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Había una vez un país, no lo suficientemente asentado económicamente, al que le llegó una férrea crisis, creada por la Banca y los lobbys judíos norteamericanos. Lo gobernaba, a decir de sus oponentes, un tal Bambi, personaje inocente de Disney que no supo reconocerla a tiempo y menos atajarla o frenarla con acierto. Esa crisis económica se llevó por delante muchos puestos de trabajo; por una parte pequeñas empresas que no pudieron resistir la situación, y de otra, las grandes, entre ellas la Banca, siempre tan lista y vividora, que aprovecharon la situación y lo blandengue del mandatario, para “suavizar” sus empleados, cerrar oficinas y talleres, y con ellos arrastrar a otros muchos de menor relevancia. En definitiva millones de personas sin trabajo y, la mayoría, con grandes deudas con la misma Banca por hipotecas que entregaba alegremente pensando en sus beneficios.
Y llegó el prestidigitador. Un tal Marianico el Corto, que traía un mandato de las grandes empresas entre ellas la misma Banca. La orden recibida era, muy sutilmente, que los empleados en España pasaran a cobrar menos, creando puestos de trabajo con salarios menores que los recibidos antes de la crisis. Y el ilusionista, o prestidigitador, como nuevo guiñol tras las bambalinas, y movido sus hilos por gentes especializadas en hacer bailar a los tontos, hay días en que se solaza de crear puestos de trabajo, y tiene por compañera a quien todo este “milagro” lo achaca a la Virgen de Fátima, de la que es feligresa. Es muy probable que cuando acabe la actual legislatura, cuatro años con la inestimable ayuda del neofranquismo PSOE, en España los puestos de trabajo sea los mismos que con Bambi en su inicio, pero, y ahí el acierto de la Gran Banca al elegir a este polichinela, es que cada trabajador, ocupando en el lugar que ocupe, cobrará menos que hace ocho años. Eso sí, trabajando alguna hora de más, y con menos derechos.
No sabría a quien felicitar por la gran obra lograda en España, si a la gran patronal en su acierto al elegir al polichinela de Marianico, o a éste, ya que cumplida la orden recibida a rajatabla, no volverá a bañarse en las tranquilas aguas de Santapola, pero seguro que, como su colega el gitano González, tiene puesto vitalicio asegurado tras pasar alguna puerta giratoria.
¡Y viva el vino y aguiba España!
