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El tema del cual voy a escribir, sé que es muy delicado, y sé, al menos lo intuyo, que puede ser mal interpretado, pero como deseo exponerlo, lo expondré, aunque se me llame imprudente. Soy así, oiga usted.
 
A veces me resulta cansino repetir que no soy separatista, pero es que hay temas que si no se leen serenamente pueden dar lugar a equivocaciones.
 
Creo entender que el tema separatista no está totalmente basado en la identidad, pues Catalunya, como país de acogida, tiene ciudadanos de muchas partes de España y de otras naciones del mundo, tanto es así que desde Andalucía se dice que Barcelona es la novena provincia andaluza.
 
Lo que me resulta curioso, y algo “identitario” debe tener el tema, es que en los no independentistas, por lo tanto “españolistas”, cuando compruebas sus apellidos o el paterno o materno suele ser andaluz o murciano o manchego, en definitiva no catalán. La señora Arrimadas de Ciudadanos, dijo tener toda su familia en Andalucía, de donde es natural, se entiende pues que no desee una separación catalana, ya que la he oído decir asnadas como que lo que no desea es que su familia, si viaja hacia Catalunya, necesite un pasaporte, como si para ir a Francia, Italia, Alemania, Bélgica, etc. lo necesitara. Alberto, su compañero de partido, tiene un apellido de origen gallego con derivación en Andalucía. Y al líder de los populares le ocurre igual, su padre es almeriense, por lo tanto la catalanidad total no la puede haber recibido en el seno de su familia. Y eso pasa en muchas personas, que aun nacidas en Catalunya, habrán recibido una educación españolista en el seno de su familia, la misma que reina en el resto de Reino de España. Tanto es así, que uno de mis cantautores preferido, Joan Manuel Serrat, es hijo de catalán y aragonesa; se entiende pues que se sienta catalán pero a medias, y que conste que para mí no es ningún desdoro, ¡faltaría más!, pero también es verdad que hay otros ciudadanos, que incluso no habiendo nacido en Catalunya pero sí viviendo allí varios años, se sienten separatistas, o por un sentimiento republicano prefieren la separación catalana formando una República no gobernada por monarca alguno, y es que la condición humana es tan variopinta en ocasiones y singular en otras que da para mucho, aunque nos sorprenda.
 
Y sí, voy a hablar de Franco, por enésima vez, pero pese a lo indeseable para mí del sujeto, por criminal y déspota, y militar deshonesto y perjuro, entendió más la españolización de Catalunya que otros tipos como Wert, haciendo que la próspera industria catalana de origen, que tanto favoreció para matar la hambruna española tras la contienda bélica, fuera en alza, y necesitara mano de obra española que estaba en la desesperación, llegando allí ciudadanos de Andalucía, Murcia, Extremadura, La Mancha, etc. y con su incursión ir descafeinando poco a poco la para él “odiosa” catalanidad. Bueno, para él y tantos otros, incluso hoy en día… No lo logró al cien por cien, pero la semilla fructificó, y hoy es esa Catalunya que vemos dividida, los catalanes-catalanes por una parte, y aquellos otros que sin perder un gramo de su nueva catalanidad, la tiene edulcorada, léase españolizada/castellanizada en parte.
 
¿Es un problema? Pues ni sí ni no, según desde la esquina de donde se mire, pero es una realidad; realidad que pocas otras regiones o zonas de España existe, si exceptuamos Madrid, y el País Valenciano y Baleares en menor cuantía. ¿Alguien se imagina una provincia andaluza, o extremeña, o manchega, cuyos habitantes hoy sean iguales o superiores en número a los nativos por emigrantes catalanes, madrileños, valencianos o baleares?
 
Si no ponemos la imaginación a trabajar en ese sentido, el problema catalán es difícil de entender desde otros lugares ajenos, y que nadie piense que estoy señalando ciudadanos catalanes de primera o de segunda, hablo de sentimientos distintos, y que tanto derecho tiene unos como otros, pero es fácil de entender, al menos para mí, que el tema se vea de diferente manera por alguien cuya familia desde siglos sea catalana, y transmita a sus descendientes sus valores y sentimientos como tal nación, que otro ciudadano que viva en Catalunya, bien recientemente o desde hace unas pocas décadas que sus familias llegaron para establecerse allí. Y digo esto, no para justificar el separatismo, sino para que todos hagamos un esfuerzo para entender al otro. Con este esfuerzo, posiblemente muchos problemas quedarían mitigados.