MI MECEDORA Y MI ALGARROBO (confesiones)

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- I -

Lo tenemos en una esquina, donde no molesta y no moleste. Es posible que tenga más de 300 años, no tiene ningún riego salvo cuando llueve, que por estos pagos llueve muy poco. Pero se mantiene vivo, y al ser de hoja perenne todo el año se nos muestra verde.

Lo tenemos en una esquina, pero él debe saber que para mí es mi favorito. Otros árboles más jóvenes adornan mi jardín: alteas, chopos, bachichitos, tullas, jacarandas, ficus y especies varias en la que no falta la graciosa palmera y un par de cocoteros. Él, el algarrobo, está fuera del jardín, en una esquina como digo, pero no se siente arrinconado, ni marginado, porque pese a la belleza y juventud de los otros, yo bajo su enorme sombra que da un frescor que en verano invita al sopor, tengo mi mecedora, y allí, por las tardes, acostumbro a mi siesta tras la comida. Me balanceo hasta que el sueño hace mella en mí, y los dos, los más viejos del lugar, él con sus 300 o más y yo rondando los 80, estamos casi una hora sin decirnos una palabra; él jamás pronunció una, pero nos entendemos. Y agradecido por mi visita hace que los rayos del sol no me lleguen, con sus miles de hojas lo frenan y desvían para que mi siesta diaria sea más placentera.

Ahora que pienso nunca le puse nombre, simplemente le llamo "el algarrobo" y allí digo ir cuando voy. Somos ya dos viejos camaradas que formamos una curiosa y añeja estampa.

El P©stiguet

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El que a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija. geek

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- II -

Hoy ha sido un día muy especial, que para mí lo son, ya sea viernes, lunes, domingo o martes, cuando en casa recibimos a cualquiera de nuestros hijos, nietos o bisnietos. Ha sido, por tanto, a mediodía, un enorme placer ver la mesa más concurrida de lo normal, que lo es con mi esposa y un servidor. Hoy había bullicio, más voces, más ruido, risas y besos…

Pero al abuelo, que soy yo, le gusta tras la comida una siestecita reparadora, y tengo a mis camaradas siempre dispuestos a hacérmela más grata: mi algarrobo y mi mecedora. Ésta, hoy, quizás algo envidiosilla por los cariñosos besos de mi nieta, se ha mecido con más gracia, con más suavidad, para que Morfeo se adueñara de mí con más rapidez, y el algarrobo, mi gran amigo, me ha dado la impresión que ha alargado más sus ramas para que la sombra que sus hojas producen lo fuera mayor. Mayor, más protectora de los rayos solares, y dejando pasar una brisa refrescante que ha hecho mi siesta más agradable.

Del libro que me he acompañado, apenas he podido leer dos páginas, los ojos se me cerraban, la brisa me adormecía, y mecedora y algarrobo se confabulaban para hacerme la tarde más feliz. Fuera de su protección el sol daba de lleno, y el sopor me embargaba, pero también tenía parte de culpa ese arroz con atún y calamar que hemos comido, guisado a la leña como deben cocerse los buenos arroces, y esa leche frita, de postre, acompañada de helado de turrón que a un goloso como yo le resulta tan placentera, y cómo no, porque eso no puede faltar en mi casa, una copita de Fondillón como remate. Esa mezcla: mecedora balanceante y mi algarrobo dándome sombra y frescor, ha hecho de este día un día más especial si cabe.

El P©stiguet

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- III -

A veces me pregunto, mientras contemplo a mi algarrobo o estoy bajo su sombra, quién de los dos desaparecerá antes de este mundo, y viéndole con tantos años, y todavía dando buenos frutos y sombra para el que la necesite, me digo que seré yo; él, creo, es capaz de vivir otros 300 años más, y verá grandes cambios en la sociedad que yo, gustoso de verlos, me los perderé.

Hace algunos años, no creo recordar que me preocupara sobre lo corta que es la vida del ser humano, pocas primaveras y pocos otoños y la mayor de las veces pasan sin saber disfrutarlos. Entretenidos en muchas tareas, muchas veces necesarias y otras no, pasamos de tantas cosas que con la edad vamos sintiendo perder el no haberlas gozado.

Mi algarrobo, aquí arraigado en esta minúscula parcela del grande mundo, sí sabe disfrutar de las que están a su alcance: el sol, la lluvia, el rayo, el viento, la tempestad, la calma, la noche y el día, y el espectáculo nocturno de luna y estrellas, y en las 300 noches de san Lorenzo que lleva vividas, la lluvia de estrellas tan espectacular a veces.

Yo, o sea el ser humano, por contra, no gozamos de estas maravillas de la naturaleza. Nos amagamos o nos cubrimos con un paraguas de la lluvia, nos tapamos del sol o nos cubrimos ante el frío invernal. No miramos hacia el cielo para contemplar la lluvia de estrellas, y ni siquiera nos fijamos en la belleza de la luna. Eso sí, nos complicamos la existencia y nos enredamos en luchas y siempre buscando encontronazos.

Y mi algarrobo, y el de usted, o su pino, o su olivo, o el almendro del vecino y el limonero de Juan, viven su vida, dan sus frutos, y cuando mueren no arman alborotos. Saben más que nosotros y nos lo demuestran.

El P©stiguet

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- IV -

Escucha, Kora, —le he dicho a mi perra pastor alemán—, estáte aquí, junto a mí, echada a la sombre de nuestro algarrobo, pero tranquila, y no me mires con esos ojos suplicantes, que el helado me lo voy a comer yo solo. Es un helado mitad chocolate y mitad vainilla, que son los dos sabores que más me gustan, aunque para ser sincero, no hay helado del sabor que sea que no me atraiga.

He dicho varias veces que es Roma, junto a París, mis dos ciudades europeas preferidas, pero por motivos muy diferentes, y de Roma, a parte de su belleza arquitectónica e histórica y la vida ruidosa de sus gentes, es porque casi en cada esquina te encuentras una heladería. Sentarte en una cafetería de la plaza Navona frente a la fuente de Neptuno mientras de tomas un monumental helado en una noche estival romana, y en la plaza titiriteros o grupos musicales amenizándola, no tiene precio.

Pero de lo que trato, es de la mirada insistente de Kora hacia el helado. Le digo que ya es muy mayor, que el frío le puede sentar mal a su delicada dentadura, pero sus ojillos no dejan de mirar la copa. Yo intento no mirarla porque al final claudicaré, y ella, que me conoce, sabe que mirándome puede conseguir su propósito. Pero cometo la debilidad de mirarla, y la observo que babea un poco pensando en lamer el delicioso chocolate o la no menos gustosa vainilla. Y claro que claudico, dejo la copa en el suelo, y ella se levanta con una rapidez inaudita a su avanzada edad, y lame y lame la copa hasta que, quien la viera al rato, diría que ha pasado por un lavavajillas y con el mejor detergente. Oigan, que brilla como nueva.

¿Y qué voy a hacer? ¿La miro ahora yo a ella suplicante? Bueno, como ya no hay helado no podría dármelo, pero si lo hubiera tampoco, me quiere, de eso estoy seguro, pero un tipo de cariño como el que dice esa conocida frase: te quiero, perrito, pero de pan, poquito.

Se salió con la suya la muy diablesa...

El P©stiguet

Tema: Re: MI MECEDORA Y MI ALGARROBO (confesiones) Dom Feb 14, 2016 12:31 am

El Postiguet escribió:: - IV -

Escucha, Kora, —le he dicho a mi perra pastor alemán—, estáte aquí, junto a mí, echada a la sombre de nuestro algarrobo, pero tranquila, y no me mires con esos ojos suplicantes, que el helado me lo voy a comer yo solo. Es un helado mitad chocolate y mitad vainilla, que son los dos sabores que más me gustan, aunque para ser sincero, no hay helado del sabor que sea que no me atraiga.

He dicho varias veces que es Roma, junto a París, mis dos ciudades europeas preferidas, pero por motivos muy diferentes, y de Roma, a parte de su belleza arquitectónica e histórica y la vida ruidosa de sus gentes, es porque casi en cada esquina te encuentras una heladería. Sentarte en una cafetería de la plaza Navona frente a la fuente de Neptuno mientras de tomas un monumental helado en una noche estival romana, y en la plaza titiriteros o grupos musicales amenizándola, no tiene precio.

Pero de lo que trato, es de la mirada insistente de Kora hacia el helado. Le digo que ya es muy mayor, que el frío le puede sentar mal a su delicada dentadura, pero sus ojillos no dejan de mirar la copa. Yo intento no mirarla porque al final claudicaré, y ella, que me conoce, sabe que mirándome puede conseguir su propósito. Pero cometo la debilidad de mirarla, y la observo que babea un poco pensando en lamer el delicioso chocolate o la no menos gustosa vainilla. Y claro que claudico, dejo la copa en el suelo, y ella se levanta con una rapidez inaudita a su avanzada edad, y lame y lame la copa hasta que, quien la viera al rato, diría que ha pasado por un lavavajillas y con el mejor detergente. Oigan, que brilla como nueva.

¿Y qué voy a hacer? ¿La miro ahora yo a ella suplicante? Bueno, como ya no hay helado no podría dármelo, pero si lo hubiera tampoco, me quiere, de eso estoy seguro, pero un tipo de cariño como el que dice esa conocida frase: te quiero, perrito, pero de pan, poquito.

Se salió con la suya la muy diablesa...

El P©stiguet

Te tiene condicionado. Luego le contará a sus amigos cánidos: "mi dueño es muy obediente, pero algo lento en obedecer, le miro fijamente y me da lo que está comiendo".

Dale un pescozón cariñoso a Kora de parte del llobu.

Saludos d'esti llobu.

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Así es; yo siempre he pensado que son los perros quienes tienen "domesticados" a sus dueños..

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Nolocreo escribió:: Así es; yo siempre he pensado que son los perros quienes tienen "domesticados" a sus dueños..

No diré que no, ya que muchas veces, la muy condenada, se sale con la suya. Muchas veces o siempre... Quizá por lo paciente que es y porque no ceja en su empeño cuando quiere algo, pero ¿cómo negarte a darle un pequeño placer o capricho cuando se muestra tan bondadosa y cariñosa? Y si lo es conmigo, no le digo nada como lo es con mis bisnietos, creo que daría su vida por ellos, como cuando tuvo su camada: una auténtica madraza para sus cachorros.

Ya es vieja, como yo, y puede ser este motivo por el que nos entendemos tanto.

El P©stiguet

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- V -

Hoy hace un día, por esta zona del Levante español, muy desapacible. El viento sopla muy fuerte y comienza a llegar frío, cuando ayer, sin ir más lejos, rozamos los 24 grados, que son excesivos para el invierno y el mes de febrero. El frío me gusta, y más por estas tierras donde no suele ser crudo, más bien suave; pero 24 grados en invierno era demasiado y nada bueno para el arbolado, muchos de los cuales que tengo en mi huerto comienzan a verdear. Nunca he visto a estas alturas romper las yemas de los manzanos y perales, pero mucho menos, muchísimo, en la higuera. El llamado cambio climático también perjudica y trastorna a los árboles, no solo al señor del ático.

Y, naturalmente, con este fuerte viento no es lógico sentarme en mi mecedora y debajo del algarrobo. No tendría sentido pues puedo exponerme a un resfriado. Normalmente los domingos aprovecho para regar los frutales, sin embargo tampoco lo haré. Regar es reblandecer la tierra y me expongo a que el viento doble el árbol; dejaré el riego para mañana o pasado. Y como mi algarrobo nunca lo riego, con la poca lluvia que nos visita tiene de sobras, sí he decidido podarlo un poco; el año pasado no lo hice y me arrepentí, me dio buenos frutos, aunque en este caso es lo de menos, pero no le di la oportunidad de que su crecimiento fuera mayor, y la no poda lo perjudicó.

La poda será la semana que viene, ya que la primavera se está adelantando como he dicho.

El P©stiguet

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- VI -

No sé si lo he dicho alguna vez, pero de niño sentía hacia mi algarrobo cierta inquina. En cierta ocasión, creo recordar, pregunté por qué no se talaba, ya que en aquella esquina lo único que hacía es darme trabajo, puesto que yo era el encargado, a finales del verano, de recoger las secas algarrobas que diariamente iba dejando caer. Para mí ese trabajo era un sacrificio, y una a una ir colocándolas en un saco de arpillera. A veces, cierto también, me llevaba a la boca alguna, y me gustaba el comerla y su sabor, de las cuales, me dijeron, se hacía una especie de chocolate. No lo sé si es verdad.

Pero a la pregunta de talarlo me contestaron que no era posible, que el algarrobo era un árbol protegido, y que para arrancarlo, con sus más de 300 años encima, había que solicitar un permiso que, seguramente, al no causar ningún estropicio por el sitio que ocupaba, se nos negaría.

Al final, con el paso de los años, la recogida de las algarrobas se transformó en un obligado entretenimiento, y casi en un orgullo personal cuando determinados años la cosecha era abundante. Ya era parte de mí, y el dar tantos frutos parecía una cosa personal, como si yo tuviese arte y parte en ello, y si el año esa escaso, me entristecía. Sigo conservando la vieja y oxidada romana donde pesaba y peso las algarrobas.

Hoy, que los años ya van dejando huella, aún me agacho a recogerlas y meterlas en otro saco de arpillera una a una, y cuyo contenido, una vez lleno, regalaré a unos vecinos para que sean comida de su ganado caballar, y, cuando nadie me ve, aun me llevo a la boca alguna algarroba, elimino sus simientes duras como pequeñas perlas negras, y como un poco de ella, cierro los ojos y me acuerdo de aquel niño al que le fastidiaba la recogida y llegó a sentir cierta inquina por él. Ahora creo que me da aún más sombraje al comprobar que aquel niño, ahora anciano, ha transformado el odio por cariño.

El P©stiguet

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- VII -

La sombra de mi algarrobo, también ofrece la oportunidad de pensar en cosas que hacen reír o sonreír. Y esta tarde, me he acordado de Alberto.

Alberto, que es muy aficionado a la petanca, aquella mañana de domingo se levantó muy pronto, pues había un importante torneo provincial que no quería perderse desde el inicio, pues en el mismo él participaba. Pero, una vez en el garaje y sacar el coche para marchar al polideportivo, una fuerte tormenta se desencadenó, viendo que no parecía amainar, recula y mete de nuevo el coche en el garaje, deja todos sus bártulos, y se encamina a la habitación donde de nuevo se mete en la cama. Su mujer, medio dormida, oye como Alberto le dice casi en susurros: "Querida está cayendo una fortísima tormenta que no veas...", "No te preocupes —le responde ella— pues el tonto de mi marido se ha ido a jugar a la petanca y no vendrá hasta la noche".

El P©stiguet

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- VIII -

¿Tú crees, estimado algarrobo, que ya estoy muy viejo?

Creo que si pudieras responderme tu respuesta sería no, porque ¿qué son mis 79 años al lado de los más de 300 tuyos?: una nonada. Pero tú eres árbol y además algarrobo, bien arraigado y tu vida puede aún ser muy dilatada, la mía muy poco. Seguro que me sobrevivirás.

¿Y por qué te hago esta pregunta que nunca responderás? porque acabo de venir del puerto, y subir a mi pequeña embarcación que en verano me la tienen secuestrada mis nietos. "Es un peligro, a tu edad —me dicen— que salgas solo a la mar". Sí, puede que tengan razón, pero en invierno no me lo dicen, y "me dejan" que baje a cuidarla y tenerla siempre lista y preparada.

Es verdad que Gregorio, mi viejo amigo y compañero de fatigas marineras, ya no puede acompañarme. Su grave enfermedad senil se lo impide. Ya no podemos salir a pescar, o lanzar nuestros palangres al atardecer para en la mañana siguiente ir a recoger la pesca. O luchar —aunque el Mediterráneo suele ser manso—, contra las olas cuando alguna vez se envalentona, o simplemente navegar mientras nos contamos nuestras penas y alegrías. Ciertamente salir solo no es aconsejable aunque mi salud sea excelente. Debo ser —lo soy— consciente de mi edad, aunque los ánimos estén intactos. Por eso cada día más acudo a ti, a tu sombra, porque sé que bajo ella no corro peligro, salvo que, una vez maduras tus algarrobas, cuando el verano termina, me las dejes caer sobre la cabeza y me fastidies. Pero bueno, un sombrero de paja evitará el coscorrón. Y, por otra parte, comenzaré a recoger los frutos que lanzas, uno a uno, y me creeré, nuevamente, el niño que dejé de ser...

El P©stiguet

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- IX -

No siempre la sombra de mi algarrobo se presta a plácidos sueños, ya que en estos últimos tiempos he tenido como tres pesadillas, y casi todas ellas iguales.

Sueño que estoy en una estación de tren. Es una estación moderna, toda de mármol blanco y crema. Perfectamente iluminada y gentes que van de un sitio a otro con celeridad. Hay mucho movimiento. Yo estoy en el andén esperando mi tren que debe partir a las 13:30, pero el tiempo se acerca en el gran reloj que veo frente a mí, y ni el tren se ve entrar ni se le oye. Intento ver constantemente la hora en mi reloj de pulsera, pero no lo tengo, y es que en la realidad hace años que dejé de llevarlo, significaba para mi un artilugio que me obligaba a mirarlo constantemente, y me creaba nerviosismo.

Pero el reloj de la estación ya marca la hora en que debía salir mi tren, y pese a saber que no tengo reloj sigo levantándome la manga de la chaqueta para comprobar su hora. No la hay, no hay reloj, y el único que me la anuncia, grande, redondo, iluminado, ya sobrepasa la hora de salida, y me desespero. Miro hacia el lugar desde donde debe entrar a la estación, y no se ve nada, y ya no hay gente a mi alrededor, han desaparecido todos, es como si todos hubiesen subido a su tren —¿quizás el mío?— y se hubiesen marchado a su destino. ¿Qué hacer? ¿A quién preguntar si no hay nadie?

Cojo mi maletín y me decido a preguntar en Información, no sea que me haya confundido de andén. Subo por las escaleras mecánicas, altas, muy altas, como sin fin, cuando de repente oigo un fuerte silbido. Es mi tren y no puedo bajar pues las escaleras siguen subiendo y subiendo cada vez más deprisa, casi violentamente; quiero hacerle unas señales de que pare, que me espere, que doy la vuelta y bajo… pero el tren pasa velozmente sin parar. Y, cosa que no he dicho al principio, era el último tren del día.

El P©stiguet

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- X -

Hoy estoy que me subo por las paredes, ni la sombra de mi algarrobo consigue quitarme de encima este disgusto que me apena, ni tampoco refrescarme; ni la mirada siempre fiel, siempre entregada de Kora, aliviar mi malestar.

Nada más sentarme a mediodía a la mesa, y ver esa noticia, para quitarme hasta la gana de comer. Piensen de mí lo que quieran, pero eso sobrepasa todo mi entendimiento; no consigo comprender.

La Guardia Civil, y no he querido saber ni el lugar, ha encontrado un niño, vivo, de unos diez días, en el interior de un contenedor de basura. Lo estoy escribiendo y se me ponen los pelos de punta. No entiendo que hayan padres tan desnaturalizados, pero aún menos una madre. Y las hay, para vergüenza del ser humano.

Kora, mi querida perra pastor alemán, cuando tuvo cachorrillos hubiese matado a quien intentara hacerle daño a uno de ellos, y los cuidaba con una entrega y amor sublime. Como lo haría cualquier hembra de cualquier especie, menos la raza humana, en la que crímenes así los vemos a menudo y en cualquier lugar.

No doy para más en estos momentos, el asco y la repugnancia me abaten; desearía no pertenecer al ser humano. No, no tengo palabras...

El P©stiguet

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- XI -

Hoy, con un día de sol espléndido, he querido darme un largo paseo por la ciudad. Al pasar por la puerta del Ayuntamiento, y ver a varias personas como endomingadas, me ha hecho pensar que se trataba de una boda civil. Como el tiempo me sobraba, y con algo de curiosidad, me he esperado muy cerca para ver a la novia. Si la mujer es guapa, hay dos momentos para mí que lo es mucho más: cuando viste de novia y cuando está embarazada; son momentos en lo que su belleza gana enteros, de novia por los adornos y aderezos, con el embarazo por su próxima maternidad.

Pero me he llevado una gran sorpresa: no había novia. La boda era entre dos hombres, jóvenes, ya que les supongo por la treintena, y, sinceramente, ha sido sorpresa por lo inesperado pero no me ha llamado excesivamente la atención. Los amigos y familiares que esperaban su salida del Ayuntamiento, les han aplaudido y los besos y abrazos han dado fin a mi estancia allí; no es el morbo lo que imprime carácter a mi persona.

Sin embargo, durante mi paseo posterior, he pensado en lo que para mí es una constante, en la felicidad del ser humano mientras more en este mundo, y si esos dos jóvenes, lo son y lo van a ser con su unión pública ¿qué nos puede importar a los demás? ¿quiénes somos el resto para marcarles otro camino si ellos han elegido el que más les place? Yo suelo basarme en la idea de que la vida del ser humano en este mundo es muy corta, cortísima diría (ya se irán dando ustedes cuenta) y que lo más importante es ser felices hasta la ineludible visita de la Parca. ¿Vale la pena, ante la cortedad de la vida, hacernos los unos a los otros la vida desagradable? A quienes así piensan, y obran, debiéramos arrinconarlos, y por muchos que sean Hoy, con un día de sol espléndido, he querido darme un largo paseo por la ciudad. Al pasar por la puerta del Ayuntamiento, y ver a varias personas como endomingadas, me ha hecho pensar que se trataba de una boda civil. Como el tiempo me sobraba, y con algo de curiosidad, me he esperado muy cerca para ver a la novia. Si la mujer es guapa, hay dos momentos para mí que lo es mucho más: cuando viste de novia y cuando está embarazada; son momentos en lo que su belleza gana enteros, de novia por los adornos y aderezos, con el embarazo por su próxima maternidad.

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- XII -

No crean que solo aprecio a mi algarrobo, aunque sí es verdad que mi aprecio hacia él es mayor que al resto porque a su edad (más de 300 años) todavía da frutos, me regala su agradable sombra, y pide muy poco, ya sea agua, cuido, poda o abono. Hay otros árboles, tanto en mi jardín como en mi huerto, que también cuido y saben responder. Los almendros ya hace días que florecieron, adelantando la maravillosa primavera. Y ahora son los agrios lo que comienzan a asomar sus flores: naranjos, limoneros o mandarinos. A no tardar, dentro de unos días se llenarán al completo de azahar y perfumarán el ambiente, con ese perfume dulzón y penetrante tan peculiar. Todavía no he cogido las últimas naranjas, y, generosos, asoman sus nuevos frutos.

Cuando uno está rodeado de la Madre Naturaleza, es cuando se la aprecia más. Los otros frutales: manzanos, perales, higueras, ciruelos, ya comienzan a engordar sus botones que pronto serán hermosas flores para después convertirse en dulces frutos.; como el nisperero, que floreció allá por diciembre y ya muestra sus frutos engordados. Y me pregunto a veces, viéndolos trabajar para nuestro goce y disfrute y dándonos las vitaminas necesarias para la vida ¿por qué perder el tiempo discutiendo sobre nonadas con el vecino?

No me gusta vivir como eremita, ya que el contacto con la sociedad me es imprescindible como humano, pero esta sociedad de ahora se está descomponiendo tanto, que a veces la cercanía del naranjo, del almendro, del membrillo o la higuera, me resulta mejor.

El P©stiguet

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- XIII -

JARAGUÁ

Aprovechando la tarde dominguera, que más que a trabajar invita a no hacer nada, y como sin hacer nada no sé estar, me he dedicado a releer algunos libros ya olvidados, y entre ellos estoy releyendo el de este título, cuyo autor es el salvadoreño Napoleón Rodríguez.

Tiene la particularidad este libro de ser una novela localista, pero amena, ya que trata de un hombre sencillo, Jaraguá, campesino de aquellas tierras pobres y tan castigadas de El Salvador por el hombre y por los dioses.

Pero hay algo que para mí lo hace más atractivo, y son las numerosas palabras y modismos salvadoreños, muchos de ellos graciosos, que le dan esa singularidad.

Al final de la novela hay un listado de esas palabras para poder entender mejor los diálogos, y nuevamente la estoy siguiendo con placer.

—¿Sabes —le digo a mi algarrobo— lo que significa “tuembra”?, pues significa “tu mujer”, ya ves, la unión del posesivo tú y hembra. ¿Y qué dirías si te encontraras con “toponiándome” pues significa “queriéndome”. Y así, para que las conozcan, coloco unas cuantas para ustedes:

Trompiado = Golpeado
Viviend’e mandiga = El infierno
Tapayagua = Llovizna continua
Se me aguadan las de grillo = Me da miedo
Shusca = Vieja, anciana
Rajado el ayote = Tener suerte
Hacer la platiada = Engañar
Pencona = Buena, hermosa, atrayente mujer
Parejiar = Galopar
Culero = Homosexual
Macatona = Atractiva
La chocolatera = La cabeza
Lijazo = Trago de aguardiente
Jamponcito = Tranquilo, descuidado
Entuturutar = Engañar
Diacaballo = Jinete
Bayunco = Extravagante
Amolado = Arruinado, enfermo
Aguaitado = Escondido, oculto
Ayasito = Ahí cerca
Bichas = Muchachas
Bruscas = Rameras
Cantinear = Enamorar
Colejudo = Inquieto
Chimpe = El hijo menor
Engarruchar = Pelear

Y así cientos de palabras. ¿Curioso como mínimo la novela, verdad?

El P©stiguet

Viciadillo/a Mensajes : 388

Qué buen aporte ! Gracias por publicarlo ! Voy a tener que leer esa novela . Me encantó "Tapayagua" . Es increíble la cantidad de palabras que existen en latinoamérica para designar a la lluvia.

V.I.P. Mensajes : 7660

Cloudy_Sky escribió:: Qué buen aporte ! Gracias por publicarlo ! Voy a tener que leer esa novela . Me encantó "Tapayagua" . Es increíble la cantidad de palabras que existen en latinoamérica para designar a la lluvia.

Gracias a usted por leerme. Por lo que veo escribe usted desde Argentina, y es posible que allí, por la cercanía con centroamérica, esta novela le sea más fácil de conseguir, ya que aquí en España me costo lo indecible por encontrarla. Es, como digo, una novela costumbrista, pero llena de encanto por la candidez de sus protagonistas, mujeres y hombres sencillos de las tierras campesinas salvadoreñas. Es muy distinta, en la forma y en el argumento de Martin Fierro, pero la sencillez de sus personajes me hizo pensar en ella. Son dos novelas a las que les tengo gran cariño desde que las conocí.

El P©stiguet

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- XIV -

Acostumbro a hablar de mi algarrobo, pero de mi mecedora, que también da título a mis confesiones, la tengo algo olvidada, y debo decir como es no se me enfade.

Es de madera, de buena madera, pues tiene también muchos años y sigue en perfecto estado; buena es la madera y bueno debió ser el ebanista que la construyó. No es un mueble de esos “modernos” donde cuando lo compras y llevas a casa debes coger el destornillador, tornillos, arandelas y tuercas, llave inglesa y leerte el librito en veintitantos idiomas donde te explican, junto con iconos, cómo montarlos. No; ella no. Mi mecedora es obra de un buen artesano, y se nota.

Está esmaltada en blanco. El respaldo tiene ocho varillas, y aunque no coloque sobre ellas cojín alguno, es cómoda, y la espalda se acomoda a su construcción perfectamente. En el asiento sí coloco un cojín, y los posa-brazos están a la altura exacta para proporcionar un buen descanso.

Es suave en su balanceo; simplemente con un pequeño empuje, se mece y mece y mece… Si en ella me recreo tras una buena comida, y tras la ineludible copita de Fondillón (el licor de zares, reyes y papas), con su dulce balanceo suelo dormirme. Posiblemente los tres, ya carcamales, —mecedora, algarrobo y yo—, formemos un trío cómico, o tierno, quién sabe. Eso sólo puede responderlo quienes nos vean, y ustedes, por la distancia, no nos pueden ver. Posiblemente se pierdan un buen espectáculo.

El P©stiguet

Viciadillo/a Mensajes : 388

El Postiguet escribió:

Cloudy_Sky escribió:: Qué buen aporte ! Gracias por publicarlo ! Voy a tener que leer esa novela . Me encantó "Tapayagua" . Es increíble la cantidad de palabras que existen en latinoamérica para designar a la lluvia.

Gracias a usted por leerme. Por lo que veo escribe usted desde Argentina, y es posible que allí, por la cercanía con centroamérica, esta novela le sea más fácil de conseguir, ya que aquí en España me costo lo indecible por encontrarla. Es, como digo, una novela costumbrista, pero llena de encanto por la candidez de sus protagonistas, mujeres y hombres sencillos de las tierras campesinas salvadoreñas. Es muy distinta, en la forma y en el argumento de Martin Fierro, pero la sencillez de sus personajes me hizo pensar en ella. Son dos novelas a las que les tengo gran cariño desde que las conocí.

El P©stiguet

La busqué hoy en un par de librerías y no la tenían . Se ve que no es tan conocida por acá . Sí la vi en Mercado Libre y estaba accesible así que la compraré ahí .
Aún no leí Martín Fierro , pero me gusta la poesía gauchesca . Si le gusta ese estilo , le recomiendo Don Segundo Sombra . Es una novela ambientada en la Pampa argentina .
Me quedé pensando en las palabras sobre la lluvia (yo a la lluvia le digo lluvia ) y recordé que acá se le dice aguacero o chaparrón a las lluvias fuertes .

V.I.P. Mensajes : 7660

Cloudy_Sky escribió:: La busqué hoy en un par de librerías y no la tenían . Se ve que no es tan conocida por acá . Sí la vi en Mercado Libre y estaba accesible así que la compraré ahí .
Aún no leí Martín Fierro , pero me gusta la poesía gauchesca . Si le gusta ese estilo , le recomiendo Don Segundo Sombra . Es una novela ambientada en la Pampa argentina .
Me quedé pensando en las palabras sobre la lluvia (yo a la lluvia le digo lluvia ) y recordé que acá se le dice aguacero o chaparrón a las lluvias fuertes .

Hay muchas maneras, Cloudy, de referirnos a la lluvia conforme sea la intensidad de la misma, y todas son correctas y generalmente de uso frecuente. Por ejemplo: Llovizna, garúa, calabobos, sirimiri, chubasco, aguacero, chaparrón, chaparrazo, precipitación, tromba, diluvio, etc. El idioma castellano es muy extenso y tiene diversos sinónimos.

Respecto a "Don Segundo Sombre" intentaré localizarlo. Gracias.

Saludos.

El P©stiguet

Edito: La Casa del Libro, venta por internet, me indica que actualmente esa novela no está disponible. La seguiré buscando aunque sea de segunda mano.

V.I.P. Mensajes : 20909

Cloudy_Sky escribió:

El Postiguet escribió:

Cloudy_Sky escribió:: Qué buen aporte ! Gracias por publicarlo ! Voy a tener que leer esa novela . Me encantó "Tapayagua" . Es increíble la cantidad de palabras que existen en latinoamérica para designar a la lluvia.

Gracias a usted por leerme. Por lo que veo escribe usted desde Argentina, y es posible que allí, por la cercanía con centroamérica, esta novela le sea más fácil de conseguir, ya que aquí en España me costo lo indecible por encontrarla. Es, como digo, una novela costumbrista, pero llena de encanto por la candidez de sus protagonistas, mujeres y hombres sencillos de las tierras campesinas salvadoreñas. Es muy distinta, en la forma y en el argumento de Martin Fierro, pero la sencillez de sus personajes me hizo pensar en ella. Son dos novelas a las que les tengo gran cariño desde que las conocí.

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La busqué hoy en un par de librerías y no la tenían . Se ve que no es tan conocida por acá . Sí la vi en Mercado Libre y estaba accesible así que la compraré ahí .
Aún no leí Martín Fierro , pero me gusta la poesía gauchesca . Si le gusta ese estilo , le recomiendo Don Segundo Sombra . Es una novela ambientada en la Pampa argentina .
Me quedé pensando en las palabras sobre la lluvia (yo a la lluvia le digo lluvia ) y recordé que acá se le dice aguacero o chaparrón a las lluvias fuertes .

Y las garúas..

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Cloudy, que escribe en este Foro desde Argentina, me comenta que a la lluvia le llama lluvia, cosa muy normal y lógica, y yo le respondía dándole a conocer las diversas palabras que empleamos para definirla según la intensidad de la misma. Pero se me ha olvidado una muy especial: “gota fría”.

La “gota fría” es temible en la zona del Mediterráneo español, ya que son lluvias intensas, casi diluvianas, donde en pocas horas pueden caer cientos de litros por metro cuadrado; una barbaridad.

En la última “gota fría” que recuerdo y que hizo mucho daño, material y en las personas, pues cayeron en mi ciudad (Alacant) en menos de 12 horas, unos 300 litros por metro cuadrado. Las calles se convirtieron en auténticas riadas que arrastraban todo lo que encontraban a su paso hacia el mar cercano, desde coches hasta contenedores de basura, causando varias muertes; la ciudad estuvo incomunicada pues las carreteras se vieron imposibilitadas para circular. Eso ocurrió en 1982. Hoy la ciudad ya cuenta con construcciones adecuadas para encauzar las aguas pluviales y desaguar al mar esas fuertes tormentas sin que causen daños y que, por lo general, llegan en el otoño. Este otoño nos hemos librado. Acompaño una foto de la gota fría de 1982.

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Cloudy-Sky, traducido del inglés CieloNuboso

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