El llobu
V.I.P.
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 | | Tema: Parlamentarismo Español. Miér Jul 24, 2019 7:54 pm | |
| Contra el parlamentarismo español
La dantesca situación vivida estos días en España, debido a la votación de investidura, en realidad no es más que la manifestación de las carencias del sistema parlamentario español. En este sentido, ha sido suficiente la aparición de un par de partidos nuevos para que la elección del presidente del Gobierno se convierta en una ardua tarea. Sin embargo, al margen de lo dicho, no deja de ser cierto que el “plácido” bipartidismo reinante, hasta hace muy poco tiempo, ha moldeado unos partidos cuya incapacidad para llegar a acuerdos es manifiesta y palpable. Es decir, no existe una cultura de la negociación, de modo que los partidos sufren mucho a la hora de hacer cualquier concesión, como renunciar a alguno de sus intereses. Por otro lado, debe remarcarse que los intereses de los partidos no son ni la ciudadanía, ni ese sujeto al que llaman “pueblo”, ni tampoco esa “España” a la que mencionan constantemente, sino como es conocido ampliar sus cuotas de poder.
No obstante, ¿cuáles son las carencias principales del parlamentarismo español? La más importante es una que acompaña a la mayoría de sistemas parlamentarios del mundo y que olvida algo muy importante que en su día señaló Montesquieu. Al respecto, el filósofo francés sentenció con suma contundencia que: «Cuando el poder legislativo y el poder ejecutivo se reúnen en la misma persona o el mismo cuerpo, no hay libertad». ¿Qué ocurre aquí? Que el presidente del Gobierno siempre será diputado y sus ministros perfectamente también pueden serlo. Además, dicho Gobierno se sentará en la conocida bancada azul, ubicada en un lugar privilegiado del propio Congreso de los Diputados. Esto es más importante de lo que parece, porque la división de poderes se formuló para que, como ocurría en su momento en la República de Roma, un poder supervisará la acción del otro y, en consecuencia, frenar así cualquier sospecha de despotismo. Pero, en la actualidad, la mayoría del poder legislativo elige al ejecutivo. Entonces, ¿cuál es la idea?, ¿que se supervisen a sí mismos?
Por el contrario, los sistemas presidencialistas optan por una solución sencilla y honesta: elecciones a presidente del Gobierno (jefe de Estado). Por consiguiente, la asamblea legislativa (el equivalente a nuestro parlamento) se elige en unos comicios y el presidente en otros. En cambio, en España se prefiere que el Congreso de los Diputados designe al jefe del ejecutivo. Asimismo, hay aspectos inexplicables como que en una primera votación el candidato a presidente deba obtener la mayoría absoluta (actualmente 176 diputados), pero 48 horas después le bastaría una mayoría simple (más votos a favor que en contra, sin contar las abstenciones). Lo mejor de todo es que un presidente surgido de la segunda votación cuenta con las mismas atribuciones, poder y reconocimiento que uno surgido de la primera. Es un recurso absurdo encaminado únicamente a facilitar la investidura, pero que es imposible justificar en términos de legitimación política.
En otro orden de cosas, la crítica debe alcanzar también a la cámara alta, al Senado. En teoría se construyó como una cámara de representación territorial que además encajara en un sistema de doble lectura. La idea era que el Congreso aprobará las leyes y el Senado ejerciera un veto cuando no estuviera de acuerdo. Con todo, el Congreso puede prescindir de ese veto con una mayoría absoluta o incluso con una mayoría simple si han transcurrido dos meses desde la interposición del mismo, tal y como recoge el artículo 90 de la Constitución. Por otra parte, los referéndums, los estados de alarma, excepción y sitio y, por supuesto, la investidura, son facultades que corresponden al Congreso. La única competencia real del Senado es ratificar la aplicación del 155, cuando es propuesto por el Gobierno. De igual modo, es una cámara no elegida directamente por la ciudadanía en su totalidad, dado que una parte de los senadores son designados por las asambleas legislativas de las comunidades autónomas. Una herramienta que los partidos políticos utilizan muy a conveniencia. Quizá lo más destacable sea la piscina cubierta que, según las malas lenguas, tiene o al menos ha tenido esta cámara. A pesar de que ésta se camufle bajo el eufemismo de “aljibe”.
Por último, es desalentador observar el poco debate parlamentario que se da en la cámara baja. Cuando el presidente del Gobierno presenta alguna propuesta al Congreso (que recordemos es la sede de otro poder -el legislativo-) sabe de antemano que contará con el respaldo de los diputados de su partido, ¡sin necesidad de que éstos siquiera hayan leído la propuesta! En otros países, por ejemplo en Estados Unidos, el presidente cuando comparece en la Cámara de Representantes, tiene que convencer a los miembros de su partido de que voten a favor de lo que propone. Este hecho resulta sorprendente desde nuestro punto de vista, pero es enriquecedor porque sitúa el centro del poder en esa cámara y no en las sedes de los partidos políticos. Y pese a que no debe ignorarse la influencia del sistema de lobbies instalado en ese país, al menos se produce un debate con implicaciones reales. ¿Cuándo fue la última vez que sucedió algo parecido en España? Aquí la situación es tan absurda que podría haber un solo diputado por cada partido político, que contara con un número de votos que se correspondiera con su resultado electoral, y el sistema funcionaría igual. De esta manera, la ciudadanía podría ahorrarse más de 300 sueldos, dietas y privilegios.
Salú y República. | |
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