Seamos sinceros de una puñetera vez, que más bien parece que los españolitos huimos de confesarnos como somos y nos gusta ocultar condiciones habituales, porque ¿quién de todos ustedes no tiene un amigo narcotraficante o contrabandista? Es más ¿quién no tiene más de uno? Y ya puestos a preguntar y confesarnos ¿no es bien cierto que ese amigo nos ha invitado a pasear con su yate más de una vez, por el Mediterráneo o por las rías gallegas?…

Ya sé que hay un refrán, muy español, que sentencia así: “Dime con quien vas y te diré quién eres” y otro que me viene a la memoria es ese que asegura que “Dios los cría y ellos se juntan”, pero pensar algo así del señor Feijóo, presidente de la Comunidad de Galicia, ahora novísimo presidente del PP, al que supongo lavará y centrifugará la imagen de partido corrupto, cosa que iba a hacer Casado y no lo intentó, no es posible.

Si un día dijo el socialista señor Guerra “¿Acaso soy yo el guardián de mi hermano?” cuando el hermano hacía de las suyas, o sea, como todos los hermanos (recordemos al hermanísimo de la señora Ayuso) el señor Feijóo podría decir ¿acaso soy yo el guardián de mis amigos?

No. Tengamos la amistad como un sentimiento humano grande, noble, especialísimo, digno, maravilloso..., y ahora que el señor Feijóo pretende llegar a la Moncloa y con mayoría absoluta, ya que soñar no cuesta dinero, ver a un buen amigo, excelente camarada, por muy narco que sea, entrar y salir del palacete madrileño, si ocurriera, sólo debemos pensar que es por amistad, ese sentimiento humano grande, noble, especialísimo, digno y maravilloso. Los que piensen otra cosa, y además negativa, debemos despreciarlos.

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