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Mide menos de un centímetro de largo. Este insecto asesino, oriundo de Malasia, practica un ritual luego de comerse su comida. Conecta las carcasas vacías de sus víctimas a su espalda, aparentemente como un intento para evitar volverse víctima de otros insectos.

Una vez discapacita a sus víctimas, el insecto asesino les inyecta una enzima. Ésta liquidifica las entrañas de su presa, lo que permite que el insecto asesino se chupe todo lo que hay adentro. Sin embargo, la muerte no es el final para sus víctimas. Sus exoesqueletos se usarán como una armadura o posiblemente un camuflaje que esconde aromas, según explicó el portal The Ark In Space.

El ancho del insecto asesino significa que puede montar en su espalda hasta más de 20 cadáveres. El exoesqueleto de las hormigas está hecho de chitina, una sustancia particularmente resistente que puede proteger al insecto asesino por semanas.

El amontonamiento se mantiene unido gracias a una secreción pegajosa. Dado a que la colección de carcasas suele ser más grande que el mismo insecto, si otro insecto decide atacarlo, la colección también sirve como un plan de escape. Mientras que el insecto atacante ataca la parte más grande, los exoesqueletos huecos, el insecto asesino se lo despega, y huye a un lugar seguro.

Este maravilloso insecto, de nombre científico Acanthaspis petax, pertenece a la familia de los redúvidos, la cual consiste de alrededor de 7,000 especies, lo que la hace casi la familia más grande del orden de los hemípteros.