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Indignación en Portugal a raíz de la convocatoria de Vox de manifestarse ante los ayuntamientos de todo el estado español. El mapa de la convocatoria incluye Portugal como parte de España, aunque curiosamente desaparecen las Islas Baleares y los territorios africanos Ceuta, Melilla y Canarias.
La televisión pública de Portugal lo ha recogido ampliamente afirmando que la extrema derecha española considera a Portugal como parte de su país y recordando que en 1936 esta era una aspiración de la Falange y que era compartida por Franco.
Según RTP: Las reivindicaciones de la derecha españolista de anexar Portugal tienen una larga prehistoria. A comienzos de la guerra civil de España, Salazar contribuyó decisivamente a salvar a los golpistas, dirigidos por Francisco Franco, cuando la revuelta obrera derrotó la conjuración en los cascos urbanos principales.
El dictador portugués aisló inmediatamente al embajador republicano, Claudio Sánchez-Albornoz, encaminándose a corto plazo hacia una ruptura de las relaciones diplomáticas. A pesar de que no pudo reconocer inmediatamente a la Junta Militar de Burgos porque no había conseguido conquistar Madrid, se comportó a escala internacional como un tipo de representante informal de aquella Junta, que le hizo ganar el sobrenombre sarcástico de “ministro de Asuntos Extranjeros de Burgos”.
Uno de los primeros objetivos militares de Franco fue ocupar Badajoz, cerca de la frontera portuguesa, para recibir por allí una ayuda militar decisiva alemana. La Alemania nazi, que prometía al comité de Londres de mantenerse neutral, no podía suministrar armas directamente a Franco y las registró como exportaciones a Portugal.
A pesar de la enorme deuda política con Salazar, la banda antirrepublicana pronto empezó a proponer, como haría después de la guerra civil, de anexar el país vecino. Franco nunca lo comentó públicamente, pero permitió la propaganda anexionista de la Falange, el partido fascista dirigido por su cuñado Serrano Suñer, cuyo sucesor es Vox.
Así, en la fase final de la guerra civil, la Falange ya anunció abiertamente su intención de recuperar todo el territorio español hasta los límites extremos de su “frontera occidental”, que pronto se explicó que sería la cuesta oeste de Portugal. Los mapas distribuidos por la Falange ignoraban la existencia de Portugal y representaban toda la península Ibérica unida bajo la administración madrileña.
Franco, mientras tanto, y a pesar de su silencio oficial, no perdió tiempo. Según unos documentos descubiertos recientemente por el historiador español Manuel Ros Agudo, incluso hubo una orden de batalla, firmada por el caudillo, de ocupar Portugal a comienzos de la Segunda Guerra Mundial –con divisiones destinadas a marchar hacia Lisboa, Oporto y más ciudades y con rutas previstas para el avance de estas divisiones.
Pero la Alemania nazi dudó comprometerse con otro teatro de guerra, en el momento en que ya preparaba su ataque por sorpresa a la Unión Soviética. Por el mismo motivo no favoreció la presa de Gibraltar y dijo a Franco que no contaba con su apoyo en vista de la previsible represalia británica.
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EL IMPERIALISMO ESPAÑOL O CASTELLANO SIGUE
Indignación en Portugal a raíz de la convocatoria de Vox de manifestarse ante los ayuntamientos de todo el estado español. El mapa de la convocatoria incluye Portugal como parte de España, aunque curiosamente desaparecen las Islas Baleares y los territorios africanos Ceuta, Melilla y Canarias.
La televisión pública de Portugal lo ha recogido ampliamente afirmando que la extrema derecha española considera a Portugal como parte de su país y recordando que en 1936 esta era una aspiración de la Falange y que era compartida por Franco.
Según RTP: Las reivindicaciones de la derecha españolista de anexar Portugal tienen una larga prehistoria. A comienzos de la guerra civil de España, Salazar contribuyó decisivamente a salvar a los golpistas, dirigidos por Francisco Franco, cuando la revuelta obrera derrotó la conjuración en los cascos urbanos principales.
El dictador portugués aisló inmediatamente al embajador republicano, Claudio Sánchez-Albornoz, encaminándose a corto plazo hacia una ruptura de las relaciones diplomáticas. A pesar de que no pudo reconocer inmediatamente a la Junta Militar de Burgos porque no había conseguido conquistar Madrid, se comportó a escala internacional como un tipo de representante informal de aquella Junta, que le hizo ganar el sobrenombre sarcástico de “ministro de Asuntos Extranjeros de Burgos”.
Uno de los primeros objetivos militares de Franco fue ocupar Badajoz, cerca de la frontera portuguesa, para recibir por allí una ayuda militar decisiva alemana. La Alemania nazi, que prometía al comité de Londres de mantenerse neutral, no podía suministrar armas directamente a Franco y las registró como exportaciones a Portugal.
A pesar de la enorme deuda política con Salazar, la banda antirrepublicana pronto empezó a proponer, como haría después de la guerra civil, de anexar el país vecino. Franco nunca lo comentó públicamente, pero permitió la propaganda anexionista de la Falange, el partido fascista dirigido por su cuñado Serrano Suñer, cuyo sucesor es Vox.
Así, en la fase final de la guerra civil, la Falange ya anunció abiertamente su intención de recuperar todo el territorio español hasta los límites extremos de su “frontera occidental”, que pronto se explicó que sería la cuesta oeste de Portugal. Los mapas distribuidos por la Falange ignoraban la existencia de Portugal y representaban toda la península Ibérica unida bajo la administración madrileña.
Franco, mientras tanto, y a pesar de su silencio oficial, no perdió tiempo. Según unos documentos descubiertos recientemente por el historiador español Manuel Ros Agudo, incluso hubo una orden de batalla, firmada por el caudillo, de ocupar Portugal a comienzos de la Segunda Guerra Mundial –con divisiones destinadas a marchar hacia Lisboa, Oporto y más ciudades y con rutas previstas para el avance de estas divisiones.
Pero la Alemania nazi dudó comprometerse con otro teatro de guerra, en el momento en que ya preparaba su ataque por sorpresa a la Unión Soviética. Por el mismo motivo no favoreció la presa de Gibraltar y dijo a Franco que no contaba con su apoyo en vista de la previsible represalia británica.
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