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 Cuéntame un cuento.

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Nirvana
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Gloria
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MensajeTema: Cuéntame un cuento.   Cuéntame un cuento. EmptySáb Sep 10, 2011 8:27 pm

En un pequeño pueblo, una mujer se llevó una gran sorpresa al ver que había llamado a su puerta un extraño, correctamente vestido, que le pedía algo de comer. «Lo siento», dijo ella, «pero ahora mismo no tengo nada en casa.»
«No se preocupe», dijo amablemente el extraño. «Tengo una piedra de sopa en mi cartera; si usted me permitiera echarla en un puchero de agua hirviendo, yo haría la más exquisita sopa del mundo. Un puchero muy grande, por favor.»
A la mujer le picó la curiosidad, puso el puchero al fuego y fue a contar el secreto de la piedra de sopa a sus vecinas. Cuando el agua rompió a hervir, todo el vecindario se había reunido allí para ver a aquel extraño y su piedra de sopa. El extraño dejó caer la piedra en el agua, luego probó una cucharada con verdadera delectación y exclamó: «¡Deliciosa! Lo único que necesita es unas cuantas patatas.»
«¡Yo tengo patatas en mi cocina!», gritó una mujer. Y en pocos minutos estaba de regreso con una gran fuente de patatas peladas que fueron derechas al puchero. El extraño volvió a probar el brebaje. «¡Excelente!», dijo; y añadió pensativamente: «Si tuviéramos un poco de carne, haríamos un cocido de lo más apetitoso...»
Otra ama de casa salió zumbando y regresó con un pedazo de carne que el extraño, tras aceptarlo cortésmente, introdujo en el puchero. Cuando volvió a probar el caldo, puso los ojos en blanco y dijo: «¡Ah, qué sabroso! Si tuviéramos unas cuantas verduras, sería perfecto, absolutamente perfecto...»
Una de las vecinas fue corriendo hasta su casa y volvió con una cesta llena de cebollas y zanahorias. Después de introducir las verduras en el puchero, el extraño probó nuevamente el guiso y, con tono autoritario, dijo: «La sal». «Aquí la tiene», le dijo la dueña de la casa. A continuación dio otra orden: «Platos para todo el mundo». La gente se apresuró a ir a sus casas en busca de platos. Algunos regresaron trayendo incluso pan y frutas.
Luego se sentaron todos a disfrutar de la espléndida comida, mientras el extraño repartía abundantes raciones de su increíble sopa. Todos se sentían extrañamente felices mientras reían, charlaban y compartían por primera vez su comida. En medio del alborozo, el extraño se escabulló silenciosamente, dejando tras de sí la milagrosa piedra de sopa, que ellos podrían usar siempre que quisieran hacer la más deliciosa sopa del mundo.

Antony de Mello en La oración de la rana.

Compartir merece la pena. Wink
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MensajeTema: Re: Cuéntame un cuento.   Cuéntame un cuento. EmptyDom Sep 11, 2011 11:44 am

Despertando de un mal sueño.

Cuenta una leyenda hindú que un maestro y su discípulo, recorriendo los campos llegaron a una pequeña comunidad en la que se respiraba el olor más insoportable, el hambre, casuchas miserables, sus habitantes famélicos, sumergidos en una profunda apatía y desesperanza. El maestro interrogó a uno de sus habitantes:

· ¿De que viven? ¿Cómo se mantienen vivos?

- De una vaca, de su leche nos alimentamos, elaboramos un poco de crema y mantequilla con lo que adquirimos lo indispensable.

El maestro continuó su camino y ordeno a su discípulo:

· En la noche toma la vaca y lánzala al precipicio.

- Maestro, es una gran injusticia lo que me ordena, estos pobres viven solamente de ella, seguramente morirán de hambre.

· Haz lo que te ordeno.

Obediente, cumplió al pie de la letra las instrucciones, pasaron los años y ahora el discípulo ya convertido en Maestro fue a visitar nuevamente a esa comunidad pues no lograba comprender tan extraña e injusta decisión de su Maestro en el aquel entonces. Cual fue su sorpresa al encontrarse con un pueblo renovado, se respiraba prosperidad, la mirada y actitud de sus habitantes eran totalmente diferentes, los niños transmitían optimismo y buena salud.

Pregunto: ¿qué había sucedido?, ¿a qué se debía ese cambio?

· Hace años vivíamos todos solamente de una vaca, una mañana amaneció muerta en el fondo del precipicio, desesperados empezamos a imaginar que hacer para sobrevivir, vendimos la carne y con ese dinero compramos semillas y sembramos hortalizas, con esos productos adquirimos gallinas, con la venta de los huevos adquirimos un cerdo. Así continuó narrando la cadena de valor que habían creado, con lo cual el maestro reflexionó:

- Entiendo ahora al maestro, a esta gente la adversidad los hizo despertar de un aletargado sueño que se llama resignación y que se convierte en el alimento de la mediocridad, bendita adversidad que nos lanza a triunfar.
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MensajeTema: Re: Cuéntame un cuento.   Cuéntame un cuento. EmptyDom Sep 11, 2011 1:50 pm

La Diferencia vestía de rojo carmín el día que se presentó ante el gran jurado. Con una calma visible, apareció a las puertas del tribunal custodiada por los alguaciles de la ley y el orden, preparada para defender la inocencia de su causa. Al verla, en el público sonaron insultos y admiraciones que pocos minutos depués fueron acallados por su señoría la Justicia, que llegó dispuesta a hacer honor a su nombre.

Tras dos golpes de martillo, se hizo el silencio en la sala. Un alguacil leyó entonces los cargos imputados a la acusada: escándalo público, provocación, hábitos extraños… En la sala se ahogó una exclamación de asombro unida a un fuerte suspiro. La Libertad sería la responsable de defenderla. La Intolerancia de acusarla.

La Justicia le cedió el turno a la Intolerancia que procedió a citar a sus testigos. Tres fueron los llamados a señalar a la Diferencia. La Cobardía, fue la primera, por miedo. La siguió la Indiferencia, por egoísmo y dejadez. En último lugar declaró el Rechazo, cargado de orgullo y envidia.
El murmullo de la sala ante las declaraciones, creó una tensión insoportable. La Justicia lo hizo callar y concedió voz a la defensa, que hasta entonces no había podido hacer nada. La Libertad se puso en pie, y se sacó un as de la manga. Su único recurso, su testigo, sería un humilde sentimiento llamado Respeto.

Tras la llamada, el aludido acudió al estrado. Ante la expectación de los presentes, su testimonio fue breve: “en la Diferencia hay tanta honestidad como en la Semejanza, pero reflejada de un modo tan original que sólo los inteligentes pueden verla”.

Escuchando estas palabras, el público palideció y quedó mudo de repente, al igual que su Señoría. El silencio se convirtió en un estruendo feroz y ocurrió lo más inesperado: la Justicia sin más comenzó a aplaudir estrepitosamente. Aturdido unos y sorprendidos otros, todos la imitaron. La Libertad abrazó entonces a la Diferencia, que agarrada de la mano del Respeto, fue a lucir su nueva pamela por toda la ciudad.

Autor desconocido
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MensajeTema: Re: Cuéntame un cuento.   Cuéntame un cuento. EmptyDom Sep 11, 2011 1:57 pm

Precisos cuento, Manulondra, me ha encantado. Y desde luego su lección es inmejorable. Wink
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MensajeTema: Re: Cuéntame un cuento.   Cuéntame un cuento. EmptyDom Sep 11, 2011 8:05 pm

Gloria escribió:
Precisos cuento, Manulondra, me ha encantado. Y desde luego su lección es inmejorable. Wink

La verdad es que el cuento y el relato corto interesantes no serían tan difíciles de conseguir, si siguiéramos estos buenos consejos. Será bueno tenerlos en cuenta para cuando nos animemos a realizarlos:

Decálogo del perfecto cuentista, por Horacio Quiroga
I
Cree en un maestro —Poe, Maupassant, Kipling, Chejov— como en Dios mismo.
II
Cree que su arte es una cima inaccesible. No sueñes en domarla. Cuando puedas hacerlo, lo
conseguirás sin saberlo tú mismo.
III
Resiste cuanto puedas a la imitación, pero imita si el influjo es demasiado fuerte. Más que
ninguna otra cosa, el desarrollo de la personalidad es una larga paciencia.
IV
Ten fe ciega no en tu capacidad para el triunfo, sino en el ardor con que lo deseas. Ama a tu
arte como a tu novia, dándole todo tu corazón.
V
No empieces a escribir sin saber desde la primera palabra adónde vas. En un cuento bien
logrado, las tres primeras líneas tienen casi la importancia de las tres últimas.
VI
Si quieres expresar con exactitud esta circunstancia: "Desde el río soplaba el viento frío",
no hay en lengua humana más palabras que las apuntadas para expresarla. Una vez dueño
de tus palabras, no te preocupes de observar si son entre sí consonantes o asonantes.
VII
No adjetives sin necesidad. Inútiles serán cuantas colas de color adhieras a un sustantivo
débil. Si hallas el que es preciso, él solo tendrá un color incomparable. Pero hay que hallarlo.
VIII
Toma a tus personajes de la mano y llévalos firmemente hasta el final, sin ver otra cosa que
el camino que les trazaste. No te distraigas viendo tú lo que ellos pueden o no les importa
ver. No abuses del lector. Un cuento es una novela depurada de ripios. Ten esto por una
verdad absoluta, aunque no lo sea.
IX
No escribas bajo el imperio de la emoción. Déjala morir, y evócala luego. Si eres capaz
entonces de revivirla tal cual fue, has llegado en arte a la mitad del camino.
X
No pienses en tus amigos al escribir, ni en la impresión que hará tu historia. Cuenta como si
tu relato no tuviera interés más que para el pequeño ambiente de tus personajes, de los que
pudiste haber sido uno. No de otro modo se obtiene la vida del cuento.
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MensajeTema: Re: Cuéntame un cuento.   Cuéntame un cuento. EmptyDom Sep 18, 2011 3:49 pm

Buenos consejos, lo difícil es seguirlos, por eso creo yo que no es nada fácil escribir un cuento. Razz
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MensajeTema: Re: Cuéntame un cuento.   Cuéntame un cuento. EmptyDom Sep 18, 2011 3:54 pm

El secreto de la felicidad.

Cierto mercader envió a su hijo con el más sabio de todos los hombres para que aprendiera el Secreto de la Felicidad. El joven anduvo durante cuarenta días por el desierto, hasta que llegó a un hermoso castillo, en lo alto de una montaña. Allí vivía el Sabio que buscaba. Sin embargo, en vez de encontrar a un hombre santo, nuestro héroe entró en una sala y vio una actividad inmensa; mercaderes que entraban y salían, personas conversando en los rincones, una pequeña orquesta que tocaba melodías suaves y una mesa repleta de los más deliciosos manjares de aquella región del mundo.

El Sabio conversaba con todos, y el joven tuvo que esperar dos horas para que le atendiera. El Sabio escuchó atentamente el motivo de su visita, pero le dijo que en aquel momento no tenía tiempo de explicarle el Secreto de la Felicidad. Le sugirió que diese un paseo por su palacio y volviera dos horas más tarde.

- Pero quiero pedirte un favor - añadió el Sabio entregándole una cucharilla de té en la que dejó caer dos gotas de aceite - . Mientras camines lleva esta cucharilla y cuida de que el aceite no se derrame.

El joven empezó a subir y bajar las escalinatas del palacio manteniendo siempre los ojos fijos en la cuchara. Pasadas las dos horas, retornó a la presencia del Sabio.

-¿Qué tal? - preguntó el Sabio-. ¿Viste los tapices de Persia que hay en mi comedor? ¿Viste el jardín que el Maestro de los Jardineros tardó 10 años en crear? ¿Reparaste en los bellos pergaminos de mi biblioteca?

El joven avergonzado, confesó que no había visto nada, Su única preocupación había sido no derramar las gotas de aceite que el Sabio le había confiado.

- Pues entonces vuelve y conoce las maravillas de mi mundo - dijo el Sabio- . No puedes confiar en un hombre si no conoces su casa.

Ya más tranquilo, el joven cogió nuevamente la cuchara y volvió a pasear por el palacio, esta vez mirando con atención todas las obras de arte que adornaban el techo y las paredes. Vio los jardines, las montañas a su alrededor, la delicadeza de las flores, el esmero con que cada obra de arte estaba colocada en su lugar.

De regreso a la presencia del Sabio, le relató detalladamento todo lo que había visto.

- ¿Pero dónde están las dos gotas de aceite que te confié? - preguntó el Sabio.

El joven miró la cuchara y se dio cuenta de que las había derramado.

- Pues éste es el único consejo que puedo darte - le dijo el más Sabio de los Sabios. El secreto de la felicidad está en mirar todas las maravillas del mundo, pero sin olvidarse nunca de las dos gotas de aceite en la cuchara.


De la obra El Alquimista, de Paulo Coelho.
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MensajeTema: Re: Cuéntame un cuento.   Cuéntame un cuento. EmptyLun Sep 19, 2011 4:47 pm

Me levanto por la mañana.
Salgo de mi casa.
Hay un socavón en la acera.
No lo veo
y me caigo en él.

Al día siguiente
salgo de mi casa,
me olvido de que hay un socavón en la acera,
y me vuelvo a caer en él.

Al tercer día
salgo de mi casa tratando de acordarme
de que hay un socavón en la acera.
Sin embargo,
no lo recuerdo
y caigo en él.

Al cuarto día
salgo de mi casa tratando de acordarme
del socavón en la acera.
Lo recuerdo y,
a pesar de eso,
no veo el pozo y caigo en él.

Al quinto día
salgo de mi casa.
Recuerdo que tengo que tener presente
el socavón en la acera
y camino mirando al suelo.
Y lo veo y,
a pesar de verlo,
caigo en él.

Al sexto día
salgo de mi casa.
Recuerdo el socavón en la acera.
Voy buscándolo con la mirada.
Lo veo,
intento saltarlo,
pero caigo en él.

Al séptimo día
salgo de mi casa.
Veo el socavón.
Tomo carrerilla,
salto,
rozo con la punta de mis pies el borde del otro lado,
pero no es suficiente y caigo en él.

Al octavo día,
salgo de mi casa,
veo el socavón,
tomo carrerilla,
salto,
¡llego al otro lado!
Me siento tan orgullosa de haberlo conseguido
que lo celebro dando saltos de alegría...
Y, al hacerlo,
caigo otra vez en el pozo.

Al noveno día,
salgo de mi casa,
veo el socavón,
tomo carrerilla,
lo salto
y sigo mi camino.

Al décimo día,
justo hoy,
me doy cuenta
de que es más cómodo
caminar...
por la acera de enfrente.



Jorge Bucay

Cuentos para pensar
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MensajeTema: Re: Cuéntame un cuento.   Cuéntame un cuento. EmptyLun Sep 19, 2011 5:01 pm

Qué buen cuento de Jorge Bucay! nadie como él para hacernos ver de una forma tan sencilla la solución a los problemas.

Muchas gracias por tu aportación, Nirvana.
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MensajeTema: Re: Cuéntame un cuento.   Cuéntame un cuento. EmptyLun Sep 19, 2011 5:34 pm


Esta historia comienza cuando Nasrudin llega a un pequeño pueblo en algún lugar lejano de Medio Oriente.

Era la primera vez que estaba en ese pueblo y una multitud se había reunido en un auditorio para escucharlo. Nasrudin, que en verdad no sabia que decir, porque él sabía que nada sabía, se propuso improvisar algo y así intentar salir del atolladero en el que se encontraba.

Entró muy seguro y se paró frente a la gente. Abrió las manos y dijo:

-Supongo que si ustedes están aquí, ya sabrán que es lo que yo tengo para decirles.

La gente dijo:

-No... ¿Qué es lo que tienes para decirnos? No lo sabemos ¡Háblanos! ¡Queremos escucharte!

Nasrudin contestó:

-Si ustedes vinieron hasta aquí sin saber que es lo que yo vengo a decirles, entonces no están preparados para escucharlo.

Dicho esto, se levantó y se fue.

La gente se quedó sorprendida. Todos habían venido esa mañana para escucharlo y el hombre se iba simplemente diciéndoles eso. Habría sido un fracaso total si no fuera porque uno de los presentes -nunca falta uno- mientras Nasrudin se alejaba, dijo en voz alta:

-¡Qué inteligente!

Y como siempre sucede, cuando uno no entiende nada y otro dice "¡qué inteligente!", para no sentirse un idiota uno repite: "¡si, claro, qué inteligente!". Y entonces, todos empezaron a repetir:

-Qué inteligente.-Qué inteligente.

Hasta que uno añadió:

-Si, qué inteligente, pero... qué breve.

Y otro agrego:

-Tiene la brevedad y la síntesis de los sabios. Porque tiene razón. ¿Cómo nosotros vamos a venir acá sin siquiera saber qué venimos a escuchar? Qué estúpidos que hemos sido. Hemos perdido una oportunidad maravillosa. Qué iluminación, qué sabiduría. Vamos a pedirle a este hombre que dé una segunda conferencia.

Entonces fueron a ver a Nasrudin. La gente había quedado tan asombrada con lo que había pasado en la primera reunión, que algunos habían empezado a decir que el conocimiento de Él era demasiado para reunirlo en una sola conferencia.

Nasrudin dijo:

-No, es justo al revés, están equivocados. Mi conocimiento apenas alcanza para una conferencia. Jamás podría dar dos.

La gente dijo:

-¡Qué humilde!

Y cuanto más Nasrudin insistía en que no tenia nada para decir, con mayor razón la gente insistía en que querían escucharlo una vez más. Finalmente, después de mucho empeño, Nasrudin accedió a dar una segunda conferencia.

Al día siguiente, el supuesto iluminado regresó al lugar de reunión, donde había más gente aún, pues todos sabían del éxito de la conferencia anterior. Nasrudin se paró frente al público e insistió con su técnica:

-Supongo que ustedes ya sabrán que he venido a decirles.

La gente estaba avisada para cuidarse de no ofender al maestro con la infantil respuesta de la anterior conferencia; así que todos dijeron:

-Si, claro, por supuesto lo sabemos. Por eso hemos venido.

Nasrudin bajó la cabeza y entonces añadió:

-Bueno, si todos ya saben qué es lo que vengo a decirles, yo no veo la necesidad de repetir.

Se levantó y se volvió a ir.

La gente se quedó estupefacta; porque aunque ahora habían dicho otra cosa, el resultado había sido exactamente el mismo. Hasta que alguien, otro alguien, gritó:

-¡Brillante!

Y cuando todos oyeron que alguien había dicho "¡brillante!", el resto comenzó a decir:

-¡Si, claro, este es el complemento de la sabiduría de la conferencia de ayer!

-Qué maravilloso-Qué espectacular-Qué sensacional, qué bárbaro

Hasta que alguien dijo:

-Si, pero... mucha brevedad.-Es cierto- se quejó otro-Capacidad de síntesis- justificó un tercero.

Y en seguida se oyó:

-Queremos más, queremos escucharlo más. ¡Queremos que este hombre nos de más de su sabiduría!

Entonces, una delegación de los notables fue a ver a Nasrudin para pedirle que diera una tercera y definitiva conferencia. Nasrudin dijo que no, que de ninguna manera; que él no tenia conocimientos para dar tres conferencias y que, además, ya tenia que regresar a su ciudad de origen.

La gente le imploró, le suplicó, le pidió una y otra vez; por sus ancestros, por su progenie, por todos los santos, por lo que fuera. Aquella persistencia lo persuadió y, finalmente, Nasrudin aceptó temblando dar la tercera y definitiva conferencia.

Por tercera vez se paró frente al publico, que ya eran multitudes, y les dijo:

-Supongo que ustedes ya sabrán de qué les voy a hablar.

Esta vez, la gente se había puesto de acuerdo: sólo el intendente del poblado contestaría. El hombre de primera fila dijo:

-Algunos si y otros no.

En ese momento, un largo silencio estremeció al auditorio. Todos, incluso los jóvenes, siguieron a Nasrudin con la mirada.

Entonces el maestro respondió:

-En ese caso, los que saben... cuéntenles a los que no saben.

Se levantó y se fue.
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MensajeTema: Re: Cuéntame un cuento.   Cuéntame un cuento. EmptyMar Sep 20, 2011 12:04 am

¿De quién es la culpa?

Una pareja salió de vacaciones. Al regresar, se encontraron con que la puerta había sido forzada: los ladrones se habían llevado todo.

El marido acusó a la mujer, diciéndole que no había echado los cerrojos. Ella afirmó, por su parte, que a él se le había olvidado cerrar la puerta con llave.

Así dio inicio a una prolongada discusión, hasta que los vecinos llamaron a un religioso para intentar serenar los ánimos.

— La culpa es de ella, que siempre ha sido muy descuidada —dijo el marido.

— Ni hablar. Él es el que tiene la culpa, que nunca pone atención en lo que hace. —respondió la mujer.

— Un momento —dijo el religioso. Nos pasamos la vida culpándonos los unos a los otros por cosas que no hemos hecho y acabamos cargando un fardo que no nos pertenece. ¿Acaso no se os ha pasado por la cabeza que los ladrones son los verdaderos culpables del robo?


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MensajeTema: Re: Cuéntame un cuento.   Cuéntame un cuento. EmptyMiér Sep 21, 2011 12:02 pm

En mis viajes encontré un brahma anciano, sujeto muy cuerdo, instruído y discreto, y con
esto rico, cosa que le hacía más cuerdo; porque como no le faltaba nada, no necesitaba engañar
a nadie. Gobernaban su familia tres mujeres muy hermosas, cuyo esposo era; y cuando no se
recreaba con sus mujeres, se ocupaba en filosofar. Vivía junto a su casa, que era hermosa, bien
alhajada y con amenos jardines, una india vieja, tonta y muy pobre.

Díjome un día: Quisiera no haber nacido. Preguntéle porqué, y me respondió:
- Cuarenta años ha que estoy estudiando, y los cuarenta los he perdido; enseño a los demás y lo
ignoro todo. Este estado me tiene tan aburrido y tan descontento, que no puedo aguantar la vida;
he nacido, vivo en el tiempo, y no sé qué cosa es el tiempo; me hallo en un punto entre dos
eternidades, como dicen nuestros sabios, y no tengo idea de la eternidad; consto de materia,
pienso, y nunca he podido averiguar la causa eficiente del pensamiento; ignoro si es mi
entendimiento una mera facultad, como la de andar y digerir, y si pienso con mi cabeza lo mismo
que palpo con mis manos. No solamente ignoro el principio de mis pensamientos, también se me
esconde igualmente el de mis movimientos; no sé porqué existo, y no obstante todos los días me
hacen preguntas sobre todos estos puntos; y como tengo que responder con precisión y no sé
que decir, hablo mucho, y después de haber hablado me quedo avergonzado y confuso de mí
mismo. Peor es todavía cuando me preguntan si Dios es eterno. A Dios lo pongo por testigo de
que no lo sé, y bien se echa de ver en mis respuestas. Reverendo Padre, me dicen, explicadme
cómo el mal inunda la tierra entera. Tan adelantado estoy yo como los que me hacen esta
pregunta: unas veces les digo que todo está perfectísimo; pero los que han perdido su
patrimonio y sus miembros en la guerra no lo quieren creer ni yo tampoco, y me vuelvo a mi casa
abrumado por mi curiosidad e ignorancia. Leo nuestros libros antiguos, y me ofuscan más las
tinieblas. Hablo con mis compañeros: unos me aconsejan que disfrute de la vida y me ría de la
gente; otros creen que saben algo y se descarrían en sus desatinos, y todo la angustia que
padezco. Muchas veces estoy a pique de desesperarme, contemplando que al cabo de todas
mis investigaciones, no sé ni de donde vengo, ni qué soy, ni adónde iré, ni qué ser.
Causóme lástima de veras el estado de este buen hombre, que era el más racional, y me
convencí de que era más desdichado el que más entendimiento tenía y era más sensible.

Aquel mismo día visité a la vieja vecina suya, y le pregunté si se había apesadumbrado
alguna vez por no saber qué era su alma, y ni siquiera entendió mi pregunta. Ni un instante en
toda su vida había reflexionado en alguno de los puntos que tanto atormentaban al buen brahma;
creía con toda su alma en Dios y se tenía por la más dichosa mujer, con tal que de cuando en
cuando tuviese agua para bañarse.
Atónito de la felicidad de esta pobre mujer, me volví a ver a mi filósofo y le dije:
- ¿No tenéis vergüenza de vuestra desdicha, cuando a la puerta de vuestra casa hay una vieja
autómata que en nada piensa y vive contentísima?
- Razón tenéis –me respondió-, y cien veces he dicho para mí que sería muy feliz si fuera tan
tonto como mi vecina; más no quiero gozar semejante felicidad.
Más golpe me dio esta respuesta del buen hombre que todo cuanto primero me había
dicho; y examinándome a mí mismo, ví que efectivamente no quisiera yo ser feliz a cambio de
ser un majadero.

Se propuso el caso a varios filósofos, y todos fueron de mi parecer. No obstante, decía
yo para mí, rara contradicción es pensar así, porque al cabo lo que importa es ser feliz, y nada
monta tener entendimiento o ser necio. También digo: los que viven satisfechos con su suerte,
bien ciertos están de que viven satisfechos; y los que discurren, no lo están de que discurren
bien. Entonces, es claro que debiera escoger uno no tener migaja de razón , si en algo contribuye
la razón a nuestra infelicidad. Todos fueron de mi mismo parecer, pero ninguno quiso entrar en el
ajuste de volverse tonto por vivir contento.

Voltaire - Historia de un buen Brahma
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MensajeTema: Re: Cuéntame un cuento.   Cuéntame un cuento. EmptyJue Sep 22, 2011 6:32 pm

Nirvana y Manulondra, muchas gracias por vuestros cuentos.

Manu, el de Voltaire me ha parecido muy interesante. Es una buena reflexión para hacer. Y comparto lo que se dice en el cuento, mientras más sabios somos, más lejos nos queda la felicidad. ¿A qué será debido? Rolling Eyes

Este es mi cuento de hoy.

Un hombre se traslada desde un pueblo remoto para consultar a un rabino muy famoso. Llega a la casa y advierte, sorprendido, que los únicos muebles de que dispone el rabino consisten en un colchón echado en el suelo, 2 butacas, 1 silla miserable y 1 vela, y que el resto de la habitacìón está absolutamente vacía.

La consulta se produce. El rabino le contesta con verdadera sabiduria. Antes de irse, intrigado por la escasez del mobiliario, el hombre le pregunta:

-¿Le puedo hacer una consulta más?

- Sí, por supuesto

- ¿Dónde están sus muebles?

-¿Y dónde están los suyos...?- responde el rabino.

-¿Cómo que donde están los mios? Yo estoy de paso - dice el hombre sin terminar de comprender.

Y el rabino le contesta:

- Yo también.

Jorge Bucay.
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MensajeTema: Re: Cuéntame un cuento.   Cuéntame un cuento. EmptyVie Sep 23, 2011 1:45 pm

Gloria escribió:
Nirvana y Manulondra, muchas gracias por vuestros cuentos.

Manu, el de Voltaire me ha parecido muy interesante. Es una buena reflexión para hacer. Y comparto lo que se dice en el cuento, mientras más sabios somos, más lejos nos queda la felicidad. ¿A qué será debido? Rolling Eyes

Este es mi cuento de hoy.

Un hombre se traslada desde un pueblo remoto para consultar a un rabino muy famoso. Llega a la casa y advierte, sorprendido, que los únicos muebles de que dispone el rabino consisten en un colchón echado en el suelo, 2 butacas, 1 silla miserable y 1 vela, y que el resto de la habitacìón está absolutamente vacía.

La consulta se produce. El rabino le contesta con verdadera sabiduria. Antes de irse, intrigado por la escasez del mobiliario, el hombre le pregunta:

-¿Le puedo hacer una consulta más?


- Sí, por supuesto

- ¿Dónde están sus muebles?

-¿Y dónde están los suyos...?- responde el rabino.

-¿Cómo que donde están los mios? Yo estoy de paso - dice el hombre sin terminar de comprender.

Y el rabino le contesta:

- Yo también.

Jorge Bucay.

No se puede decir más con menos palabras, Gloria, todos estamos de paso y seguro que no nos llevamos nada al otro lado. Bueno, casi nada, o quizá lo más importante Wink

Pues este es mi cuento de hoy (solo un fragmento):

No existe hecho, entre las muchas incomprensibles anomalías de la ciencia psicológica, que sea más
sobrecogedoramente emocionante que el hecho -nunca señalado, según creo, en las escuelas- de que, en nuestros esfuerzos por traer a la memoria una cosa olvidada desde hace largo tiempo, nos encontremos con frecuencia al borde mismo del recuerdo, sin ser al fin capaces de recordar. Y así, ¡cuántas veces, en mi ardiente análisis de los ojos de Ligeia, he sentido acercarse el conocimiento pleno de su expresión! ¡Lo he sentido acercarse, y a pesar de ello, no lo he poseído del todo, y por último, ha desaparecido con absoluto! Y (¡extraño, oh, el más extraño de todos los misterios!) he encontrado en los objetos más vulgares del mundo una serie de analogías con esa expresión. Quiero decir que, después del periodo en que la belleza de Ligeia pasó por mi espíritu y quedó allí como en un altar, extraje de varios seres del mundo material una sensación análoga a la que se difundía sobre mi, en mi, bajo la influencia de sus grandes y luminosas pupilas. Por otra parte, no soy menos incapaz de definir aquel sentimiento, de analizarlo o incluso de tener una clara percepción de el. Lo he reconocido, repito, algunas veces en el aspecto de una viña crecida deprisa, en la contemplación de una falena, de una mariposa, de una crisálida, de una corriente de agua presurosa. Lo he encontrado en el océano, en la caída de un meteoro. Lo he sentido en las miradas de algunas personas de edad desusada. Hay en el cielo una o dos estrellas (en particular, una estrella de sexta magnitud, doble y cambiante, que se puede encontrar junto a la gran estrella de la Lira) que, vistas con telescopio, me han producido un sentimiento análogo. Me he sentido henchido de él con los sonidos deciertos instrumentos de cuerda, y a menudo en algunos pasajes de libros. Entre otros innumerables ejemplos, recuerdo muy bien algo en un volumen de Joseph Glanvill que (tal vez sea simplemente por su exquisito arcaísmo, ¿quién podría decirlo?) no ha dejado nunca de inspirarme el mismo sentimiento: "Y allí se encuentra la voluntad que no fenece. ¿Quién conoce los misterios de la voluntad, y su vigor? Pues Dios es una gran voluntad que penetra todas las cosas por la naturaleza de su atención. El hombre no se rinde a los ángeles ni por entero a la muerte, salvo únicamente por la flaqueza de su débil voluntad."...

He hablado del saber de Ligeia: era inmenso, tal como no lo he conocido nunca en una mujer. Sabia a
fondo las lenguas clásicas, y hasta donde podía apreciarlo mi propio conocimiento, los dialectos modernos europeos, en los cuales no la he sorprendido nunca en falta. Bien mirado, sobre cualquier tema de la erudición académica tan alabada, sólo por ser más abstrusa, ¿he sorprendido en falta nunca a Ligeia? ¡Cuán singularmente, cuán emocionantemente, había impresionado mi atención en este último periodo sólo aquel rasgo en el carácter de mi esposa! He dicho que su cultura superaba la de toda mujer que he conocido; pero ¿dónde está el hombre que haya atravesado con éxito todo el amplio campo de las ciencias morales, físicas y matemáticas? No vi entonces lo que ahora percibo con claridad; que los conocimientos de Ligeia eran gigantescos, pasmosos; por mi parte, me daba la suficiente cuenta de su infinita superioridad para resignarme, con la confianza de un colegial, a dejarme guiar por ella a través del mundo caótico de las investigaciones metafísicas, del que me ocupé con ardor durante los primeros años de nuestro matrimonio.

¡Con qué vasto triunfo, con qué vivas delicias, con qué esperanza etérea la sentía inclinada sobre mi en medio de estudios tan poco explorados, tan poco conocidos. Y veía ensancharse en lenta graduación aquella deliciosa perspectiva ante mi, aquella larga avenida, espléndida y virgen, a lo largo de la cual debía yo alcanzar al cabo la meta de una sabiduría harto divinamente preciosa para no estar prohibida! Por eso, ¡Con qué angustioso pesar vi, después de algunos años, mis esperanzas tan bien fundadas abrir las alas juntas y volar lejos! Sin Ligeia, era yo nada más que un niño a tientas en la noche. Sólo su presencia, sus lecturas podían hacer vivamente luminosos los múltiples misterios dcl trascendentalismo en el cual estábamos sumidos. Privado del radiante esplendor de sus ojos, toda aquella literatura aligera y dorada, volvíase insulsa, de una plúmbea tristeza. Y ahora aquellos ojos iluminaban cada vez con menos frecuencia las páginas que yo estudiaba al detalle. Ligeia cayó enferma. Los ardientes ojos refulgieron con un brillo demasiado glorioso; los pálidos dedos tomaron el tono de la cera, y las azules venas de su ancha frente latieron impetuosamente vibrantes en la más dulce emoción. Vi que debía ella morir, y luche desesperado en espíritu contra el horrendo Azrael. Y los esfuerzos de aquella apasionada esposa fueron, con asombro mío, aún más enérgicos que los míos. Había mucho en su firme naturaleza que me impresionaba y hacia creer que para ella llegaría la muerte sin sus terrores; pero no fue así. Las palabras son impotentes para dar una idea de la ferocidad de resistencia que ella mostró en su lucha con la Sombra. Gemía yo de angustia
ante aquel deplorable espectáculo. Hubiese querido calmarla, hubiera querido razonar; pero en la intensidad de su salvaje deseo de vivir -de vivir; sólo de vivir-, todo consuelo y iodo razonamiento habrían sido el colmo de la locura.

Sin embargo, hasta el último instante, en medio de las torturas y de las convulsiones de su firme espíritu, no flaqueó la placidez exterior de su conducta. Su voz se tornaba más dulce -más profunda-, ¡pero yo no quería insistir en el vehemente sentido de aquellas palabras proferidas con tanta calma! Mi cerebro daba vueltas cuando prestaba oído a aquella melodía sobrehumana y a aquellas arrogantes aspiraciones que la Humanidad no había conocido nunca antes.

Edgar Alan Poe - Ligeia
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MensajeTema: Re: Cuéntame un cuento.   Cuéntame un cuento. EmptyJue Oct 06, 2011 4:53 pm

Buen cuento, manulondra, muchas gracias amigo. Wink

Los dos lobos.


Un viejo cacique de una tribu estaba teniendo una charla con sus nietos acerca de la vida.

Él les dijo:

- “¡Una gran pelea está ocurriendo dentro de mí!... ¡es entre dos lobos!"

“Uno de los lobos es maldad, temor, ira, envidia, dolor, rencor, avaricia, arrogancia, culpa, resentimiento, inferioridad, mentiras, orgullo, egolatría, competencia, superioridad.

“El otro es Bondad, Alegría, Paz, Amor, Esperanza, Serenidad, Humildad, Dulzura, Generosidad, Benevolencia, Amistad, Empatía, Verdad, Compasión y Fe.

Esta misma pelea está ocurriendo dentro de ustedes y dentro de todos los seres de la Tierra.

Lo pensaron por un minuto y uno de los niños le preguntó a su abuelo:

- ¿Y cuál de los lobos crees que ganará?

El viejo cacique respondió:

- El que alimentes.
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MensajeTema: Re: Cuéntame un cuento.   Cuéntame un cuento. EmptyLun Oct 10, 2011 3:52 pm

Sobre la creencia de los rumores... Y es que los rumores, como las prostitutas, siempre acaban cobrándose un precio.

Imagínese usted un pueblo muy pequeño donde hay una señora que tiene dos hijos, uno de 17 y una hija de 14. Está sirviéndoles el desayuno con una expresión de preocupación en su rostro. Los hijos le preguntan qué le pasa y ella les responde:
- “No sé, pero he amanecido con el presentimiento de que algo muy grave va a sucederle a este pueblo”.
El hijo se va a jugar al billar, y en el momento en que va a tirar una carambola sencillísima, el otro jugador le dice:
- “Te apuesto un peso a que no la haces”
Todos se ríen. El se ríe. Tira la carambola y no la hace. Paga su peso y todos le preguntan qué pasó, si era una carambola sencilla. Y él contesta:
- “Es cierto, pero me he quedado preocupado por algo que me dijo mi madre esta mañana sobre algo grave que va a sucederle a este pueblo”.
Todos se ríen de él, y el que se ganó su peso regresa a casa, donde está con su mamá. Feliz con su dinero dice:
- “Le gané este peso a Dámaso de la forma más sencilla porque es un tonto”
- “¿Por qué es un tonto?”
- “Porque no pudo hacer una carambola sencillísima preocupado porque su mamá amaneció hoy con la idea de que algo muy grave va a suceder en este pueblo.”
Su madre le dice: -
"No te burles de los presentimientos de los mayores porque a veces se hacen realidad... "
Una pariente oye esto y va a comprar carne. Le pide al carnicero:
- “Deme un kilo de carne”, y en el momento que la está cortando, le dice “mejor córteme dos, porque andan diciendo que algo grave va a pasar y lo mejor es estar preparado”.
El carnicero despacha su carne y cuando llega otra señora a comprar le dice:
- “Mejor lleve dos kilos porque hasta aquí llega la gente diciendo que algo muy grave va a pasar, y se están preparando y comprando cosas”.
Entonces la señora responde:
- “Tengo varios hijos, mejor deme cuatro kilos...”
Se lleva los cuatro kilos, y para no hacer largo el cuento, diré que el carnicero en media hora agota la carne, mata a otra vaca, se vende toda y se va esparciendo el rumor. Llega un momento en que toda la gente en el pueblo, está esperando que pase algo. Se paralizan las actividades y de pronto a las dos de la tarde alguien dice:
- "¿Se han dado cuenta del calor que está haciendo?"
- "¡Pero si en este pueblo siempre hizo calor! Tanto calor que los músicos tenían instrumentos remendados con brea y tocaban siempre a la sombra porque si tocaban al sol se les caían a pedazos."
- "Sin embargo" -dice uno-, "a esta hora nunca hizo tanto calor."
- "Pero a las dos de la tarde es cuando hace más calor."
- "Sí, pero no tanto calor como ahora".
Al pueblo desierto, a la plaza desierta, baja de pronto un pajarito y se corre la voz:
- “Hay un pajarito en la plaza”.
Y viene todo el mundo espantado a ver el pajarito.
- "Pero señores, siempre hay pajaritos que bajan."
- "Sí, pero nunca a esta hora".
Es tal la tensión de los habitantes del pueblo, que todos están desesperados por irse y no tienen el valor de hacerlo.
- “Yo que soy muy macho” - grita uno – “Me voy”.
Agarra sus muebles, sus hijos, sus animales, los mete en una carreta y atraviesa la calle central donde todo el pueblo lo ve. Hasta que los demás dicen:
- “Si este se atreve, pues nosotros también nos vamos”.
Y empiezan a desmantelar literalmente el pueblo. Se llevan las cosas, los animales, todo. Y uno de los últimos que abandona el pueblo, dice:
- “Que no venga la desgracia a caer sobre lo que queda de nuestra casa”, y entonces la incendia y otros incendian también sus casas.
Huyen en un tremendo y verdadero pánico, como en un éxodo de guerra; en medio de ellos va la señora que tuvo el presentimiento y le dice a su hijo :
- “¿Viste mi hijo que algo muy grave iba a suceder en este pueblo?”.

Este cuento fue narrado verbalmente en un congreso de escritores, por Gabriel García Márquez.
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MensajeTema: Re: Cuéntame un cuento.   Cuéntame un cuento. EmptyJue Oct 13, 2011 4:25 pm

Desquite - José Saramago

El muchacho venía del río. Descalzo, con los pantalones arremangados por encima de las rodillas, las piernas sucias de lodo. Vestía una camisa roja, abierta en el pecho, donde los primeros vellos de la pubertad empezaban a ennegrecer. Tenía el pelo oscuro, mojado por el sudor que le escurría por el cuello delgado. Se inclinaba un poco hacia delante, bajo el peso de los largos remos, de los que pendían hilos verdes de limos aún goteantes. El barco quedó balanceándose en el agua turbia y, allí cerca, como si lo espiasen, afloraron de repente los ojos globulosos de una rana. El muchacho la miró, y ella le miró. Después la rana hizo un movimiento brusco y desapareció. Un minuto más y la superficie del río quedó lisa y tranquila, y brillante como los ojos del muchacho. La respiración del limo desprendía lentas y muelles burbujas de gas que la corriente arrastraba. En el calor espeso de la tarde los chopos altos vibraban silenciosamente y, de golpe, flor rápida que naciese del aire, un ave azul pasó rasando el agua. El muchacho levantó la cabeza. Desde el otro lado del río una muchacha le miraba, inmóvil. El muchacho levantó la mano libre y todo su cuerpo dibujó el gesto de una palabra que no se oyó. El río fluía, lento.

El muchacho subió la ladera, sin mirar atrás. La hierba se acababa allí mismo. Hacia arriba, hacia allá, el sol calcinaba los terrones de los barbechos y los olivares cenicientos. Metálica, durísima, una cigarra roía el silencio. En la distancia la atmósfera temblaba.

La casa era baja, achaparrada, bruñida de cal, con una franja de ocre violento. Un lienzo de pared ciega, sin ventanas, una puerta en la que se abría un postigo. En el interior el suelo de barro refrescaba los pies. El muchacho apoyó los remos, se limpió el sudor con el antebrazo. Se quedó quieto, escuchando los golpes del corazón, el pausado brotar del sudor que se renovaba en la piel. Estuvo así unos minutos, sin conciencia de los rumores que venían de la parte de detrás de la casa y que se transformaron, de súbito, en gañidos lancinantes y gratuitos: la protesta de un cerdo atado. Cuando, por fin, empezó a moverse, el grito del animal, esta vez herido e insultado, le golpeó en los oídos. Y en seguida oyó otros gritos, agudos, rabiosos, una súplica desesperada, una llamada que no espera socorro.

Corrió hacia el patio, pero no pasó del umbral de la puerta,. Dos hombres y una mujer sujetaban al cerdo. Otro hombre, con un cuchillo ensangrentado, le abría un tajo vertical en el escroto. En la paja brillaba ya un óvalo achatado, rojo. El cerdo temblaba entero, lanzaba gritos entre las quijadas que apretaba una cuerda. La herida se alargó, el testículo apareció, lechoso y rayado de sangre, los dedos del hombre se introdujeron en la abertura, tiraron, retorcieron, arrancaron. La mujer tenía el rostro pálido y crispado. Desataron al cerdo, le liberaron el hocico y uno de los hombres se agachó y cogió las dos piezas, gruesas y suaves. El animal dio una vuelta, perplejo, y se quedó con la cabeza baja, respirando con dificultad. Entonces el hombre se los tiró. El cerdo los mordió, masticó ansioso, tragó. La mujer dijo algunas palabras y los hombres se encogieron de hombros. Uno de ellos se rió. Fue en ese momento cuando vieron al muchacho en el umbral de la puerta. Se quedaron todos callados y, como si fuese la única cosa que pudiesen hacer en aquel momento, se pusieron a mirar al animal, que se había echado en la paja, suspirando, con el hocico sucio de su propia sangre.

El muchacho volvió al interior. Llenó un puchero y bebió, dejando que el agua le corriese por las comisuras de la boca, por el cuello, hasta el vello del pecho que se volvió más oscuro. Mientras bebía miraba fuera las dos manchas rojas sobre la paja. Después, con un movimiento de cansancio, volvió a salir de la casa, atravesó el olivar otra vez bajo el bochorno del sol. El polvo le quemaba los pies y él, sin darse cuenta, los encogía para huir del contacto escaldante. La misma cigarra rechinaba en tono más sordo. Después la ladera, la hierba con su olor a savia caliente, la frescura atontadora debajo de las ramas, el lodo que se insinúa entre los dedos de los pies e irrumpe por arriba.

El muchacho se quedó quieto, mirando el río. Sobre un afloramiento de limo, una rana, parda como la primera, con los ojos redondos bajo las arcadas salientes, parecía estar esperando. La piel blanca del buche palpitaba. La boca cerrada formaba un pliegue de escarnio. Pasó un tiempo y ni la rana ni el muchacho se movían. Entonces él, desviando con dificultad los ojos, como para huir de un maleficio, vio al otro lado del río, entre las ramas bajas de los salgueros, aparecer una vez más a la muchacha. Y nuevamente, silencioso e inesperado, pasó sobre el agua el relámpago azul.

El muchacho se quitó la camisa despacio. Despacio se acabó de desvestir, y sólo cuando ya no tenía ropa ninguna sobre el cuerpo, su desnudez, lentamente, se reveló. Así como si se estuviese curando una ceguera de sí misma. La muchacha miraba de lejos. Después, con los mismos gestos lentos, se liberó del vestido y de todo cuanto la cubría. Desnuda sobre el fondo verde de los árboles.

El muchacho miró una vez más el río. El silencio se asentaba sobre la líquida piel de aquel interminable cuerpo. Círculos que se alargaban y perdían en la superficie tranquila, mostraban el lugar donde por fin la rana se había sumergido. Entonces el muchacho se metió en el agua y nadó hacia la otra orilla, mientras el bulto blanco y desnudo de la muchacha se recogía hacia la penumbra de las ramas.
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MensajeTema: Re: Cuéntame un cuento.   Cuéntame un cuento. EmptyVie Oct 14, 2011 8:41 am

El poder de las palabras.

Cuenta la historia que en cierta ocasión, un sabio maestro se dirigía a un atento auditorio dando valiosas lecciones sobre el poder sagrado de la palabra y el influjo que ella ejerce en nuestra vida y la de los demás. De repente fue interrumpido por un hombre que le dijo airado:


¡No engañe a la gente!
El Poder está en las ideas, no en la palabra. Todos sabemos que las palabras se las lleva el viento. !Lo que usted dice no tiene ningún valor!


El maestro lo escucha con mucha atención y tan pronto termina, le grita con fuerza:
!Cállate, estúpido; siéntate idiota!


Ante el asombro de la gente, el aludido se llena de furia, suelta varias imprecaciones y, cuando estaba fuera de si, el maestro alza la voz y le dijo:
-Perdone caballero, lo he ofendido y le pido perdón. Acepte, por favor, mis sinceras excusas y sepa que respeto su opinión, aunque estemos en desacuerdo.


El señor se calma y le dijo al maestro:
-Lo entiendo....también yo le presento mis excusas por mi conducta. No hay ningún problema, y acepto que la diferencia de opiniones no debe servir para pelear sino para mirar otras opciones.


El maestro sonrió y le dijo: "Perdone usted que haya sido de esta manera, pero así hemos visto del modo más claro, el gran poder de las palabras. Con unas pocas palabras lo exalté y con otras lo he calmado"
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MensajeTema: Re: Cuéntame un cuento.   Cuéntame un cuento. EmptyVie Oct 21, 2011 3:36 pm

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La Leyenda de el Pavo Real

Hubo una época en la que las aves no son como las vemos ahora. Entre ellas había constantes riñas porque todas creían que tenían mayor importancia que las otras, algunas por lo bello de su canto, otras por sus llamativos plumajes.

En ese entonces, el Gran Espíritu que todo lo sabe y todo lo ha creado, convocó a una asamblea, para elegir a una que pudiera gobernar a todas las aves, con la nobleza que requería tan elevado cargo.

Comenzaron la aves a discutir con las otras sobre el concurso, y empezaron cada una a exaltar sus virtudes, pretendiendo ser merecedoras de tal distinción.

-Seguramente será elegida el ave con el canto más dulce - dijo Xkokolch, el ruiseñor, desde la rama de un grueso árbol- así podrá lograr el consenso de todas y su voz será una caricia para las que se encuentren apesadumbradas.

-Te equivocas - replicó Cutz, el Pavo Montés, mientras se posaba en otro árbol- eso no es lo que necesitamos. Quien gobierne a las otras aves debe ser fuerte, con el carácter y rigidez que el puesto requiere, para poner orden donde nunca lo ha habido - y con sus garras rompió la rama en la que estaba posado.

- Estoy en desacuerdo! - contestó Chac-dzibdzib, el Cardenal, mientras desplegaba sus alas - no hay otra ave que sea más capaz que yo para gobernar aquí - Mi trayectoria es impecable, y todo el mundo se admira de mi plumaje color escarlata.

Dzul-Cutz, el Pavo Real, escuchaba a las otras aves que trataban de exaltar sus características. Pero él, como en ese entonces no tenía un plumaje muy bello, se inhibía por su escaso atractivo, y se llenaba de envidia. En un momento, le vino a la mente su Puhuy, el mensajero de los caminos, quien por estar ausente no se había enterado de que las aves discutían quién debía ganar el concurso.

Dzul-Cutz el Pavo Real, se encaminó hacia la casa de éste último y le comentó de la convocatoria:

-Yo sé que no soy capaz de concursar con este plumaje para este concurso, y en tu caso, tú tienes un plumaje hermoso, pero eres demasiado pequeño para ser el Rey de las Aves, y tal vez te pueda faltar la elegancia y gracia que yo poseo. He venido a proponerte algo: Si tú me prestas tu plumaje yo podría ganar el concurso y entonces compartiría mis riquezas y honores de mi reino.

El pájaro Puhuy al principio desconfió, pero después de que Dzul-Cutz le insistió, logró quedar convencido y le prestó sus plumas, que al principio fueron pocas pero después se reprodujeron para cubrir el cuerpo del Pavo Real con un estupendo vestido con una larga cola con el color turquesa del mar, y los colores cálidos del atardecer.

Dzul-Cutz el Pavo Real se dirigió al elegante edificio donde se habían reunido las aves a elegir al Rey de las Aves, y al entrar contoneándose y con el cuello erguido causó exclamasiones y las aves más bellas, que habían pensado ser merecedoras de el primer lugar movieron la cabeza con incredulidad al contemplar la galanura con la que se adueñaba Dzul-Cutz del evento, mientras entonaba un melodioso gorjeo.

El Gran Espíritu, maravillado ante la imagen del Pavo Real, no dudó en proclamar al Pavo Real como monarca de las aves, y entoncesordenó difundir la noticia por todos los alrededores

Sin embargo, Dzul-Cutz no devolvió a Puhuy sus plumas, y después de unas semanas apareció éste último tapándose debajo de un arbusto, y con frío. Al haber ganado a riquezas y honores, el Pavo Real se había olvidado del favor que le había hecho su amigo. Todas las aves hicieron saber al Gran Espíritu que el Pavo Real había logrado ese bello plumaje por medio de la traición que había hecho a Puhuy y exigieron que fuera castigado.

Desde entonces, cada vez que el majestuoso Pavo Real abre el pico, no sale más un bello canto de su garganta, sino un sonido desagradable que causa risa en las otras aves, en castigo a su mala acción.
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MensajeTema: Re: Cuéntame un cuento.   Cuéntame un cuento. EmptySáb Oct 22, 2011 3:40 pm

ELOCUENCIA

! Entonces que es el amor para ti ? ! , me preguntó .

! No lo sé, le contesté honestamente.

Y al ver , que ella abría la boca para responderme, no me quise quedar atrás y le dije.

Pero te propongo que lo aprendamos juntos, que partamos de darnos lo
mejor de cada uno, que el dar, no nos de tiempo para pensar en el
quitar.

Que lo nuestro, sea solamente eso, nuestro, que no sigamos modelos ni
ejemplos externos, que nuestro encuentro sea algo diferente a los demás,
que se base en el respeto, lealtad y perseverancia.

Que en nuestro vocabulario y relación nunca se escuche un , ! hasta aquí
! o ! Esto se acabó ! , porque si empezamos este camino con esa
palabras, no llegaremos juntos a su final , es mas, no tiene ni caso que
lo intentemos.

Pero que no falte el verbo perdonar y amar, que la rutina y la
mediocridad no se agregue a la vida diaria, que el orgullo y el desdén,
queden fuera de nuestras conversaciones.

Y que la cereza que corone el pastel de nuestra relación, sea siempre la
comprensión y la capacidad de ponernos en el lugar del otro, para
acercarnos mas a la forma de amar uno de otro.

Que te parece?……le dije…y ella me contesto con los ojos brillantes.. acepto…

No entendí la sonrisa de satisfacción en su rostro hasta muchos años después.

Había pronunciado los mandamientos de nuestra vida juntos.

En un exceso de elocuencia , me comprometí a lo que las mujeres luchan toda su vida, ! Hacer de sus hombres, buenos compañeros !
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MensajeTema: Re: Cuéntame un cuento.   Cuéntame un cuento. EmptyVie Nov 04, 2011 10:37 am

Excelente cuento, Sukubis, ¿es tuyo? Me ha encantado. Gracias amiga,. Wink
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MensajeTema: Re: Cuéntame un cuento.   Cuéntame un cuento. EmptyVie Nov 04, 2011 10:40 am

Se te plantea el siguiente dilema Moral:

Estás conduciendo tu coche en una noche de tormenta terrible. Pasas por una parada de autobús donde se encuentran tres personas esperando:

1. Una anciana que parece a punto de morir.
2. Un viejo amigo que te salvó la vida una vez.
3. El hombre perfecto o la mujer de tus sueños.

¿A cuál llevarías en el coche, habida cuenta que sólo tienes sitio para un pasajero?

Piensa la respuesta antes de seguir leyendo.





¿¿LO HAS PENSADO??





Este es un dilema ético-moral que una vez se utilizó en una entrevista de trabajo.
Podrías llevar a la anciana, porque va a morir y por lo tanto deberías salvarla primero; o podrías llevar al amigo, ya que te salvó la vida una vez y estas en deuda con él. Sin embargo, tal vez nunca vuelvas a encontrar al amante perfecto de tus sueños.

El aspirante que fue contratado (de entre 200 candidatos) no dudó al dar su respuesta. Me encanta, y espero poder utilizarlo alguna vez en alguna entrevista.

¿QUÉ DIJO?


Simplemente contestó: "Le daría las llaves del coche a mi amigo, y le pediría que llevara a la anciana al hospital, mientras yo me quedaría esperando el autobús con la mujer (u hombre) de mis sueños."

Moraleja: Debemos superar las aparentes limitaciones que nos plantean los problemas, y aprender a pensar creativamente.
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MensajeTema: Re: Cuéntame un cuento.   Cuéntame un cuento. EmptyVie Nov 11, 2011 2:33 pm

Gloria, te he traído un regalito que hizo un amigo, es un cuento que quizás conozcas...

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MensajeTema: Re: Cuéntame un cuento.   Cuéntame un cuento. EmptyMar Nov 29, 2011 3:22 pm

Precioso cuento, me ha encantado oírlo. Muchas gracias por el regalo, Sukubis. cheers
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MensajeTema: Re: Cuéntame un cuento.   Cuéntame un cuento. EmptyMar Nov 29, 2011 3:34 pm

El Falso Maestro

Era un renombrado maestro; uno de esos maestros que corren tras la fama y gustan de acumular más y más discípulos. En una descomunal carpa, reunió a varios cientos de discípulos y seguidores. Se irguió sobre sí mismo, impostó la voz y dijo:

- Amados míos, escuchad la voz del que sabe.

Se hizo un gran silencio. Hubiera podido escucharse el vuelo precipitado de un mosquito.

- Nunca debéis relacionaros con la mujer de otro; nunca. Tampoco debéis jamás beber alcohol, ni alimentaros con carne.

Uno de los asistentes se atrevió a preguntar:

- El otro día, ¿no eras tú el que estabas abrazado a la esposa de Jai?

- Sí, yo era -repuso el maestro.

Entonces, otro oyente preguntó:

- ¿No te vi a ti el otro anochecer bebiendo en la taberna?

- Ése era yo -contestó el maestro.

Un tercer hombre interrogó al maestro:

- ¿No eras tú el que el otro día comías carne en el mercado?

- Efectivamente -afirmó el maestro. En ese momento todos los asistentes se sintieron indignados y comenzaron a protestar.

- Entonces, ¿por qué nos pides a nosotros que no hagamos lo que tú haces?

Y el falso maestro repuso:

- Porque yo enseño, pero no practico.

*El Maestro dice: Si no encuentras un verdadero maestro al que seguir, conviértete tú mismo en maestro. En última instancia, tú eres tu discípulo y tu maestro.

Tomado de “Cuentos Clásicos de la India” recopilados por Ramiro Calle
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