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Podemos, para su líder Pablo Iglesias, es como una religión. Tanto es así que acostumbra a hablar como un iluminado, como si fuera el encargado de salvar a los corderos descarriados. Tanto es así que obsérvese esa mezcla de dolor que denota en su rostro ante el desatino de sus ovejas. Pablo Iglesias acostumbra a dividir el mundo en nosotros, o sea lo que él pregona y desea, y ellos, o sea, resto del mundo.
Aunque habilidad ante las cámaras, ante las masas en los mítines, no se le puede negar, su pretensión es muy clara, dejar certeza de que él habla en nombre de todos y que sus oponentes se encuentran solos. Observen cómo arruga las cejas en las entrevistas y que en un tono estudiado y teatral intenta ser para el público atractivo, haciendo constar amargamente (aunque en ocasiones parece más una amenaza) que de no estar con él conducirá a una tragedia. Se muestra a continuación dolorido, ya que su propósito está ahí para salvarnos; Pablo Iglesias no es un político, sino un cicerone iluminado por su propia doctrina.
Si quieren desdeñar estas palabras, háganlo, pero si meditan un poco sobre la conducta de Iglesias, y son observadores, se darán cuenta que Pablo Iglesias no ha fundado una organización política, aunque en este caso una argamasa de muchos partidos lo parezca, sino que ha fundado una organización religiosa de la cual, salvo él, ningún otro puede liderar. Cierto es que esa nueva religión ha recogido a la gran mayoría de los desesperados, los llamados indignados, que no sabían en un determinado momento qué camino tomar ante las injusticias, corrupción y recortes de los políticos precedentes, y de repente ven como él, un nuevo Mesías, ha surgido de la nada para guiarles y salvarles.
No obstante, Pablo Iglesias, a diferencia de otros líderes carismáticos cuyas referencias les repercutían como a Hitler su Alemania, la raza aria, etc.; o para Stalin el marxismo, la obra leninista, la construcción del auténtico socialismo..., Pablo Iglesias carece de puntos de referencia, porque él considera que su pensamiento es el único punto de referencia válido. Estamos claramente ante un totalitarismo religioso en tanto que toma su base en afirmaciones absolutas que solo una persona posee, por supuesto él, y sólo esa persona puede desarrollarlo.
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PODEMOS, ¿UNA RELIGIÓN?
Podemos, para su líder Pablo Iglesias, es como una religión. Tanto es así que acostumbra a hablar como un iluminado, como si fuera el encargado de salvar a los corderos descarriados. Tanto es así que obsérvese esa mezcla de dolor que denota en su rostro ante el desatino de sus ovejas. Pablo Iglesias acostumbra a dividir el mundo en nosotros, o sea lo que él pregona y desea, y ellos, o sea, resto del mundo.
Aunque habilidad ante las cámaras, ante las masas en los mítines, no se le puede negar, su pretensión es muy clara, dejar certeza de que él habla en nombre de todos y que sus oponentes se encuentran solos. Observen cómo arruga las cejas en las entrevistas y que en un tono estudiado y teatral intenta ser para el público atractivo, haciendo constar amargamente (aunque en ocasiones parece más una amenaza) que de no estar con él conducirá a una tragedia. Se muestra a continuación dolorido, ya que su propósito está ahí para salvarnos; Pablo Iglesias no es un político, sino un cicerone iluminado por su propia doctrina.
Si quieren desdeñar estas palabras, háganlo, pero si meditan un poco sobre la conducta de Iglesias, y son observadores, se darán cuenta que Pablo Iglesias no ha fundado una organización política, aunque en este caso una argamasa de muchos partidos lo parezca, sino que ha fundado una organización religiosa de la cual, salvo él, ningún otro puede liderar. Cierto es que esa nueva religión ha recogido a la gran mayoría de los desesperados, los llamados indignados, que no sabían en un determinado momento qué camino tomar ante las injusticias, corrupción y recortes de los políticos precedentes, y de repente ven como él, un nuevo Mesías, ha surgido de la nada para guiarles y salvarles.
No obstante, Pablo Iglesias, a diferencia de otros líderes carismáticos cuyas referencias les repercutían como a Hitler su Alemania, la raza aria, etc.; o para Stalin el marxismo, la obra leninista, la construcción del auténtico socialismo..., Pablo Iglesias carece de puntos de referencia, porque él considera que su pensamiento es el único punto de referencia válido. Estamos claramente ante un totalitarismo religioso en tanto que toma su base en afirmaciones absolutas que solo una persona posee, por supuesto él, y sólo esa persona puede desarrollarlo.
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