Un joven pasaba unos días en casa de unos familiares, lejos de la ciudad. Una tarde, sin nada que hacer y encantado de que así fuera, el muchacho salió a caminar por el campo, sin rumbo ninguno. El sol brillaba con toda su intensidad, hacía calor, y por ello pensó en volver, pero los aromas que todo lo inundaban lo hipnotizaron y aquietaron su paso. Y sin darse cuenta, casi en un instante, los extensos paisajes viraron al naranja y al morado, coloreados por las luces del atardecer y, en minutos, la noche sin luna se instaló sobre su cabeza. A lo lejos, muy a lo lejos, se divisaban las luces del pueblo.
No estaba perdido y, sin embargo, la oscuridad, tan repentina y profunda, lo estremeció un poco. Sin saber de dónde ni por qué, le vino a la mente la frase de Paul Valéry: “Un hombre solo está siempre en mala compañía”.
Se preguntó si tenía miedo; se contestó__quizá para no asustarse__que no, pero se dio cuenta de que hubiese preferido estar acompañado. Pero, ¿dónde encontrar, en medio del campo y de la noche, a alguien que mitigara su sensación de desamparo?
De repente escuchó, allí, junto al sendero, en canto de un grillo.
__¿Por qué no?__se preguntó__. Cualquier amigo es mejor que ninguno.
Se puso en cuclillas y trató de imitar su sonido, como quien pretende iniciar una conversación. El grillo enmudeció.
__Lo he asustado__pensó, y se entristeció.
Pero pocos instantes después, el grillo volvió a cantar.
__Cri, cri…__ decía el grillo.
__Cri, cri…__ contestaba el joven.
Casi sin darse cuenta, el hombre retomó su marcha, acompañado desde la espesura por la voz de su nuevo y singular amigo.
Cuando las primeras casas del pueblo comenzaron a alumbrar su camino, notó que el canto del grillo se había ido haciendo más chiquito y lejano. Con una mezcla de sentires y sensaciones, se dio la vuelta y gritó hacia la oscuridad: “Cri, cri… Cri, cri”.
En el silencio de la noche, escuchó __o creyó escuchar __ una voz que decía: “Adiós, amigo mío, fue un placer caminar juntos”.
__Cri, cri…__ contestó él, y entró en el pueblo con una sonrisa en los labios.
Escuché a un poeta decir que un amigo es un familiar elegido. Alguien a quien el azar pone en nuestro camino y que sigue, por elección mutua, caminando a nuestro lado…Como en el cuento del grillo.
Realmente la amistad, la buena amistad claro, nos ayuda a andar mejor el camino. El apoyo de un buen amigo o de una buena familia es imprescindible y nos hace crecer y sentir más seguros y con menos incertezas. La soledad no es buena compañera. Hace que podamos ver las cosas de forma sesgada, sin perspectiva, equivocadamente. La opinión de buenos amigos, de familia hacen que cojamos más perspectiva y veamos los problemas y la vida con prismas distintos. No ayudan a ver soluciones a problemas que creemos irresolubles. No avanzamos sin ayuda. O al menos, toda es más difícil. Nuestras neuras en soledad crecen como las sombras al atardecer y la falta de claridad nos dificulta encontrar el camino que podemos tener ante nuestros ojos. Bendito regalo quien tiene un buen amigo para hacer camino!.
Un sueño que mágicamente deseamos hacer realidad. Un motivo por el que esforzarnos y seguir el camino que nos llevará a la victoria. Cada mañana, cada tarde, cada noche es una prueba que debemos superar para conseguirlo. Y para superarla, basta saber apreciar lo bien hecho y corregir lo mal hecho.
Yo, como todo ser humano, tengo un sueño. Bueno, yo como todo ser humano tengo muchos sueños. Pero lograrlos siempre, valiéndome de mis cualidades.
Y esto luego te hace sentir más fuerte, más completa. Aprendes imitando a los "otros", y de ellos recibirás un consejo que te servirá para mejorar tu vida.
Y aunque es una tarea difícil de realizar, sé que vale la pena intentarlo. Sé que llegará el día en que mis sueños se hagan realidad a pesar de todo. Y será así como consiga perfeccionar mi vida.
Ten en cuenta que el gran amor y los grandes logros requieren grandes riesgos. Cuando pierdes, no pierdes la lección. Sigue las tres R: Respeto a ti mismo Respeto para los otros Responsabilidad sobre todas tus acciones Recuerda que no conseguir lo que quieres, a veces significa un maravilloso golpe de suerte. Aprende las reglas, así sabrás cómo romperlas apropiadamente. No permitas que una pequeña disputa destroce una gran amistad. Cuando creas que has cometido un error, haz algo inmediatamente para corregirlo. Ocupa algo de tiempo cada día en estar solo. Abre tus brazos al cambio, pero no te olvides de tus valores. Recuerda que a veces el silencio es la mejor respuesta. Vive una buena y honorable vida, así cuando seas mayor y mires atrás podrás disfrutarla por segunda vez. Una atmósfera amorosa en tu casa es el cimiento para tu vida. En discusiones con alguien querido ocupate sólo de la situación actual, no saques a relucir el pasado. Comparte tu conocimiento, es una manera de conseguir la inmortalidad. Sé considerado con la Tierra. Una vez al año ve a algún lugar en el que nunca hayas estado antes. Recuerda que la mejor relación es aquella en la que el amor por cada uno excede la necesidad por el otro.
En una ciudad tan populosa y cosmopolita como Barcelona en cualquier lugar hay broncas, en cualquier momento se cometen asaltos o te topas con borrachos al volante. Y la noche es otro país con otro idioma, donde predomina la palabra gruesa, el gesto seco y donde campan a sus anchas los pirados que se dedican a incendiar coches y contenedores para divertirse. A esas horas el peligro y la violencia aumentan exponencialmente, sobre todo en el centro. Por algo Las Ramblas se encuentra en el ranking de las diez calles más peligrosas del mundo.... ...Otra cosa era el resto de la Plaza y sus aledaños, donde se movía otro tipo de ambiente. Un batiburrillo de gente de la más baja extracción se daba cita también allí. Los bancos públicos y los suelos estaban ocupados por una variopinta hueste antisocial: gente sin patria ni techo, pedigüeños, camellos, borrachos, drogadictos, liendrosos, feos y los más guarros de Barcelona y otras ciudades europeas se congregaban cada noche entorno al sembrado de terrazas más caras de la Barcelona cosmopolita, una milicia que había renunciado al amansamiento impuesto por el sistema y había asumido el extremismo social como forma de vida...
Extractado de SIEMPRE QUISE BAILAR COMO EL NEGRO DE BONEY M...de José Luis Romero
… que abra una puerta. Yo la abro por ella. … que se desnude completa. Yo la desnudo, despacio. … que haga el café en las mañanas. Yo lo hago, para que despierte alegre. … que me dé las buenas noches primero. Yo le hablo, hasta que esté dormida. … que me dedique una canción. Yo le susurro al oido, las cosas que soñamos. … que apague la luz. Yo le invito a que nos perdamos en la oscuridad. … que lea poesia. Yo le hago reir, para que su sonrisa rime.
¿Sabes lo que quiero decir? - Eehh... Sí, creo… Sí, lo sé - Toda mi vida ha sido un completo desastre y ahora que estoy empezando a conocerte.. No sé, creo que… empiezo a verlo todo… - …Claro
- Sí, eso es. Tú me entiendes - Sí, lo sé… Es como si todas esas cosas malas que has pasado y que has odiado siempre, la gente que te ha decepcionado, las cosas que no han salido como tú querías… De pronto empezaras a agradecerlas, porque todas esas cosas te han llevado aquí… A esto. - Sí, exacto. - Supongo que eso es lo que se siente cuando… ya sabes… - ¿Qué? - …Te gusta alguien de verdad
Tratando pero sin recordar ni comprender qué le había pasado, la pregunta del prepotente abogado lo sorprendió y sacó de contexto, si es que tenía alguno. No supo qué responder, era una pregunta extraña, poco habitual. Parecía más un reto que una pregunta, una reflexión de algo del pasado. No podía comprender ni imaginarse nada de lo que sucedía. Despegó su mirada de los filosos ojos que lo cuestionaban, tardó en enfocar al lejano y extenso jurado. Y se encontró con rostros conocidos e intentó recordarlos pero no pudo. Le dolía mucho la cabeza, y estaba muy mareado para tratar de rellenar espacios que lo ayudasen a entender algo. No sabía dónde se encontraba ni por qué. Menos podía comprender las extrañas preguntas que los abogados le disparaban. Desde todos los flancos, sin piedad, una tras otra como dardos con veneno disparados con fuerza y bronca; dardos que decían preguntas; preguntas que decían mucho más que lo que estaba entre signos de interrogación. Después de extensos cuestionarios, interrogatorios; cuestionarios e interrogatorios, el dolor de cabeza fue cediendo y sus ojos hinchados recuperaron un poco más su visión. Volvió a mirar a su derecha. Las formas en el jurado que habían captado su atención, dejaron de ser familiares para ser completamente reconocibles. Ahora era todo más confuso, más extraño. Cada vez estaba más lejos de entender lo que sucedía. Todo era muy inusual, completamente irracional.
Todo era nada, y dentro de él, la nada era todo.
Reconoció en el jurado a su madre, sus hermanos mayores, su padre, abuelos, tías, tíos, amigos, todos estaban presentes tomando nota de cada respuesta que daba. La cabeza le daba vueltas. Y más vueltas. Y de repente, algo en su cabeza hizo un click. Justo cuando comenzaba a recordar cómo ocurrió el accidente, el inoportuno abogado lo interrumpió, ayudándolo a comprender. ¿Usted cree realmente que se merece el cielo?
Aprendí que quien no te busca no te extraña, y quien no te extraña no te quiere. Que la vida decide quien entra en tu vida, pero tu decides quien sale. Que la verdad duele solo una vez y la mentira duele siempre. Por eso valora a quien te valora y no trates como prioridad a quien te trata como una simple opción.
Ronaldo512 escribió:Aprendí que quien no te busca no te extraña, y quien no te extraña no te quiere. Que la vida decide quien entra en tu vida, pero tu decides quien sale. Que la verdad duele solo una vez y la mentira duele siempre. Por eso valora a quien te valora y no trates como prioridad a quien te trata como una simple opción.
publicado por Lucy
Unas grandes verdades, Ronaldo. Me lo llevo a mi agenda...
Ronaldo512 escribió:Aprendí que quien no te busca no te extraña, y quien no te extraña no te quiere. Que la vida decide quien entra en tu vida, pero tu decides quien sale. Que la verdad duele solo una vez y la mentira duele siempre. Por eso valora a quien te valora y no trates como prioridad a quien te trata como una simple opción.
publicado por Lucy
Unas grandes verdades, Ronaldo. Me lo llevo a mi agenda...
Muy bueno Ronaldo.
No se donde oí o leí hace unos días un pensamiento que me gusto, no se quien es el autor, dice así:
"El que no piensan lo que dice, dice lo que piensa"
Si Dios un día cegara toda fuente de luz, el universo se alumbraría con esos ojos que tienes tú. Pero si--lleno de agrios enojos por tal blasfemia-tus lindos ojos Dios te arrancase para que el mundo con la alborada de tus pupilas no se alumbrase aunque quisiera, Dios no podría tender la noche sobre la Nada... ¡porque aún el mundo se alumbraría con el recuerdo de tu mirada!
En realidad, él era uno de esos lobos de mar a quienes las penalidades y peligros de la vida naval, en esa época de prolongadas guerras, nunca le habían estropeado el instinto natural para el goce de los sentidos. Herman Melville
En la vida solamente hay dos tipos de personas: los lobos y los corderos. Patricia Cornwell
Publicado por: César Páez González | Martes 18 Enero 2011
Al borde.
Lo dijo el científico Albert Einstein y es una frase que obliga a uno a pensar un poco: "Para ser miembro irreprochable de un rebaño de ovejas, primero hay que ser oveja". No admite discusión, a no ser que quiera ser del rebaño una cabra influyente, que quiera cambiar los estatutos.
También podría darse el caso de que se trate de una oveja de verdad, pero negra, y allí comienzan los problemas raciales o los preconceptos de alguien que se sale de las normas concebidas.
También se podría inventar algún recurso burocrático que diga que, para pertenecer a tal o cual rebaño, tiene que tener carnet habilitante.
Si se diera una credencial de oveja, hasta usted podría tener una y pasar por tal. Hasta podría ser un lobo e ingresar tranquilamente al corral. No resulta extraño entonces que haya una alerta roja en el rebaño por un lobo que se hace pasar por oveja sólo porque tiene un documento habilitante y quiere cambiar los estatutos.
No basta que uno, para ser oveja, tenga, digamos, que tener forma o aspecto de oveja. Basta que quiera pertenecer al rebaño. Para ello se podría habilitar una oficina para la inscripción, que incluya una pequeña clase magistral sobre cómo balar y consejos sobre en qué circunstancias es necesario callar para preservar la especie.
Es decir, que tendremos un grupo variopinto de animales que se hacen pasar por ovejas, sólo por decreto y porque llenaron el formulario. Hay que andar con cuidado, porque después va a ser muy difícil clasificarlos.
En la sociedad ocurre lo mismo, hay gente que quiere ser, o aparentar ser de tal rebaño o grupo social, y acorta camino para lograrlo, mediante recursos de toda índole. Primero insiste, si no lo dejan entrar busca algunos amigos influyentes, a otros los compra, y todos comienzan a hacer lobby para que el interesado ingrese al rebaño... de lo que sea.
Por eso el mundo anda como anda, mezclado y sin códigos. Esto pasa en la ética cotidiana, en la particular forma de comportarnos, pongamos por ejemplo en la ciudad, evitando las normas de lo que un rebaño exige: usar casco, no conducir en estado de ebriedad, respetar el semáforo, cuidar los derechos intelectuales evitando la piratería.
Y no falta quien diga, "pero si todo el mundo lo hace ¿yo voy a ser el único desubicado?" Excusas de todo calibre para eludir responsabilidades.
Hablo del rebaño de políticos, de hinchas de fútbol, de intelectuales, de artistas claqueros, de sindicatos de lo que sea, hasta de los códigos de los que viven en la calle. Todos poniendo sus trampas para pertenecer a tal o cual manada.
Pero resulta que al rebaño de la sociedad pertenecemos todos, nos guste o no, y debemos respetar los códigos. De lo contrario, sucede lo que está sucediendo en la realidad que estamos viviendo, que es esa línea continua de contravenciones. De prometer y no cumplir, de evitar las normas de seguridad, de ser propensos a los excesos, de fomentar la violencia, de reírnos de las buenas costumbres y en síntesis: no respetar.
Si usted no es oveja y quiere pertenecer al rebaño de dicha especie, haga por lo menos un esfuerzo de parecerse un poco. O inventemos una frase aleatoria. "Para ser miembro irreprochable de la humanidad, primero hay que ser humano". Dejo el tema porque se me está enredando un poco y ése es el peligro al que uno se expone en esta columna... siempre al borde.
Cuantas de nosotras, MUJERES [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] , se pusieron a pensar tantas noches en, que es lo que pasa con nuestra relación con los hombres? [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] , Por Que primero es un lecho de rosas y luego las mismas se marchitan para que solo queden las espinas? Después de innumerables llantos de amigas, por problemas con sus respectivos hombres, llegue a la siguiente conclucion que puede ser aplicada en un 100% de las relaciones con hombres. Mi teoria consta de 3 pasos. 1º Paso, el principio de la relacion, todo parece color de rosa,el es caballero, limpio, romántico, Tiene todas esas cualidades que siempre quisimos, nos llama mas de 4 veces al día y sus mensajes son en tonada dulce y con algún apodo amoroso. Esta etapa dura entre 1 y 5 meses. En Esta Etapa el hombre parecería ser una oveja es Bueno, Manso, Domable, Suave... El Tiempo sigue pasando y empiezan los problemas no son graves, y esas cualidades que nos gustan tanto como su caballerosidad se vuelven casi nulas, se van volbiendo menos pulcros e intentan imponer reglas infundadas, que responden a los celos mas salvajes y animales. Ahora sus llamadas son una vez al día y los mensajes dejan de lado el romanticismo y son de exclusiva índole para arreglar cuando viene a casa o vas a la de el. En esta etapa el hombre se comienza a sacar el disfraz de oveja, ya se le asoman las garras de lobo feroz y se asoma el hocico con grandes colmillos, pero esta cubierto aun con la suave piel de la oveja, es feroz, salvaje pero sigue siendo suave. Y llegamos al culmine de la relación, los celos y peleas con poco sentido ocupan el 70% del día. Ellos se vuelven ariscos poco expresivos en sociedad, prefieren ir a jugar a la pelota en vez de una velada con nosotras! [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] , ya no se dan cuenta de lo que hacemos para ponernos mas lindas para ellos, y si se dan cuenta arman escándalos culpándonos de que lo hacemos para llamar la atención de "otro". Ellos manejan la pareja y nosotras hacemos lo posible para mantener las riendas de la relación, es un caos permanente. Se Resigna Hasta el sexo para pelear en algunos casos extremos. En esta etapa el hombre se quito del todo el disfraz y es el malvado Lobo Feroz, es agresivo, territorial, gruñón. Este es el momento del distanciamiento final... ...O no tanto?, Después de un tiempo el por lo general vuelve con el disfraz de oveja(pero camaradas ya sabemos que abajo se oculta el malvado lobo feroz) y queda en nosotras elegir una de nuestras 3 opciones, No Volver (solo para superadas¿existe alguna?), volver y Caer ciegamente y que se repita (pasa con las principiantes...y las no tanto) o si no Volverse Domadora de fieras!(y esta ultima solo nos lo dará la experiencia de haber lidiado con otros lobos en el pasado)... [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Un texto muy triste y siempre actual, que puede dar lugar a múltiples opiniones. Me reservo las mías, que también las tengo; aquí no me parece el lugar adecuado para expresarlas.
El amanecer traía rumores de una primavera lejana: la leve caricia de los primeros rayos de sol despertando el rocío, el río corriendo, acariciando la tierra en un transcurrir eterno, incesante. Un pájaro solitario. El paisaje callado. Las montañas, a lo lejos, impasibles. El huerto desperezándose. Las vides, los caballos. Un humo tibio, como de agua, ascendiendo del suelo hacia las nubes, huyendo. La casa, invadida de una tristeza rojiza, de tierra y frescor del alba.
El aliento mudo y caliente de la chimenea. La soledad. La pena. El paisaje parecía hundirse en un sollozo hondo, arrancado de lo más profundo del alma. La noche había sido un ir y venir continuo. Lloros. Pésames. Penas. Palmadas de ánimo, decenas de flores. Un bullicio desmedido. Desacompasado. Lutos y pañuelos. Y ella, ausente, ida. Y él, a su lado, roto. Acabado. Carmen se apoyó en el hombro de su marido para sentarse en la cama y ponerse las medias. Negras, claro. Los zapatos. Negros. A duras penas.
Se levantó y se acercó al espejo para recogerse el pelo en un moño alto. Estaba guapa a pesar del dolor. Elegante, como siempre. Altiva, como era ella. Pero destrozada. La cara pálida, hinchada de llorar. La mirada ausente, hundida. Su cuerpo, esbelto, transmitía fragilidad, luto. Parecía que iba a caerse a cada paso.En cada movimiento, por leve que fuera. Mientras Lucio se ajustaba el nudo de la corbata, miró la desvalida figura de su mujer, cubierta de negro, reflejada en el espejo. La abrazó y volvieron a llorar con desesperación. Con impotencia. Querían morirse. Se habrían cambiado por ella, sin duda, todos los días, y a todas horas. Se habrían condenado a sí mismos a nacer y morir eternamente. Cualquier sufrimiento imaginable sería menos doloroso que enterrar a su hija con sólo 24 años. El día de la boda de Lorena, Carmen y Lucio estaban exultantes. Su hija, su pequeña, se casaba con Iván Vargas y Villegas en la ermita de la finca de él. Era un buen matrimonio. Ella parecía una princesita. La dulzura se escapaba a borbotones por sus tiernos 22 años. Él era un hombre apuesto: 27 años, guapo, moreno y, sobre todo, rico. Heredero de una inmensa fortuna. A los ojos de ellos, sus orgullosos padres, era el hombre perfecto para su niña. Las fortunas de ambos se unirían y así aseguraban a su hija un futuro lleno de bonanza, prosperidad y excelente posición social. Lucio no imaginaba, al llevarla de su brazo al altar, que la estaba llevando también a su tumba.
Lorena volvió de su luna de miel muy delgada. “Los calores, hija...Irse a Egipto en pleno verano tiene delito”, le dijo Carmen. Su permanente tristeza. Su boca callada. Su mirada perdida, oscura. Sus largos paseos a caballo. La soledad de su rostro...Ni uno ni otro sabían ver que su hija vivía un calvario. Achacaron su manifiesta infelicidad a su juventud, su inmadurez.
“Creo que la niña nos echa de menos, Lucio. El domingo iremos a verla”, le dijo Carmen una descarnada madrugada de marzo. La comida en casa de su hija y su yerno fue una tortura. Silencio. Sólo el sonido de los cubiertos chocando en los platos.
“Mañana iremos a por ella”, dijo Lucio al meterse en la cama. No hubo mañana para su hija. A las tres de la madrugada, el teléfono quebró la noche muda. Llamaba la guardia civil.
-Veamos –dijo el profesor-. ¿Alguno de ustedes sabe qué es lo contrario de IN? -OUT – respondió prestamente un alumno. -No es obligatorio pensar en inglés. En Español, lo contrario de IN (como prefijo privativo, claro) suele ser la misma palabra, pero sin esa sílaba. -Sí, ya sé: insensato y sensato, indócil y dócil, ¿no? -Parcialmente correcto. No olvide, muchacho, que lo contrario del invierno no es el vierno sino el verano. -No se burle, profesor. -Vamos a ver. ¿Sería capaz de formar una frase, más o menos coherente, con palabras que, si son despojadas del prefijo IN, no confirman la ortodoxia gramatical? -Probaré, profesor: “Aquel dividuo memorizó sus cógnitas, se sintió fulgente pero dómito, hizo ventario de las famias con que tanto lo habían cordiado, y aunque se resignó a mantenerse cólume, así y todo en las noches padecía de somnio, ya que le preocupaban la flación y su cremento.” -Sulso pero pecable –admitió sin euforia el profesor.
Acaba de llegar a casa. Se descalza con precipitación en el pasillo, tiene los pies deshechos. Se deja caer en su sillón favorito y, sin cambiarse de ropa, aguarda su regreso. En ese instante se oye la puerta. El hombre entra como una bestia. Mira aterrorizada, pero segura: mete el dedo en el gatillo y agarra con fuerza la culata de la pistola que esconde bajo el vestido.
Las dos monjas ya ancianas se encuentran sentadas al lado de la puerta, alejadas del aparato de aire acondicionado. Me pregunto cómo pueden aguantar este calor con esos hábitos tan pesados, y sus cofias… además llevan medias. Me siento de forma que pueda aprovechar todo el escaso aire fresco que proporciona el aparato situado en la pared del fondo, aún así, saco el abanico (que estuvo perdido durante toda una semana, y que recuperé con un gran alivio, pues era un regalo de mi amiga). Abro el libro por la página que me habia quedado a medias al llegar el tren a la estación, y continúo con la lectura (el mapa y el terriotorio de M. Houllebecq). Entra un matrimonio ya mayor también y me fijo en las piernas de la mujer, casi tan hinchadas como la mia… se sientan y ella se abanica también con más ahinco aún que yo. El también se queja del calor.
Invierno o verano?
Una de las monjas (la única que habla, la otra se limita a mirarme y sonreir) le discute al hombre que se queje del verano, y habla de sus excelencias: - Te puedes lavar todas las veces que quieras - Puedes abanicarte - Comes helados que están muy buenos - Puedes quitarte la ropa y quedarte en camiseta (Usa una expresión para describir la camiseta que no habia oido nunca, y que no puedo recordar). Al Señor eso no le ofende, añade para tranquilizar la conciencia del hombre, por si acaso éste pensaba que eso pudiese constituir algún tipo de pecado. - Abres la ventana y puedes disfrutar del airecillo que entra. - Y la playa!!... te metes en el agua y aunque no te bañes del todo, solamente mojándote los pies puedes estar todo el tiempo que quieras muy fresquita. (levanté la vista del libro al oir esto y miré a la monja preguntándome cuando habría hecho eso ella por última vez, ya que me costaba imaginármela con el hábito remangado y con los pies en el agua). A mi me gusta más el invierno, comenta el hombre. Uy!! El invierno es muy malo, insiste la monja… en cuanto te descuidas y abres una puerta, te da el aire y a nuestras edades, ya has cogido una neumonía y te vas con Nuestro Señor. No es que eso a mi me importe, añade casi de inmediato como si me hubiese leido el pensamiento, porque hace tiempo que lo estoy deseando. (debo de haber puesto cara de escepticismo de forma involuntaria). Si, pero en invierno te abrigas y ya no tienes frio, y es mejor para la circulación. No, no, no…. En invierno por menos de nada con cualquier corriente de aire ya has cogido una neumonía (debe de haberle pasado eso a ella, cuando insiste tanto con la neumonía), y eso se contagia.
El niño de la oración
Me vuelvo a enfrascar en la lectura del libro y no me doy cuenta de cómo empieza la conversación. Vuelvo a prestar atención a la sala cuando el hombre se levanta cartera en mano y le muestra a las monjas una fotografía. Este es el otro que se nos murió atropellado por un coche (dice señalando otra fotografía de la cartera). Es bueno?. Pregunta la monja. Muy bueno, responde el hombre y su mujer asiente con la cabeza entre golpe y golpe de abanico. Fuimos a Brasil a por éste después de eso, explica el hombre. Y la monja empieza a contar la historia de un matrimonio que no podía tener hijos, y se fue a Perú, donde conoció una familia de 5 hijos y otro en camino, a la que el padre martirizaba con palizas un dia si y otro también. Compraron el hijo que venía en camino (debí de volver a poner cara rara cuando la monja se vió obligada a justificar que con el dinero de la compra del bebe habían ganado las dos partes, la familia que pudo salir de la miseria, aunque no especificó durante cuanto tiempo o lo que tardaría el marido en beberse todo el dinero y volver a hacer un hijo a la mujer a ver si habia suerte y podían volver a venderlo) pero durante el parto hubo complicaciones y el niño salió medio muerto. La monja comentaba que el matrimonio les llamó para pedirles que rezasen mucho por la vida de ese niño. Cuando cumplio los tres meses, los médicos le dieron el alta y el matrimonio se llevó el niño con ellos. Al cumplir el año le dio su primer beso a la madre y ésta les escribió a las monjas para contarles que ese beso valía todo el dinero que habían pagado por el niño. La monja les escribió una carta diciéndoles que ese niño era el niño de la oración, ya que las oraciones de las monjas fueron las que lo salvaron de esa muerte tan prematura. Según la monja, esa carta donde se rebautiza al niño como el niño de la oración, la tiene el matrimonio enmarcada en el salón de la casa. Terminando la historia, la enfermera entra para avisar a la monja de que el doctor la espera.
Win-win
En cuanto las monjas salen de la sala, el hombre se dirige a mi diciendo: a mi hijo lo atropelló un coche la víspera de su primera comunión, después de eso no creo que Dios exista. La mujer le da un codazó recriminatorio y se señala los labios con el abanico cerrado pidiéndole que calle. Le entiendo, le digo para tranquilizarle ya que no quiero que piense que ha metido la pata con su comentario. Cuando decidimos ir a por nuestro hijo, hubo gente que también nos propuso comprar uno, pero yo me negué. Yo no quería comprar un niño, yo quería darle lo mismo que le hubiese dado a mi hijo, alimentarlo, educarlo, quererlo… Mi hijo está con nosotros desde los 9 meses, interviene la mujer, y nunca ha querido ir a Brasil, dice que allí no se le ha perdido nada. Es comprensible, le digo yo, si desde los 9 meses está aquí, para él ustedes son sus verdaderos padres. Que edad tiene ahora?. Pregunto. No ha visto ud. La foto cuando se la he enseñado a las hermanas? Me pregunta el hombre. No Mire, saca de nuevo la cartera, y me la entrega añadiendo: es morenito. Tiene ahora 22 años. La foto muestra un joven negro con una gran sonrisa blanca muy bien parecido que mira la cámara flanqueado por el matrimonio que sonrie también. Este es el que se nos murió, dice el hombre y señala una fotografia de un niño con su traje de comunión (seguramente las últimas fotos que se hizo antes del gran dia que hubiese sido) muy guapo y con un cierto parecido a su padre. Miro de reojo a la madre que tiene los ojos brillantes por un instante. Pues es un chico con mucha suerte, les digo. Ha sido una suerte para todos, añade el hombre, para nosotros también ha sido una suerte tenerlo. Salen las monjas de la consulta y la enfermera con la ficha en la mano me indica que es mi turno; me despido de las monjas y del matrimonio.
(*) expresión inglesa que significa que un acuerdo es beneficioso para las dos partes firmantes.
Las dos monjas ya ancianas se encuentran sentadas al lado de la puerta, alejadas del aparato de aire acondicionado. Me pregunto cómo pueden aguantar este calor con esos hábitos tan pesados, y sus cofias… además llevan medias. Me siento de forma que pueda aprovechar todo el escaso aire fresco que proporciona el aparato situado en la pared del fondo, aún así, saco el abanico (que estuvo perdido durante toda una semana, y que recuperé con un gran alivio, pues era un regalo de mi amiga). Abro el libro por la página que me habia quedado a medias al llegar el tren a la estación, y continúo con la lectura (el mapa y el terriotorio de M. Houllebecq). Entra un matrimonio ya mayor también y me fijo en las piernas de la mujer, casi tan hinchadas como la mia… se sientan y ella se abanica también con más ahinco aún que yo. El también se queja del calor.
Invierno o verano?
Una de las monjas (la única que habla, la otra se limita a mirarme y sonreir) le discute al hombre que se queje del verano, y habla de sus excelencias: - Te puedes lavar todas las veces que quieras - Puedes abanicarte - Comes helados que están muy buenos - Puedes quitarte la ropa y quedarte en camiseta (Usa una expresión para describir la camiseta que no habia oido nunca, y que no puedo recordar). Al Señor eso no le ofende, añade para tranquilizar la conciencia del hombre, por si acaso éste pensaba que eso pudiese constituir algún tipo de pecado. - Abres la ventana y puedes disfrutar del airecillo que entra. - Y la playa!!... te metes en el agua y aunque no te bañes del todo, solamente mojándote los pies puedes estar todo el tiempo que quieras muy fresquita. (levanté la vista del libro al oir esto y miré a la monja preguntándome cuando habría hecho eso ella por última vez, ya que me costaba imaginármela con el hábito remangado y con los pies en el agua). A mi me gusta más el invierno, comenta el hombre. Uy!! El invierno es muy malo, insiste la monja… en cuanto te descuidas y abres una puerta, te da el aire y a nuestras edades, ya has cogido una neumonía y te vas con Nuestro Señor. No es que eso a mi me importe, añade casi de inmediato como si me hubiese leido el pensamiento, porque hace tiempo que lo estoy deseando. (debo de haber puesto cara de escepticismo de forma involuntaria). Si, pero en invierno te abrigas y ya no tienes frio, y es mejor para la circulación. No, no, no…. En invierno por menos de nada con cualquier corriente de aire ya has cogido una neumonía (debe de haberle pasado eso a ella, cuando insiste tanto con la neumonía), y eso se contagia.
El niño de la oración
Me vuelvo a enfrascar en la lectura del libro y no me doy cuenta de cómo empieza la conversación. Vuelvo a prestar atención a la sala cuando el hombre se levanta cartera en mano y le muestra a las monjas una fotografía. Este es el otro que se nos murió atropellado por un coche (dice señalando otra fotografía de la cartera). Es bueno?. Pregunta la monja. Muy bueno, responde el hombre y su mujer asiente con la cabeza entre golpe y golpe de abanico. Fuimos a Brasil a por éste después de eso, explica el hombre. Y la monja empieza a contar la historia de un matrimonio que no podía tener hijos, y se fue a Perú, donde conoció una familia de 5 hijos y otro en camino, a la que el padre martirizaba con palizas un dia si y otro también. Compraron el hijo que venía en camino (debí de volver a poner cara rara cuando la monja se vió obligada a justificar que con el dinero de la compra del bebe habían ganado las dos partes, la familia que pudo salir de la miseria, aunque no especificó durante cuanto tiempo o lo que tardaría el marido en beberse todo el dinero y volver a hacer un hijo a la mujer a ver si habia suerte y podían volver a venderlo) pero durante el parto hubo complicaciones y el niño salió medio muerto. La monja comentaba que el matrimonio les llamó para pedirles que rezasen mucho por la vida de ese niño. Cuando cumplio los tres meses, los médicos le dieron el alta y el matrimonio se llevó el niño con ellos. Al cumplir el año le dio su primer beso a la madre y ésta les escribió a las monjas para contarles que ese beso valía todo el dinero que habían pagado por el niño. La monja les escribió una carta diciéndoles que ese niño era el niño de la oración, ya que las oraciones de las monjas fueron las que lo salvaron de esa muerte tan prematura. Según la monja, esa carta donde se rebautiza al niño como el niño de la oración, la tiene el matrimonio enmarcada en el salón de la casa. Terminando la historia, la enfermera entra para avisar a la monja de que el doctor la espera.
Win-win
En cuanto las monjas salen de la sala, el hombre se dirige a mi diciendo: a mi hijo lo atropelló un coche la víspera de su primera comunión, después de eso no creo que Dios exista. La mujer le da un codazó recriminatorio y se señala los labios con el abanico cerrado pidiéndole que calle. Le entiendo, le digo para tranquilizarle ya que no quiero que piense que ha metido la pata con su comentario. Cuando decidimos ir a por nuestro hijo, hubo gente que también nos propuso comprar uno, pero yo me negué. Yo no quería comprar un niño, yo quería darle lo mismo que le hubiese dado a mi hijo, alimentarlo, educarlo, quererlo… Mi hijo está con nosotros desde los 9 meses, interviene la mujer, y nunca ha querido ir a Brasil, dice que allí no se le ha perdido nada. Es comprensible, le digo yo, si desde los 9 meses está aquí, para él ustedes son sus verdaderos padres. Que edad tiene ahora?. Pregunto. No ha visto ud. La foto cuando se la he enseñado a las hermanas? Me pregunta el hombre. No Mire, saca de nuevo la cartera, y me la entrega añadiendo: es morenito. Tiene ahora 22 años. La foto muestra un joven negro con una gran sonrisa blanca muy bien parecido que mira la cámara flanqueado por el matrimonio que sonrie también. Este es el que se nos murió, dice el hombre y señala una fotografia de un niño con su traje de comunión (seguramente las últimas fotos que se hizo antes del gran dia que hubiese sido) muy guapo y con un cierto parecido a su padre. Miro de reojo a la madre que tiene los ojos brillantes por un instante. Pues es un chico con mucha suerte, les digo. Ha sido una suerte para todos, añade el hombre, para nosotros también ha sido una suerte tenerlo. Salen las monjas de la consulta y la enfermera con la ficha en la mano me indica que es mi turno; me despido de las monjas y del matrimonio.
(*) expresión inglesa que significa que un acuerdo es beneficioso para las dos partes firmantes.
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