.

90 AÑOS DE ERC






Hace noventa años se fundaba Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), un partido lleno de historia que aconteció hegemónico durante los primeros años de existencia, con figuras de la talla de Francesc Macià y Lluís Companys. Que sobrevivió a la represión y al exilio y, posteriormente, mantuvo en solitario la reivindicación de la independencia en el parlamento. Ahora, muy pronto, puede presidir nuevamente la Generalitat de Catalunya y, mañana, en un acto en el barrio de Sants, se conmemorará esta efeméride con intervenciones de Oriol Junqueras, Marta Rovira, Pere Aragonès y Marta Vilalta.

El partido se constituyó en la Conferencia de Izquierdas Catalanas cuando faltaba menos de un mes para las elecciones municipales del 12 de abril de 1931, que ocasionaron la caída de la monarquía borbónica. Después de ocho años sin elecciones por la dictadura de Primo de Rivera, la votación acontecía un plebiscito entre monarquía y república, entre progresismo y conservadurismo, y también entre catalanismo y centralismo. En este contexto, ERC integró a quienes optaban por una opción republicana, catalanista y de izquierdas.

La conferencia empezó el día 17 de marzo al Ateneo Republicano de Gracia y concluyó los días 18 y 19 al Fomento Republicano de Sants. Francesc Macià, que había vuelto del exilio unas semanas antes, el 22 de febrero, era recibido con aplausos y con todos los representantes de pie, y fue elegido presidente de la nueva formación por aclamación. El futuro presidente de Catalunya, ya septuagenario, había significado un símbolo de la libertad, que sin ninguna investigación de beneficio personal, había sido dispuesto a dedicar la vida y a coger las armas por Catalunya.

En la última jornada, Macià alertaba: “Ay del pueblo que, cuando llegan momentos tan críticos, actúa influido por el equívoco o por el miedo! Ay del pueblo que, cuando toma una resolución, no la lleva con firme voluntad a su realización, con las abnegaciones y sacrificios que esto represente!”

Uno de los principales dirigentes, Lluís Companys, envió una carta de adhesión, dado que su participación en el Comité Revolucionario de Catalunya lo hacía vivir en la clandestinidad por la persecución de las autoridades. Companys había sido encarcelado unas cuántas veces, la primera, con veintisiete años, a raíz de la represión de la Semana Trágica (1909). Como abogado sindicalista, incluso había sido deportado al penal de la Mola de Maó, el mismo día que Francesc Layret era asesinado, y solo salió cuando fue elegido diputado.

El abogado Joan Lluhí i Vallescà, uno de los principales impulsores de entendimiento, fue el encargado de presidir la conferencia, en la cual había representados más de dieciséis mil afiliados. ERC aconteció un verdadero partido de masas, y dos años más tarde, ya tenía adheridas 640 entidades y 100.000 militantes, en un momento en qué Catalunya tenía menos de tres millones de habitantes.

El partido, diverso ideológicamente, acordó en defender “por los supremos intereses de la fraternidad universal y particularmente por razones de orden histórico y geográfico, la federación de Catalunya con los otros pueblos ibéricos“, o sea, un estado catalán que, voluntariamente, decidía federarse con el resto de la península Ibérica.

En la cuestión socioeconómica, rehusaba definirse como socialista o socialdemócrata, si bien optaba por un “programa socializante pero sin someterse a la rigidez dogmática de un partido de clase”. Esto desembocó en un debate importante, teniendo en cuenta que la ponencia preparatoria daba al nuevo partido el nombre de Partido Republicano Socialista de Catalunya, en vez de ERC; y esta decisión hizo que los representantes de la Unión Socialista de Catalunya, de Rafael Campalans, se fueran, porque condicionaban el apoyo al hecho que la formación fuera socialista. Finalmente, acabaron formando el PSUC.

Todo y las diferencias entre los integrantes, el sistema electoral forzaba este entendimiento, porque la fuerza más votada se llevaba la gran mayoría de escaños. Si hubieran ido por separado, esto habría beneficiado la Liga Regionalista, alineada con la monarquía, que en aquel momento marcaba su perfil menos catalanista y más conservador.