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Si usted es de Galicia, y viaja a Sevilla, nunca le llamarían provinciano, palabra en sí despectiva, porque provinciano viene a ser algo así como cateto, atrasado, pueblerino. Y en España las provincia son muchas. Eran, porque ya son menos. La provincia de Madrid, situada en la meseta cercana a La Mancha, es la capital del reino de España que dicen ahora, y eso marca mucho.
 
Allí, sea usted de Galicia, de Cáceres, Bilbao o Granada, será un provinciano. O sea, un pueblerino, un atrasado y yo qué sé.
 
Y la gente que se trasladaba a la capital del reino de España, cuando vivía allí ya unos años, dejaba de ser provinciano. Es posible que si llegaba de Catalunya se llamase Jordi, o Pau, o Pepe si llegaba desde Valencia, o Federico si lo hacía desde Andalucía, Anastasio desde Pamplona o nombres varios, pero nunca se llamaría Julián, que ties madre, porque lo de ties es capitalino, y usted pronunciaría tienes en tono catalán o gallego o andaluz…Un drama.
 
Pudiera ser que aun siendo provinciano, que es sinónimo de atrasado y pueblerino, su familia tuviera una rica masía allá por Lleida, pronunciada en elegante capitalino Lérida, o una hermosa huerta cerca de La Albufera, o un rico Carmen en la ciudad de La Alhambra, pero riquezas aparte usted sería un provinciano, cosa muy diferente a aquel capitalino que residía en una triste vivienda de una triste y cochambrosa corrala. Pero es que usted, riquezas y conocimientos parte, tardaría mucho tiempo en saber llevar los churros los domingos por la mañana agarraditos a un cordel para que todo el mundo viera que toma ese delicioso manjar, seguramente bañado con chocolate. Usted no se atreverá a insinuar, para no desentonar y declararse como un provinciano, que en su casa de Gandía cocinan unas paellas valencianas que ya, ya…O que por su Pontevedra se come un marisco y un pulpo que quita el hipo, o ese gazpacho que es una delicia en los veranos tórridos de Dos Hermanas. 
 
Usted aprenderá a ser capitalino, y, al pasar los años, dos o tres, ya convertido en un madrileño/capitalino de pura cepa, se reirá del Anastasio que llegue de Santander, o del Pepe de Jumilla, o del Quillo de la elegante Sevilla.
 
Usted ya hablará el cheli, se habrá instalado en una corrala, y si se tercia, y se terciará, se vestirá como un gomoso, vestirá pañosa y bombín, y dará ejemplo de urbanidad y capitalidad a los provincianos, sinónimo de atrasado y pueblerino, que lleguen a la meseta aunque hayan nacido en Pedralbes, el Parque de María Luisa sevillano, la Concha de San Sebastián, o la Gran Vía bilbaína.

No sabe el llobu quién es peor: si quien hace distinción entre la gente por ser de la capital o de provincia, o quien lo asume.

No es de extrañar en un país donde, desde la Constitución, no todos somos iguales... idea muy fascista, por cierto.

Salud y República.

Soy de pueblo y no he notado cuando he viajado a la capital del reino nada despectivo hacia los de fuera,  precisamente porque madrileños de pura sangre quedan poco, ya que a esta ciudad han llegado de todas las partes del país, es cierto de los tópicos sea paletos, vagos, guarros , juerguistas,  roñosos, etc.  existen, pero son generalizaciones que se imponen sobre todo en la epoca anterior con las peliculas que existian sobre los pueblos.

Ahora no están tan de moda los churros con chocolate engordan jajaja mejor zumo de naranja y un pan tostado con tomate y aceite.


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Tinajas escribió:Soy de pueblo y no he notado cuando he viajado a la capital del reino nada despectivo hacia los de fuera,  precisamente porque madrileños de pura sangre quedan poco, ya que a esta ciudad han llegado de todas las partes del país, es cierto de los tópicos sea paletos, vagos, guarros , juerguistas,  roñosos, etc.  existen, pero son generalizaciones que se imponen sobre todo en la epoca anterior con las peliculas que existian sobre los pueblos.

Ahora no están tan de moda los churros con chocolate engordan jajaja mejor zumo de naranja y un pan tostado con tomate y aceite.


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Señor Tinajas, lo anterior, con ese toque de sal y pimienta, o de canela que le doy en ocasiones, no deja de tener algo de verdad, y ya sabe que yo llamo sal y pimienta, o canela en los escritos, al pequeño toque de humor.

Ciertamente tiene usted aquí más razón que un santo, y no me refiero concretamente a San Pablo, dueño de todas las razones del mundo, sino a santos más modestos. No hay más papista que el Papa ni más madrileño que el que se ha hecho recientemente. Si uno escarba buscando al madrileño de verdad, del que lo es por nacimiento de él, de sus padres, abuelos, bisabuelos y mucho más atrás, igual encontramos un centenar, y ya sabe la de millones que dicen serlo.

Y es que el español es tan raro, que cuando cree que deja de ser paleto, por haber subido treinta veces al metro de Madriz, pasear por delante de la puerta del Prado, lugar que quizá no conoce interiormente, ir a comprar una llave antigua por Cascorro, y haberse comprado un décimo para Navidad en doña Manolita, ya es más madrileño que el Oso y el Madroño juntos. Y además se cree bautizado de la "gracia" y "chulería" que se dice tienen los madrileños de verdad.

Por estas tierras, que desde hace muchísimos años, desde aquel Tren Botijo de antaño al AVE de hoy, llegan a nuestras playas, los conocemos de sobra, y distinguimos de un verdadero madrileño del madrileño-extremeño, madrileño-andaluz, madrileño-asturiano y tantos y tantos con apellidos.

¡Cuánto mal han hecho las películas de Tony Leblanc y compañía! pero al ovetense que llegaba a la capital del reino, y al año ya se olvidaba de la vaca, de la sidriña, y del sonido de la gaita, el madrileñismo le sentaba como una pedrada en ojo de boticario; se hacía el gracioso y pensaba que dejaba de ser provinciano, sinónimo de atrasado y paleto. ¡De chiste!

Cosas de la vida, de las cuales mejor reírnos ¿no cree?

Saludos

¿Qué coño ye sidriña?

A, propósito, los ovetenses no suelen tener vacas, pues una ciudad es bastante mal sitio para tenerlas.

Y no abundan los asturianos en ningún sitio fuera de Asturias que se olviden o renieguen de sus raíces y dejen de sentirse y ser asturianos.

Salud y República.