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La historia del anarquismo español es, vista desde el paso de los tiempos, la más dramática, al margen de ser muy apasionante, de todo el movimiento obrero revolucionario. No olvidemos que durante un largo período, fue la CNT (Confederación Nacional del Trabajo) la central obrera con más poder en España. Catalunya y Aragón fueron los lugares donde surgieron los dirigentes más activos, atractivos y valerosos, así como los más soñadores y violentos. Podemos recordar a Pestaña, a Durruti o el super conocido “Noi del Sucre” con su macabra actuación, llegando a ser figuras míticas. Si comparamos el anarquismo con el socialismo, podemos ver que éstos tenían dirigentes de otra naturaleza, eran societarios y burócratas y en ellos destacaba muy esencialmente el método, la lógica. Por su parte el anarquismo gustaba golpear férreamente, mediante la Confederación, a la sociedad industrial y a los propietarios agrícolas.
Los ácratas tenían fe ciega en una sociedad utópica sostenida en los deberes innatos a la persona humana, realizada en la libertad y con figuras de autoridad simples. En la CNT sobrevivían, a través del anarquismo, ensoñaciones de los siglos anteriores y de tiempo muy atrás, sobre sociedades ideales y fraternas, donde no existiesen explotadores ni explotados. Estas gentes, sin duda purísimas y utópicas, no aceptaban ningún compromiso con el orden político y jurídico que se proponían derribar; no deseaban cargos ni votaban. No obstante fueron tremendamente violentos contra la Monarquía y contra la República, de ahí, que fueran considerados como enemigos por los dos regímenes.
Con plomo monárquico fue abatido Salvador Seguí, el Noi del Sucre, en las calles de Barcelona, y con plomo republicano fue aniquilado el campesino Seisdedos en Casa Viejas. El mismo Frente Popular de 1936, tenía en la cárcel de Madrid al dirigente anarcosindicalista Cipriano Mera, liberado en los comienzos del levantamiento fascista de Franco.
Durante la contienda, el llamamiento popular de la CNT “a la defensa de los obreros, de los desheredados y de los parias”la convertiría en una de las primeras fuerzas de la llamada “zona roja”, pero en todo momento fueron fuerzas políticamente problemáticas y disonantes, frente al orden del aparato comunista. Celosos de su autonomía y exigentes con su ideario ácrata, tuvieron muchos conflictos con sus aliados. Su actuación, siempre desordenada, no fortaleció al Frente Popular, sino que lo debilitó, y ante fuerzas muy preparadas, ordenadas y bien alimentadas, con armamento superior, fue parte importante de que el vencedor fuera el fascismo.
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PONGAMOS QUE HABLO DEL ANARQUISMO
La historia del anarquismo español es, vista desde el paso de los tiempos, la más dramática, al margen de ser muy apasionante, de todo el movimiento obrero revolucionario. No olvidemos que durante un largo período, fue la CNT (Confederación Nacional del Trabajo) la central obrera con más poder en España. Catalunya y Aragón fueron los lugares donde surgieron los dirigentes más activos, atractivos y valerosos, así como los más soñadores y violentos. Podemos recordar a Pestaña, a Durruti o el super conocido “Noi del Sucre” con su macabra actuación, llegando a ser figuras míticas. Si comparamos el anarquismo con el socialismo, podemos ver que éstos tenían dirigentes de otra naturaleza, eran societarios y burócratas y en ellos destacaba muy esencialmente el método, la lógica. Por su parte el anarquismo gustaba golpear férreamente, mediante la Confederación, a la sociedad industrial y a los propietarios agrícolas.
Los ácratas tenían fe ciega en una sociedad utópica sostenida en los deberes innatos a la persona humana, realizada en la libertad y con figuras de autoridad simples. En la CNT sobrevivían, a través del anarquismo, ensoñaciones de los siglos anteriores y de tiempo muy atrás, sobre sociedades ideales y fraternas, donde no existiesen explotadores ni explotados. Estas gentes, sin duda purísimas y utópicas, no aceptaban ningún compromiso con el orden político y jurídico que se proponían derribar; no deseaban cargos ni votaban. No obstante fueron tremendamente violentos contra la Monarquía y contra la República, de ahí, que fueran considerados como enemigos por los dos regímenes.
Con plomo monárquico fue abatido Salvador Seguí, el Noi del Sucre, en las calles de Barcelona, y con plomo republicano fue aniquilado el campesino Seisdedos en Casa Viejas. El mismo Frente Popular de 1936, tenía en la cárcel de Madrid al dirigente anarcosindicalista Cipriano Mera, liberado en los comienzos del levantamiento fascista de Franco.
Durante la contienda, el llamamiento popular de la CNT “a la defensa de los obreros, de los desheredados y de los parias”la convertiría en una de las primeras fuerzas de la llamada “zona roja”, pero en todo momento fueron fuerzas políticamente problemáticas y disonantes, frente al orden del aparato comunista. Celosos de su autonomía y exigentes con su ideario ácrata, tuvieron muchos conflictos con sus aliados. Su actuación, siempre desordenada, no fortaleció al Frente Popular, sino que lo debilitó, y ante fuerzas muy preparadas, ordenadas y bien alimentadas, con armamento superior, fue parte importante de que el vencedor fuera el fascismo.
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