El Postiguet escribió:.
 
Hace como unos quince años que en Semana Santa no bajaba a la ciudad, no me gustan las manifestaciones católico cristianas, ni el atiborramiento por el turismo en que se encuentran sus calles. Resulta difícil encontrar hueco en una terraza para tomar un refresco o un vermú. Las aglomeraciones no me gustan.
 
No obstante hoy, domingo de Pascua, me he dado una vuelta por el centro de la misma, y me ha sorprendido el enorme gentío ante las puertas de los templos principales como la Concatedral y la Basílica de santa María, suponiendo que el interior estaba al completo. Y si los templos estaba abarrotados, no menos lo estaban las calles por donde pasa la procesión de “las palmas” o “de la burrita” como decíamos los niños de mi época.
 
Desconozco los motivos de la asistencia de tanta gente portando la tradicional palma; gentes de todas las edades y, por su vestimenta, de todas las clases sociales, así como gentes de otros lugares, ya latinos, ya negros. Árabes no he visto ninguno. En mi desconocimiento cabe el ignorar los motivos que les empujan a acudir a estos actos religiosos, que pueden ser desde la fe hasta la tradición u otras causas.
 
Mi total convencimiento en la Democracia, me impulsa a entender que todo el mundo tiene derecho a manifestarse y ocupar la calle para sus manifestaciones. ”La calle es mía” que dijo el fascista Fraga, no va conmigo. La calle sirve para manifestarse el católico, aquellos que les gusta el carnaval, los del orgullo gay, la Guardia Civil el día de su patrona, o quien quiera, como a no mucho tardar las veremos en esta zona llenas de comisiones de Hogueras en las fiestas del Fuego, o los “Moros y Cristianos” en sus días.
 
Con respecto a las manifestaciones de estos días, sí me ha llamado poderosamente la atención que tanta gente portadora de palma y olivo, pasaba sin atender a tanto mendigo como por la ciudad piden limosna. El cristianismo, que —dicen— basa su fe en el amor al prójimo, la hermandad y la comunión, pasaba desatendiendo a tanto necesitado, llegando a pensar si no hay mucha hipocresía en lo que pregonan, aunque bien es verdad que suelen decir sin pudor los muy creyentes que “ante el vicio de pedir, la virtud de no dar” ¿?
 
Manifiesto lo anterior porque como demócrata que soy, antes que cualquier “ismo”, acepto estas manifestaciones aunque ellos puedan no creer en las de los demás; pero como demócrata y aumentado por mi condición de izquierda, veo con buenos ojos lo que algunos son incapaces de entender. Sólo no acepto —pues hasta ahí no llego— que, por mi condición de no creyente, se me diga que estoy condenado. No consiento que se me juzgue y se me condene desde una creencia que no es la mía, ni aún desde ésta; cuando eso ocurre tiene delante suya a un defensor de la libertad y a alguien que les canta las cuarenta, en bastos o en espadas.
 
El P©stiguet