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Tenemos una amplia casta llamada políticos que, en realidad, y visto lo visto, son una pandilla de vividores. Al menos esa es la impresión que me dan.
Alguien puede pensar que estoy en contra de los políticos, y no es cierto, si entendemos que tal definición es para personas, hombres y mujeres, que se presentan a mejorar la vida de los ciudadanos. Es, caso de que fuera una profesión, la profesión más noble, pues no hay nada más noble que el servicio a los demás para interpretarse así.
Es justo que la sociedad les pague sus servicios y muy bien, pues si cumplen con su cometido es justo, ya que dejan sus profesiones particulares para dedicarse en cuerpo y alma a este noble ejercicio.
Pero tal como lo presento, no encuentro casi ninguno, y digo casi por ser muy generoso. Lo que veo son vividores, que más que buscar y lograr soluciones, buscan pleitos y conflictos, de los cuales viven, sabedores que la sociedad es ya de por sí conflictiva. En vez de usar la manguera de bombero para apagar el fuego, usan de la gasolina y la cerilla. Creo que de muy jóvenes aprenden aquello de que a río revuelto ganancia de pescadores, y revuelven las aguas mientras lanzan al mar el sedal con el cebo bien enroscado en el engaño.
Son carentes de ideas, faltos de imaginación, y muy dados al negocio del conflicto y de las mordidas que con ellas puedan beneficiarse.
Cuentan, por desgracia, con orquestas de monaguillos y lameculos que les ríen las gracietas, y ellos se vanaglorian, se enaltecen, se enorgullecen de ver a tanto aborregado haciéndoles corrillo.
Los hay que no han dado nunca un palo al agua, que no han trabajado en Empresa alguna, y que desde sus inicios en la política han vivido de ella y las arcas públicas. Y a la vista está, piensan que acabada su trayectoria, encontrarán aquel que han beneficiado con sus decisiones, y que les devolverá beneficio con la puerta giratoria. Una puerta de la que no son propietarios la gran masa de ciudadanos: obreros, pequeños comerciantes o fabricantes, autónomos, amas de casa o jubilados y militares sin graduación. Al no tener éstos puerta alguna que gire, no se les tiene en cuenta nada más que para enfrentarlos unos con otros y ellos ser los príncipes de cada facción.
Juan dirá que tengo razón refiriéndose a tales; Pepe dirá que la tengo refiriéndose a mascuales, y así unos y otros, sin darse cuenta ninguno que lo que digo va para este, sur, norte y oeste: TODOS.
¿POLÍTICOS O VIVIDORES?
Tenemos una amplia casta llamada políticos que, en realidad, y visto lo visto, son una pandilla de vividores. Al menos esa es la impresión que me dan.
Alguien puede pensar que estoy en contra de los políticos, y no es cierto, si entendemos que tal definición es para personas, hombres y mujeres, que se presentan a mejorar la vida de los ciudadanos. Es, caso de que fuera una profesión, la profesión más noble, pues no hay nada más noble que el servicio a los demás para interpretarse así.
Es justo que la sociedad les pague sus servicios y muy bien, pues si cumplen con su cometido es justo, ya que dejan sus profesiones particulares para dedicarse en cuerpo y alma a este noble ejercicio.
Pero tal como lo presento, no encuentro casi ninguno, y digo casi por ser muy generoso. Lo que veo son vividores, que más que buscar y lograr soluciones, buscan pleitos y conflictos, de los cuales viven, sabedores que la sociedad es ya de por sí conflictiva. En vez de usar la manguera de bombero para apagar el fuego, usan de la gasolina y la cerilla. Creo que de muy jóvenes aprenden aquello de que a río revuelto ganancia de pescadores, y revuelven las aguas mientras lanzan al mar el sedal con el cebo bien enroscado en el engaño.
Son carentes de ideas, faltos de imaginación, y muy dados al negocio del conflicto y de las mordidas que con ellas puedan beneficiarse.
Cuentan, por desgracia, con orquestas de monaguillos y lameculos que les ríen las gracietas, y ellos se vanaglorian, se enaltecen, se enorgullecen de ver a tanto aborregado haciéndoles corrillo.
Los hay que no han dado nunca un palo al agua, que no han trabajado en Empresa alguna, y que desde sus inicios en la política han vivido de ella y las arcas públicas. Y a la vista está, piensan que acabada su trayectoria, encontrarán aquel que han beneficiado con sus decisiones, y que les devolverá beneficio con la puerta giratoria. Una puerta de la que no son propietarios la gran masa de ciudadanos: obreros, pequeños comerciantes o fabricantes, autónomos, amas de casa o jubilados y militares sin graduación. Al no tener éstos puerta alguna que gire, no se les tiene en cuenta nada más que para enfrentarlos unos con otros y ellos ser los príncipes de cada facción.
Juan dirá que tengo razón refiriéndose a tales; Pepe dirá que la tengo refiriéndose a mascuales, y así unos y otros, sin darse cuenta ninguno que lo que digo va para este, sur, norte y oeste: TODOS.
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