Seamos realistas y asumamos la verdad: Cifuentes tiene razón cuando dice que "haciéndose la rubia" (entiéndase "hacerse la tonta") los hombres te hacen más caso, ya sea en una reunión de propuestas administrativas o en la vida cotidiana de los más simples mortales. No descubre nada nuevo con eso, no da muestra de su superdotada inteligencia, ni de astucia de ningún tipo, ni nada especial. Se trata del cinismo nuestro de cada día, desde que el orden de las cosas se dictaminó estableciendo que el hombre mandaba y disponía y la mujer servía y, como mucho, proponía a su superior físico e intelectual.

Los hombres lo saben, pero fingen no saberlo porque todo lo que halague su ego ya les vale. Da lo mismo que sea un chica "pre-pago" llamándoles "corasón y sielito mío", que una compañera de tareas laborales proponiendo una idea de trabajo; si ellas lo dicen con arrumacos y sumisión suficiente, mientras lanzan al vuelo sus largas pestañas y mueven sus torneadas caderas (u otros atributos femeninos), el varón común lo da por bueno, se siente ensalzado y la encuentra simpática y adorable y, como favor especial de su condescencia, tendrá en cuenta sus indicaciones o sugerencias.

Siguiendo con la sinceridad, a ese comportamiento yo y muchas mujeres lo llamaría rastrero, lo encontraría patético y me parecería ofensivo para ambos sexos...Y algún que otro hombre medianamente inteligente pensará igual, aunque sonría benévolo al encontrarse en esa coyuntura. No entro en valorar qué porcentaje de hombres serían capaces de admitir para sus adentros que reconocen la artimaña,  y aún menos cuántos son los que realmente se resisten a ella; valorad cada uno cual es vuestra sensación en esos casos, en  un ejercicio de sinceridad para con vosotros mismos.

Lo cierto es que, aún hoy en día, la mujer que se muestra estrictamente profesional en el contexto idem, acaba por tener fama de estirada, inflexible y/o aburrida, derivando con el tiempo a "amargada, mandona, prepotente, sosa, lesbiana, o frígida"..., y también para sus compañeras aspirantes a "rubias o morenas tontas", eh. Sin embargo, el coqueteo, el admitir piropos, el mostrarse "tranquilita" y no muy lista, el no despuntar por ingeniosa y fingir que las ideas propias son del jefe o compañero con quien se tiene que colaborar..., todo eso ayuda y mucho a promocionarse laboralmente, a caer simpática y a seguir atando la imagen femenina a los estereotipos machistas de toda la vida. Sigamos fingiendo..., no he dicho nada.

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Yo creo que son comportamientos de otra época y que hoy sólo funcionan en empresas casposas, ayuntamientos conservadores o, lógicamente, en el PP. En el mundo profesional en el que yo me muevo se valora tanto a mujeres u hombres en función de lo que aportan, y el coqueteo en reuniones de trabajo está bastante mal visto.

el.loco.lucas escribió:Yo creo que son comportamientos de otra época y que hoy sólo funcionan en empresas casposas, ayuntamientos conservadores o, lógicamente, en el PP. En el mundo profesional en el que yo me muevo se valora tanto a mujeres u hombres en función de lo que aportan, y el coqueteo en reuniones de trabajo está bastante mal visto.

Coincido totalmente con usted. Hace ya años que estoy al margen de mi empresa, y nunca me importó si el personal que contrataba era hombre o mujer, y mucho menos si era rubia o morena. Lo que me interesaba eran buenos profesionales y tanto en hombres como en mujeres los encontré. Y tiene usted mucha razón, en su vida privada que hicieran lo que les viniera en gana, pero en el trabajo ni coquetería ni gaitas; al fin y al cabo siempre quise distinguirme porque sus salarios estuvieran por encima de lo que la ley estableciera, era su profesionalidad y su entrega a su labor lo importante.

El P©stiguet

No es un tema nuevo, sino muy viejo. Es la misma historia que el dicho: "tiran más dos tetas que dos carretas".

Cristina ha hecho una demostración de su adicción a la casposidad machista. No cabe otra cosa entre los "peperonitas".

Salud y República.