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Es muy curioso que un barcelonista como yo, socio y abonado del Barça, no haya conocido a futbolistas de mi club como sí me ha ocurrido con el equipo del Real Madrid, motivado esto al ser un familiar mío socio fundador de una Peña Madridista muy concurrida de la parte sur de la provincia de Alicante. Jugadores madridistas a los que tuve el placer de conocer y departir con ellos en alguna velada organizada por esa peña, pues en muchas ocasiones era invitado.
 
Sin embargo sí tuve el honor de conocer a un grande, como futbolista, y grandísimo como persona, llamado Andrés Iniesta.
 
Tuvo lugar en un vuelo desde Barcelona hacia Alacant ya que Iniesta, junto a Xavi y Pujol, se desplazaban hacia Elche donde la Selección Española jugaría un partido. Iniesta ocupaba, al entrar yo al avión, una plaza junto a una ventana que me correspondía; al entrar él se levantó para cederme mi asiento, que yo rechacé al reconocer de quién se trataba, cosa que me agradeció. Posiblemente, y pese a una excelente hora en que departimos, el buen jugador barcelonista ni lo recuerde, pero por ser quién es él yo siempre lo recordaré.
 
Al ver que se recreaba en una revista especializada en los ordenadores Mac, es cuando le hablé, y nuestra conversación giró sobre el sistema de los Mac, y cosas por el estilo. Por supuesto nada de fútbol sobre el cual, de yo haber iniciado una conversación, que consideré inoportuno hacerlo, él podría haberme dado una gran lección magistral, pero por mi parte creí que no correspondía iniciarla. Y de fútbol no hablamos.
 
Lo que sí me sorprendió es ver de cerca la sencillez de este gran jugador, su amabilidad, el no rehuir de mantener una conversación con alguien a quien no conocía, pero igual fue por mi delicadeza de no nombrar para nada el deporte al que se dedicaba.
 
Intercambiamos conocimientos sobre programas para esta plataforma tan poco habitual, y vi que era un entendido en la materia, y así se nos pasó esa hora de la que guardo buen recuerdo.
 
A veces me pregunto por qué no le pregunté qué sentía, él, como deportista no alto ni espectacularmente fornido, cuando delante tenía esos defensa, con aspecto de armario de cuatro puertas, que entran potentes a robarle el balón, en ocasiones con cierta violencia, y él sale airoso y los deja asombrados; pero hice bien, porque de seguro la conversación hubiese durado pocos minutos. Ni siquiera le dije, y es verdad, que a parte de ser uno de los jugadores para mí preferidos, era, y es, el preferido de mi esposa, que yo creo que lo ve más como un hijo que como un futbolista, al que le tiene un gran cariño especial y ahora la veo como triste por su marcha.
 
Bueno, creo que tristeza la habrá en todos, y ya no solo en barcelonistas, sino en gentes que le guste el fútbol de todos los lugares y que se hayan dado cuenta en los años que lo hemos gozado, de su sencillez, de su humildad, de su humanidad y de ser un caballero y un verdadero deportista. Si el FC Barcelona pierde uno de los grandes, uno de los grandes pierde el fútbol español cuando acabada la temporada ya no juegue tampoco en la Selección.
 
Sé que esa estancia a su lado de una hora de conversación agradable, no es nada importante para que yo la refleje, pero lo quiero hacer para, si por una casualidad entre millones, don Andrés Iniesta leyera esto y lo recuerda, sepa que si ya anteriormente yo tenía un gran concepto de él, después de despedirnos en el aeropuerto de El Altet, ese concepto se multiplicó en mucho.
 
Que le vaya muy bien allá donde vaya. Se lo merece.

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Le irá bien  vaya a dónde vaya porque su bondad es contagiosa , su prudencia le ayudará a no cometer errores y su humildad  le hace aún más grande .
Sin duda ninguna es una rareza en el mundo del fútbol tan dado a que el deslumbramiento les haga perder la perspectiva. Iniesta es muy grande en su profesión y grandísima persona