El gobierno y por repetición borreguil, la militancia kirchnerista, no reconocerán jamás la infamia desparramada durante más de 10 años de desgobierno, perdiendo oportunidades únicas para haber crecido en inversiones, en puestos de trabajo, en mejores salarios y mayores exportaciones.
En lugar de aplicar con medidas coherentes, el gobierno se comportó durante esta década como el sobrino imbécil que hereda una fortuna de una tía rica, y la dilapida en fiestas, viajes y putas.
El problema para el sobrino imbécil es que en algún momento la herencia se termina, entra en bancarrota y el consumo se reduce. 
Esta es la realidad de la economía argentina, la fiesta está terminando y es tiempo de volver a trabajar. 

¿Quién pagará el costo político de contar a la gente la verdad?

La fiesta del consumo artificial de la década perdida está llegando a su fin. Al comienzo del vodevil kirchnerista las inmobiliarias vendían propiedades como refugio de inversión. Una vez puesto el cepo cambiario por la fuga de divisas, la caída de la actividad fue total.
Al caer la compra-venta de inmuebles, la gente se volcó a la compra de coches para hacer frente a una moneda que se deprecia día a día. El aumento de las ventas no estuvo basado en incrementos reales de la población en forma genuina, sino en distorciones de precios relativos y al momento de estar escribiendo este post, las concecionarias de coches alertan sobre la caída de las ventas como concecuencias del aumento de los impuestos y el dolar caro.
Quizás sigan el mismo camino de las inmobiliarias al no apreciarse ningún cambio de rumbo de la economía.

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Ausencia del Estado. El protagonismo de la investidura presidencial solo está presente para burlarse de quienes utilizaron la "cacerola" para expresar su bronca.
Diez muertos y cientos de heridos en un país que tiene a una descerebrada en el gobierno, que baila y se caga de risa del sufrimiento de la gente.

Década ganada dicen estos sinvergüenzas. Década infame, perdida, desperdiciada porque lo único que hicieron estos miserables es enriquecerse y robar. Han destruido el tejido social, institucionalizando el odio y la crispación; despreciando a quienes piensan diferente.

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Popular y Populismo. El primer concepto se refiere a algo masivo, mayoritario; mientras que populismo se refiere a una sistemática manipulación de los gobernados por parte de quienes lo gobiernan.
El kirchnerismo se ha presentado ante el mundo como un gobierno populista de izquierda. Mostrándose como defensores de una cultura "popular" que había permanecido oculta en las sombras y oprimida por la política "antipopular" de la oligarquía y el neoliberalismo.
La realidad es que la hegemonía que persiguen estos gobiernos autoritarios impacta negativamente en la realidad y la cultura de los pueblos.
Por otra parte, el motivo que tienen los gobiernos populistas de ocultar los índices de inflación es que el incremento creciente del gasto público es esencial para la manipulación del sector más vulnerable de la población, de ahí la negativa a combatir las causas estructurales que generan inflación, negando sistemáticamente hasta que la misma se hace evidente provocando el caos social.
Los 10 años de populismo kirchnerista ha producido un daño severo a la Argentina, en el aspecto económico. Pero sin ninguna duda el peor daño ha sido cultural, pues han impuesto el sistema de la dádiva corporativa, alentando la concentración de poder y el saqueo impositivo, lo que ha llevado al desaliento productivo, promoviendo el oportunismo, el egoísmo y la violencia.