La anexión rusa de Crimea ha puesto en evidencia la contradicción de esa izquierda que proviene del tronco marxista, con un sorprendente apoyo a Putin en desmedro de la revolución del Maidán.
Utilizando a modo de justificación la paranoia que todo ha sido organizado por los agentes occidentales y la EU, quienes apoyaron a un grupo de fascistas y nazis para derrocar a un gobierno legítimo.
Poco ha importado a esa izquierda que el gobierno "legítimo" hubiera violado la Constitución y haya gobernado en forma autoritaria que nadie en España hubiera aceptado, reprimido en forma brutal a los estudiantes y luego disparado indiscrimidamente contra la multitud, matando a cientos de personas. Daba igual, pues para esta izquierda cualquier revolución es falsa si esto significa dar paso a una expresión popular que no coincida con su criterio de lo que debe ser un movimiento popular.
Esta izquierda sólo sirve hoy para adorar a un puñado de sátrapas estrafalarios como los fundamentalistas islámicos, Maduro o Kirchner, cuyo única característica común es el mostrarse demagógicamente antinorteamericanos.
Esta izquierda se hace la distraída ante las agresiones a la libertad individual si éstas se realizan en nombre del "pueblo". Como ha quedado demostrado en la defensa del expansionismo ruso en Ucrania con la excusa etnicista y nacionalista, conceptos no muy lejanos del patrioterismo esgrimido por el nazismo.
La izquierda será auténticamente democrática cuando respete los derechos individuales por encima de las necesidades del Estado, cuando crea en la división de poderes y la respete. Cuando crea que la libertad es la base de la igualdad y la fraternidad.