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    LAS RAMBLAS QUE YO CONOCÍ

    El Postiguet
    El Postiguet
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    LAS RAMBLAS QUE YO CONOCÍ Empty LAS RAMBLAS QUE YO CONOCÍ

    Mensaje por El Postiguet Vie Ago 18, 2017 6:31 pm

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    Hoy, tras la barbarie del terrorismo en la Ciudad Condal, me llegan recuerdos de aquella Rambla que alegre desemboca en el Mediterráneo y de sus calles adyacentes cuando a los 15 años las conocí. Para un muchacho llegado de una pequeña ciudad era todo un espectáculo. Ese mundo canalla de una ciudad cosmopolita, maravillosa, y con una libertad para mí desconocida, además de sorprenderme me entusiasmó. Es verdad que han pasado muchos años, medio siglo, y como todo en esta vida Las Ramblas he visto ir cambiando. Siempre llenas de la gente más variopinta, entonces ya con quioscos de prensa que no cerraban en todo el día, con sus puestos de flores o la venta de animales exóticos, y esos personajes tan peculiares y extraños que vemos en las grandes urbes.

    Una de sus calles, a la izquierda según se baja en dirección al mar, la calle Escudillers, era todo un espectáculo del sexo, principalmente los sábados noche. Pequeños escaparates donde se ofrecía desde el condón hasta lubricantes, o algún rótulo de un profesional de la medicina o curandero para solucionar los problemas de la sífilis y otras enfermedades venéreas. Marineros de todos los puertos, alegres borrachos y toda clase de gente que hacían de esta calle un hervidero de personas buscando el sexo. Y cómo no, las putas a las puertas de los burdeles o casas de citas invitándote al placer. También los carteristas hacían su agosto, buscando al inocente a quien birlarle los cuatro cuartos que pudiera llevar encima. En aquella España de los años cincuenta, Barcelona era muy diferente, era otro mundo, al menos el mundo de aquella zona para mí. La zona del Para.lel era otra cosa, sus teatros como El Molino, el Arnau, los cafés cantantes, tenían otra clientela muy diferente y más distinguida.

    Frente a la calle Escudillers, en la otra acera, habían callejuelas donde podías encontrarte con establecimientos como “El Cádiz”, lleno por esa época de marines norteamericanos, o la original “Bodega Bohemia” con unos cantantes, para ese muchacho que llegaba tan inocente, muy sorprendentes. Recuerdo a una canzonetista vieja, casi desdentada, que cantaba cuplés entre el jolgorio de la gente, o el llamado Grand Gilbert, un travesti siempre vestido con plumas y lentejuelas, luciendo grandes abanicos, o a un tal Ocaña, al que no le importaba dirigirse al público llamándose a sí mismo maricón, al igual que otro cuyo nombre creo era Nazario. Eran unos verdaderos artistas de la provocación, pero eran respetados, y el ambiente en aquellos lugares era alegre, cosmopolita, llenos de gentes que ya empezaban a olvidar los estragos de la guerra.

    Hoy las Ramblas son muy diferentes, es verdad que siguen igual de concurridas, que han desaparecido esos locales de diversión tan peculiares, ya no se ven marineros, y sí los conocidos como “guiris” de todas las nacionalidades del mundo. Se pueden ver las estatuas humanas, los lugares con paellas prefabricadas, japoneses cámara en ristre a mogollón… Pero siendo sincero diré que me gustan más estas Ramblas de hoy, aunque han perdido esa personalidad de antaño tan características. La Ramblas barcelonesas de hoy, con diferentes formas, establecimientos, edificios y otros, son casi parecidas a los lugares de gran concentración de gentes de otras grandes ciudades. Ya han desaparecido los trileros que concentraban a su alrededor a gentes inocentes que creían adivinar dónde estaba la carta del rey de oros, o bajo qué cubilete estaba la bola blanca, y al principio ganaban 10 pesetas para perder al final 200 o más.

    Pero una y otra han sido y son la vida de la ciudad. Una ciudad muy bella y admirada que hoy, por la locura del ser más imperfecto de la creación, el hombre, se ha visto horrorizada. Este recuerdo es el que no me vale, el que no quisiera tener, pero presiento que lo he de llevar mientras viva. ¡Qué desgracia!

    El P©stiguet

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