El juego era no mencionar la palabra vampiro en ningún momento, no me lo habría tomado en serio.  

Acordando la batalla

Laszlo me detuvo con la mano en el movimiento que había iniciado de pretender entrar a la bodega del barco habilitado como neutral y asistir al debate que se iba a entablar entre los partidarios del método árabe y del método griego. Tras largas décadas de conflicto soterrado la tensión había llegado a su pináculo y el ambiente era expectante y hostil..Un chispazo trivial y el barril de pólvora explotaría.

-No, necesitamos guerra, demosles guerra. Tu participación les haría cambiar de opinión, con una palabra y un gesto tuyo firmarían algún tipo de acuerdo de mínimos y aplazarían lo inevitable. Nuestro número ha excedido los límites del precavido sigilo con el que vivimos. Se trata de contener la población, no de victorias o de derrotas.- dijo con su habitual tono sosegado.

-¿Entonces esta discusión que los enfrenta es lo de menos?

-A veces dudo de tu forma de hacer las preguntas, las formulas por conveniencia y aparentando ingenuidad, me temo. Tranquilo, ¿no irás a apenarte por las pérdidas de los nuestros? ¿Quizás por mi muerte en la batalla? No es necesario, ahorralas, no te decantes por lo conveniente y urdir el ganarte mi confianza. La tienes, y por eso mismo te confiaré algo, siglos atrás la disputa fue por otros motivos que casi no recuerdo, más viscerales que una preferencia por una escuela de medicina y sus dictados acerca de las sangrías. Mirándolo en perspectiva y sabiendo la indiferencia que le profesamos a los hombres y sus construcciones mentales no deja de ser un sinsentido. La situación en aquel entonces era idéntica; éramos demasiados. Y si me lo permites tengo que acudir a la asamblea a cimentar una guerra, tengo experiencia en la lides y me aburre repetirme pero haré lo que en la anterior ocasión. Sólo tengo que recordar que el método griego de sangrar a los hombres es el adecuado y el que defienden ellos una abominación. Las fauces lejos de la sede de la vida, y no el salvajismo de atacar al corazón y en su defecto al cuello. Y el deleite de alargar y no la impúdica satisfacción inmediata y la glotonería. Y así hasta el infinito, bostezo por anticipado. Nuevos tiempos con mantenidas viejas costumbres aderezadas.

- ¿Cómo excusarás mi ausencia?

-Diré que estás enfermo- dijo, y su risa se elevó sonora y lo acompañé en las risotadas. Enfermo, esa sí que era una salida ingeniosa por lo imposible.- Lo de los enfrenta en lugar de  por lo que  nos enfrenta me ha gustado, lo confieso-dijo,  y desapareció.

Una hora después, mientras observaba el aura de las luces del norte de la noche ártica acodado en la borda, escuché el grito rugiente y feroz compartido por las gargantas:

-¡Guerra!

Y transcurrido un instante diversos gritos menores de muerte a los griegos, muerte a los árabes infieles a Dadelos, alabanzas a la ciencia perfecta de los antiguos y vivas a las nuevas formas de entender las prácticas. Me preparé a conocer el campo de batalla elegido, las normas de enfrentamiento y a establecer una estrategia en consonancia con las variantes que se pactasen, deseando estar a la altura y no fallar. Así venían dadas, sólo lamentaba no contar con la ayuda directa de nuestro demonio tutelar, al que nunca había visto en persona. Con su fuerza y poder no habría ninguna batalla que se pudiese perder, pero era su decisión no intervenir y comunicarse sólo con Laszlo. Se aseguraba que lo habían embarcado, aunque no se manifestaban ruidos ni voces en su apartado rincón a proa, excepto cuando Laszlo descorría el cerrojo de la puerta y las cadenas y se internaba a hablar con Dadelos ataviado con la ropa ceremonial . Pero no sería yo un incrédulo, tras la puerta trancada debía estar velando por nosotros y facilitando el triunfo, tal vez su mera visión reduciría a cenizas a amigos y a enemigos sin distinción y nos protegía con su distanciamiento. Lo cierto es que sentíamos una tenue sensación de que algo existía en la panza de aquel barco en forma de contenido poder y de fuerza mitigada.

Continuará...

Preparativos de la batalla

El nivel de los reunidos en el consejo de guerra en lo referente a las técnicas militares y las estrategias era nulo, se limitaban a fantasear con la sangre que se derramaría en la batalla acordada en un inmenso témpano de hielo flotante, con una dimensiones descomunales de 3 leguas y media de largo por cuatro y media de ancho. Las naves habían apostado vigías permanentes en las cofas con el fin de no perder su posición en medio de la bruma; lo seguían a distancia y habían colocado unas antorchas en una de los promontorios de hielo en forma de caprichosas columnatas naturales que rompían su formación de llanura . Simplemente querían matar a los de su especie en un escenario singular y cuanto antes mejor, compartían la creencia de que asimilarían su fortaleza y sus atributos de inteligencia , valor o lo que le dictase su engaño, y no cesaban de relamerse metafóricamente ante la perspectiva del contraste entre el rojo y el blanco, los excitaba. Si ellos hubiesen sabido que yo tampoco tenía la menor idea de cómo entablar una batalla creo que no se habrían ni inmutado, pero les conté que tenía experiencia en el arte de la guerra cuando había sido hombre. Naturalmente me creyeron por comodidad o simplemente porque les parecía imposible que yo mintiese, en realidad nunca había participado en una batalla, tomar la instrucción militar básica antes del embarque hacia las Indias era mi única experiencia en ese sentido. Pero esta es una historia que ya he relatado y no vale la pena reincidir ahora en ella.

-Bien, señores, ¿contamos con un informe preciso de sus efectivos?- pregunté.

- Como si son cientos, esos cerdos la pagarán- dijo uno de los reunidos en tono belicoso.

- No es eso, no podemos estar expuestos al azar ¿Alguien se ha tomado la molestia de hacerse una idea aproximada de su número?- pregunté. El consejo de guerra se sumió en el silencio. Laszlo apareció entonces en el camarote habilitado de gabinete de campaña, con una pequeña mueca en el labio transmitió tal vez su desprecio o su ironía. Uno nunca podía estar seguro de sus intenciones exactas. Saludó con un gesto y tomó asiento a mi lado, en la cabecera de la mesa.

- Ha quedado acordado que mañana a la sexta hora y que el lado del tempano donde se ven las dos flechas de hielo apuntando hacia el cielo será nuestra posición de partida, he hablado con Giacomo. Lo de su número, ya que escucho que os preocupa, Don Diego, tiene su trampa y es harina de otro costal.

-No os entiendo-dije.

- Giacomo, que por cierto os envía a vos en particular un efusivo saludo, es un ser racionalista y cuadriculado, ha considerado la parte lógica del problema y ha ingeniado una solución que no por simple no deja de demostrar su buen juicio. Aún siendo unos sesenta sus fieles- aquí se levantaron con timidez las voces del consejo expresando su contrariedad debido a nuestra inferioridad- estima que la proporción correcta para asegurarse la victoria es de tres a uno, la fuerza de uno de nosotros contra la de uno de ellos y la de dos hombres- aquí se levantaron exclamaciones de repudio y Laszlo procedió con la explicación.- . Ha embarcado con sus huestes a sirvientes humanos , hasta aquí nada novedoso en su proceder ya que hacemos lo mismo, con la diferencia de haber enrolado a sesenta de soldados de a pie , supongo que embelesados por promesas de conversión.

-Pero por todos los diablos, ¿cómo sabeís lo que trama? Y peor, ¿cómo habéis aceptado esta vergüenza indigna de nosotros de inmiscuir a ese ganado en la labor de combatientes?- preguntó iracundo un miembro del consejo, sus palabras fueron jaleadas.

-Lo leí en su mente justo cuando me retiraba de la conversación, él pensaba estar blindado ante mi percepción. Con el regocijo por pretender haberme engañado y las visiones de futura victoria un díscolo hilo de sus intenciones se desprendió y desobedeció y su fortaleza se resquebrajó, entonces lo capté fugazmente. Había estado en constante tensión y eso fue lo que le perdió, como si hubiese estado conteniendo la respiración en el fondo de un estanque y el leve cosquilleo de un animal que surcase las aguas le hubiese hecho perder la concentración haciendo que borboteasen burbujas de sus labios. No podía regresar a pedirle explicaciones, como un vulgar criado al que le han regateado y burlado el jornal a última hora. Meditando acerca de su triquiñuela creo que no debemos protestar, mostraría debilidad. Los hombres no son nada a lo que temer, lentos, confusos, débiles, cegados ante la oportunidad de convertirse en nosotros y propensos a la desmoralización en una pelea que no les pertenece. No cuentan.

- Y nosotros tenemos la verdad de nuestra parte, la que concederá una victoria basada en la superioridad de lo justo de la causa – dije, sabiendo que Laszlo había hecho una pequeña pausa invitándome a participar en la arenga. En cierta manera la complicidad entre dos actores al darse las réplicas, no dejé traslucir que si bien no temía demasiado por mi pellejo no las tenía todas conmigo. Y que claro, esto era una mentira, pero que no me pesaba en absoluto el haberla apuntalado.

-Correcto, Diego ¿Somos los dominadores de la noche o unas alimañas cobardes y temblorosas? ¿Somos lo justo, lo puro y los mantenedores de las buenas costumbres y debemos temer sin embargo por el resultado de la contienda? Suena ridículo temer , decidme caballeros, amigos ¿Os tenéis en tan poca estima?

-¡Por supuesto que no!- gritó enfurecido un consejero, y cualquier disidencia se esfumó al ser el sentir general de los congregados. Valientes zoquetes.

A la cuarta hora del día señalado , esto es en lo que habría sido la mañana si no fuese la noche ártica ininterrumpida la verdadera dueña, y a escasas dos horas de la confrontación , bajo el pretexto expuesto a los guardias de estudiar la topografía y consistencia del témpano de hielo (o iceberg que así lo llamaban algunos) , y desalentado por la torpeza de mis lugartenientes solté dos botes, acompañado de uno de los sirvientes. Uno de los botes estaba afianzado por medio de cabos al ocupado por mí y el sirviente y lo remolcábamos. Iba cargado con barriles de pólvora ocultos por una lonas, me había provisto de ellos con sigilo. Serviría para un doble propósito al esconderlo detrás de una de las prominentes flechas de hielo tras vaciarlo de su cargamento , por si acaso el primer plan fracasaba. Así contaría con una vía de escape. Al enterrar de manera somera formando una especie de covacha a los barriles en el punto intermedio, donde supuestamente se libraría el grueso de la pelea, y unirlos con la mecha convenientemente disimulada de blanco, me asaltaron varios pensamientos de los que se habrían llamado divergentes y peligrosos ¿Y si mandaba todo al infierno y volaba la superficie del témpano, se irían con sus rencillas a otra parte? ¿Y si no daba la orden de aguardar la embestida del enemigo y los enviaba a la deflagración, amigos y enemigos entremezclados por igual? Una inoportuna concesión a las hipótesis significaba la digresión, pero fue algo que me hizo recapacitar.

-Mozo, olvida lo que te ordené, te mantendrás con la antorcha preparada en el recodo oculto junto al promontorio de hielo, como habíamos hablado, pero prenderás la mecha cuando estén los dos bandos en los extremos, y no cuando los árabes ataquen y estén sobre la zona crítica. Recuerda, sin haberse iniciado las hostilidades. Con suerte el hielo se partirá en dos y no habrá que pelear, el asombro los dejará estupefactos y separados- dije al sirviente.

-Pero, señor…- objetó el muchacho.

-No rechistes, Laszlo y los notables están al corriente de esto y lo aprueban, ha sido una rectificación de última hora-improvisé, el plan previo que había establecido tampoco había sido consensuado con nadie. Lo hubiesen rechazado debido a sus ansias guerreras o de sangre.- ¿Tienes miedo?-pregunté retoricamente , el muchacho hacía que las vaharadas de su aliento se sucediesen con la rapidez de un metrónomo desbocado.

-No.Sí, pienso que si vos fueseis tan gentil de remediarlo…- y se arremangó el abrigo, mostrando un antebrazo cuajado de cicatrices y de marcas.

-No pienso hacerlo, te quiero con la mente despejada, yo tampoco me lo puedo permitir. Valor – dije, y me arriesgué a que sospechase de tal extraña actitud, que aceptó a regañadientes. Ay, si él supiera…pensé, y sonreí mientras volvía al bote y conminaba al sirviente a mantenerse en su posición, dispuesto a ejercer de oculto agente que aplazase muertes y destrucción. Aunque he de reconocer que lo mismo me hubiese valido el que todo rodase por su propio peso y no intervenir.

Continuará.

Aproximándose al campo de batalla


El hielo tenía tintes azulados en diversos puntos del islote, la altura de caída hacia el mar no era significativa como en la mayoría que habíamos divisado en el viaje ártico   y parecía sólido e inamovible. Lo definía su llanura petrificada y trazada a nivel rota por las dos columnas  colocadas en paralelo y casi iguales  , con la salvedad de que una  formaba un colmillo aguzado y que la otra se remataba  en una cima roma.  Se experimentaba cierto asombro estético al comprobar las fuerzas que lo habían moldeado con la misión concreta de exhibir en mares solitarios sus líneas perfectas y singulares, albergar animales de aquellas latitudes si acaso como fondeadero que los refugiase y  finalmente su  destino inapelable de desmigajarse  y caer   hacía más admirable lo construido a base de corazonadas e instinto.  Una catedral de perfección efímera, iluminada ahora por la brillante luz de la luna llena, iba a ser profanada. Necios  gritarían y la pisotearían , incluso yo la proyectaría por los aires  en mil pedazos, necios a los que  debía corresponder  para sentirme no sé si feliz  y para lo cual estafaba y engañaba. Mentir acerca de lo que yo realmente era nunca había supuesto un esfuerzo, pero  ya no era igual  de gratificante y la sensación de complacencia por compartir su ilimitado poder estaba empañada. Llámalo cansancio por la facilidad de engatusar, puede que la propia ausencia de otro desafío superior en el mundo entero fuera de su comunidad fuese determinante ¿Y si yo fuese el imperfecto por no saber disfrutar de lo obtenido? Me había impuesto el demostrar mi valía a mi llegada a su círculo y el descanso tras las noches que compartíamos  era bueno y libre de escrúpulos al  escalar posiciones. Unos sentimientos nuevos que me entristecían levemente, era negar a  lo que le había concedido valor de un modo casi sagrado, se presentaba la necesidad de lograr la aceptación y la satisfacía, y eso era todo puesto que otras consideraciones no se presentaban  .  Procuraba no escucharles en el bote que nos acercaba y asistía distraído asintiendo a conversaciones de este calado:

- La pena es no saber la fecha, así lo podríamos conmemorar cuando ganemos. Una fiesta por todo lo alto que perdure.

- No sé, me parece que al final olvidaríamos qué estamos celebrando y que la fecha la perderíamos, como tantos otros detalles. A mí lo que me molesta es que no hayan condecoraciones a los que se destaquen en la lucha.

-¿ De que estáis hablando, camarada?

- De una insignia que te puedas prender del pecho...algo así como unos colmillos bañados en oro a los héroes de la jornada, unos de plata a los que se portaron correctamente y junto con las distinciones algún privilegio especial, se me ocurre que tuviesen libertad absoluta de cacería entre los hombres en determinadas noches, tal vez en la fecha de la batalla. Ya veis que tomo en consideración vuestras propuestas.

-Lo de los colmillos es demasiado grotesco y evidente, ¿no creéis?, tiene que ser una estrella, un águila o algún ave majestuosa. Un murciélago queda descartado, antes que lo sugiráis. Sin embargo lo de la libertad de caza me entusiasma. Pero surge el problema de conocer a alguien que no haya perdido de vista el calendario. Sería cuestión de preguntar a uno de los sirvientes, pero no siendo explícitos, ya que sería engorroso. Vos, Don Diego, sois el más reciente de los nuestros aquí en el bote ¿Recordáis en qué año estamos?

-No, he perdido la cuenta- dije lacónicamente. Los remos impulsaron la embarcación y con la cercanía al campo de batalla las voces se redujeron y luego cesaron.

La más prodigiosa batalla que jamás se haya librado

En lo alto un charran solitario revoloteaba, tomaba impulso en las breves corrientes de aire que a ratos hacían que la nieve en polvo se moviese en espirales en el suelo. Supuse que el escenario le resultaría interesante pues no se apartaba, como si un imán invisible lo ligase. En sus ojos vería las insignias y banderolas del compacto y uniformado grupo bajo las insignias de una media luna roja sobre fondo negro y el grupo heterogéneo y variopinto en armadura e insignias que formaba nuestro ejercito. También, si se hubiese acercado más, los labios entreabiertos, la mirada de deseo y sólo en los peones humanos el temor asomando en forma de pésimo invitado inesperado.
Laszlo vestía con cota de malla de tiempos pasados recamada en negro impoluto y con la garganta reforzada con unas cadenas de hierro forjado. Una espada corta en mano y un guantelete revestido de afiladas garras completaba su atavío. Yo me protegía con lo primera armadura que me habían entregado , armado con pica y una pistola de chispa . Nos habíamos adelantado a la tropa unos pasos, quizás un mensajero del enemigo trajese un recado en un vano intento de parlamentar una rendición incondicional.

- ¿Sabéis una cosa, Diego? Es una historia que acaso no conozcaís pero que viene a colación , la de algunos santos que estaban en dos lugares al mismo tiempo. En su refugio en la cueva donde se habían retirado a una vida de ascetismo y meditación y a miles de leguas de allí, ejerciendo milagros salvando a un pastor agarrándole de la zamarra para que no se despeñase buscando una res extraviada, dando un sermón cuando el párroco titular se ausentaba, ¿quién sabe si ahuyentándonos con su crucifijo?- dijo Laszlo en tono de vivo interés y entreví que diferente. Le tuve que mirar de arriba a abajo, atónito.

-No entiendo a qué viene esto, y menos con la tarea que tenemos que abordar.

-El lado pragmático anteponiéndose siempre, ¿verdad? Intuyo que os ha sido de gran ayuda para vuestra comedia. Bien, vayamos a lo práctico, mirad a donde vos sabéis y que evitáis expresamente. Olvidemos a los santos y sus cuitas , de nada valen los rodeos.

-No entiendo a que os referís- dije expresando inocencia.

-Por todos los diablos, ¡allí!- dijo, tirándome de los hombros en una explosión de mal genio diría que controlada y colocándome en línea recta sobre donde el sirviente estaría apostado.-Saludadme- dijo Laszlo, y aunque pareciese increíble y una aberración a los sentidos y a la lógica en efecto, el mismo Laszlo estaba a la expectativa empuñando una antorcha a unos metros de distancia y semioculto, levantando la mano libre con la mano extendida. Miré a la lejanía y al Laszlo que estaba a unos pasos. Tragué saliva por lo demencial del trance que vivía y en especial porque significaba que se derrumbaba mi treta ¿Cómo lo había descubierto? Y aún así, estúpidamente, agité la mano con desenvoltura y devolví el saludo al distante reflejo en el espejo, ¿ para recuperar el control fingiendo naturalidad?

-¿Qué ha sido del chico?- pregunté.

-Más formalidades, ay, pobre muchacho. Una lágrima vendría muy a punto y encajaría en vuestro rostro ahora como un guante, cuán considerado por su liviana y volandera alma. Sólo una pregunta para zanjar esta ola de escrúpulos que sirve para que vos escurráis el bulto : ¿cómo se llamaba? Es para cantarle un panegírico propio, si gustáis de semejantes florituras. Es bien simple y a vuestro estilo ¿ Su nombre?- y enfatizó las palabras de la pregunta, tajante.

-Su nombre era Rosencratz- dije, lanzando la apuesta con firmeza, ni un asomo de duda la acompañó.

- Bravo, me descubro ante vos – dijo Lazslo dando unas palmas desabridas- ¿Es mucho suponer que os lo acabáis de inventar? Y más sabiendo que en vuestra estancia con nosotros jamás os habéis preocupado por los humanos, por sus nombres y pormenores, copiando nuestras costumbres, tan estudiado os tengo que lo puedo asegurar. Era perfecto a su manera lo de tratar de ganarme y cobrar ventaja por unos segundos. Pero aquí yo tengo todo sujeto en mis manos, si no miradme con la antorcha ¿Qué haré, qué no haré con ella? Sin embargo os aliviaré de preocupaciones, haré de Rosencratz y cumpliré su cometido ¿Que por qué? Me conviene.

-Pero esto es demencial, no tiene el menor sentido. Me habéis cazado conspirando y ahora decís que haréis exactamente y por vuestra mano lo que habéis impedido. Si yo fuese vos ordenaría que me prendiesen y me castigasen.

-Es divertido, es inusual, hace que me sienta vivo y radiante y me obsequia con una demostración de debilidad del sólido Don Diego. Combina a la perfección participar en vuestro secreto proyecto con ciertas determinaciones que ya veréis , ¿iba a dejarlo a cargo del albur de un asustadizo muchacho? No, espero que esto lo entendáis. Y recordad dos peticiones que os formulo. La primera es que no participéis en la batalla, mandadlos a la lucha a ellos pero absteneos de secundarlos en la carga, no os debe de ocurrir ningún daño.

-¿Y la segunda?- pregunté, algo así precisamente tenía previsto de antemano, no podía fiarme de mi don ante una explosión al no haberlo puesto a prueba en tales condiciones, que me lo pidiesen en un marco tan singular sólo añadía un pequeño refuerzo a lo aconsejable.

-He dejado ciertas instrucciones y documentos de vital importancia depositados en el escritorio de mi camarote, la llave la encontrareis en mi arcón de reposo, a los pies. Seguid las indicaciones consignadas con fidelidad, os facilitará la sucesión y os dará legitimidad. Otra llave da acceso a donde mora Dadelos, pero dejadlo a última hora, de todas formas las instrucciones de mi puño y letra son concisas, por si olvidáis. Y bien, eso es todo con la parte aburrida y enojosa de gestionar mi legado.

-Pero…-musité.

-Un día pez en el agua seré, otro oso en el riachuelo, caballo en la pradera y finalmente fuego extendiéndose en la hierba seca, y si no me satisfacen sus potencialidades otras adoptaré – dijo, y depositó una mano en mi cara en un inusual gesto de complicidad. Era contradictorio advertir cómo refulgía de vida y de alegría y en un instante se lanzaría a la inmolación por razones incomprensibles. Aunque el diablillo de la sensatez me tocó con discreción al hombro y se aupó a mis hombros susurrando algo ¿Qué está escondiendo?-Esto que digo os puede servir si tenéis entendimiento, lo cual nunca he dudado. Dadla-ordenó.

Obedecí, di la orden de avanzar y fingí un resbalón dejando que me sobrepasase mi ejercito en un gesto impropio de cualquier héroe de Homero , cerré los ojos a medio incorporar y preparé mis sentidos. Pero nada sucedió entre los clamores de ánimo y el ruido de la multitud corriendo y cuando el primer golpe de los aceros entrechocando se produjo era evidente que la explosión había fracasado. La mecha y el fuego no combinaban bien en un escenario helado, hasta un niño me lo habría apuntado de inconveniente. Así era, a mitad de trayecto se había apagado, Lazlo o su copia no habían vacilado en hacerlo. Agarré mi pistola de chispa de tres cañones, un diabólico artefacto modificado, y me propuse ser productivo y eficaz, había que llegar al final del cometido, no podía dar marcha atrás, ahora no. Hacer lo que se debe y lo que te propones, ser fiable y preciso. Me adelanté unos pasos para asegurar el disparo , con los cañones dirigidos hacia donde reposaban los barriles de pólvora. Contuve el aliento para estabilizar la puntería y apreté el gatillo. Una de las balas segó una pierna de cuajo como un hacha un tronco (estoy seguro que era el que fantaseaba con una condecoración militar en el bote ), otra hizo que el rostro de uno de los peones humanos del bando árabe se desdibujase mientras sostenía su espada por encima de los hombros y finalmente, gracias al cielo, la última se hundió en la nieve,. La primera fue leve, apenas el chisporroteo de un petardo, pero las otras explosiones no se hicieron de rogar y se contagió por solidaridad el fuego. Y el campo de batalla reventó junto con el aire y el mundo entero por un instante, en fragmentos de materia blanca y de otras tonalidades de color.

Ahora queda la conclusión, que va a ser tan difícil de creer como el resto de la historia...

 

Bueno, te veo tan constante que si realmente publicas el final me lo descargo en epub y lo leo x_D luego atente a las consecuencias X_D

De dónde sale "el juego"?

Liptuan escribió:Bueno, te veo tan constante que si realmente publicas el final me lo descargo en epub y lo leo x_D luego atente a las consecuencias X_D

De dónde sale "el juego"?

¿Juego? Si te refieres a un videojuego ninguno, más bien un esquema de algo mayor que no se podrá escribir por falta de tiempo y de ganas. Pero me apetecía dedicarle unos ratos libres sueltos a la parte más espectacular de la historia...ya era hora de quitármelo de encima. Bueno, yo me entiendo. 

Tatsumaru escribió:

Liptuan escribió:Bueno, te veo tan constante que si realmente publicas el final me lo descargo en epub y lo leo x_D luego atente a las consecuencias X_D

De dónde sale "el juego"?

¿Juego? Si  te refieres a un videojuego ninguno,  más bien un esquema de algo mayor que no se podrá escribir por falta de tiempo y de ganas. Pero me apetecía dedicarle unos ratos libres sueltos a la parte más espectacular de la historia...ya era hora de quitármelo de encima. Bueno, yo me entiendo. 

Creo que te entiendo perfectamente, la verdad  
En todo caso lo decía por esta frase:

"El juego era no mencionar la palabra vampiro en ningún momento, no me lo habría tomado en serio. "

¿Y el final cuando lo publicas? (paso de empezar a leer si no está el final xD)

Salu2

Liptuan escribió:

Tatsumaru escribió:

Liptuan escribió:Bueno, te veo tan constante que si realmente publicas el final me lo descargo en epub y lo leo x_D luego atente a las consecuencias X_D

De dónde sale "el juego"?

¿Juego? Si  te refieres a un videojuego ninguno,  más bien un esquema de algo mayor que no se podrá escribir por falta de tiempo y de ganas. Pero me apetecía dedicarle unos ratos libres sueltos a la parte más espectacular de la historia...ya era hora de quitármelo de encima. Bueno, yo me entiendo. 

Creo que te entiendo perfectamente, la verdad  
En todo caso lo decía por esta frase:

"El juego era no mencionar la palabra vampiro en ningún momento, no me lo habría tomado en serio. "

¿Y el final cuando lo publicas? (paso de empezar a leer si no está el final xD)

Salu2

Ah, menuda pifiada de mal entendimiento, pensaba que era preguntar por la inspiración  . Lo del juego es que "vampiro" hace que me suene ridículo  y más sabiendo lo de los crepusculines esos o cuando leo vampiro en una historia, decir venga ya, no te quedes conmigo. En realidad es que supone un gran esfuerzo creerse todo lo que aparece para además escribir vampiro y terminar de rematarlo  . El final...ni idea de cuándo, pero sé cual es, claro.

El final...ni idea de cuándo, pero sé cual es, claro.

Eso es lo que importa n_n

yo tanbien voy a esperar que este completo aunque ya empese a leerlo

Tras miles de llamadas y cartas de fans preguntando insistentes ¿y esto cuando tendrá un final? ha llegado el momento tan esperado, ay que me parto...


Consecuencias de la batalla y su legado










Sé que narrar con pelos y señales la lectura de un documento oficial aburriría al más pintado, los que asistían a la lectura, amigos y enemigos por igual entremezclados que habían decidido olvidar sus rencillas por la vergüenza de lo acontecido en la batalla, simulaban que atendían y evitaban mirarse a los ojos pero positivamente las voluntades de Laszlo no les atañían excepto en caso de que su nombre se citase, lo natural entre hombres y también para las criaturas de la noche. Sólo habrían levantado las orejas si hubiese leído “Tekeli-li” o las abstrusas conclusiones de un filosofo alemán del tipo “la voluntad queda fuera del ámbito del principio de la razón y es ajena a toda pluralidad siendo en puridad en sus manifestaciones sólo una”.  Yo no podía eludir el compromiso al ser el oficiante, y hastiado de la insulsa redacción de Laszlo (¿quién lo hubiese supuesto en alguien tan brillante? ¿Sería otra broma final?) reaccioné a lo siguiente con alegría y a la vez intrigado por romper la monotonía de los avisos de gobierno, las buenas voluntades y el recordatorio de nuestras obligaciones de discreción como seres  ocultos y poderosos: ” y dejo la labor de regente y de velar por nuestra comunidad a Don Diego, ejerciendo de consejero de la persona designada a regirnos hasta que ésta conozca los rudimentos del gobierno. Dicha persona cuenta con mi bendición y es a efectos legales mi heredera, se encuentra en los aposentos donde se guarda a Dadelos, nuestro demonio tutelar, recibiendo otra clase de enseñanzas igual de provechosas. A la conclusión de la lectura de estas disposiciones se procederá a abrir el camarote cerrado para lo que he proveído de la llave correspondiente a su regente. Cuando la conozcáis le deberéis mostrar  respeto y acatamiento a tenor de su importante papel  en nuestra comunidad y como gobernante futuro . A todos los efectos este sucesor me representará.”





Luego otra sucesión de previsiones legales, plazos de toma del poder y definición de competencias del regente, yo, y del nuevo hombre fuerte. Bien, me sentía halagado pero con la mosca detrás de la oreja, ¿quién podía ser? ¿Por qué no había confiado en mí? Por un momento pensé en la extraordinaria orgía que se había desencadenado en lo que debía de haber sido un campo de batalla mientras leía  aquellos papeles y los planes que había trazado para sacarle partido y forjar la unidad de los bandos previamente enfrentados. A decir verdad poco había que hacer, ellos mismos preferirían olvidar sus comportamiento y barrerlo escondiéndolo en la alfombra. De preguntar por un enfrentamiento enconado disimularían o amonestarían al impertinente , puesto que nunca habría existido tal disputa de forma oficial. La propia existencia, al no tener trazado un mapa del tiempo sólido, se encargaría de hacer que se diluyese y desapareciera, hojas caídas  pudriéndose  en el bosque. Y no me interesaba en lo más mínimo que recordasen estando de nuevo unidos y en fraternidad.

Lo que ocurrió dista mucho de lo que se podía esperar de un conflicto ortodoxo. Como ya he descrito la explosión de la pólvora levantó el terreno, desmembró cuerpos y retumbó. Por efecto de la baja temperatura reinante la sangre brotó en surtidores que se elevaron y que retornaron como copos de nieve flotantes, y el estado de ánimo general de los combatientes sufrió un imperceptible pero constante cambio, hacia el sentido del placer. La belleza del rojo cristalizado, espiar la lluvia que cae por sorpresa en un país árido. Recuerdo una escena en particular de dos combatientes a punto de asestarse mandobles, lo que se inició en un movimiento violento se transformó en desidia por la pugna, aún cuando uno de ellos vio la carne abrirse. De haber tenido sensibilidad para apreciarlo lo habría hecho; la escarcha roja caía lenta y se posaba sobre los rostros y los cuerpos. Ante esto muchos desviaron la mirada y unos cuantos extendieron los brazos, a los que le caía en la comisura de los labios sacaban las lenguas a beber . Tiraron las espadas y los instrumentos de guerrear por inservibles.Una masa palpitante se estremeció y los más tiernos besos, caricias y dentelladas afloraron entre irreconciliables enemigos segundos antes. Se quitaban los restos del cuerpo con ansiedad, los buscaban en el pelo con perseverancia y andaban aturdidos en la tarea de buscar esa golosina que recibían enviada del cielo. Sus rostros abandonaron las máscaras habituales con la que sus dueños se caracterizaban en nuestra sociedad. Al empezar a escasear , y presos de la lujuria, los participantes tomaron a un imprudente sirviente humano que asistía inquieto y perplejo y en un santiamén le desgarraron el cuerpo con la fuerza de las manos y lo lanzaron hacia el aire, como niños que levantan briznas de heno del montón. Algunos más fueron capturados cuando huían desesperados y hacían por tirarse a las gélidas aguas, sus propios señores del bando árabe, si tal cosa existía en sus mentes ahora, los compartían con gusto, algunos de los combatientes cayeron también así, aunque lo de hacerles trizas sus cuerpos inmortales era más dificultoso y se emplearon algunas espadas para el empeño . Mientras tanto yo observaba y no tenía que simular que estaba embargado por las emociones y sensaciones que les dominaban, tras mucho tiempo un respiro. No estaba asustado pero tampoco tranquilo, sentía curiosidad por tal extravagante conducta en los habitualmente comedidos miembros de la congregación de la noche. Su férreo autodominio de los instintos se había esfumado de un plumazo ¿Tenía que felicitarme por concederles alegría y locura con un impensable estímulo? No tenía ni idea, pero como espectáculo era único. Y manteniendo la cabeza fría podría manejarlos, un vulgar chantajista si las aguas volvían a su cauce, aunque desconocía si tal frenesí sería permanente y allí mismo perecerían todos.



Como se puede imaginar hubieron bajas y no habría estado leyendo las disposiciones de Laszlo si se hubiesen matado entre ellos por completo. Tomaron la decisión, al despertarse y verse enlazados unos con otros y apartarse de la montaña de cuerpos, de ignorarlo. El barco, una vieja fragata, que había transportado al bando árabe estaba inmovilizado por los hielos. Y el sentido común se impuso al moverse en común a nuestro barco ¡Era digno de verlos juntos en las barcazas, azorados y meditabundos! Intervení al propósito, no mencioné la contienda que nos había desgarrado en dos bandos y lo achaqué a una supuesta negociación de paz que había resultado fructífera en el sentido de que se había acordado un pacto de reintegración, el episodio en el tempano del hielo lo obvié con el subterfugio de hacerles un favor. Carecía de imaginación para una explicación de por qué regresaban con las ropas desgarradas , que pensasen lo que quisiesen los depredadores.



Y aún así había un punto enojoso, tenía que descubrir al sucesor cuya identidad significaba una incógnita. Introduje la llave en el aposento del capitán, examiné por un rato la penumbra del camarote quizá en busca del demonio Dadelos enjaulado o quién sabe si sentado sirviéndose una copa de sangre, esas cosas propias de demonios. En su lugar vi a una joven de la que sólo se destacaban sus largos bucles de cabello castaño y un resplandor de fiereza en los ojos verdes que incluso a media luz se adivinaba.


- Perdone la interrupción…-dije como un majadero, pero qué podía decir : ¿es usted la heredera?, ¿acaso es el demonio que llevamos a bordo transfigurado? Extrañeza.


-Adelante, por favor. Antes que haga la pregunta de rigor, caballero, le comunico que sí, en efecto soy a quién busca. Si quiere buscar verá que aquí no hay nadie más- dijo con malicia y entonces se dirigió al quinqué y lo prendió. Mi corazón sufrió un vuelco cuando se giró, vestía de acuerdo a la época, pero…¡era ella, a la que había dejado abandonada a su suerte en la selva maya siglos atrás! A excepción de sus ojos podría haber pasado por su hermana. Consideré que no era posible, el tono de su voz era parecido aunque no exacto y sus facciones concordaban con ligeras variaciones en el mentón y en su nariz.


- ¿No soy exactamente cómo me recordabais? Supongo que os podré ayudar a perfeccionarlas. Mi estimado Diego- dijo sonriente, y supe con certeza que algo o alguien jugaba con mi alma.


-No os entiendo.


- La expresión que tratáis de contener os desmiente, es divertido ver que tenéis las piezas pero no las reglas del juego. Veamos si una cita de nuestro querido amigo común desaparecido, que Dedalos lo tenga en su negra morada, os, ¿cómo expresarlo con propiedad? Oh, sí, os…ilumine.Un día pez en el agua seré, otro oso en el riachuelo, caballo en la pradera y finalmente fuego extendiéndose en la hierba seca, y si no me satisfacen sus potencialidades otras adoptaré-dijo.

-No había nadie cuando mantuve esa conversación con Laszlo. Desconozco cómo la podéis haber escuchado.


-Terco a propósito, si os digo que saldremos de aquí convertidos en reyes y que pasado el tiempo surgirá una rivalidad por el control del poder, ¿me creerías?


-Estoy dispuesto a creerlo todo a estas alturas, era la política que me desveló Laszlo de división y control ¿Pero cual sería el motivo? ¿Será pronto?


-Pronto, palabras, palabras. Tened en cuenta que soy una mujer y vos un hombre y con eso es suficiente. Quiero presenciar su reacción al tener ellos que obedecerme a desgana.


-Os conozco, sé que quién sois y puedo desvelar vuestro secreto-dije, convencido de que quién hablaba, vestía y tenía la figura de mujer no era otro que el mismo…Laszlo.


-Y yo el vuestro, comediante, no sois de los nuestros, tras escarbar un rato en vuestros recuerdos he alcanzado a conocerlo, sin ir más lejos aquí me tenéis como ella, aún no he alcanzado a descubrir su nombre, el que tan celosamente guardáis… ¿Qué os parece?


-Tablas, pues.


-Exacto. Pero antes de presentarme en público quiero hacer una cosa- dijo, y acercó sus labios a los míos.


-Lo hacéis con los ojos abiertos- dije.


-Perdón, había olvidado cómo se hacía.


Era como besar a una serpiente, pero las perspectivas de futuro eran interesantes e intrigantes, vencería o quedaría derrotado y las trampas acecharían en la comunidad de los que el amanecer rechaza con este extraño Proteo que se sentía atraído por mí. Hasta que me diese un zarpazo o mordiese con más profundidad e insistencia de mis venas.

No te va a quedar más remedio que acabarlo. Estoy a la cola para leerlo.
Por curiosidad ¿Tienes un esquema previo o "Según viene" ?
Y puestos a preguntar ¿Hace cuanto que la idea empezó a corretear por tu cabeza?

Nop, este es el final definitivo   y por suerte me lo puedo quitar de tareas pendientes   . La idea viene de lejos,  queda mejor en imágenes que escrito. Y se supone que hay un antes y un después a esto en mente (un esquema básico sin mucha forma) pero es prescindible para lo de escribir esta parte...