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    ¿Nos ha cambiado el chip?

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    Mensaje por tay Dom Sep 04, 2011 12:24 pm


    Céntrate y activa tu mente


    Un análisis de por qué la era de la tecnología digital nos exige una forma de pensar completamente distinta.
    By Cosme Ojeda

    Al igual que millones de adolescentes, mi hija de 14 años suele estar sentada en el sofá, con su ordenador portátil sobre las piernas, buscando información para algún trabajo escolar. La televisión está encendida, y mi hija a veces se conecta a Facebook. Envía mensajes de texto y hace llamadas por el móvil mientras se pone y se quita los auriculares de su iPod.

    A mí —como a la mayoría de los padres—, trabajar de esa manera me parece imposible. “¿Cómo puedes concentrarte con tanto ruido?”, le decimos a gritos. Antes, los deberes se hacían en silencio y sin ninguna fuente de distracción, pero para mi hija y los demás chicos de su edad, es lo normal.

    La pregunta que muchos expertos se hacen ahora es: ¿Cómo afecta al cerebro esta manera de trabajar?

    Mi hija y sus amigos no son los únicos que se exponen diariamente a estas oleadas de información. Los estudios revelan que los trabajadores de oficina son interrumpidos cada tres minutos por sus teléfonos, ordenadores o compañeros. Quienes viajan habitualmente por trabajo están continuamente localizables a través de sus móviles, y de forma simultánea (e ilegal) conducen, charlan y oyen la radio. Algunos piensan que el silencio y la concentración total se han convertido en un verdadero lujo.

    Un 84% de los españoles es incapaz de recordar una dirección o un número de teléfono, y un 75% asegura no ser capaz de recordar únicamente mediante su memoria, según un estudio realizado por Yahoo!, que asegura que es debido a la falta de atención que provoca estar expuesto a una excesiva cantidad de información.

    Pero no se trata de la consabida queja en contra de los inventos novedosos. En los últimos años ha ocurrido una revolución en la manera en que los científicos entienden lo que el cerebro humano es capaz de hacer, y cómo puede ser modificado por nuestro entorno.

    ¿Es cierto entonces que el cerebro se puede modificar?

    Hasta hace una década, los libros de texto aseguraban que las personas morimos con el mismo cerebro con que nacemos, que la producción de nuevas células cerebrales es imposible. Hoy día, esa idea ya ha cambiado. “Los escáneres de alta tecnología con que contamos ahora muestran que nuestro cerebro cambia constantemente”, señala Álvaro Fernández, presidente, director ejecutivo y fundador de la página web de entrenamiento cognoscitivo SharpBrains. “Las neuronas mueren, pero se producen nuevas continuamente. Éstas pueden formar conexiones de maneras novedosas y diferentes, según lo que el cerebro esté haciendo”. Las tareas que encomendamos a este órgano pueden cambiar literalmente su estructura física.

    Sin embargo, en 2008 se produjo un hallazgo aún más importante y alentador: resulta que si te entrenas en el uso del programa informático apropiado, puedes ampliar tu memoria de trabajo: el equivalente humano a la memoria RAM de los ordenadores. Es la memoria que usamos para procesar y recordar información durante periodos breves, como cuando hacemos operaciones aritméticas en la mente o cuando tratamos de recordar dónde hemos visto antes a una persona. Y, al reforzar esa memoria, puedes aumentar tu cociente intelectual ¡hasta en 10 puntos!

    Los conductores de los elegantes taxis londinenses son un ejemplo clásico de cómo el uso constante de una habilidad específica puede modificar el cerebro. Tomografías cerebrales de esos taxistas han mostrado que su hipocampo (la región que se ocupa de la memoria y la orientación) es más grande de lo normal, ya que tienen que memorizar una red de decenas de miles de calles, aunque es posible que el uso cada vez mayor de los sistemas de navegación por satélite les reduzca el hipocampo de nuevo.

    ¿Cómo nos está afectando hacer muchas cosas a la vez?

    Los expertos discrepan mucho al respecto, lo cual no debe extrañarnos. La periodista y escritora estadounidense Maggie Jackson considera que nuestra desmedida afición a los clips de audio y video, a Twitter y a la información digital nos está llevando a un nuevo oscurantismo. “Se nos quiere hacer creer que la multifuncionalidad es la mayor forma de eficiencia”, dice, “pero en realidad es muy ineficiente: al pasar de una tarea a otra y luego a otra más, no prestamos a ninguna de ellas una atención completa”. Peor aún, no nos deja tiempo para la creatividad.

    ¿La multifuncionalidad acorta nuestro foco de atención porque no nos concentramos en una sola tarea?

    No, en absoluto, dice el doctor Torkel Klingberg, director del Laboratorio Neurocientífico de Desarrollo Cognoscitivo en el Instituto Karolinska de Estocolmo, y uno de los investigadores que descubrieron que es posible expandir la memoria de trabajo. En su opinión, la habilidad del cerebro para aumentar esta capacidad cuando lo requiere parece ser la solución de su propio problema: “Es muy posible que la creciente carga de información no sólo sea inofensiva, sino que podría mejorar incluso nuestras habilidades cognoscitivas al expandir la memoria de trabajo para procesarla”.

    Así pues, el estilo multifuncional que mi hija tiene para hacer sus deberes escolares quizá sea una manera muy eficaz de ejercitar su cerebro. Justamente porque tiene que aprender a tratar al mismo tiempo con varias fuentes de información distintas, su cerebro tal vez esté funcionando como el de los taxistas londinenses cuando tienen que aprender de memoria toda la red de calles de su ciudad.

    Hoy día nadie sabe a ciencia cierta qué efectos podría tener la multifuncionalidad a largo plazo; sin embargo, esto no ha impedido que florezca una nueva industria: el entrenamiento cerebral. En muchos países hoy se venden, por ejemplo, programas de juegos y ejercicios mentales para videoconsolas, como Brain Training y Brain Age.

    También se ha puesto de moda la idea de que podemos ejercitar físicamente el cerebro, igual que fortalecemos los músculos haciendo flexiones o levantando pesas en un gimnasio. En Internet han surgido numerosas páginas web de gimnasia cerebral que ofrecen toda clase de productos y servicios, desde libros y cursos hasta programas y juegos (visita, por ejemplo, entrenamientocerebral.plusesmas.com, y entrenamientocognitivo.com).

    ¿Realmente funciona el entrenamiento cerebral?

    Muchos neurocientíficos y psicólogos no están totalmente convencidos de que sea así. Un estudio reciente llevado a cabo en Estados Unidos por la organización de salud Lifespan y publicado en la revista Alzheimer’s and Dementia, llegó a la conclusión de que los juegos diseñados para ejercitar la sustancia gris del cerebro no sirven para mantener a raya la enfermedad de Alzheimer. En 2009, la revista del consumidor Which? concluyó prácticamente lo mismo. “La mayoría de las pruebas sobre la eficacia de los dispositivos de entrenamiento cerebral resultan ‘débiles’”, dijeron varios neurocientíficos en un informe.

    En septiembre pasado, la cadena BBC inició el experimento Brain Test Britain a fin de reunir más pruebas, e invitó al público a entrar en una página web y hacer 10 minutos de entrenamiento cerebral con varios programas por espacio de seis semanas. Los resultados se analizarán científicamente y se darán a conocer este año en bbc.co.uk/labuk/esperiments/braintestbritain/articles/about).

    Sin embargo, según la doctora Tracy Alloway, psicóloga de la Universidad de Stirling, en Escocia, no se necesita un experimento masivo como ése para demostrar que el entrenamiento cerebral funciona. “Algunos estudios arrojan resultados negativos, por supuesto”, dice, “pero hay que preguntarse qué función mental se pretende mejorar y con cuáles técnicas. “Si vas a un gimnasio todos los días y haces 20 minutos de sentadillas y flexiones abdominales, no podrás quejarte después si tu tiempo en el maratón no mejora. Para correr, tienes que hacer los ejercicios apropiados”.

    ¿Qué funciones mejoran más con el entrenamiento cerebral?

    De acuerdo con estudios recientes, la memoria de trabajo es la función en la que más conviene concentrarse. La doctora Alloway y otros especialistas han demostrado que esa memoria se puede expandir con el entrenamiento cerebral y, lo que es más importante, que tiene un beneficio extra: la inte-ligencia y la atención mejoran. “Mis investigaciones revelan que una memoria de trabajo deficiente, que afecta a uno de cada 10 niños, produce un rendimiento escolar aún más deficiente”, dice la psicóloga.

    En septiembre de 2009, Alloway presentó los resultados de un estudio sobre un programa informático llamado JungleBrain: ocho semanas de juego con él expandió la memoria de trabajo de 12 niños de entre 11 y 14 años, y aumentó en 10 puntos su cociente intelectual, lo cual fue extraordinario. “Tanto en lectoescritura como en matemáticas, su puntuación aumentó”, asegura. “Pero lo más emocionante fue que los chicos que tenían el peor rendimiento fueron los que mejoraron más”. Lo que resultó preocupante fue que los niños del grupo de control, a quienes se les dio el tipo de apoyo habitual, apenas mejoraron.

    JungleBrain es la versión simplificada de un programa mucho más difícil llamado N-Back, el cual, en términos de entrenamiento cerebral, es el equivalente a un maratón. En 2009, un equipo de investigadores de la Universidad de Berna utilizó el N-Back para demostrar de manera definitiva que es posible expandir la memoria de trabajo. Hasta entonces, los psicólogos creían firmemente que la capacidad de la memoria de trabajo era fija.

    Esta memoria es también la parte del cerebro que se ejercita vigorosamente cuando uno se enfrasca en varias tareas a la vez. Cuando mi hija abre una ventana tras otra en el ordenador, busca una palabra en Internet y lee un texto, tiene que retener los detalles en su memoria de trabajo.

    El N-Back ofrece una versión mucho más precisa del reto al que se enfrenta todas las tardes. “Tienes que hacer dos tareas opuestas al mismo tiempo y, conforme las dominas, se vuelven más difíciles y te expanden”, explica la doctora Alloway. Tienes que recordar el orden en que los cuadrados de una rejilla se encienden y, al mismo tiempo, tener en mente una lista de letras que se están leyendo en voz alta. (Haz una prueba gratis en: brainworkshop.sourceforge.net/.)

    Pero el estudio de “N-back” no sólo mostró que un programa de ordenador podía modificar una parte del cerebro que todos creían que era inmutable. También logró algo que lo hizo aún más valioso como herramienta de entrenamiento. Mejoró una función cerebral que es parte crucial del cociente intelectual, conocida como inteligencia fluida.

    ¿Qué es la inteligencia fluida?

    “Usamos la inteligencia fluida para hacer conexiones”, dice Álvaro Fernández. “Nos permite detectar patrones y resolver problemas. Es lo opuesto de la inteligencia cristalina, que depende de la memoria a largo plazo. “Mientras que la inteligencia fluida alcanza su pináculo en el segundo decenio de la vida, la inteligencia cristalina (donde almacenas todo, desde el resultado de un partido de fútbol hasta la manera de construir un barco) no suele empezar a declinar hasta los 60 años.

    ¿No cambia todo esto la era digital?

    Sí. Gracias a Internet hemos externalizado gran parte de nuestra inteligencia cristalina. Ya no tenemos que depender de nuestro cerebro para retener datos como la duración del reinado de un monarca o si el ornitorrinco es o no un mamífero. Mi hija obtiene ahora ese tipo de información mientras navega por Internet mientras escribe mensajes de texto. “Estamos entrando en un mundo en el que la inteligencia fluida, flexible y astuta, se va a volver incluso más importante”, dice Fernández.

    De hecho, el doctor Klingberg cree que la multitarea podría estar volviéndonos ya más brillantes. “Sabemos, tras analizar decenios de resultados de pruebas de coeficiente intelectual, que el nivel general de éste va en aumento. Se llama el efecto de Flynn”, dice. “Podría estar produciéndose aquí un círculo virtuoso. Cuando nos enfrascamos en la multitarea, el cerebro responde al mayor cúmulo de información aumentando la memoria de trabajo, lo que luego eleva nuestra inteligencia fluida. La vida moderna nos está volviendo más listos”.

    Pero esto podría estar pasando por alto los peligros muy reales de la multitarea. Maggie Jackson, cuyo libro Distracted: The Erosion of Attention and the Coming Dark Age (“Distraídos: la erosión de la atención y la próxima era de oscuridad”) se publicó el año pasado y recibió un extenso elogio, cree que podría estar dañando una habilidad todavía más vital.

    “Desde luego, en la era digital necesitamos entregarnos a la multitarea a veces”, dice. “Pero si eso se convierte en nuestra manera principal de trabajar, será un desastre. Para trabajar bien es necesario enfocar la atención”.

    La raíz del problema es que estamos diseñados para responder a los cambios en nuestro ambiente, así que cada aviso de un correo electrónico reclama nuestra atención. Pero esto nos puede convertir en marionetas que nos zarandeamos interminablemente entre situaciones que compiten por nuestra atención.

    “Es un error creer que ninguna cantidad de entrenamiento cerebral va a resolver esto”, dice Jackson. “Nuestras habilidades cognoscitivas más sofisticadas —la inteligencia fluida, las ideas creativas, la toma de decisiones— necesitan atención para funcionar juntas. Si has “externalizado” tu atención a los correos electrónicos y las pantallas de ordenador, jamás podrás hacer un uso adecuado de ninguna de ellas”.

    ¿Cuál es la respuesta?

    Regresa al asiento del conductor y retoma el control de la tecnología. Empieza por prestar atención a tu atención; hazte consciente de cómo la usas. Crea un ambiente en el que te hagas cargo de aquello en lo que te concentras. Algunas compañías dejan un “espacio blanco”: un tiempo en el que no hay teléfonos ni correos electrónicos para permitir que surjan la creatividad y las soluciones nuevas a los problemas. Una vez que hayas retomado el control, el entrenamiento cerebral podría darte ventaja.

    En este momento casi puedo mantener el ritmo de mi hija porque tengo más cosas almacenadas en mi inteligencia cristalina, pero ella definitivamente empieza a sobrepasarme en el departamento de la inteligencia fluida. Tal vez sea el momento de centrarme y tener unas largas sesiones con algún programa de entrenamiento cerebral.




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    Hace tiempo Tindio abrió en el foro anterior un hilo que tenía bastante que ver con ésto, pero no lo he encontrado, para poder subirlo aquí (con su permiso, claro, si me lo diera). Me pareció un hilo bastante interesante, y cuando he visto este artículo, me ha parecido buena idea volver a tratar el tema.

    Los rezagados en las tecnologías nos encontramos con un bombardeo de información que supera, quizá nuestros límites de adaptación. No es mala idea aportar ideas que ayuden a subir el escalón a los que, como yo, nos hemos quedado casi en la era del cuaderno y el boli.



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