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La medida, anunciada a bombo y platillo hace días, parecía que ayer por la mañana se había acabado reduciendo a un permiso, desconcertando, para que los niños acompañasen a los padres al supermercado, el banco o la farmacia. Pero a última hora, y de manera apresurada, salió el ministro Illa no se sabe si a rectificar o qué. Dijo que se podía pasear pero sin aclarar de qué manera, con tal ambigüedad que ahora dice que se aclarará estos próximos días. Decir que todo ello es sorprendente es poco. Y por eso ayer no solo la oposición sino casi todos los socios parlamentarios del Gobierno español se hacían cruces. Llegaron a protestar incluso políticos de Podemos y sus confluencias obedientes. Con razón. El follón es de órdago; y van...
Así este nuevo episodio remarca el desastre de la gestión de la pandemia por parte del Gobierno bipartito que preside Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. Ya pueden ir dando órdenes a la Guardia Civil de perseguir las críticas que reciben, si no aciertan ni una —y no aciertan ni una— esto no lo condimentarán con la censura. La pandemia tiene dos cosas que hace que la situación política sea diferente de todo aquello que hemos visto hasta ahora: la escala de afectados, que equivale al total de la población, y la intimidad del sufrimiento y el miedo que cada cual aguanta.
Y con esto, la política tradicional tiene poco a hacer. Pedro Sánchez y Pablo Iglesias se ha hecho dueños de esta pandemia como una gran oportunidad para consolidarse en el poder. ¡El mando único, que somos nosotros… casi de manera personal y todo. Pero resulta que aquí estas prácticas chapuceras no valen.
Continúan imaginándose la política como un juego de propaganda, como una batalla de relatos en que el impacto mediático es el principal armamento del arsenal. Y tengo la sensación que no han entendido que la propaganda dura muy poco y es muy poco eficaz en un momento tan duro para la sociedad como lo es este. Sánchez presentaba el sábado la decisión de dejar salir los niños casi como si fuera un triunfo personal suyo sobre la pandemia. Y se ganó todos los titulares de la prensa. Pero ayer la realidad se le giró en contra cuando la gente supo exactamente de que hablaba. Porque de aquello que dijo el sábado a aquello que aprobó ayer hay un mundo de distancia. En otro tiempo esto tendría una importancia relativa, porque una parte de la sociedad ya se habría quedado con el primer titular y la primera impresión. Pero ahora esto no funciona por aquello que explicaba de la intimidad: de padres preocupados, con toda la razón, por la desazón de sus hijos, hay millones y cada uno quiere estar seguro en el cien por cien de qué pueden hacer los niños y qué no pueden hacer. Que se sientan engañados y burlados es la cosa más natural del mundo.
Y, francamente, si solo fuera un problema con los padres... Pero es que a Sánchez & Iglesias se les acumulan y se les acumularán todavía más los problemas, porque no se puede gobernar de este modo, encomendándose solo a las encuestas y a los golpes de efecto como única guía de la acción política. No se puede hacer nunca, pero ahora todavía menos.
Este gobierno bicéfalo —es otro ejemplo— hace semanas que hacen tumbos y más tumbos a la Renta Mínima Garantizada. Pablo Iglesias la anunció como si hubiera conseguido asaltar el cielo él a solas o inventar la penicilina. Y después ha desaparecido. Cambiaron el nombre por Ingreso Mínimo Vital, a ver si así la gente olvidábamos de que hablaban en realidad y camuflaban la marcha atrás. Después descubrimos que en realidad tan solo pretendían poner un nombre, un eslogan, por encima de retribuciones que ya dan las Autonomías, unas retribuciones que, con suerte, el Gobierno español complementaría. Y finalmente hace 48 horas nos hemos enterado que el dinero del Gobierno español —si aparece—, irán solo a Andalucía, Extremadura y Canarias. A esto, pues, a un complemento en tres autonomías, hemos llegado desde el anuncio que habría una Renta Mínima Garantizada para todo el mundo en todo el Estado español. Y, nuevamente, ¿cuántos millones de ciudadanos que no cobran nada porque tienen el negocio cerrado o porque su empresa no abrirá se piensa el Gobierno Iglesias-Sánchez que olvidarán benévolamente que un día les prometieron algo que no cumplirán? Prometer hasta el meter. Y va quedando menos vaselina en España.
Del primer día que la Covid-19 rompió la normalidad y Sánchez pensó que aquello era su gran oportunidad, hemos asistido a un desconcierto continuo de medidas que se anuncian y después no son ni mucho menos como dicen, de promesas incompletas, de negaciones y alteraciones del significado de las cosas, en buena parte porque este Gobierno de Pedro y Pablo es un gobierno disfuncional pero también porque son cuatro gobiernos, el PSOE, Sánchez, Podemos e Izquierda Unida, peleándose por los titulares. Y sobre todo porque Sánchez es el arquetipo del político frívolo e inconsistente que ningún país necesita en un momento como este.
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¿SE QUIEREN IR PABLO Y PEDRO A SU CASA?
No dan una recta. Como si lo hicieran a propósito para que los echen a la calle. Hoy nueva polémica por la salida a la calle de los niños. ¿Por qué no miran a Europa, por favor? ¿Es que no piensan en el dolor de la gente ante tantas muertes, que calla obediente, que se confina, que sufre, y encima ellos o mintiendo o no sabiendo hacer, políticamente, la o con un canuto?
La medida, anunciada a bombo y platillo hace días, parecía que ayer por la mañana se había acabado reduciendo a un permiso, desconcertando, para que los niños acompañasen a los padres al supermercado, el banco o la farmacia. Pero a última hora, y de manera apresurada, salió el ministro Illa no se sabe si a rectificar o qué. Dijo que se podía pasear pero sin aclarar de qué manera, con tal ambigüedad que ahora dice que se aclarará estos próximos días. Decir que todo ello es sorprendente es poco. Y por eso ayer no solo la oposición sino casi todos los socios parlamentarios del Gobierno español se hacían cruces. Llegaron a protestar incluso políticos de Podemos y sus confluencias obedientes. Con razón. El follón es de órdago; y van...
Así este nuevo episodio remarca el desastre de la gestión de la pandemia por parte del Gobierno bipartito que preside Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. Ya pueden ir dando órdenes a la Guardia Civil de perseguir las críticas que reciben, si no aciertan ni una —y no aciertan ni una— esto no lo condimentarán con la censura. La pandemia tiene dos cosas que hace que la situación política sea diferente de todo aquello que hemos visto hasta ahora: la escala de afectados, que equivale al total de la población, y la intimidad del sufrimiento y el miedo que cada cual aguanta.
Y con esto, la política tradicional tiene poco a hacer. Pedro Sánchez y Pablo Iglesias se ha hecho dueños de esta pandemia como una gran oportunidad para consolidarse en el poder. ¡El mando único, que somos nosotros… casi de manera personal y todo. Pero resulta que aquí estas prácticas chapuceras no valen.
Continúan imaginándose la política como un juego de propaganda, como una batalla de relatos en que el impacto mediático es el principal armamento del arsenal. Y tengo la sensación que no han entendido que la propaganda dura muy poco y es muy poco eficaz en un momento tan duro para la sociedad como lo es este. Sánchez presentaba el sábado la decisión de dejar salir los niños casi como si fuera un triunfo personal suyo sobre la pandemia. Y se ganó todos los titulares de la prensa. Pero ayer la realidad se le giró en contra cuando la gente supo exactamente de que hablaba. Porque de aquello que dijo el sábado a aquello que aprobó ayer hay un mundo de distancia. En otro tiempo esto tendría una importancia relativa, porque una parte de la sociedad ya se habría quedado con el primer titular y la primera impresión. Pero ahora esto no funciona por aquello que explicaba de la intimidad: de padres preocupados, con toda la razón, por la desazón de sus hijos, hay millones y cada uno quiere estar seguro en el cien por cien de qué pueden hacer los niños y qué no pueden hacer. Que se sientan engañados y burlados es la cosa más natural del mundo.
Y, francamente, si solo fuera un problema con los padres... Pero es que a Sánchez & Iglesias se les acumulan y se les acumularán todavía más los problemas, porque no se puede gobernar de este modo, encomendándose solo a las encuestas y a los golpes de efecto como única guía de la acción política. No se puede hacer nunca, pero ahora todavía menos.
Este gobierno bicéfalo —es otro ejemplo— hace semanas que hacen tumbos y más tumbos a la Renta Mínima Garantizada. Pablo Iglesias la anunció como si hubiera conseguido asaltar el cielo él a solas o inventar la penicilina. Y después ha desaparecido. Cambiaron el nombre por Ingreso Mínimo Vital, a ver si así la gente olvidábamos de que hablaban en realidad y camuflaban la marcha atrás. Después descubrimos que en realidad tan solo pretendían poner un nombre, un eslogan, por encima de retribuciones que ya dan las Autonomías, unas retribuciones que, con suerte, el Gobierno español complementaría. Y finalmente hace 48 horas nos hemos enterado que el dinero del Gobierno español —si aparece—, irán solo a Andalucía, Extremadura y Canarias. A esto, pues, a un complemento en tres autonomías, hemos llegado desde el anuncio que habría una Renta Mínima Garantizada para todo el mundo en todo el Estado español. Y, nuevamente, ¿cuántos millones de ciudadanos que no cobran nada porque tienen el negocio cerrado o porque su empresa no abrirá se piensa el Gobierno Iglesias-Sánchez que olvidarán benévolamente que un día les prometieron algo que no cumplirán? Prometer hasta el meter. Y va quedando menos vaselina en España.
Del primer día que la Covid-19 rompió la normalidad y Sánchez pensó que aquello era su gran oportunidad, hemos asistido a un desconcierto continuo de medidas que se anuncian y después no son ni mucho menos como dicen, de promesas incompletas, de negaciones y alteraciones del significado de las cosas, en buena parte porque este Gobierno de Pedro y Pablo es un gobierno disfuncional pero también porque son cuatro gobiernos, el PSOE, Sánchez, Podemos e Izquierda Unida, peleándose por los titulares. Y sobre todo porque Sánchez es el arquetipo del político frívolo e inconsistente que ningún país necesita en un momento como este.
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