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TACONES CERCANOS

Hay tacones muy cercanos. Los hay, como gemelos, hermanos. Tacones que elevan y a algunas mujeres al cielo llevan. Dan gracia al caminar y gran herida en la cabeza si con ellos te dan. Son armas defensoras si las asaltas a deshoras. Pueden ser fetiches, como ciertos caniches. Pueden ser de tafilete: los que lleva un tal Felete. Los hay de mucho postín, como los de la banquera Botín. Otros, al ser usados con demasía, llevan sus puntas raídas. Los hay de fiesta y de batalla, aquellos más elegantes y éstos son faramalla. Los hay llamados de aguja, muy apreciados por mi prima Maruja. De ahí vino lo de marujear: llevar zapatos de tacón fino al caminar. Y aunque dicen que el camino se hace andando, el de Santiago es preferible con buen pulpo saboreando. Pulpo con agua salada hervido, con buen aceite servido y hay que echarle pimentón tal cual lo cocina mi vecino Antón, que es el famoso pirulero que a todo el mundo enseña su juego, y si hay alguien que no lo aprenda, deberá pagar un prenda. Y si una moza deja de prenda un zapato de tacón, dejará desnudo su talón. Y como hay uno muy famoso llamado de Aquiles, A-qui-les dejo y hasta más tarde.

El P©stiguet

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En la imagen anterior apreciamos otro de los elementos de tortura que perduran impunemente hasta hoy. Desterrados quedaron el potro, el toro de Falaris o los atrapapulgares. Pero la inteligencia humana es grande y escurridiza, e ideó este singular elemento que desde hace muchos años continua castigando nuestros pulgares y todos los demás deditos.

Eso sí, queda sexy... habrá que coger por los pulgares a los que nos lavaron el cerebro a tod@s con los cánones de belleza y sexicidio. O ponerlos a caminar con tacones de aguja de 20 centímetros por todo el país.

Lo sexi igual es más subjetivo que otra cosa.

Unos pies descalzos son, al menos para el llobu, mucho más sexis que una mierda de tacones.

Salud y República.

Bueno, yo no me torturo jamás con esos instrumentos

Alfa escribió:Bueno, yo no me torturo jamás con esos instrumentos

Bueno, como decía Paco Ibáñez: "un hombre solo, una mujer...; así tomados de uno en uno, son como polvo, no son nada".