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El día 7 de noviembre significa mucho para Catalunya. En especial para los catalanes del departamento francés de los Pirineos Orientales. Éstos la conmemoran reivindicando la catalanidad del lugar.
Los monarcas español y francés, el 7 de noviembre de 1659, firmaban un acuerdo de paz —llamado Tratado de los Pirineos— mutilando a la nación catalana: le amputaba, en favor de Francia, los territorios del antiguo condado del Rosselló y gran parte del de la Cerdanya, considerada cuna histórica de la nación catalana.
La anual reivindicación francesa tiene este año de 2019 una razón añadida, que no es otra que la reciente modificación del mapa regional galo que comporta la desaparición de la denominación Roussillon, la cual ha despertado la conciencia de los indiferentes y los ha unido a los sectores tradicionalmente más reivindicativos. “Sí al País Català” es la nueva divisa del catalanismo del norte. Es la catalanidad que se opone y resiste a quedar diluida dentro de la nueva super región administrativa que París, de manera graciosa y arbitraria, ha llamado Occitania, intentando borra su catalanidad. Otra afrenta para Catalunya, ésta de ahora del lado francés.
¿Por qué la guerra?
Para entender las razones de aquel tratado de paz, 1659, es necesario retroceder unos cuantos años más para situarnos en las causas de la guerra. En 1618, 40 años antes, debido a los problemas financieros de la monarquía española, causados en buena parte por la eterna corrupción y ser unos fanfarrones y manirrotos, anunciaban un cambio de ciclo. Se preveía el final de la supremacía de los Habsburgo españoles. El agotamiento del dominio español en Europa. Por lo tanto en París como en Londres y en Estocolmo, la decadencia española la observaban con muchísima atención. Y la guerra que estalló, la llamada de los Treinta Años, no tenía otro propósito que dirimir un nuevo liderazgo en Europa. Franceses, ingleses y suecos pactaron para hacer leña de árbol caído. La guerra de los Treinta Años supuso el fin del liderazgo español, así como el inicio de la decadencia española y la innumerable serie de conflictos internos. Las derrotas no vienen nunca solas. Y con la Guerra de Sucesión (50 años más tarde), se certificaría el descenso español a la segunda división entre las potencias continentales que aún, siglos más tarde, seguimos contemplando.
(Seguirá)
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CATALUNYA DIVIDIDA ENTRE ESPAÑA Y FRANCIA
El día 7 de noviembre significa mucho para Catalunya. En especial para los catalanes del departamento francés de los Pirineos Orientales. Éstos la conmemoran reivindicando la catalanidad del lugar.
Los monarcas español y francés, el 7 de noviembre de 1659, firmaban un acuerdo de paz —llamado Tratado de los Pirineos— mutilando a la nación catalana: le amputaba, en favor de Francia, los territorios del antiguo condado del Rosselló y gran parte del de la Cerdanya, considerada cuna histórica de la nación catalana.
La anual reivindicación francesa tiene este año de 2019 una razón añadida, que no es otra que la reciente modificación del mapa regional galo que comporta la desaparición de la denominación Roussillon, la cual ha despertado la conciencia de los indiferentes y los ha unido a los sectores tradicionalmente más reivindicativos. “Sí al País Català” es la nueva divisa del catalanismo del norte. Es la catalanidad que se opone y resiste a quedar diluida dentro de la nueva super región administrativa que París, de manera graciosa y arbitraria, ha llamado Occitania, intentando borra su catalanidad. Otra afrenta para Catalunya, ésta de ahora del lado francés.
¿Por qué la guerra?
Para entender las razones de aquel tratado de paz, 1659, es necesario retroceder unos cuantos años más para situarnos en las causas de la guerra. En 1618, 40 años antes, debido a los problemas financieros de la monarquía española, causados en buena parte por la eterna corrupción y ser unos fanfarrones y manirrotos, anunciaban un cambio de ciclo. Se preveía el final de la supremacía de los Habsburgo españoles. El agotamiento del dominio español en Europa. Por lo tanto en París como en Londres y en Estocolmo, la decadencia española la observaban con muchísima atención. Y la guerra que estalló, la llamada de los Treinta Años, no tenía otro propósito que dirimir un nuevo liderazgo en Europa. Franceses, ingleses y suecos pactaron para hacer leña de árbol caído. La guerra de los Treinta Años supuso el fin del liderazgo español, así como el inicio de la decadencia española y la innumerable serie de conflictos internos. Las derrotas no vienen nunca solas. Y con la Guerra de Sucesión (50 años más tarde), se certificaría el descenso español a la segunda división entre las potencias continentales que aún, siglos más tarde, seguimos contemplando.
(Seguirá)
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