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Ha llegado más pronto de lo que muchos no esperábamos, pero había muchas posibilidades que pasara. Hace tiempo que lo había señalado el dedo del Estado, no paraba la criminalización política y mediática, y las voces que pedían que se hiciera algo contra ellos eran cada vez más fuertes y usaban altavoces cada vez más potentes; la única duda era saber cuando llegaría. Y ha sido esta semana con la operación jurídico-policíaca contra los CDR.
Han seguido el manual de la llamada Agenda Vasca. De primero una operación de mentalización social para criminalizar el objetivo, que cale en la sociedad la idea que los receptores se lo han ganado. Son dos los agentes que operan en esta primera fase; por un lado, las declaraciones criminalizadoras de algunos políticos y, de otra, la publicación por parte de algunos medios de comunicación de supuestos trabajos de investigación que no son sino filtraciones de la policía. Lo hicieron durante décadas en el País Vasco, y, casi sin cambios, lo han aplicado ahora en Catalunya.
Las estructuras del Estado necesitan que exista un “grupo terrorista” para que su estrategia sea socialmente más digerible. Y si no lo hay, se crea. Esto han hecho esta semana con los CDR; han creado un “grupo terrorista”, y así será mucho más fácil para las estructuras estatales castigar judicialmente el movimiento social en favor de la independencia de Catalunya. Para que se entienda mejor, la campaña es afirmar que estos CDR, que presumen de tener prácticas pacíficas y que dicen que su resistencia es activa pero no violenta, no son sino lobos revestidos con piel de cordero. Y de paso envían un mensaje claro a los ciudadanos independentistas que están dispuestos a moverse, diciéndoles que este es el precio de movilizarse.
Desde el jueves hay 7 presos políticos catalanes más. Los nombres son Xavier Duch, Ferran Jolis Guardiola, Eduard Garzón, Xavier Buigas, Germinal Tomàs Aubeso, Alexis Codina y Jordi Ros. Todos 7 detenidos el lunes por un operativo de 500 miembros de la Guardia Civil española y trasladados el jueves a prisión por decisión de un juez de la Audiencia española, que los acusa de terrorismo sin que haya ningún atentado ni ninguna prueba de que preparasen atentado alguno.
El anuncio de la entrada a la prisión de los 7 coincide con el final del Debate de Política General en el Parlamento de Catalunya. Y allá vimos un primer ejemplo que las cosas empiezan a cambiar. Nadie se arrugó con el chantaje de la palabra “terrorismo” y la mayoría parlamentaria independentista hizo piña alrededor de los detenidos. Ciutadans respondió con un espectáculo denigrante y con amenazas. Pero no consiguieron que nadie se hiciera atrás ante el espantajo del terrorismo.
Y la calle reaccionó. De hecho hace días que se siente que algo ha cambiado. La sentencia del Supremo se acerca y las detenciones de esta semana han levantado una oleada de solidaridad que se ha expresado de maneras diversas. Volvieron las caceroladas. En varios pueblos y ciudades se improvisaron manifestaciones nocturnas. Se cortaron vías de tren y carreteras de manera puntual.
Esto se veía venir. Precisamente a vosotros los vascos no hay que explicaros nada porque lo habéis vivido en vuestra piel. Pero esto volverá, ya vuelve al independentismo catalán la fuerza perdida estos dos últimos años. El desconcierto sobre la manera como se tiene que avanzar ha dejado a la indignación por aquello que no podemos aceptar de ninguna forma. Y sobre esta base todo cambia. Venceremos.
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Nota, yo solo soy el transcriptor. Mi opinión me la reservo, por ahora.
DOS CARTAS
Carta de Marcelo Otamendi a Vicent Partal
Ha llegado más pronto de lo que muchos no esperábamos, pero había muchas posibilidades que pasara. Hace tiempo que lo había señalado el dedo del Estado, no paraba la criminalización política y mediática, y las voces que pedían que se hiciera algo contra ellos eran cada vez más fuertes y usaban altavoces cada vez más potentes; la única duda era saber cuando llegaría. Y ha sido esta semana con la operación jurídico-policíaca contra los CDR.
Han seguido el manual de la llamada Agenda Vasca. De primero una operación de mentalización social para criminalizar el objetivo, que cale en la sociedad la idea que los receptores se lo han ganado. Son dos los agentes que operan en esta primera fase; por un lado, las declaraciones criminalizadoras de algunos políticos y, de otra, la publicación por parte de algunos medios de comunicación de supuestos trabajos de investigación que no son sino filtraciones de la policía. Lo hicieron durante décadas en el País Vasco, y, casi sin cambios, lo han aplicado ahora en Catalunya.
Las estructuras del Estado necesitan que exista un “grupo terrorista” para que su estrategia sea socialmente más digerible. Y si no lo hay, se crea. Esto han hecho esta semana con los CDR; han creado un “grupo terrorista”, y así será mucho más fácil para las estructuras estatales castigar judicialmente el movimiento social en favor de la independencia de Catalunya. Para que se entienda mejor, la campaña es afirmar que estos CDR, que presumen de tener prácticas pacíficas y que dicen que su resistencia es activa pero no violenta, no son sino lobos revestidos con piel de cordero. Y de paso envían un mensaje claro a los ciudadanos independentistas que están dispuestos a moverse, diciéndoles que este es el precio de movilizarse.
Carta de Vicent Partal a Marcelo Otamendi
Desde el jueves hay 7 presos políticos catalanes más. Los nombres son Xavier Duch, Ferran Jolis Guardiola, Eduard Garzón, Xavier Buigas, Germinal Tomàs Aubeso, Alexis Codina y Jordi Ros. Todos 7 detenidos el lunes por un operativo de 500 miembros de la Guardia Civil española y trasladados el jueves a prisión por decisión de un juez de la Audiencia española, que los acusa de terrorismo sin que haya ningún atentado ni ninguna prueba de que preparasen atentado alguno.
El anuncio de la entrada a la prisión de los 7 coincide con el final del Debate de Política General en el Parlamento de Catalunya. Y allá vimos un primer ejemplo que las cosas empiezan a cambiar. Nadie se arrugó con el chantaje de la palabra “terrorismo” y la mayoría parlamentaria independentista hizo piña alrededor de los detenidos. Ciutadans respondió con un espectáculo denigrante y con amenazas. Pero no consiguieron que nadie se hiciera atrás ante el espantajo del terrorismo.
Y la calle reaccionó. De hecho hace días que se siente que algo ha cambiado. La sentencia del Supremo se acerca y las detenciones de esta semana han levantado una oleada de solidaridad que se ha expresado de maneras diversas. Volvieron las caceroladas. En varios pueblos y ciudades se improvisaron manifestaciones nocturnas. Se cortaron vías de tren y carreteras de manera puntual.
Esto se veía venir. Precisamente a vosotros los vascos no hay que explicaros nada porque lo habéis vivido en vuestra piel. Pero esto volverá, ya vuelve al independentismo catalán la fuerza perdida estos dos últimos años. El desconcierto sobre la manera como se tiene que avanzar ha dejado a la indignación por aquello que no podemos aceptar de ninguna forma. Y sobre esta base todo cambia. Venceremos.
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Nota, yo solo soy el transcriptor. Mi opinión me la reservo, por ahora.
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