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Queda claro que España está haciendo el más completo ridículo en Europa y en medio mundo en el tema del referéndum catalán. Y como también queda claro que el PP se arroga ser España, pues ellos —dicen— son la auténtica España y los demás otra cosa, yo no puedo aceptarlo.
 
Bien, si es así que así sea, ya que en temas de esta envergadura no entraré. No quiero ser juzgado por rebelión, golpista, terrorista y de lo que quieran… Pero como yo no me identifico con ese ridículo, cómico y espantoso, que se está haciendo, suplicando humillantemente por Europa extradiciones de dirigentes catalanes sólo para sentirse victoriosos, y que de PP no tengo ni el resto de las uñas de los dedos del pie que me recorto, no entro en ese esperpento sainetero. Y entonces mi tribulación es esta: si no soy del PP ¿dejo de ser español? Vale, demos por bueno que es así. Pues nada, monada Rajoy, dígame dónde está la oficina más cercana donde solicitar que, no siendo español, porque tal como ustedes no lo soy gracias a todos los dioses, me entreguen el carnet de apátrida.
 
Y es que, señor mío don Mari-Ano Tancredo, hay que tener mucho estómago para considerar que ser español es ser como ustedes. Ridículos a más no poder, capaces de echar por tierra la reconquista de las libertades que ya su caudillo robó a España; son ustedes estúpidos, soberbios y mentirosos hasta la médula, más falsos que un duro sevillano, y no digo corruptos para no repetir, porque de esa su condición ya se sabe hasta en la Conchinchina. El día en que tengan el coraje y la dignidad de no considerar a España como una copia de sus actuaciones, desecharé el carnet de apátrida y volveré a ser español.
 
España es mucho más, mucho mejor, y usted la están minimizando y ridiculizando. ¡Qué insensatos y desvergonzados!

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