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OTRA "IZQUIERDISTA" QUE SE RETRATA
A última hora, el PSC, los Comunes y el PP han unido sus votos para impedir que Xavier Trias fuera alcalde de Barcelona y la ciudad tuviese un gobierno municipal Junts-ERC. El escándalo es mayúsculo, es increíble, pero más allá de la indignación, hay que entender el contexto y extraer las lecciones. Porque esto ya no es una anécdota. Esta es la tercera operación de Estado contra Barcelona en ocho años. La tercera operación con la misma finalidad: impedir una alcaldíaindependentista en la capital de Catalunya, y esta es la cuestión principal.
La primera operación fue en 2015. Xavier Trias era alcalde, un alcalde muy bien valorado, y el independentismo vivía su época más eufórica. El domingo antes de las elecciones, el diario El Mundo publicó una información que hoy todo el mundo reconoce que era falsa, según la mismaXavier Trias tenía unas cuentas bancarias en Suiza. Ahora que van filtrando las historias que le convienen, el comisario Villarejo ha dejado claro que aquella cuenta fue un invento de la policía patriótica, y que él mismo entregó a El Mundo. Trias perdió las elecciones por culpa de aquella información falsa, que Ada Colau usó en campaña, a sabiendas de que era falsa. Otra de la casta.
La segunda operación fue en las elecciones siguientes. El 2019. En medio de la represión, Ernest Maragall, candidato de Esquerra Republicana, consiguió la victoria y tendría que haber sido el alcalde. Pero, para sorpresa de todo el mundo, Ada Colau, que había sido segunda, fue elegida con los votos de los comunes, del PSC y del partido de Manuel Valls, puesto en fila con las posiciones de la extrema derecha. Aquel voto tuvo un impacto enorme, especialmente sobre aquellos que todavía se creían que Ada Colau era una persona honrada y coherente.
Cuatro años más tarde, llega la tercera operación y ya se caen al suelo todas las máscaras. Ahora quienes se unen son el PSC, los comunes y el PP. En medio de la batalla más grande de la historia entre el PSOE y el PP, establecida para el día 23 de julio. Si el pacto de ahora hace cuatro años era difícil de creer, este ya supera todo aquello que podía ser imaginable. Pero es muy clarificador, también. Lo clarifica mucho todo.
En primer lugar, clarifica que Ada Colau tiene una ambición personal desmesurada, pero sobre todo, e incluso por encima de esto, que es un instrumento para frenar el proceso de independencia de Catalunya, una muleta imprescindible del régimen del 78 que tanto dice detestar. ¡Cuánta falsedad hay en la política española!… Una pura y simple herramienta más. Colau ahora dice que sus votos, que suma a los del PP, son para que no gobierne la derecha. Pero hace cuatro años bien que aceptó los votos de la extrema derecha para evitar que gobernase Esquerra. Colau parece aquel personaje del circo que va haciendo rodar cada vez más el platillo sobre los bastones hasta que ya no puede controlar una vuelta más y todo estalla de manera estrepitosa. Lo puede vestir como quiera, pero ha quedado retratada y muy retratada. Otra “izquierdista” más… y así le va la izquierda a España.
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OTRA "IZQUIERDISTA" QUE SE RETRATA
A última hora, el PSC, los Comunes y el PP han unido sus votos para impedir que Xavier Trias fuera alcalde de Barcelona y la ciudad tuviese un gobierno municipal Junts-ERC. El escándalo es mayúsculo, es increíble, pero más allá de la indignación, hay que entender el contexto y extraer las lecciones. Porque esto ya no es una anécdota. Esta es la tercera operación de Estado contra Barcelona en ocho años. La tercera operación con la misma finalidad: impedir una alcaldíaindependentista en la capital de Catalunya, y esta es la cuestión principal.
La primera operación fue en 2015. Xavier Trias era alcalde, un alcalde muy bien valorado, y el independentismo vivía su época más eufórica. El domingo antes de las elecciones, el diario El Mundo publicó una información que hoy todo el mundo reconoce que era falsa, según la mismaXavier Trias tenía unas cuentas bancarias en Suiza. Ahora que van filtrando las historias que le convienen, el comisario Villarejo ha dejado claro que aquella cuenta fue un invento de la policía patriótica, y que él mismo entregó a El Mundo. Trias perdió las elecciones por culpa de aquella información falsa, que Ada Colau usó en campaña, a sabiendas de que era falsa. Otra de la casta.
La segunda operación fue en las elecciones siguientes. El 2019. En medio de la represión, Ernest Maragall, candidato de Esquerra Republicana, consiguió la victoria y tendría que haber sido el alcalde. Pero, para sorpresa de todo el mundo, Ada Colau, que había sido segunda, fue elegida con los votos de los comunes, del PSC y del partido de Manuel Valls, puesto en fila con las posiciones de la extrema derecha. Aquel voto tuvo un impacto enorme, especialmente sobre aquellos que todavía se creían que Ada Colau era una persona honrada y coherente.
Cuatro años más tarde, llega la tercera operación y ya se caen al suelo todas las máscaras. Ahora quienes se unen son el PSC, los comunes y el PP. En medio de la batalla más grande de la historia entre el PSOE y el PP, establecida para el día 23 de julio. Si el pacto de ahora hace cuatro años era difícil de creer, este ya supera todo aquello que podía ser imaginable. Pero es muy clarificador, también. Lo clarifica mucho todo.
En primer lugar, clarifica que Ada Colau tiene una ambición personal desmesurada, pero sobre todo, e incluso por encima de esto, que es un instrumento para frenar el proceso de independencia de Catalunya, una muleta imprescindible del régimen del 78 que tanto dice detestar. ¡Cuánta falsedad hay en la política española!… Una pura y simple herramienta más. Colau ahora dice que sus votos, que suma a los del PP, son para que no gobierne la derecha. Pero hace cuatro años bien que aceptó los votos de la extrema derecha para evitar que gobernase Esquerra. Colau parece aquel personaje del circo que va haciendo rodar cada vez más el platillo sobre los bastones hasta que ya no puede controlar una vuelta más y todo estalla de manera estrepitosa. Lo puede vestir como quiera, pero ha quedado retratada y muy retratada. Otra “izquierdista” más… y así le va la izquierda a España.
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