los ricos y privilegiados, negaron y niegan sistemáticamente el calentamiento global. El Acuerdo de París fue un paso muy importante para la reducción de los gases que provocan el cambio climático. Pero en Estados Unidos no fue reconocido por el Partido Republicano que controla el Congreso. En febrero de este año, la Corte Suprema suspendió el programa Clean Power Plan (Proyecto para una Energía Limpia) con el que Barack Obama buscaba limitar las emisiones contaminantes de las centrales térmicas. Fue un mensaje para el mundo.

    Pero en septiembre finalmente Obama ratificó junto a China el Acuerdo de París por decreto sin pasar por el Senado. ¿Qué cree que se puede hacer contra esta permanente negación por parte del Partido Republicano?

    —Nadie lo quiere poner en palabras, pero de hecho el Partido Republicano es la organización más peligrosa que ha existido en toda la historia humana. Literalmente. Sus políticas conducirán a la destrucción de la especie. La población quiere que se haga algo contra el cambio climático pero su voluntad no influye en las decisiones. Una iniciativa llamada Yale Project on Climate Change Communication mostró que sólo uno de cada cuatro estadounidenses no cree en el cambio climático a pesar del consenso científico internacional.

    Donald Trump y Marco Rubio llegaron a cuestionar la idea de que la acción humana sea la responsable del cambio climático. Ted Cruz declaró que todo lo relacionado con el calentamiento global es un engaño. ¿Cuán peligrosas pueden llegar a ser estas actitudes?

    —El cambio climático es un problema urgente. Es el problema más importante que ha enfrentado la especie humana. Si no lo resolvemos, no habrá futuro para la humanidad.

    Nuevas caras, viejos fantasmas

    El 9 de julio de 1955, Albert Einstein y el filósofo Bertrand Russell redactaron un manifiesto en el que alertaban sobre los peligros de la proliferación del armamento nuclear y exigían a los líderes mundiales buscar soluciones pacíficas a los conflictos internacionales. “Recordad vuestra humanidad y olvidad el resto”, escribían estos dos intelectuales en el momento más crudo de la Guerra Fría.

    Este año Chomsky, el italiano Toni Negri y el fundador de la New Left Review, Tariq Ali, continuaron aquella tradición precautoria y encabezaron un manifiesto por los derechos y libertades civiles en el Viejo Continente. “Europa marcha hacia su decadencia
    –afirmaron–. El continente que pretendió emerger de la posguerra como garante de las libertades y derechos civiles se está hundiendo en la naturalización de la barbarie y en el vacío de una forma de gobierno crecientemente autoritaria. Enfrentada a la crisis más severa de su historia reciente ha elegido el peor de los caminos emprendiendo políticas que creíamos erradicadas”.

    ¿Cuáles cree que serán las consecuencias de esta crisis en Europa?

    —Desgraciadamente lo que ocurre ahora es una reminiscencia de lo que sucedió en 1930. El ascenso de Trump recuerda al ascenso del fascismo en Alemania. En Europa el centro colapsó. Los principales partidos decayeron, y la izquierda y la derecha se hicieron más extremas. Todos saben lo que pasó después.

    ¿Y en el resto del mundo?

    —Las desigualdades han aumentado en todos lados. Es uno de los efectos del neoliberalismo. Pero han aumentado más en los países anglosajones y en especial en Estados Unidos. En 2014, la organización internacional Oxfam calculó, en su reporte anual, que 90 individuos tenían la mitad de la riqueza del mundo. En 2015, eran 62 individuos en China, Arabia Saudita, Rusia y Estados Unidos. Bernie Sanders fue el único que lo hizo visible en su campaña.

    ¿Cómo llegó el Partido Republicano a su situación actual?

    —Hasta hace unas décadas era el partido del progreso y también el partido anti-esclavitud. Todo cambió con el tiempo, pero en especial en la década de 1960. El Movimiento por los Derechos Civiles tuvo un efecto polarizador. Los presidentes racistas –Nixon, Reagan, entre otros– se dieron cuenta de que podían usar el antagonismo y el racismo en el Sur a su favor. A muchos no les gusta hablar del tema, pero basta con mirar la campaña de Reagan. Fue el último líder mundial que apoyó el apartheid en Sudáfrica. Se negaba siquiera a admitir que existía tal cosa. Decía que era sólo un conflicto tribal. Reagan vetó sanciones contra el país africano aprobadas por el Congreso. Su guerra contra la droga fue organizada a partir de argumentos racistas. Aumentó la encarcelación de hombres negros. El Partido Republicano continuó la tradición racista del Sur. Si uno mira las elecciones presidenciales de 2012 y ve los estados rojos y los estados azules, o sea republicanos y demócratas, observa un mapa de la Guerra Civil.

    En los estados del Sur muchas personas no hablan de Guerra Civil sino de la “Guerra de la Independencia sureña”. ¿Está diciendo que en términos políticos aún se sigue peleando la Guerra Civil?

    —Estados Unidos nunca desarrolló un sistema político basado en clases. Es un sistema político geográfico y se remite a los tiempos de la Guerra Civil. Nunca terminó. Nixon explotó estos viejos rencores y miedos. Los grupos racistas y extremistas se alienaron en el Sur. En los últimos años, tanto el Partido Demócrata como el Republicano han girado hacia la derecha. Y el Partido Republicano salió del espectro. Sus políticas están orientadas a los más ricos y al poder corporativo. Si tuviéramos una sociedad democrática los impuestos a los ricos serían mucho más altos. En Estados Unidos los impuestos son bajos si se los compara con otros países, por eso muchas infraestructuras están colapsando y ciertos servicios son malos.

    ¿Qué rol juega la religión en la política estadounidense?

    —La gran base del Partido Republicano son evangelistas y fundamentalistas cristianos. Ese es un aspecto muy llamativo y curioso de Estados Unidos: es una sociedad extremadamente religiosa. No hay nada parecido entre otros países desarrollados. No se encuentran otras sociedades en las que un tercio de la población piense que el mundo fue creado hace algunos miles de años. Dos tercios de la población están esperando la “Segunda Venida” del Mesías. Es un fenómeno único de Estados Unidos y ha sido movilizado por el Partido Republicano porque necesita una base. En las elecciones primarias cada candidato se peleaba por mostrarse más religioso que el resto de sus contrincantes. No es algo nuevo. Esto se profundizó en los 80 cuando los tres candidatos –Carter, Reagan y Anderson– comenzaron la tradición de destacar su religiosidad para captar el voto creyente. Desde entonces, todos los candidatos a presidente se muestran religiosos. Y los que no lo son, como Bill Clinton o incluso Donald Trump, aparentan.

    Usted siempre ha sido muy crítico con el financiamiento de las campañas políticas. ¿Por qué?

    —En Estados Unidos, los políticos siempre están en campaña y buscando recaudar fondos. Esto ha sido siempre un factor importante que socava la democracia representativa. El politólogo Thomas Ferguson estudió el tema en su libro Golden Rule: The Investment Theory of Party Competition en el que muestra que la financiación es un factor fundamental a tener en cuenta para predecir futuras políticas. Restringir esto sería importante.

    Más conectados y más espiados

    Su libro Manufacturing Consent: The Political Economy of the Mass Media fue escrito en 1988. Desde entonces el ecosistema mediático ha cambiado. ¿Tiene nuevas hipótesis acerca de cómo afectan las redes sociales en la conformación de la opinión pública?

    —Hay gente que usa internet para tener acceso a más información. Pero creo que ese es un porcentaje muy bajo. Los estudios muestran que la gente va hacia aquello que ya cree, a sitios con los que uno ya está de acuerdo. Las redes sociales son una cámara de eco. Uno de los efectos más sorprendentes es la dispersión de teorías conspirativas. Es como si los hechos ya no importaran. Las redes sociales en lugar de conectar, aíslan. Cada joven tiene un celular y habla con alguien que cree que es un amigo. Pero lo que tiene son contactos muy superficiales. Lo veo en mis nietos. Ellos creen que tienen muchos amigos. Pero no son amigos. El efecto que esto tiene es que los aísla mucho más de lo que ya estaban. Es un ambiente muy superficial. Recibo muchas cartas y mails de personas que me dicen que cada vez les cuesta más leer. No leen. Ojean. Rastrillan algo con la mirada durante tres segundos y saltan a otra cosa. No veo que tengamos una población cada vez más educada. Al contrario. Y eso tiene consecuencias políticas.

    En 2015, usted dijo que Estados Unidos debería recibir como un héroe a Edward Snowden, refugiado en Rusia tras revelar secretos de Estado, y juzgar a quienes autorizaron la vigilancia de la población que Snowden denunció. ¿Considera que sus revelaciones tuvieron algún efecto en la defensa de la privacidad?

    —Me hubiera gustado que así fuera. Pero la vigilancia de los ciudadanos sigue en alza. Y cuando al fin llegue la llamada “internet de las cosas”, la interconexión de todos los objetos, creo que será monstruoso. Cualquier cosa que mires va a estar mandando información privada a la Agencia de Seguridad Nacional.

    Junto a figuras como Elon Musk y Stephen Hawking, usted también alertó recientemente sobre los peligros de usar la inteligencia artificial para el desarrollo de armas. ¿Cree que a largo plazo estos avances pueden tener consecuencias sociales?

    —Hay que tener cuidado. Pero al mismo tiempo hay que señalar que hay un gran despliegue publicitario o hype (bombo) alrededor de la inteligencia artificial. Está muy lejos de los logros que se le atribuyen. Hay que ser cautelosos. Sí, se han hecho grandes avances, los automóviles autónomos son muy lindos, pero no hay nada remotamente cercano a la inteligencia humana. Los sistemas artificiales de reconocimiento visual son muy primitivos. Los automóviles autónomos no distinguen bien entre peatones y objetos. Nos habremos extinguido a causa del cambio climático o tras una guerra nuclear mucho antes de cualquier rebelión de las máquinas. Otro tema a tener en cuenta es todo lo que refiere a investigaciones de ingeniería genética. Aún hay mucho que no sabemos sobre el genoma. Por eso las consecuencias de modificar un solo gen podrían ser impredecibles.

    A comienzos de 2016, el FBI llevó a Apple a los juzgados por negarse a desbloquear el iPhone de uno de los terroristas del atentado en San Bernardino. ¿Cómo ve los choques entre gobierno y corporaciones por el tema de la privacidad?

    —Es un conflicto interesante. Personalmente espero que Apple gane a largo plazo. Básicamente hay un conflicto entre dos centros de poder en este asunto. No se trata de la primera batalla. El gobierno está dominado por el poder corporativo, pero aún así hay conflictos. Otro caso sucede en Irán. Las corporaciones estadounidenses se mueren por entrar al mercado iraní pero el gobierno no las deja. Lo mismo en Cuba. Durante décadas distintas empresas estuvieron a favor de la normalización de las relaciones: farmacéuticas y corporaciones de energía quieren entrar al mercado cubano. Pero el gobierno las bloquea.

    Los orígenes del lenguaje

    A diferencia de otros investigadores que no salen de su campo de estudio y deslizan bajo la alfombra de la privacidad sus opiniones políticas, Chomsky no traza límites. Sabe que su especialidad –la lingüística– y aquella facultad que lo desvela –el lenguaje– no están aisladas de la sociedad y de los conflictos de poder que la atraviesan, moldean y definen. Por eso, no le cuesta saltar de un tema a otro como si prendiera y apagara un interruptor.

    Junto al especialista en ciencias de la computación Robert C. Berwick escribió el reciente libro Why Only Us: Language and Evolution en el que exploran los grandes enigmas del lenguaje humano, cómo los seres humanos adquirimos esta capacidad distintiva. ¿Qué es lo que la hace única?

    —El lenguaje humano es totalmente distinto a cualquier otro fenómeno del mundo animal. No hay análogo alguno. Ninguna otra forma de comunicación en la naturaleza está al nivel del lenguaje humano. Lo que descubrimos en las últimas décadas es que el lenguaje es como cualquier otro sistema biológico. Todos tenemos básicamente el mismo sistema visual, pero las primeras experiencias a las pocas semanas de vida son cruciales para su desarrollo. En el caso del lenguaje, hablamos distintos idiomas y hay evidencia que demuestra que las diferencias se limitan a la exteriorización, aquella que permitió la interacción social y llevó a la emergencia de estructuras sociales más complejas. La internalización, en cambio, parece ser uniforme. Las capacidades cognitivas y lingüísticas son las mismas en todos los humanos. Las diferencias son superficiales. Existen muy pocas evidencias de la llamada hipótesis de Sapir-Whorf, según la cual el lenguaje determina la manera en que pensamos.

    O sea, el lenguaje nos cambió por fuera y por dentro.

    —Ese rasgo es único en el lenguaje: es un sistema internalizado. La visión sólo responde al ambiente. Nada es creado por la visión per se. No hay una generación de “oraciones visuales” ni representaciones. El lenguaje es único porque es un sistema interno y generativo. Por eso, que sepamos, los humanos tenemos un tipo de pensamientos que el resto de los animales no tienen. Eso es llamativo. Los humanos somos radicalmente diferentes de cualquier otra cosa en el mundo biológico. Los Homo sapiens somos recientes: tenemos 200 mil años. Eso es nada en términos evolutivos. Y parece que el lenguaje emergió casi inmediatamente.

    ¿Cómo lo saben?

    —Todos venimos de África. Pero hay evidencias genéticas de que un grupo, los San, se habría aislado del resto hace aproximadamente 120 mil años. Y esta tribu también tiene lenguaje. Eso da a pensar que el lenguaje se originó entre 200 y 120 mil años atrás. El lenguaje es genético y hay fuertes evidencias de que no evolucionó desde que el humano salió de África.

    La imposibilidad de debatir en el ring

    En 1971, Noam Chomsky tuvo un recordado debate con el francés Michel Foucault sobre la naturaleza humana. Fue en la Universidad de Amsterdam dentro del International Philosophers Project. Las pocas grabaciones que quedaron de aquel encuentro muestran a estos dos gigantes del pensamiento del siglo XX serios, serenos, como dos boxeadores midiéndose sobre un ring.

    ¿Por qué cree que esos debates entre intelectuales ya no tienen el peso que tenían en otra época?

    —Ese debate fue en Holanda. No están dadas las condiciones para que se pueda repetir algo así en Estados Unidos. En muchos países europeos, e incluso en América Latina –como en Argentina–, se dan discusiones en los medios de comunicación que no existen en Estados Unidos. Una vez me invitaron a La Habana para discutir la situación de los negocios en Cuba y hablamos con total normalidad. Cada vez que estoy en la televisión iraní o rusa puedo hacer duras críticas al gobierno norteamericano. Pero no puedo hacerlo en la propia televisión de Estados Unidos. Además, si estás en la televisión de Estados Unidos sólo te dan 30 segundos… Se perdió el pensamiento crítico.

    Más allá de eso, ¿en qué sí es optimista?

    —No se puede negar que hubo cambios significativos en las últimas generaciones. En ciertos aspectos, Estados Unidos es un país más libre. Cuando llegué al MIT en 1955 estaba dominado por hombres blancos, obedientes, que hacían sus tareas. Ahora es totalmente diferente. Y ocurre en todo el país. Lamentablemente no hay activismo. La campaña de Bernie Sanders fue interesante por esa razón: despertó ese activismo dormido en cierto sector de la sociedad estadounidense. Estaba ahí. Sólo había que espabilarlo.


    * Periodista científico.


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    Mensaje por NEROCAESAR Sáb Nov 12, 2016 6:08 pm

    Pur escribió:Lo que dice Chomsky sobre la victoria de Trumpeta:

    ENTREVISTA EXCLUSIVA A NOAM CHOMSKY EN EL MIT
    “En Estados Unidos la Guerra Civil aún no terminó”
    Por Federico Kukso*

    En su doble faceta de lingüista y crítico del poder, Noam Chomsky analiza a fondo el ascenso de Donald Trump, las características de la sociedad y el sistema político estadounidenses y las amenazas que asoman detrás de la creciente conectividad.

    Noam Chomsky está solo. Sin guardaespaldas, asistentes, secretarias o una estela de estudiantes y admiradores que lo acompañen, el lingüista de 87 años abre la puerta con timidez y mira a ambos lados en busca de una cara conocida. Uno de los intelectuales más importantes del siglo XX y de lo que va del XXI ingresa en la oficina E19-623 del MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts) en Cambridge. Con un jean gastado y un sweater gris oscuro, luce cansado. Se sienta, cruza las manos y, flanqueado por un té, aguarda con calma.

    No sonríe. Chomsky está preocupado. Sabe que el sorprendente ascenso de Donald Trump abrió heridas en un país tan complejo y contradictorio como Estados Unidos.

    ¿Cómo explica lo sucedido en los últimos meses en el campo político norteamericano?

    —Trump es muy hábil a la hora de incitar el miedo. Si uno observa a los que apoyan a Trump, son en su mayoría blancos de medios o bajos ingresos, poco educados. Curiosamente, entre estos grupos las tasas de mortalidad son altas. Muchos sienten que no hay nada para ellos. Hasta la irrupción de Trump en la escena política habían perdido toda esperanza. Son personas que piensan que se les ha quitado todo. Creen que les han arrebatado su país y que pronto los blancos serán minoría. No hay nada como el movimiento de supremacía blanca en otros países. Creen que el movimiento feminista les ha quitado su rol en las familias patriarcales. De ahí creo que viene tanto fanatismo por las armas. Tienen que tener armas para mostrar que son hombres reales. Además, el aumento de la atomización de la sociedad que deja a las personas solas y aisladas hace que se sientan impotentes frente a fuerzas que los aplastan. En ese clima no es difícil estimular miedos e incitar la bronca y el odio hacia los inmigrantes, hacia otras minorías y hacia el gobierno, como lo ha hecho el candidato republicano.

    ¿A qué se debe esta actitud de muchos de los seguidores de Trump?

    —Hay una diferencia entre lo que los ciudadanos reciben del gobierno y lo que creen que reciben. Gran parte de lo que reciben no lo ven. En estados como Mississippi hay actitudes anti-gobierno, pero viven en su mayoría con subsidios. Estados como Nueva York y Massachusetts están subsidiando a personas que viven en estados como Arkansas. Allí el gobierno es presentado como un ente que les roba. Se ha instalado muy fuerte la idea del “hard working american” (el trabajador estadounidense), víctima de un gobierno que no tiene clemencia. Candidatos como Ted Cruz y Donald Trump han construido sus campañas alrededor de esta figura. La gente termina cayendo en esas trampas.

    ¿Qué le llamó la atención en las campañas presidenciales en términos de retórica o de lingüística?

    —No tanto en retórica. Me sorprendió la irrelevancia de los hechos. Ya no importan cuáles son ciertos y cuáles son falsos. La verdad es irrelevante. Trump es un maestro en eso. Fue sorprendente ver cómo no importaba cuán locas eran las cosas que decía. Repitió una y otra vez que los musulmanes festejaron los atentados contra las Torres Gemelas. O que el gobierno mexicano organizaba criminales y violadores para mandarlos a través de la frontera. Decía lo que se le antojaba y no importaba. Las cosas que la gente cree son muy extrañas. Los evangelistas creen que Trump es uno de ellos. Hace unos años, una buena parte de la comunidad afroamericana creía que Bill Clinton fue el primer presidente negro. Y fue devastador para esa comunidad.

    El problema más urgente

    Hay muchos Noam Chomsky. Está el Chomsky científico que revolucionó la lingüística moderna con el desarrollo del concepto de gramática transformacional y generativa según la cual el lenguaje se adquiere porque los seres humanos estamos biológicamente programados para ello. Y está el Chomsky activista político, el crítico del poder, uno de los referentes de la intelectualidad de la izquierda mundial que no deja pasar una oportunidad para denunciar las deficiencias democráticas de la sociedad estadounidense o de su política exterior o la manipulación de los medios de comunicación por parte de las corporaciones. Esas dos caras confluyen en este hombre nacido en 1928 en Filadelfia, profesor emérito del MIT, y al que se lo puede ver a diario recorriendo con tranquilidad los pasillos de una de las universidades más influyentes del planeta.

    ¿Qué temas le sorprendió que no se hayan tocado en los debates presidenciales o en la campaña en general?

    —Durante las elecciones primarias me llamó la atención que no se discutieran temas económicos. Sólo se hablaba de levantar muros o de bombardear Medio Oriente. El que se destacaba era Bernie Sanders que sí hablaba de temas serios. Eso forzó a Hillary Clinton a moverse hacia esa dirección. Tampoco se discutió sobre el cambio climático.

    ¿Por qué pasó eso?

    —En las grandes democracias las decisiones están siendo tomadas por una pequeña elite económica. Su interés no es salvar a la especie. Su interés es la maximización de sus beneficios. Por eso los candidatos del Partido Republicano, que es esencialmente el partido de los ricos y privilegiados, negaron y niegan sistemáticamente el calentamiento global. El Acuerdo de París fue un paso muy importante para la reducción de los gases que provocan el cambio climático. Pero en Estados Unidos no fue reconocido por el Partido Republicano que controla el Congreso. En febrero de este año, la Corte Suprema suspendió el programa Clean Power Plan (Proyecto para una Energía Limpia) con el que Barack Obama buscaba limitar las emisiones contaminantes de las centrales térmicas. Fue un mensaje para el mundo.

    Pero en septiembre finalmente Obama ratificó junto a China el Acuerdo de París por decreto sin pasar por el Senado. ¿Qué cree que se puede hacer contra esta permanente negación por parte del Partido Republicano?

    —Nadie lo quiere poner en palabras, pero de hecho el Partido Republicano es la organización más peligrosa que ha existido en toda la historia humana. Literalmente. Sus políticas conducirán a la destrucción de la especie. La población quiere que se haga algo contra el cambio climático pero su voluntad no influye en las decisiones. Una iniciativa llamada Yale Project on Climate Change Communication mostró que sólo uno de cada cuatro estadounidenses no cree en el cambio climático a pesar del consenso científico internacional.

    Donald Trump y Marco Rubio llegaron a cuestionar la idea de que la acción humana sea la responsable del cambio climático. Ted Cruz declaró que todo lo relacionado con el calentamiento global es un engaño. ¿Cuán peligrosas pueden llegar a ser estas actitudes?

    —El cambio climático es un problema urgente. Es el problema más importante que ha enfrentado la especie humana. Si no lo resolvemos, no habrá futuro para la humanidad.

    Nuevas caras, viejos fantasmas

    El 9 de julio de 1955, Albert Einstein y el filósofo Bertrand Russell redactaron un manifiesto en el que alertaban sobre los peligros de la proliferación del armamento nuclear y exigían a los líderes mundiales buscar soluciones pacíficas a los conflictos internacionales. “Recordad vuestra humanidad y olvidad el resto”, escribían estos dos intelectuales en el momento más crudo de la Guerra Fría.

    Este año Chomsky, el italiano Toni Negri y el fundador de la New Left Review, Tariq Ali, continuaron aquella tradición precautoria y encabezaron un manifiesto por los derechos y libertades civiles en el Viejo Continente. “Europa marcha hacia su decadencia
    –afirmaron–. El continente que pretendió emerger de la posguerra como garante de las libertades y derechos civiles se está hundiendo en la naturalización de la barbarie y en el vacío de una forma de gobierno crecientemente autoritaria. Enfrentada a la crisis más severa de su historia reciente ha elegido el peor de los caminos emprendiendo políticas que creíamos erradicadas”.

    ¿Cuáles cree que serán las consecuencias de esta crisis en Europa?

    —Desgraciadamente lo que ocurre ahora es una reminiscencia de lo que sucedió en 1930. El ascenso de Trump recuerda al ascenso del fascismo en Alemania. En Europa el centro colapsó. Los principales partidos decayeron, y la izquierda y la derecha se hicieron más extremas. Todos saben lo que pasó después.

    ¿Y en el resto del mundo?

    —Las desigualdades han aumentado en todos lados. Es uno de los efectos del neoliberalismo. Pero han aumentado más en los países anglosajones y en especial en Estados Unidos. En 2014, la organización internacional Oxfam calculó, en su reporte anual, que 90 individuos tenían la mitad de la riqueza del mundo. En 2015, eran 62 individuos en China, Arabia Saudita, Rusia y Estados Unidos. Bernie Sanders fue el único que lo hizo visible en su campaña.

    ¿Cómo llegó el Partido Republicano a su situación actual?

    —Hasta hace unas décadas era el partido del progreso y también el partido anti-esclavitud. Todo cambió con el tiempo, pero en especial en la década de 1960. El Movimiento por los Derechos Civiles tuvo un efecto polarizador. Los presidentes racistas –Nixon, Reagan, entre otros– se dieron cuenta de que podían usar el antagonismo y el racismo en el Sur a su favor. A muchos no les gusta hablar del tema, pero basta con mirar la campaña de Reagan. Fue el último líder mundial que apoyó el apartheid en Sudáfrica. Se negaba siquiera a admitir que existía tal cosa. Decía que era sólo un conflicto tribal. Reagan vetó sanciones contra el país africano aprobadas por el Congreso. Su guerra contra la droga fue organizada a partir de argumentos racistas. Aumentó la encarcelación de hombres negros. El Partido Republicano continuó la tradición racista del Sur. Si uno mira las elecciones presidenciales de 2012 y ve los estados rojos y los estados azules, o sea republicanos y demócratas, observa un mapa de la Guerra Civil.

    En los estados del Sur muchas personas no hablan de Guerra Civil sino de la “Guerra de la Independencia sureña”. ¿Está diciendo que en términos políticos aún se sigue peleando la Guerra Civil?

    —Estados Unidos nunca desarrolló un sistema político basado en clases. Es un sistema político geográfico y se remite a los tiempos de la Guerra Civil. Nunca terminó. Nixon explotó estos viejos rencores y miedos. Los grupos racistas y extremistas se alienaron en el Sur. En los últimos años, tanto el Partido Demócrata como el Republicano han girado hacia la derecha. Y el Partido Republicano salió del espectro. Sus políticas están orientadas a los más ricos y al poder corporativo. Si tuviéramos una sociedad democrática los impuestos a los ricos serían mucho más altos. En Estados Unidos los impuestos son bajos si se los compara con otros países, por eso muchas infraestructuras están colapsando y ciertos servicios son malos.

    ¿Qué rol juega la religión en la política estadounidense?

    —La gran base del Partido Republicano son evangelistas y fundamentalistas cristianos. Ese es un aspecto muy llamativo y curioso de Estados Unidos: es una sociedad extremadamente religiosa. No hay nada parecido entre otros países desarrollados. No se encuentran otras sociedades en las que un tercio de la población piense que el mundo fue creado hace algunos miles de años. Dos tercios de la población están esperando la “Segunda Venida” del Mesías. Es un fenómeno único de Estados Unidos y ha sido movilizado por el Partido Republicano porque necesita una base. En las elecciones primarias cada candidato se peleaba por mostrarse más religioso que el resto de sus contrincantes. No es algo nuevo. Esto se profundizó en los 80 cuando los tres candidatos –Carter, Reagan y Anderson– comenzaron la tradición de destacar su religiosidad para captar el voto creyente. Desde entonces, todos los candidatos a presidente se muestran religiosos. Y los que no lo son, como Bill Clinton o incluso Donald Trump, aparentan.

    Usted siempre ha sido muy crítico con el financiamiento de las campañas políticas. ¿Por qué?

    —En Estados Unidos, los políticos siempre están en campaña y buscando recaudar fondos. Esto ha sido siempre un factor importante que socava la democracia representativa. El politólogo Thomas Ferguson estudió el tema en su libro Golden Rule: The Investment Theory of Party Competition en el que muestra que la financiación es un factor fundamental a tener en cuenta para predecir futuras políticas. Restringir esto sería importante.

    Más conectados y más espiados

    Su libro Manufacturing Consent: The Political Economy of the Mass Media fue escrito en 1988. Desde entonces el ecosistema mediático ha cambiado. ¿Tiene nuevas hipótesis acerca de cómo afectan las redes sociales en la conformación de la opinión pública?

    —Hay gente que usa internet para tener acceso a más información. Pero creo que ese es un porcentaje muy bajo. Los estudios muestran que la gente va hacia aquello que ya cree, a sitios con los que uno ya está de acuerdo. Las redes sociales son una cámara de eco. Uno de los efectos más sorprendentes es la dispersión de teorías conspirativas. Es como si los hechos ya no importaran. Las redes sociales en lugar de conectar, aíslan. Cada joven tiene un celular y habla con alguien que cree que es un amigo. Pero lo que tiene son contactos muy superficiales. Lo veo en mis nietos. Ellos creen que tienen muchos amigos. Pero no son amigos. El efecto que esto tiene es que los aísla mucho más de lo que ya estaban. Es un ambiente muy superficial. Recibo muchas cartas y mails de personas que me dicen que cada vez les cuesta más leer. No leen. Ojean. Rastrillan algo con la mirada durante tres segundos y saltan a otra cosa. No veo que tengamos una población cada vez más educada. Al contrario. Y eso tiene consecuencias políticas.

    En 2015, usted dijo que Estados Unidos debería recibir como un héroe a Edward Snowden, refugiado en Rusia tras revelar secretos de Estado, y juzgar a quienes autorizaron la vigilancia de la población que Snowden denunció. ¿Considera que sus revelaciones tuvieron algún efecto en la defensa de la privacidad?

    —Me hubiera gustado que así fuera. Pero la vigilancia de los ciudadanos sigue en alza. Y cuando al fin llegue la llamada “internet de las cosas”, la interconexión de todos los objetos, creo que será monstruoso. Cualquier cosa que mires va a estar mandando información privada a la Agencia de Seguridad Nacional.

    Junto a figuras como Elon Musk y Stephen Hawking, usted también alertó recientemente sobre los peligros de usar la inteligencia artificial para el desarrollo de armas. ¿Cree que a largo plazo estos avances pueden tener consecuencias sociales?

    —Hay que tener cuidado. Pero al mismo tiempo hay que señalar que hay un gran despliegue publicitario o hype (bombo) alrededor de la inteligencia artificial. Está muy lejos de los logros que se le atribuyen. Hay que ser cautelosos. Sí, se han hecho grandes avances, los automóviles autónomos son muy lindos, pero no hay nada remotamente cercano a la inteligencia humana. Los sistemas artificiales de reconocimiento visual son muy primitivos. Los automóviles autónomos no distinguen bien entre peatones y objetos. Nos habremos extinguido a causa del cambio climático o tras una guerra nuclear mucho antes de cualquier rebelión de las máquinas. Otro tema a tener en cuenta es todo lo que refiere a investigaciones de ingeniería genética. Aún hay mucho que no sabemos sobre el genoma. Por eso las consecuencias de modificar un solo gen podrían ser impredecibles.

    A comienzos de 2016, el FBI llevó a Apple a los juzgados por negarse a desbloquear el iPhone de uno de los terroristas del atentado en San Bernardino. ¿Cómo ve los choques entre gobierno y corporaciones por el tema de la privacidad?

    —Es un conflicto interesante. Personalmente espero que Apple gane a largo plazo. Básicamente hay un conflicto entre dos centros de poder en este asunto. No se trata de la primera batalla. El gobierno está dominado por el poder corporativo, pero aún así hay conflictos. Otro caso sucede en Irán. Las corporaciones estadounidenses se mueren por entrar al mercado iraní pero el gobierno no las deja. Lo mismo en Cuba. Durante décadas distintas empresas estuvieron a favor de la normalización de las relaciones: farmacéuticas y corporaciones de energía quieren entrar al mercado cubano. Pero el gobierno las bloquea.

    Los orígenes del lenguaje

    A diferencia de otros investigadores que no salen de su campo de estudio y deslizan bajo la alfombra de la privacidad sus opiniones políticas, Chomsky no traza límites. Sabe que su especialidad –la lingüística– y aquella facultad que lo desvela –el lenguaje– no están aisladas de la sociedad y de los conflictos de poder que la atraviesan, moldean y definen. Por eso, no le cuesta saltar de un tema a otro como si prendiera y apagara un interruptor.

    Junto al especialista en ciencias de la computación Robert C. Berwick escribió el reciente libro Why Only Us: Language and Evolution en el que exploran los grandes enigmas del lenguaje humano, cómo los seres humanos adquirimos esta capacidad distintiva. ¿Qué es lo que la hace única?

    —El lenguaje humano es totalmente distinto a cualquier otro fenómeno del mundo animal. No hay análogo alguno. Ninguna otra forma de comunicación en la naturaleza está al nivel del lenguaje humano. Lo que descubrimos en las últimas décadas es que el lenguaje es como cualquier otro sistema biológico. Todos tenemos básicamente el mismo sistema visual, pero las primeras experiencias a las pocas semanas de vida son cruciales para su desarrollo. En el caso del lenguaje, hablamos distintos idiomas y hay evidencia que demuestra que las diferencias se limitan a la exteriorización, aquella que permitió la interacción social y llevó a la emergencia de estructuras sociales más complejas. La internalización, en cambio, parece ser uniforme. Las capacidades cognitivas y lingüísticas son las mismas en todos los humanos. Las diferencias son superficiales. Existen muy pocas evidencias de la llamada hipótesis de Sapir-Whorf, según la cual el lenguaje determina la manera en que pensamos.

    O sea, el lenguaje nos cambió por fuera y por dentro.

    —Ese rasgo es único en el lenguaje: es un sistema internalizado. La visión sólo responde al ambiente. Nada es creado por la visión per se. No hay una generación de “oraciones visuales” ni representaciones. El lenguaje es único porque es un sistema interno y generativo. Por eso, que sepamos, los humanos tenemos un tipo de pensamientos que el resto de los animales no tienen. Eso es llamativo. Los humanos somos radicalmente diferentes de cualquier otra cosa en el mundo biológico. Los Homo sapiens somos recientes: tenemos 200 mil años. Eso es nada en términos evolutivos. Y parece que el lenguaje emergió casi inmediatamente.

    ¿Cómo lo saben?

    —Todos venimos de África. Pero hay evidencias genéticas de que un grupo, los San, se habría aislado del resto hace aproximadamente 120 mil años. Y esta tribu también tiene lenguaje. Eso da a pensar que el lenguaje se originó entre 200 y 120 mil años atrás. El lenguaje es genético y hay fuertes evidencias de que no evolucionó desde que el humano salió de África.

    La imposibilidad de debatir en el ring

    En 1971, Noam Chomsky tuvo un recordado debate con el francés Michel Foucault sobre la naturaleza humana. Fue en la Universidad de Amsterdam dentro del International Philosophers Project. Las pocas grabaciones que quedaron de aquel encuentro muestran a estos dos gigantes del pensamiento del siglo XX serios, serenos, como dos boxeadores midiéndose sobre un ring.

    ¿Por qué cree que esos debates entre intelectuales ya no tienen el peso que tenían en otra época?

    —Ese debate fue en Holanda. No están dadas las condiciones para que se pueda repetir algo así en Estados Unidos. En muchos países europeos, e incluso en América Latina –como en Argentina–, se dan discusiones en los medios de comunicación que no existen en Estados Unidos. Una vez me invitaron a La Habana para discutir la situación de los negocios en Cuba y hablamos con total normalidad. Cada vez que estoy en la televisión iraní o rusa puedo hacer duras críticas al gobierno norteamericano. Pero no puedo hacerlo en la propia televisión de Estados Unidos. Además, si estás en la televisión de Estados Unidos sólo te dan 30 segundos… Se perdió el pensamiento crítico.

    Más allá de eso, ¿en qué sí es optimista?

    —No se puede negar que hubo cambios significativos en las últimas generaciones. En ciertos aspectos, Estados Unidos es un país más libre. Cuando llegué al MIT en 1955 estaba dominado por hombres blancos, obedientes, que hacían sus tareas. Ahora es totalmente diferente. Y ocurre en todo el país. Lamentablemente no hay activismo. La campaña de Bernie Sanders fue interesante por esa razón: despertó ese activismo dormido en cierto sector de la sociedad estadounidense. Estaba ahí. Sólo había que espabilarlo.


    * Periodista científico.


    © Le Monde diplomatique, edición Cono Sur


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    Eso merece un aplauso para Chomsky por existir y a ti, Pur; por presentárnoslo.
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    Mensaje por El Postiguet Sáb Nov 12, 2016 6:23 pm

    Es lo que tiene el populismo, que se basa todo su discurso en mentiras repetidas y agrandadas sobre lo que la parte de la sociedad más inculta cree, o necesita creer, para llevarlos a su redil.

    En España se ha acusado a "Podemos" de populismo, y al acusador no le ha faltado razón, ya que llevaban su discurso hacia lo que el debilitado por las políticas neoliberales lo ha empujado, pero, y aquí es donde veo la gran diferencia de España, ha sido el PP otro populista más, haciendo creer que los podemitas tienen rabo, huelen a azufre y nos llevarían a la situación venezolana en dos semanas.

    La situación de Venezuela, nada envidiable, y el hecho (no sé si cierto o no) de carecer en algún momento hasta de papel higiénico, la derecha neoliberal española lo utilizó en todas las redes sociales y en los noticiarios; el miedo a esa situación, además de lógico, hizo lo demás. Sin embargo, esa misma prensa, esos mismos medios, no han dado la noticia que en un colegio público de una pequeño población de Alacant, al no tener dinero para comprar papel higiénico, los niños han de ir con un rollo al colegio. Sí, ya sé que puede ser anecdótico, pero eso lo callan, y es que el poder tiene muchos resortes, y éstos, bien manipulados para sus intereses, hace estragos entre esa parte de la ciudadanía que todo se lo cree.

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    Mensaje por El llobu Dom Nov 13, 2016 12:56 am

    Pues el llobu sí cree que le falta razón a quien llama populista a Podemos, básicamente, porque el partido, en principio, nace del pueblo, del 15M, y nace por la indignación de muchos españoles. Así que no trata de atraer al pueblo con engañifas, porque son parte de él y están ahí para trabajar por él.

    Veremos si siguen defendiendo, como lo están haciendo, a los indignados, y siguen haciendo aquello para lo que se han constituido en un partido político. El problema que tienen es que si no lo hacen, desaparecerán como partido en menos que canta un gallo, porque su única razón de ser es esa.

    Saludos d'esti llobu.
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    Mensaje por Oskarin23 Jue Nov 17, 2016 7:52 pm

    Decir sobre los fundamentalistas cristianos en EEUU, un apunte, los de HazteOir, OpusDei y demás son progres al lado de estos fundamentalistas, para que vean a que nivel estan allí, dicen cosas como el que hombre viene de Adan y Eva, así que imaginense.

    Era muy dificil superar en radicalidad a ya digo a los de HazteOir, Opus Dei y demás pero los hay aún mas fanáticos, en EEUU hay fundamentalistas que les superan en radicalidad, aún se puede mas lejos, en fín.

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