En medio del humo te vi con gesto fiero
y no acertaste a descubrir que el arma que llevaba
no la sabía blandir, a tus ojos era yo
la muerte y cualquier diálogo un yerro.
No lo tengo claro, no sé que pasó,
levanté las manos como para pedir clemencia
pero no lo pudiste interpretar
y restalló el golpe, mi defensa se derrumbó.
Mi arma era oxidada y mohosa, el golpe la resquebrajó,
y con afilados restos se dispersó el metal,
hora de dejar de temer, el momento de reposar para los dos,
ya que en tu cuello un fragmento se aposentó.
Ahora te acompaño, pero no como vengador
sino para acogerte, gran héroe, al final del camino,
te recibiré y te mostraré al vuelo este campo de batalla
con toda su efímera gloria y falso honor.
Mi nombre será olvidado, el tuyo recordado por himnos,
pero no quiero alabanzas no conquistadas y estoy conforme,
veo que te afanas pero se te nubla la vida,
no te entristezcas y temas al recibirte, partimos.
Inspirado (o plagiado
) de un trozo de un poema de Wilfred Owen:
http://www.ambosmundos.es/literatura/muerte-en-el-barro-la-poesia-de-wilfred-owen/
