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 Cuéntame un cuento.

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Nirvana
manulondra
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manulondra
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MensajeTema: Re: Cuéntame un cuento.   Cuéntame un cuento. - Página 2 EmptyMiér Nov 30, 2011 1:20 pm

Voy andando por un sendero.
Dejo que mis pies me lleven.
Mis ojos se posan en los árboles, en los pájaros, en las piedras. En el horizonte se recorte la silueta de una ciudad. Agudizo la mirada para distinguirla bien. Siento que la ciudad me atrae.

Sin saber cómo, me doy cuenta de que en esta ciudad puedo encontrar todo lo que deseo. Todas mis metas, mis objetivos y mis logros. Mis ambiciones y mis sueños están en esta ciudad. Lo que quiero conseguir, lo que necesito, lo que más me gustaría ser, aquello a lo cual aspiro, o que intento, por lo que trabajo, lo que siempre ambicioné, aquello que sería el mayor de mis éxitos.


Me imagino que todo eso está en esa ciudad. Sin dudar, empiezo a caminar hacia ella. A poco de andar, el sendero se hace cuesta arriba. Me canso un poco, pero no me importa.
Sigo. Diviso una sombra negra, más adelante, en el camino. Al acercarme, veo que una enorme zanja me impide mi paso. Temo... dudo. Me enoja que mi meta no pueda conseguirse fácilmente. De todas maneras decido saltar la zanja.Retrocedo, tomo impulso y salto... Consigo pasarla. Me repongo y sigo caminando.

Unos metros más adelante,aparece otra zanja. Vuelvo a tomar carrera y también la salto.
Corro hacia la ciudad: el camino parece despejado. Me sorprende un abismo que detiene mi camino. Me detengo. Imposible saltarlo. Veo que a un costado hay maderas, clavos y herramientas. Me doy cuenta de que está allí para construir un puente. Nunca he sido hábil con mis manos... Pienso en renunciar. Miro la meta que deseo... y resisto.
Empiezo a construir el puente. Pasan horas, o días, o meses. El puente está hecho. Emocionado, lo cruzo. Y al llegar al otro lado... descubro el muro. Un gigantesco muro frío y
húmedo rodea la ciudad de mis sueños...


Me siento abatido... Busco la manera de esquivarlo. No hay caso. Debo escalarlo. La ciudad está tan cerca... No dejaré que el muro impida mi paso. Me propongo trepar. Descanso unos minutos y tomo aire... De pronto veo, a un costado del camino un niño que me mira como si me conociera. Me sonríe con complicidad. Me recuerda a mí mismo...cuando era niño.

Quizás por eso, me animo a expresar en voz alta mi queja: -¿Por qué tantos obstáculos entre mi objetivo y yo?

El niño se encoge de hombros y me contesta: -¿Por qué me lo preguntas a mí?

Los obstáculos no estaban antes de que tú llegaras... Los obstáculos los trajiste tú.




Jorge Bucay - Obstáculos
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MensajeTema: Re: Cuéntame un cuento.   Cuéntame un cuento. - Página 2 EmptyMiér Mar 21, 2012 12:15 pm

Me encantó el cuento, Manulondra, gracias amigo. cheers

Aquí os dejo otro, del que desconozco su autor.

Buscando la paz.

Había una vez un rey que ofreció un gran premio a aquel artista que pudiera captar en una pintura la paz perfecta. Muchos artistas lo intentaron. El rey observó y admiró todas las pinturas, pero solamente hubo dos que a él realmente le gustaron y tuvo que escoger entre ellas.

La primera era un lago muy tranquilo. Este lago era un espejo perfecto donde se reflejaban unas plácidas montañas que lo rodeaban. Sobre éstas se encontraba un cielo muy azul con tenues nubes blancas. Todos quienes miraron esta pintura pensaron que ésta reflejaba la paz perfecta.

La segunda pintura también tenía montañas. Pero éstas eran escabrosas y descubiertas. Sobre ellas había un cielo furioso del cual caía un impetuoso aguacero con rayos y truenos. Montaña abajo parecía retumbar un espumoso torrente de agua. Todo esto no se revelaba para nada pacífico.

Pero cuando el Rey observó cuidadosamente, el vio tras la cascada un delicado arbusto creciendo en una grieta de la roca. En este arbusto se encontraba un nido. Allí, en medio del rugir de la violenta caída de agua, estaba sentado plácidamente un pajarito en el medio de su nido...

El Rey escogió la segunda...

- "Porque", explicaba el Rey, "paz no significa estar en un lugar sin ruidos, sin problemas, sin trabajo duro o sin dolor. Paz significa que, a pesar de estar en medio de todas estas cosas, permanezcamos calmados dentro de nuestro corazón. Este es el verdadero significado de la paz."
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MensajeTema: Re: Cuéntame un cuento.   Cuéntame un cuento. - Página 2 EmptyJue Mar 22, 2012 5:27 pm

TÁCTICA

Dicen que una vez, había un ciego sentado en un parque, con una gorra a sus pies y un cartel en el que, escrito con tiza blanca, decía:
"POR FAVOR AYÚDEME, SOY CIEGO".
Un creativo de publicidad que pasaba frente a él, se detuvo y observó unas pocas monedas en la gorra. Sin pedirle permiso tomó el cartel, le dio vuelta, tomó una tiza y escribió otro anuncio. Volvió a poner el pedazo de madera sobre los pies del ciego y se fue. Por la tarde el creativo volvió a pasar frente al ciego que pedía limosna. Ahora su gorra estaba llena de billetes y monedas. El ciego reconociendo sus pasos le preguntó si había sido él quien reescribió su cartel y sobre todo, qué que era lo que había escrito allí. El publicista le contestó:
-"Nada que no sea tan cierto como tu anuncio, pero con otras palabras".

Sonrió y siguió su camino. El ciego nunca lo supo, pero su nuevo cartel decía:
"ESTAMOS EN PRIMAVERA, Y... YO NO PUEDO VERLA"


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MensajeTema: Re: Cuéntame un cuento.   Cuéntame un cuento. - Página 2 EmptyMar Mar 27, 2012 12:01 pm

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MensajeTema: Re: Cuéntame un cuento.   Cuéntame un cuento. - Página 2 EmptySáb Jul 28, 2012 8:05 pm

El amor

En la selva amazónica, la primera mujer y el primer hombre se miraron con curiosidad. Era raro lo que tenían entre las piernas.

-¿Te han cortado? -preguntó el hombre.

-No -dijo ella-. Siempre he sido así.

El la examinó de cerca. Se rascó la cabeza. Allí había una llaga abierta. Dijo:

-No comas yuca, ni plátanos, ni ninguna fruta que se raje al madurar. Yo te curaré. Echate en la hamaca y descansa.

Ella obedeció. Con paciencia tragó los menjunjes de hierbas y se dejó aplicar las pomadas y los ungüentos. Tenía que apretar los dientes para no reírse, cuando él le decía:

-No te preocupes.

El juego le gustaba, aunque ya empezaba a cansarse de vivir en ayunas y tendida en una hamaca. La memoria de las frutas le hacía agua la boca.

Una tarde, el hombre llegó corriendo a través de la floresta. Daba saltos de euforia y gritaba:

-¡Lo encontré! ¡Lo encontré!

Acababa de ver al mono curando a la mona en la copa de un árbol.

-Es así -dijo el hombre, aproximándose a la mujer.

Cuando terminó el largo abrazo, un aroma espeso, de flores y frutas, invadió el aire. De los cuerpos, que yacían juntos, se desprendían vapores y fulgores jamás vistos, y era tanta su hermosura que se morían de vergüenza los soles y los dioses.

(De "Memoria del fuego/Los nacimientos") - Eduardo Galeano
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MensajeTema: Re: Cuéntame un cuento.   Cuéntame un cuento. - Página 2 EmptyDom Jul 29, 2012 12:32 am

Un bonito hilo amiga... besos.
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MensajeTema: Re: Cuéntame un cuento.   Cuéntame un cuento. - Página 2 EmptyDom Jul 29, 2012 3:17 pm

Gracias mara, me alegro que te guste. Wink
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MensajeTema: Re: Cuéntame un cuento.   Cuéntame un cuento. - Página 2 EmptyVie Oct 12, 2012 4:09 pm

Viaje al corazón. Un cuento de la India.

Bastami era uno de los más grandes sufíes de la India. Se proponía efectuar una larga peregrinación a La Meca, cuando se encontró con un instructor espiritual que le preguntó:

--¿Por qué has de ir a La Meca?

--Para ver a Dios -repuso.

El instructor le ordenó:

--Dame ahora mismo todo el dinero que llevas contigo para el viaje.

Bastami le entregó el dinero, el instructor se lo guardó en el bolsillo, y dijo:

--Sé que habrías dado siete vueltas alrededor de la piedra sagrada. Pues bien, en lugar de eso, da ahora siete vueltas a mi alrededor.

Bastami obedeció y dio siete vueltas alrededor del instructor, quien declaró a continuación:

--Ahora sí has conseguido lo que te proponías. Ya puedes regresar a tu casa con el ánimo sereno y satisfecho, si bien antes quiero decirte algo más. Desde que La Meca fue construida, ni un solo minuto Dios ha morado allí. Pero desde que el corazón del hombre fue creado, ni un solo instante Dios ha dejado de habitar en él. Ve a tu casa y medita. Viaja a tu corazón.

*El Maestro dice: Busca refugio dentro de ti. ¿Qué otro refugio puede haber?.
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MensajeTema: Re: Cuéntame un cuento.   Cuéntame un cuento. - Página 2 EmptyVie Oct 12, 2012 5:36 pm

Si Tuviera Cuerpo de Marciano
Escrito por: Annesdy Tellado
2005

Había una vez una princesa
que no estaba conforme con su físico.
Ella se encontraba fea.
A pesar que todo el palacio pensaba que era hermosa.


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Una noche, mientras miraba una estrella fugaz dijo:
"Hasta un marciano se ve mas linda que yo"
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De momento todo su cuerpo comenzó a cambiar,
ella se convirtió en marciano.
Ella trató de llevar una vida normal, no pudo.
El olor que le daba el cuerpo de marciano no era el mas agradable.
No podía comer su comida favorita, ya que no contaba con el mismo apetito.






Tenía que esconderse de las personas para que no se asustaran.


Ella no era feliz.






Un día mientras que caminaba por el bosque conoce a una persona como ella.
Ellos se vieron y se asustaron.


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Mientras compartían se dieron cuenta que el marciano
era un príncipe que era bajito.
La noche que pasó la estrella fugaz
el pidió ser alto como un marciano.








Ambos fueron donde la Ada Madrina a ver si los podía ayudar,
ella estaba de vacaciones.


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Pasó el tiempo, comenzaron a compartir y a salir.
Se enamoraron y se casaron.



Un día recibieron una gran bendición,
cuando se aceptaron tal como son
volvieron a la normalidad.


Nunca se volvieron a quejar por su físico
siempre le daban gracias a Dios
por la oportunidad de vivir y
aceptarse tal como son.
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MensajeTema: Re: Cuéntame un cuento.   Cuéntame un cuento. - Página 2 EmptyVie Oct 12, 2012 5:54 pm

Santa Clo va a La Cuchilla
[Cuento. Texto completo] Abelardo Díaz Alfaro








El rojo de una bandera tremolando sobre una bambúa señalaba la escuelita de
Peyo Mercé. La escuelita tenía dos salones separados por un largo tabique. En
uno de esos salones enseñaba ahora un nuevo maestro: Mister Johnny Rosas.


Desde el lamentable incidente en que Peyo Mercé lo hizo quedar mal ante Mr.
Juan Gymns, el supervisor creyó prudente nombrar otro maestro para el barrio La
Cuchilla que enseñara a Peyo los nuevos métodos pedagógicos y llevara la luz del
progreso al barrio en sombras.


Llamó a su oficina al joven y aprovechado maestro Johnny Rosas, recién
graduado y que había pasado su temporadita en los Estados Unidos, y solemnemente
le dijo: "Oye, Johnny, te voy a mandar al barrio La Cuchilla para que lleves lo
último que aprendiste en pedagogía. Ese Peyo no sabe ni jota de eso; está como
cuarenta años atrasado en esa materia. Trata de cambiar las costumbres y, sobre
todo, debes enseñar mucho inglés, mucho inglés."


Y un día Peyo Mercé vio repechar en viejo y cansino caballejo la cuesta de la
escuela al nuevo maestrito. No hubo en él resentimiento. Sintió hasta un poco de
conmiseración y se dijo: "Ya la vida le irá trazando surcos como el arado a la
tierra."


Y ordenó a unos jibaritos1 que le quitaran los arneses al caballo y se lo
echaran a pastar.


Peyo sabía que la vida aquella iba a ser muy dura para el jovencito. En el
campo se pasa mal. La comida es pobre: arroz y habichuelas, mojo, avapenes,
arencas de agua, bacalao, sopa larga y mucha agua para rellenar. Los caminos
casi intransitables, siempre llenos de "tanques". Hay que bañarse en la quebrada
y beber agua de lluvia. Peyo Mercé tenía que hacer sus planes a la luz oscilante
de un quinqué o de un jacho de tabonuco.


Johnny Rosas se aburría cuando llegaba la noche. Los cerros se iban poniendo
negros y fantasmales. Una que otra lucecita prendía su guiño tenue y amarillento
en la monotonía sombrosa del paisaje. Los coquíes punzaban el corazón de la
noche. Un gallo suspendía su cantar lento y tremolante. A lo lejos un perro
estiraba un aullido doliente al florecer de las estrellas.


Y Peyo Mercé se iba a jugar baraja y dominó a la tiendita de Tano.


Johnny Rosas le dijo un día a Peyo: "Este barrio está muy atrasado. Tenemos
que renovarlo. Urge traer cosas nuevas. Sustituir lo tradicional, lo caduco.
Recuerda las palabras de Mr. Escalera: Abajo la tradición. Tenemos que enseñar
mucho inglés y copiar las costumbres del pueblo americano".


Y Peyo, sin afanarse mucho, goteó estas palabras: "Es verdad, el inglés es
bueno y hace falta. Pero, ¡bendito! si es que ni el español sabemos pronunciar
bien. Y con hambre el niño se embrutece. La zorra le dijo una vez a los
caracoles: 'Primero tienen ustedes que aprender a andar para después correr.'"



Y Johnny no entendió lo que Peyo quiso decirle.

El tabacal se animó un poco. Se aproximaban las fiestas de Navidad. Ya Peyo
había visto con simpatía a uno de sus discípulos haciendo tiples y cuatros de
cedro y yagrumo. Estas fiestas traían recuerdos gratos de tiempos idos. Tiempos
de la reyada, tiempos de comparsa. Entonces el tabaco se vendía bien. Y la
"arrelde" de carne de cerdo se enviaba a los vecinos en misiva de compadrazgo. Y
todavía le parecía escuchar aquel aguinaldo:






Esta casa tiene
La puerta de acero,
Y el que vive en ella
Es un caballero.


Caballero que ahora languidecía como un morir de luna sobre los bucayos.


Y Johnny Rosas sacó a Peyo de su ensoñación con estas palabras: "Este año
hará su debut en La Cuchilla Santa Claus. Eso de los Reyes está pasando de moda.
Eso ya no se ve mucho por San Juan. Eso pertenece al pasado. Invitaré a Mr.
Rogelio Escalera para la fiesta; eso le halagará mucho."


Peyo se rascó la cabeza, y sin apasionamiento respondió: "Allá tú como Juana
con sus pollos. Yo como soy jíbaro y de aquí no he salido, eso de los Reyes lo
llevo en el alma. Es que nosotros los jíbaros sabemos oler las cosas como olemos
el bacalao."


Y se dio Johnny a preparar mediante unos proyectos el camino para la "Gala
Premiere" de Santa Claus en La Cuchilla. Johnny mostró a sus discípulos una
lámina en que aparecía Santa Claus deslizándose en un trineo tirado por unos
renos. Y Peyo, que a la sazón se había detenido en el umbral de la puerta que
dividía los salones, a su vez se imaginó otro cuadro: un jíbaro jincho y viejo
montado en una yagua arrastrada por unos cabros.


Y mister Rosas preguntó a los jibaritos: "¿Quién es este personaje?" Y
Benito, "avispao" y "maleto" como él solo, le respondió: "Místel, ese es año
viejo colorao."


Y Johnny Rosas se admiró de la ignorancia de aquellos muchachitos y a la vez
se indignó por el descuido de Peyo Mercé.


Llegó la noche de la Navidad. Se invitó a los padres del barrio.


Peyo en su salón hizo una fiestecita típica, que quedó la mar de lucida. Unos
jibaritos cantaban coplas y aguinaldos con acompañamiento de tiples y cuatros. Y
para finalizar aparecían los Reyes Magos, mientras el viejo trovador Simón
versaba sobre "Ellos van y vienen, y nosotros no." Repartió arroz con dulce y
bombones, y los muchachitos se intercambiaron "engañitos".


Y Peyo indicó a sus muchachos que pasarían al salón de Mr. Johnny Rosas, que
les tenía una sorpresa, y hasta había invitado al supervisor Mr. Rogelio
Escalera.


En medio del salón se veía un arbolito artificial de Navidad. De estante a
estante colgaban unos cordones rojos. De las paredes pendían coronitas de hojas
verdes y en el centro un fruto encarnado. En letras cubiertas de nieve se podía
leer: "Merry Christmas". Todo estaba cubierto de escarcha.


Los compadres miraban atónitos todo aquello que no habían visto antes. Mister
Rogelio Escalera se veía muy complacido.


Unos niños subieron a la improvisada plataforma y formaron un acróstico con
el nombre de Santa Claus. Uno relató la vida de Noel y un coro de niños entonó
"Jingle Bells", haciendo sonar unas campanitas. Y los padres se miraban unos a
otros asombrados. Mister Rosas se ausentó un momento. Y el supervisor Rogelio
Escalera habló a los padres y niños felicitando al barrio por tan bella
fiestecita y por tener un maestro tan activo y progresista como lo era Mister
Rosas.


Y Mister Escalera requirió de los concursantes el más profundo silencio,
porque pronto les iba a presentar a un extraño y misterioso personaje. Un corito
inmediatamente rompió a cantar:







Santa Claus viene ya...
¡Qué lento caminar!
Tic, tac, tic, tac.


Y de pronto surgió en el umbral de la puerta la rojiblanca figura de Santa
Claus con un enorme saco a cuestas, diciendo en voz cavernosa: "Here is Santa,
Merry Christmas to you all!"


Un grito de terror hizo estremecer el salón. Unos campesinos se tiraron por
las ventanas, los niños más pequeños empezaron a llorar y se pegaban a las faldas
de las comadres, que corrían en desbandada. Todos buscaban un medio de escape. Y
Mister Rosas corrió tras ellos, para explicarles que él era quien se había
vestido de tan extraña forma; pero entonces aumentaba el griterío y se hacía más
agudo el pánico. Una vieja se persignó y dijo: "¡Conjurao sea!
¡Si es el mesmo
demonio jablando en americano!"


El supervisor hacía inútiles esfuerzos por detener a la gente y clamaba
desaforadamente: "No corran; no sean puertorriqueños batatitas. Santa Claus es
un hombre humano y bueno."


A lo lejos se escuchaba el griterío de la gente en desbandada. Y míster
Escalera, viendo que Peyo Mercé había permanecido indiferente y hierático, vació
todo su rencor en él y le increpó a voz en cuello: "Usted, Peyo Mercé, tiene la
culpa de que en pleno siglo veinte se den en este barrio esas salvajadas."


Y Peyo, sin inmutarse, le contestó: "Míster Escalera, yo no tengo la culpa de
que ese santito no esté en el santoral puertorriqueño."


FIN
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MensajeTema: Re: Cuéntame un cuento.   Cuéntame un cuento. - Página 2 EmptyLun Oct 15, 2012 5:39 pm

Un hombre hizo una estatuilla de un Hermes en madera y la llevó a la plaza para su venta.

Como nadie llegaba a comprarla, se le ocurrió llamar la atención anunciando que vendía un dios que obsequiaba bondades y beneficios. Entonces uno de los curiosos le dijo:

- Oye, si tan bueno es, ¿por qué la vendes y no te aprovechas de su ayuda?

- Porque yo, contestó aquél- necesito la ayuda inmediatamente, y él nunca se apura en conceder sus beneficios.
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MensajeTema: Re: Cuéntame un cuento.   Cuéntame un cuento. - Página 2 EmptyMar Oct 16, 2012 3:41 pm

Un gran general, llamado Nobunaga, había tomado la decisión de atacar al enemigo, a pesar de que sus tropas fueran ampliamente inferiores en número. Él estaba seguro que vencerían, pero sus hombres no lo creían mucho. En el camino, Nobunaga se detuvo delante de un santuario Shinto. Declaró a sus guerreros:

-Voy a recogerme y a pedir la ayuda de los kamis. Después lanzaré una moneda. Si sale cara venceremos, si sale cruz perderemos. Estamos en las manos del destino.

Después de haberse recogido unos instantes, Nobunaga salió del templo y arrojó una moneda. Salió cara. La moral de las tropas se inflamó de golpe. Los guerreros, firmemente convencidos de salir victoriosos combatieron con una intrepidéz tan extraordinaria que ganaron la batalla rápidamente.

Después de la victoria, el ayuda de campo del general le dijo:
-Nadie puede cambiar el destino. Esta victoria inesperada es una nueva prueba.

-¿Quién sabe? -respondió el general, al mismo tiempo que le enseñaba una moneda... trucada, que tenía cara en ambos lados.
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MensajeTema: Re: Cuéntame un cuento.   Cuéntame un cuento. - Página 2 EmptyJue Oct 18, 2012 4:53 pm

LA FUERZA DEL DESEO
Descubriendo lo mejor de uno mismo, Paulo Coelho

El yoga Ramakrishna ilustra, mediante una parábola, la intensidad del deseo que debemos tener:
El maestro llevó al discípulo a las proximidades de un lago.
Hoy voy a enseñarte qué significa verdadera devoción – dijo.
Le pidió al discípulo que entrase con él en el lago y, sujetándole la cabeza, se la empujó bajo el agua.
Transcurrió todo un minuto y, a mitad del segundo, el muchacho comenzó a debatirse con todas sus fuerzas para librarse de la mano del maestro y poder volver a la superficie.
Al final del segundo minuto, el maestro lo soltó. El muchacho, con el corazón acelerado, consiguió erguirse, jadeante.
¡Usted ha querido matarme! – gritaba.
El maestro esperó a que se calmara, y dijo:
- Si hubiera querido matarte, lo habría hecho. Sólo quería preguntarte qué sentías mientras estabas bajo el agua.
- ¡Yo sentía que me moría! ¡Todo lo que deseaba en esta vida era respirar un poco de aire!
- Se trata de eso exactamente. La verdadera devoción sólo aparece cuando tenemos un único deseo y llegaremos a morir si no conseguimos realizarlo.
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MensajeTema: Re: Cuéntame un cuento.   Cuéntame un cuento. - Página 2 EmptyVie Oct 19, 2012 12:33 pm

El roble y la caña

Había un roble en la orilla de un río. A los pies del roble crecía una caña.
Todos los días, el roble reprendía a la caña por doblarse a un lado y a otro según soplara el viento.
"Mírame a mí, cañita", decía el roble. "Observa cómo no me doblego ante nadie,
porque soy un roble y soy fuerte". La caña no decía nada; no valía la pena.
Una noche hubo una tormenta terrible y el viento sopló ferozmente,
con mucha más fuerza que de costumbre.
Al amanecer, el roble estaba partido en dos,
pero la cañita seguía en pie, meciéndose bajo la luz del sol.
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MensajeTema: Re: Cuéntame un cuento.   Cuéntame un cuento. - Página 2 EmptyVie Oct 26, 2012 9:06 am


La Garita del Diablo
(1790)
Cayetano Coll y Toste




Dina era una mestiza atrayente, una flor natural de aroma
incitante, una doncella gallarda, pelinegra y de vivarachos ojos, hija
de un español, capataz cuadrillero de la Real Hacienda y de una india
pura acanelada, resto de la aborígena raza. Procedía de la Indiera, de
San
Germán, refugio de los autóctonos nativos.

La esbelta moza tenía dieciocho primaveras y no había salido
sola a la calle ni una sola vez. Recluida en su
ruin casucha del alto de San Cristóbal, sus fiestas se reducían a
oír misa en la iglesia de San Francisco, en unión de una tía que la
acompañaba, hermana de su padre, pues la madre había muerto al darla a
luz.

Los mayores embelesos de Dina eran ver desfilar las escuadras
del Regimiento Fijo de Artillería, cuando a tambor
batiente pasaban frente a su terrera casucha los esbeltos
militares, a cumplir el precepto religioso de los domingos. Aquellos
muchachos, fornidos, derechos, vestidos de blanco, portando el corto y
ancho machetín, que al marchar
batía sobre el muslo del militar, le sorbían los sesos a la
linda moza, recatada y núbil. Se quitaba del antepecho de la puerta,
cuando la tía la regañaba con insistencia gruñona y le ordenaba entrar y
cerrar la persiana.

"¡Ya te he dicho que cuando pase la tropa debes entrarte, pues es gente atrevida y descarada!"
"Ya lo sé, tía!" replicaba displicente la sobrina "pero me gusta
contemplar los militares, por su garbo y precisión de andar; y además,
me agrada tararear el pasodoble que toca la charanga."

II
A la tía de Dina dió una fuerte ictericia y el físico del
Regimiento del Fijo, le ordenó que paseara al sol, después de tomar unos
amargos brebajes que le propinara.

[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Dina acompañaba a su tía a pasear por el abanico, el gran rediente del
castillo de San Christóbal. Poco a poco se
fue familiarizando con los fosos y contrafosos, baterías y
casamatas del Fuerte, hasta conocerlo todo él al dedillo. Y mejor aún,
cuando hizo amistad con una de la familias de militares subalternos, de
las que estaban acuarteladas en las bóvedas. Y de este ir y venir de la
casita, no pudo evitar que algunos soldados se fijaran en la esbeltez de
sus carnes, cuyas finas curvas ceñían y hacían temblar la fina muselina
de sus traje, y provocaban chicoleos y requiebros a la linda criolla.

Dina era pura como un lirio en capullo que empieza a
entreabrirse a las caricias del sol. Y con los galanteos y
requerimientos amorosos de los militares se ponían rojas como el jacinto
sus vírgenes mejillas, a pesar de su trigueña tez; y la casta doncella
se veía obligada a apresurar el paso.

Por fin hubo unos ojos picarescos, de un buen mozo, que se le
metieron dentro del corazón y que los veía luego en todas partes, y con
los que soñaba, provocándole amorosas pesadillas. Eran los ojos de un
soldadito llamado Sánchez, y que por su intensa palidez los compañeros
lo apodaron Flor de Azahar. El atrevido galán era Andaluz de buena cepa y
tocaba la guitarra con facilidad extrema y trovaba de afición,
entonando unas endechas con gracia y soltura. Había puesto sitio, como
decía su capitán, a la plaza fuerte de la vecina moza, a la que dejaba
loca y desesperada de amor con sus intencionadas coplas.

Recogida la muchacha en su casita, solía oír el ritmo rasgueado
de las
cuerdas de la guitarra, que cadenciosamente llenaban la
atmósfera de sus dulces sones, sacudidas por la hábil mano de Flor de
Azahar. Y de vez en vez, dejaba el militar en los
oídos de la inocente doncella, con pertinaz osadía, y
melancólico acento, esta copla:

"Bella Dina, Bella Dina
Quiéreme, por Dios, mi cielo,
que la suerte me es indina
Se tu, niña, mi consuelo!"

La moza, acongojada y palpitante, daba vueltas en la cama, como
si su lecho tuviese espinas punzadoras, atosigada por la luminosa
quimera de la vida. Y tras lánguidos esperezos se entregaba al insomnio.
La guitarra seguía gimiendo de cuando en cuando la dulce canción y el
veneno de la estrofa se filtraba lentamente en el alma de la infeliz
doncella. Su espíritu quedó al fin aprisionado en la tela de oro de
aquella melosa endecha, que
le hurguía las entretelas del corazón.

Una profunda tristeza invadió a la gallarda Dina, que amaba ya a
Flor de Azahar con una intensa pena, pues le veía sujeto a una rigurosa
disciplina, cuyos trabajos le tenían tan pálido; sin poder tener el
consuelo de aliviarlo en algo, dándole entrada en la casa, porque la tía
no quería cuentos con militares, gente atrevida de manos.

III

En el castillo de San Crístóbal existe una garrita, alejada de
la plaza, que da al lado norte y parece que se interna en la mar. Es un
punto
estratégico para atalayar la costa hacia el Escambrón y hacia el
sospechoso horizonte marítimo.

En una de las noches que le tocaba a Sánchez, la vigilancia de
este punto, sintió Dina deseos irresistibles de charlar con él, que era
el
único delirio de su fantasía. En todo el día no le había podido
ver, y llegaba la prima noche no hubo el consuelo de oir la canción
favorita al lánguido son de la guitarra, que penetraba en su alma como
una plegaria.

Esperó la muchacha a que su tía se durmiese, y una vez cerciorada de ello, al oír sus acompasados ronquidos,
entre-abrió quedamente la puerta de la calle, y se deslizó, por detrás de la muralla, hacia la conocida
garita, que se destacaba con negruras de basalto entre el brumoso celaje de la costa del mar.
Allí estaba haciendo fielmente su guardia Flor de Azahar.

La luna cayendo hacia poniente, lanzaba mortecinos resplandores.
El mar cabrilleaba, pálidamente con los últimos reflejos de la
protectora de los amantes, y la ola, sin murmullos, lamía suavemente los
peñascales. Cuando un rayo lunar, rompiendo la bruma, lanzaba
serpentinas
plateadas, al caer sobre las dormidas ondas dejaba un rastro de
luz, como bruñido acero refulgente. Sombras y tristezas
rondaban en torno del castillo y envolvían a Dina, que avanzaba
con sigilo por
conocida senda hacia el atalaya, donde estaba su novio.

"Flor de Azahar" dijo tímidamente la garrida moza, abre la
garita, con una voz suave y leda, que rompió el silencio de aquella
aterradora soledad.

[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]Sánchez
oyó el amoroso suspiro de la doncella, le palpitó el corazón con
violencia, dejó el fusil y se
precipitó en los brazos de Dina, cuya negra pupila de enamorado
febril lo trastornó poniendo fuego de amor en sus venas.
Único instante feliz de sus amores hasta entonces. Un tenue
claro de luna agonizante aprisionó en su argentino encaje a Flor de
Azahar y a Dina. Dejemos al dulce misterio de la noche lo que es del
dulce misterio de la vida!

IV

"Centinela, alerta!" gritó al poco rato el guardián del
Caballero de Austria del castillo; y el grito del
soldado vigilante fue repitiéndose de garita en garita,
rompiendo el mutismo nocturnal de la fortaleza, hasta llegar a la que
ocupaba Sánchez. El pájaro negro del silencio reinaba en aquellos
contornos. Nadie contestó en el atalaya, cuya custodia correspondía a
Flor de Azahar.

La ronda de vigilancia encontró al siguiente día, al relevar la
guardia, que Sánchez había desertado, dejando el fugitivo su fusil y la
cartuchera en el lugar entregado a la lealtad. No era el primer caso que
ocurría en aquella triste garita. Así que la gente crédula y
supersticiosa continuó afirmando que Lucifer con sus hechizos había
cargado con el pobre soldado, que tal vez estaría en pecado mortal; pero
los duchos en el arte del querer fuerte se dejaban decir, que para
ellos, Cupido era el que se había robado a Flor de
Azahar, pues eran gran coincidencia que también la bella Dina
hubiera desaparecido de su casa. Tal vez la amante pareja se había
refugiado en la Sierra de Luquillo para formar
allí su nido de ternezas plácidas;

Desde aquel día se llamó aquel sitio "la Garita del Diablo"
porque nadie quitó a la estúpida vecindad que el Espíritu Maligno había
intervenido en la desaparición del soldado desertor. Siempre el vulgo,
ciego en sus necedades, se inclina a creer
más en el error que en la verdad!

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MensajeTema: Re: Cuéntame un cuento.   Cuéntame un cuento. - Página 2 EmptyLun Oct 29, 2012 3:49 pm

La yerba mate

La luna se moría de ganas de pisar la tierra.

Quería probar las frutas y bañarse en algún río.
Gracias a las nubes, pudo bajar. Desde la puesta del
sol hasta el alba, las nubes cubrieron el cielo para que nadie
advirtiera que la luna faltaba.
Fue una maravilla la noche en la tierra. La luna paseó por la selva
del alto Paraná, conoció misteriosos aromas y sabores y nado
largamente en el río. Un viejo labrador la salvo dos veces. Cuando el jaguar iba a clavar sus dientes en el cuello de la luna, el viejo
degolló a la fiera con su cuchillo; y cuando la luna tuvo hambre la llevo a su casa. "Te ofrecemos nuestra pobreza", dijo la mujer del
labrador, y le dio unas tortillas de maíz.

A la noche siguiente, desde el cielo, la luna se asomó a la casa de
sus amigos. El viejo labrador había construido su choza en un claro
de la selva, muy lejos de las aldeas. Allí vivía, como en un exilio,
con su mujer y su hija.
La luna descubrió que en aquella casa no quedaba nada que comer. Para ella habían sido las últimas tortillas de maíz.
Entonces iluminó el lugar con la mejor de sus luces y pidió a las nubes que dejasen caer, alrededor de la choza, una llovizna muy especial.
Al amanecer en esa tierra habían brotado unos árboles desconocidos.
Entre el verde oscuro de las hojas, asomaban las flores blancas.
Jamás murió la hija del viejo labrador. Ella es la dueña de la yerba
mate y anda por el mundo ofreciéndola a los demás.
La yerba mate despierta a los dormidos, corrige a los haraganes y
hace hermanas a las gentes que no se conocen.

Eduardo Galeano
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MensajeTema: Re: Cuéntame un cuento.   Cuéntame un cuento. - Página 2 EmptyLun Oct 29, 2012 3:58 pm

La cobija

Don Roque era ya un anciano cuando murió su esposa, durante largos años había trabajado con ahínco para sacar adelante a su familia.
Su mayor deseo era ver a su hijo convertido en un hombre de bien, respetado por los demás, ya que para lograrlo dedicó su vida y su escasa fortuna.

A los 70 años Don Roque se encontraba sin fuerzas, sin esperanzas, solo y lleno de recuerdos.

Esperaba que su hijo, brillante profesional, le ofreciera su apoyo y comprensión, pero veía pasar los días sin que este apareciera y decidió por primera vez en su vida pedir un favor a su hijo.

Don Roque toco la puerta de la casa donde vivía su hijo con su familia.

- Hola papá!

Que milagro que vienes por aquí!
- Ya sabes que no me gusta molestarte, pero me siento muy solo, además estoy cansado y viejo.
- Pues a nosotros, nos da mucho gusto que vengas a visitarnos, ya sabes que esta es tu casa.
- Gracias hijo, sabía que podía contar contigo, pero temía ser un estorbo. Entonces, ¿no te molestaría que me quedara a vivir con ustedes? - Me siento tan solo!.
¿Quedarte a vivir aquí?, si..... claro...... pero no se si estarías a gusto, tú sabes, la casa es chica mi esposa es muy especial..... y luego los niños....
- Mira hijo, si te causo muchas molestias olvídalo, no te preocupes por mí, alguien me tendera la mano.
- No padre no es eso, solo que.... no se me ocurre donde podrías dormir.
No puedo sacar a nadie de su cuarto, mis hijos no me lo perdonarían.... o solo que no te moleste dormir en el patio...
- Dormir en el patio está bien.

El hijo de Don Roque llamó a su hijo Luis de 12 años.

- Dime papá.
- Mira tu abuelo se quedara a vivir con nosotros. Tráele una cobija para que se tape en la noche.
- Si con gusto..... y ¿donde va a dormir?
- En el patio, no quiere que nos incomodemos por su culpa.
- Luis subió por la cobija, tomó unas tijeras y la cortó en dos.

En ese momento llegó su padre.
- ¿Que haces Luis? ¿Por que cortas la manta de tu abuelo?
- Sabes papá, estaba pensando.....
- Pensando ¿en qué?.- En guardar la mitad de la cobija para cuando tú seas viejo y vayas a vivir a mi casa....

Jorge Bucay
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MensajeTema: Re: Cuéntame un cuento.   Cuéntame un cuento. - Página 2 EmptyLun Oct 29, 2012 4:08 pm

Hace muchos años, vivía un hombre que era capaz de amar y perdonar a todos los que encontraba en su camino. Por esta razón, Dios envió a un ángel para que hablara con él.
-Dios me pidió que viniera a visitarte y que te dijera que Él quiere recompensarte por tu bondad - dijo el ángel. Cualquier gracia que desees, te será concedida. ¿Te gustaría tener el don de curar? -De ninguna manera - respondió el hombre - prefiero que el propio Dios elija a aquellos que deben ser curados.

-¿Y qué te parecería atraer a los pecadores hacia el camino de la verdad?

-Esa es una tarea para ángeles como tú. Yo no quiero que nadie me venere ni tener que dar el ejemplo todo el tiempo.

-No puedo volver al cielo sin haberte concedido un milagro. Si no eliges, te verás obligado a aceptar uno. El hombre reflexionó un momento y terminó por responder: -Entonces, deseo que el Bien se haga por mi intermedio, pero sin que nadie se dé cuenta - ni yo mismo, que podría pecar de vanidoso.

Y el ángel hizo que la sombra del hombre tuviera el poder de curar, pero sólo cuando el sol estuviese dándole en el rostro. De esta manera, por dondequiera que pasaba, los enfermos se curaban, la tierra volvía a ser fértil y las personas tristes recuperaban la alegría.

El hombre caminó muchos años por la Tierra sin darse cuenta de los milagros que realizaba porque cuando estaba de frente al sol, tenía a su sombra atrás. De esta manera, pudo vivir y morir sin tener conciencia de su propia santidad.

Paulo Coelho
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MensajeTema: Re: Cuéntame un cuento.   Cuéntame un cuento. - Página 2 EmptyMiér Dic 05, 2012 2:17 pm

“Cuentan que un rey muy rico de la India, hombre muy espiritual, tenía fama de ser indiferente a las riquezas materiales que poseía; cosa un tanto inusual para un personaje de su categoría.
Ante esta situación y movido por la curiosidad, un residente quiso averiguar el secreto del soberano para no dejarse deslumbrar por el oro, las joyas y los lujos excesivos que le rodeaban. Inmediatamente después de los saludos que la etiqueta y cortesía exigen, el hombre preguntó:
-Majestad, ¿Cuál es su secreto para cultivar la vida espiritual en medio de tanta riqueza?
El rey le dijo, - Te lo revelaré, si recorres mi palacio para comprender la magnitud de mi riqueza. Pero lleva una vela encendida. Si se apaga, te decapitaré.
Al término del paseo, el rey le preguntó, - ¿Qué piensas de mis riquezas?
La persona respondió, - No vi nada. Sólo me preocupé de que la llama no se apagara.
El rey le dijo, - Ese es mi secreto. Estoy tan ocupado tratando de avivar mi llama interior, que no me interesan las riquezas de fuera”
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MensajeTema: Re: Cuéntame un cuento.   Cuéntame un cuento. - Página 2 EmptyMiér Dic 05, 2012 4:01 pm

No es un cuento esto de la Wikipedia, pero lo parece:

"El Árbol de Teneré era una solitaria acacia, quizás Acacia raddiana o Acacia tortilus, que fue considerada en su momento como el árbol más solitario y aislado de la Tierra, el único dentro de un área de 400 km a la redonda. Fue punto de referencia para las caravanas a través de la región de Teneré, en el Sahara, al noreste de Níger, y es bien sabido que fue el único árbol en mostrarse en un mapa a una escala de 1:4.000.000.

Último sobreviviente de un grupo de árboles que crecieron cuando el desierto era menos seco de lo que es hoy, el árbol había permanecido aislado durante décadas. Durante el invierno de 1938 a 1939 se cavó un pozo cerca del árbol y se encontró que sus raíces alcanzaban un manto freático ubicado entre 33 y 36 metros de profundidad.

El comandante de las A.M.M (del Servicio Central de Asuntos Saharianos) Michele Lesourd vio el árbol el 21 de mayo de 1939 y escribió:

Uno debe ver el árbol para creer en su existencia. ¿Cuál es su secreto?, ¿cómo pudo sobrevivir a pesar de las multitudes de camellos que pasaban a su lado?, ¿cómo ningún azahari permitió que algún camello comiera sus hojas y espinas?, ¿Por qué ningún tuareg que dirigía las caravanas de sal, cortó sus ramas para encender fogatas, y hacer su área? La única respuesta es que el árbol es tabú y es considerado como tal por los caravaneros.
Hay un tipo de superstición, una orden tribal, que es siempre respetada. Cada año los azahari se reúnen alrededor del árbol antes de afrontar el cruce del Teneré. La acacia se ha convertido en un faro viviente: es el último punto de referencia para los azahari que dejan Agadez para ir a Bilma o para regresar.


En los años cincuenta un automóvil chocó contra el árbol y lo dañó. El explorador y etnólogo Henry Thenere había visitado la zona en una expedición anterior y constató los daños producidos:

Anteriormente, este árbol era verde y con flores; ahora es un árbol espinoso, sin color y desnudo. No puedo reconocerlo: tenía dos troncos distintos, ahora solo hay uno, más bien con un golpe en el lado que un corte a un metro del suelo. ¿Qué le sucedió a este pobre árbol?. Simple, un camión que se dirigía a Bilma lo golpeó... Pero tenía suficiente espacio para esquivarlo... El tabú, el árbol sagrado, el único a quien ningún nómada osó haber herido con sus propias manos... este árbol ha sido víctima de un golpe mecánico...

En 1973 un conductor libio supuestamente ebrio empotró su coche en el árbol , la acacia no lo soportó, se secó y murió. El Arbol del Teneré fue llevado al Museo Nacional del Níger, a su capital, Niamey. Su lugar lo ocupa una estructura metálica en forma de árbol"





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Sólo reordené la información a mi modo, para darle aspecto de cuento. No se me ocurre ninguna moraleja, la dejo a libre elección. :diente:
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MensajeTema: Re: Cuéntame un cuento.   Cuéntame un cuento. - Página 2 EmptyMiér Ene 23, 2013 5:31 pm

Hola Tatsumaru, me gustó tu "no cuento"

La moraleja? Pues tal vez, que todo tiene su fin. Wink
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MensajeTema: Re: Cuéntame un cuento.   Cuéntame un cuento. - Página 2 EmptyMiér Ene 23, 2013 5:34 pm

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MensajeTema: Re: Cuéntame un cuento.   Cuéntame un cuento. - Página 2 EmptyMiér Ene 30, 2013 9:26 am

EL ESPEJO CHINO

Un campesino chino se fue a la ciudad para vender la cosecha de arroz y su mujer le pidió que no se olvidase de traerle un peine.

Después de vender su arroz en la ciudad, el campesino se reunió con unos compañeros, y bebieron y lo celebraron largamente. Después, un poco confuso, en el momento de regresar, se acordó de que su mujer le había pedido algo, pero ¿qué era? No lo podía recordar. Entonces compró en una tienda para mujeres lo primero que le llamó la atención: un espejo. Y regresó al pueblo.

Entregó el regalo a su mujer y se marchó a trabajar sus campos. La mujer se miró en el espejo y comenzó a llorar desconsoladamente. La madre le preguntó la razón de aquellas lágrimas.

La mujer le dio el espejo y le dijo:
-Mi marido ha traído a otra mujer, joven y hermosa.

La madre cogió el espejo, lo miró y le dijo a su hija:
-No tienes de qué preocuparte, es una vieja.

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MensajeTema: Re: Cuéntame un cuento.   Cuéntame un cuento. - Página 2 EmptyVie Feb 08, 2013 5:39 pm

Como aprovechar una situación desfavorable.

Cuenta esta historia que un joven de la ciudad se fue al campo y le compró un burro a un viejo campesino, por 100 €.El campesino acordó entregarle el animal al día siguiente, pero al día siguiente el campesino le dijo:

- Lo siento hijo, pero tengo malas noticias... el burro murió.
- Bueno, entonces devuélvame mi dinero...
- No puedo, ya lo he gastado…
- Bien... da igual, entrégueme el burro...
-Y ¿para qué?... ¿Qué va a hacer con él?
- Lo voy a rifar.
- ¡Estás loco! ¿Cómo vas a rifar un burro muerto?
- Es que no voy a decir a nadie que está muerto, por supuesto.

Un mes después de este suceso, se volvieron a encontrar el viejo vendedor y el joven comprador.
-Que pasó con el Burro?
- Lo rifé, vendí 500 rifas a 2 €. y gané 998 €.
-¿Y nadie se quejó?
- Sólo el ganador... pero a él le devolví sus 2 €.
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MensajeTema: Re: Cuéntame un cuento.   Cuéntame un cuento. - Página 2 EmptyDom Feb 10, 2013 2:57 pm

Los inocentes
[Cuento. Texto completo] Pedro Juan Soto








1

treparme frente al sol en aquella nube con las
palomas sin caballos sin mujeres y no oler cuando queman los cacharros en el
solar sin gente que me haga burla


Desde la ventana, vistiendo el traje hecho y vendido para contener a un hombre
que no era él, veía las palomas revolotear en el alero de enfrente.

o con pertas y ventanas siempre abiertas tener alas

Comenzaba a agitar las manos y a hacer ruido como las palomas cuando oyó la voz
a sus espaldas.

-Nene, nene.

La mujer acartonada estaba sentada en la mesa (debajo estaba la maleta de tapas
frágiles, con una cuerda alrededor por única llave), y le observaba con sus ojos
vivos, derrumbada en la silla tomo una gata hambrienta y abandonada.

-Pan -dijo él.

Dándole un leve empujón a la mesa, la mujer retiró la silla y fue a la alacena.
Sacó el trozo de pan que estaba al descubierto sobre las cajas de arroz y se lo
llevó al hombre, que seguía manoteando y haciendo ruido.

ser paloma

-No hagah ruido. Pipe.


Él desmoronó el trozo de pan sobre el alféizar, sin
hacer caso.


-No hagah ruido, nene.

Los hombres que jugaban dominó bajo el toldo de la
bodega ya miraban hacia arriba.


Él dejó de sacudir la lengua.

sin gente que me haga burla

-A pasiar a la plaza -dijo.

-Sí, Holtensia viene ya pa sacalte a pasiar.

-A la plaza.

-No, a la plaza no. Se la llevaron. Voló.

Él hizo pucheros. Atendió de nuevo al revoloteo de las
palomas.


no hay plaza

-No, no fueron lah palomah -dijo ella-. Fue el malo, el
diablo.


-Ah.

-Hay que pedirle a Papadioh que traiga la plaza.

-Papadioh -dijo él mirando hacia fuera- trai la plaza y
el río…


-No, no. Sin abrir la boca -dijo ella-. Arrodíllate y
háblale a Papadioh sin abrir la boca.


Él se arrodilló frente al alféizar y enlazó las manos y
miró por encima de las azoteas.


yo quiero ser paloma

Ella miró hacia abajo: al ocio de los hombres en la
mañana del sábado y al ajetreo de las mujeres en la ida o la vuelta del mercado.


2

Lenta, pesarosa, pero erguida, como si balanceara un
bulto en la cabeza, echó a andar hacia la habitación donde la otra, delante del
espejo, se quitaba los ganchos del pelo y los amontonaba sobre el tocador.


-No te lo lleveh hoy, Holtensia.

La otra la miró de reojo.

-No empieceh otra veh, mamá. No le va pasal na. Lo
cuidan bien y no noh cuehta.


Saliendo de los ganchos, el cabello se hacía una mota
negra sobre las orejas.


-Pero si yo lo sé cuidal. Eh mi hijo. ¿Quién mejol que
yo?


Hortensia estudió en el espejo la figura magra y
menuda.


-Tú ehtáh vieja, mamá.

Una mano descarnada se alzó en el espejo.

-Todavía no ehtoy muerta. Todavía puedo velar por él.

-No eh eso.

Los bucles seguían apelmazados a pesar de que ella
trataba de aflojárselos con el peine.


-Pipe'h inocente -dijo la madre, haciendo de las
palabras agua para un mar de lástima-. Eh un nene.


Hortensia echó el peine a un lado. Sacó un lápiz del
bolso que mantenía abierto sobre el tocador y comenzó a ennegrecer las cejas
escasas.


-Eso no se cura -dijo al espejo-. Tú lo sabeh. Por eso
lo mejor…


-En Puerto Rico no hubiera pasao ehto.

-En Puerto Rico era dihtinto -dijo Hortensia, hablando
por encima del hombro-. Lo conocía la gente. Podía salir porque lo conocía la
gente. Pero en Niu Yol la gente no se ocupa y uno no conoce al vecino. La vida
eh dura. Yo me paso los añoh cose que cose y todavía sin casalme.


Buscando el lápiz labial, vio en el espejo cómo se
descomponía el rostro de la madre.


-Pero no eh por eso tampoco. Él ehtá mejol atendío
allá.


-Eso diceh tú -dijo la madre.

Hortensia tiró los lápices y el peine dentro del bolso
y lo cerró. Se dio vuelta; blusa porosa, labios grasientos, cejas tiznadas,
bucles apelmazados.


-Dehpuéh de un año aquí, merecemoh algo mejor.

-Él no tiene la culpa de lo que noh pase a nosotrah.

-Pero si se queda aquí, la va tenel. Fíjate.

Se abalanzó sobre la madre pata cogerle un brazo y
alzarle la manga que no pasaba del codo. Sobre los ligamentos caídos había una
mancha morada.


-Ti ha levantao ya la mano y yo en la factoría no estoy
tranquila pensando que'htará pasando contigo y con él. Y si ya pasao ehto…


-Fue sin querel -dijo la madre, bajando la manga y
mirando al piso al mismo tiempo que torcía el brazo para que Hortensia la
soltara.


-¿Sin querel y te tenía una mano en el cuello? Si no
agarro la botella, sabe Dioh. Aquí no hay un hombre, que li haga frente y yo
m’ehtoy acabando, mamá y tú le tieneh miedo.


-Eh un nene -dijo la madre con su voz mansa,
ahuyentando el cuerpo como un caracol.


Hortensia entornaba los ojos.

-No vengah con eso. Yo soy joven y tengo la vida por
delante y él no. Tú también ehtáh cansa y si él se fuera podríah vivil mejor los
añoh que te quedan y tú lo sabeh pero no ti atreveh a decirlo porque creeh que’h
malo pero yo lo digo por ti tú ehtáh cansa y por eso filmahte loh papeleh porque
sabeh que’n ese sitio lo atienden máh bien y tú entonceh podráh sentalte a ver
la gente pasar por la calle y cuando te dé la gana puedeh pararte y salir a
pasiar como elloh pero prefiereh creer que'h un crimen y que yo soy la criminal
pa tú quedar como madre sufrida y hah sido una madre sufrida eso no se te puede
quital pero tieneh que pensar en ti y en mí. Que si el caballo lo tumbó a loh
diez añoh…


La madre salía a pasos rápidos, como empujada, como si
la habitación misma la soplara fuera, mientras Hortensia decía:


-…y los otroh veinte los ha vivío así tumbao…

Y se volvía para verla salir, sin ir tras ella,
tirándose sobre el tocador donde ahora sentía que sus puños martillaban un
compás para su casi grito.


-…nosotroh loh hemoh vivío con él.

Y veía en el espejo el histérico dibujo de carnaval que
era su rostro.


y no hay gallos y no hay perras y no hay campanas y
no hay viento del río y no hay timbre de cine y el sol no entra aquí y no me
gusta


-Ya -dijo la madre inclinándose para barrer con las
manos las migajas del alféizar. La muchachería azotaba y perseguía una pelota de
goma en la calle.


y la frialdad duerme se sienta camina con uno aquí
dentro y no me gusta


-Ya, nene, ya. Di amén.

-Amén.

Lo ayudó a incorporarse y le puso el sombrero en la
mano, viendo que ya Hortensia, seria y con los ojos irritados, venía hacía
ellos.


-Vamoh, Pipe. Dali un beso a mamá.

Poso el bolso en la mesa y se dobló para recoger la
maleta. La madre se abalanzó al cuello de él -las manos como tenazas- y besó el
rostro de avellana chamuscada y pasó los dedos sobre la piel que había afeitado
esta mañana.


-Vamoh -dijo Hortensia cargando bolso y maleta.

Él se deshizo de los brazos de la madre y caminó hasta
la puerta metiendo la mano que llevaba el sombrero.


-Nene, ponte’l sombrero -dijo la madre, y parpadeó para
que él no viera las lágrimas.


Dándose vuelta, él alzó y dejó encima del cabello
envaselinado aquello que por lo chico parecía un juguete, aquello que quería
compensar el desperdicio de tela en el traje.


-No, que lo deje aquí -dijo Hortensia.

Pipe hizo pucheros. La madre tenía los ojos fijos en
Hortensia y la mandíbula le temblaba.


-Ehtá bien -dijo Hortensia, -llévalo en la mano.

Él volvió a caminar hacia la puerta y la madre lo
siguió, encogiéndose un poco ahora y conteniendo los brazos que querían
estirarse hacia él.


Hortensia la detuvo.

-Mamá, lo van a cuidal.

-Que no lo mal…

-No. Hay médicoh. Y tú… cada do semanah. Yo te llevo.

Ambas se esforzaban por mantener firme la voz.

-Recuéhtate, mamá.

-Dile que se quede… no haga ruido y que coma de to.

-Sí.

Hortensia abrió la puerta y miró fuera para ver si Pipe
se había detenido en el rellano. Él se entretenía escupiendo sobre la baranda de
la escalera y viendo caer la saliva.


-Yo vengo temprano, mamá.

La madre estaba junto a la silla que ya sobraba,
intentando ver al hijo a través del cuerpo que bloqueaba la entrada.


-Recuéhtate, mamá.

La madre no respondió. Con las manos enlazadas
enfrente, estuvo rígida hasta que el pecho y los hombros se convulsionaron y
comenzó a salir el llanto hiposo y delicado.


Hortensia tiró la puerta y bajó a Pipe a toda prisa. Y
ante la inmensa ciudad de un mediodía de junio, quiso huracanes y eclipses y
nevadas.


FIN
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