Ruidos de sables
Cuando no hace mucho tiempo centenares de miles de catalanes ocupaban las calles barcelonesas, principalmente, demandando libertad para poder expresarse o exponían su deseo de abandonar a España como Estado en el que no se encuentran a gusto, se oía, se leía, que en algunos cuarteles los sables hacían ruido. Era como si las “tizonas” de fino acero toledano, aburridas de estar envainadas, desearan salir a tomar el sol, o vaya usted a saber el qué. Sin embargo ahora parecen mudas, o nadie dice que hacen el menor ruido, quizás para no molestar ante la cantidad de corruptos que los jueces están sacando a la luz.
Es, a mi entender, una corrupción de tal envergadura, cuya principal fuente es el PP, que no parece conmover al patriotismo de los sables, que les entra el tembleque por otros menesteres, al menos así lo hacían creer voces muy entendidas, o no tanto, interesadas en que el secesionismo no prosperara colocando la neo Brunete en la nueva ciudadela frente al monumento a Colón.
Estos corruptos, que además de crear entre muchos ciudadanos, familias, niños o ancianos, una desesperanza cuando no ganas de salir corriendo de España entre los jóvenes mejor preparados, están promocionando la “marca España” como la marca de la corrupción, la desvergüenza, el despropósito, y el latrocinio, además de una insolidaridad patriótica llevándose los dineros allende las fronteras. Y no es que quien esto escribe guste de ruidos de sables o mosquetones, que cuanto más callados mejor estamos todos, pero sí me sorprende la sensibilidad a perder un poco de territorio, un río, unos montes, unos valles y lagos pirenaicos, unas ramblas con guiris incluidos, un Camp Nou o la Barceloneta, por parte de estos artilugios del mejor acero de Toledo, con incrustaciones de rubíes si se tercia, y no hallan escándalo al dejar la patria —léase España—, como una auténtica mierda ante el mundo.
Y para más INRI, que ya lo es, y si nuestra capacidad de sorpresa no ha llegado al límite, es que sean los patriotas del PP, que hasta a la gaviota se le hace la boca agua mencionando España, a los que nada les importe convertirla en un muladar de corrupción, desvergüenza, latrocinio, amiguismo, escapada de divisas hacia paraísos fiscales, y dejar a millones de españoles en la miseria, y frente a una hipoteca estatal que ni en cien años lograrán satisfacer.
¡Sables mudos! Como mudas se han quedado muchas bocas que el ciudadano esperaba oír. Quizás para la Nochebuena, al lado de un Belén, bandera a su espalda —rojigualda como es de esperar— alguien nos hable de esperanza, y no de la Aguirre precisamente; pero como esa puesta en escena del sainete está tan vista en años pasados, ya tendrá poca credibilidad. Y ante este panorama sobre el puente, sables que solo gimen si un catalán se mueve, o una voz con estudiado papel de esperanza reconciliadora, el español pensará que es muy poca cosa para unas alforjas tan vacías ante un camino serpenteante y largo.
No sé si decir que Dios nos coja confesados, o decir que Santa Marta tiene un tren pero no tiene tranvía; al menos, con un poco de guasa es posible que el asco de lo que vemos a diario, no nos haga vomitar hasta las entrañas. ¡Mierda de país que habéis hecho, políticos de mierda!
El Postiguet