Monumento a las pajaritas, obra de Ramón Acín. Dirigente de la CNT oscense -anarquistablancofrente a posiciones más sectarias y extremas -. Su amplio trabajo pedagógico no se redujo al ámbito escolar. Creía que la sociedad sería más libre con más cultura y con unos medios de supervivencia que humanizaran la vida de una clase trabajadora insultántemente maltratada.
Ateo, no abominaba de los creyentes, de las sectas transformadas en poder omnipresente. Su humanismo abogaba por la razón y el entendimiento.
Quizás esa actitud, y no solamente su militancia, selló el final de su vida. Los intolerantes sabían que en la pedagogía, en la libertad de pensamiento y de actuación, estaba su enemigo. Por eso fue uno de los primeros asesinados en Huesca tras la sublevación fascista de 1936. Por ello murieron tantos maestros e intelectuales libres. La muerte de la inteligencia facilita la esclavitud. Ramón lo sabía como nadie.
La noche del 6 de agosto, Ramón Acín es fusilado en las tapias del cementerio. Su esposa Conchita Monrás será asesinada diecisiete días después, junto a un centenar de republicanos oscenses.