.
Refiriéndose a la ciudad de Jerusalén, dice así Jeremías 6,4:

"Anunciad guerra contra ella; levantaos y asaltémosla a mediodía. ¡Ay de nosotros! que va cayendo el día, que las sombras de la tarde se han extendido. Levantaos y asaltémosla de noche, y destruyamos sus palacios.
Porque así dijo Jehová de los ejércitos: Cortad árboles, y levantad vallado contra Jerusalén; esta es la ciudad que ha de ser castigada; toda ella está llena de violencia."

¿Qué razones mueve al hombre a ejercer la violencia contra la violencia? Pero en esta razón la violencia se triplica, porque si era verdad que Jerusalén estaba llena de violencia, la que se proyectaba contra ella sería mucho peor, ya que en la ciudad habrían niños y ancianos, enfermos e impedidos, que no ejercitarían violencia alguna por sus edades o condiciones, pero el asalto iba contar todos, sin miramientos, sin distinciones... en definitiva una violencia descontrolada mayor, y con el deseo de hacer mayor daño. Y pregunto a los que, como los islamitas creen que el Corán es palabra de Dios, a quienes creen que la Biblia es otro tanto ¿puede un Dios incitar a la violencia de unos hombres contra la violencia de otros y en mayor grado? A mí, y con el ruego que me perdonen, me parece aberrante y espeluznante. Será un Dios de los ejércitos, pero nunca un Dios de Amor. La violencia suele multiplicarse, y quizás si partimos de aquella aritmética es por eso que hoy la vemos tan generalizada.

El P©stiguet

Con la violencia no se puede acabar, pero si que una violencia se puede imponer a otra violencia y al final se impone la mas fuerte

Antisozzial escribió:Con la violencia no se puede acabar, pero si que una violencia se puede imponer a otra violencia y al final se impone la mas fuerte

Eso lo dice usted porque nunca reflexiona, pero la violencia se puede acabar regalándole a cada violento un ático desde donde nunca podrá bajar, salvo que se tire de cabeza y se estrelle contra el asfalto. Así, en poco tiempo, de violencia nada. Si al Reputín y al del Tupé, les diésemos un ático y un día los viésemos bajar al asfalto volando, dos violentos menos, una felicidad más.

El P©stiguet