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Sr. Fabricio: para su conocimiento le comunico por medio de este escrito que usted no tiene la culpa de que don Marianico el Recorte, gobierne España desde el centralismo. He intentado, por todos los medios, que usted fuera el culpable, con ello evitaba, o intentaba evitar, suspicacias de que la gracia le hubiese llegado de don Pablo, antes el Coletas, después Iglesias, y ahora, por alcanzar tanta notoriedad Catedrales.

Esa era mi intención, ya que, culpándole a usted, siendo un desconocido, nadie se hubiese molestado de tan canallesca decisión, pero, de ser don Pablo, otrora el Coletas, a continuación Iglesias para ascender a Catedrales, la cosa ya tiene un tufillo descorazonador. ¿Usted se imagina a Ambrosio, el calafate, que se ha quedado sin trabajo desde hace siete años y no encuentra colocación? Si se imagina, quiero decir, el saber que don Marianico el Sastrecillo Valiente sigue haciendo de la suyas porque un tal Pablo, etcétera, etcétera, etcétera, decidió un día mirar para otra parte cuando pudo descabalgarlo. Por eso, culpándole yo a usted, de que es malo recortando el seto o podando las falsas pimientas, por lo tanto el nombramiento de don Marianico también es cosa suya, considero que don Pablo (tres etcéteras) quedaba ante el personal limpio de polvo y paja. Y quien sabe si culpándose usted lo meditaba mejor y entendía de su grave error.

Pero me dicen que no, que usted no tiene la culpa de lo que pasa, que no se la eche, y por tanto me abstengo de ello. Pero no insistiré en que don Pablo (3 etc.) tuvo algo que ver, que entre sus adoradores nocturnos observo que algunos casi me la tienen jurada, y como don Pablo, como don Marianico, como don Pedrito el Alocao y como Albert el Catalanufo me importan tres etcéteras, y no digo tres gardenias porque quedaría algo cursi, lo dejo en suspenso, que como dijo aquel: “de noche mataron al caballero, la gloria de Medina la flor de Olmedo”.

El P©stiguet