CONTRA RAJOY, ¡QUÉ FELICES ÉRAMOS!

 
Nos estamos acercando al primer aniversario cuando las nuevas formas de hacer política conquistaron parcelas de poder en diversos estamentos del Estado: Diputaciones, administraciones autonómicas y municipales. En unos más y en otros menos. En unos los nuevos políticos alcanzaron el poder con fórmulas aritméticas que favorecían la conquista, apartando voluntades de mayoría que no eran decisivas, y, también, en alguna ocasión, desdeñando ideologías similares con fines partidistas o de lucimiento personal.
 
El fin de todo aquel ciudadano que se lanza a la política (así lo entiende la mayoría de la sociedad) es conseguir el poder, y, una vez conseguido mantenerlo y perpetuarse el mayor tiempo posible. Esta idea, tan vieja como sabida, parece ser también la ambición de estos nuevos políticos que han surgido casi de la nada, con la idea como promesa de darle la vuelta al calcetín. Poseedores de una facilidad asombrosa para la oratoria, pregonaron nuevas fórmulas; se confabularon para hacernos saber que todo cuanto habían criticado, durante largo tiempo, iba a ser barrido inmediatamente del escenario; enfatizaron con su voz y poses televisivas que sustituirían políticas caducas e inservibles, por trasnochadas y casposas, por otras más directas y prácticas, más actuales, que traían bajo el brazo para que estuvieran en consonancia con los nuevos tiempos que la sociedad reclamaba. Hay que abrir —nos decían— las ventanas de las administraciones públicas de par en par, para limpiar el aire hediondo, apestoso y corrupto que abunda en su interior. Y dicho todo esto por rostros juveniles y desconocidos, articulados con una labia fresca, proclamado en plazas, calles y redes sociales, sonaba, al menos para algunos hasta convincente, como música celestial. Nos convencieron. Supieron hacer de la necesidad de las gentes su virtud, pero…
 
Pero han pasado varios meses desde que asumieron el poder, y perplejos nos hemos topado con alguna realidad. Hemos contemplado como en ciertos lugares todo aquello que se había convertido (con razón) en un arma arrojadiza contra unos malos gestores de la cosa pública, políticos que se encandilaron del respaldo mayoritario de las urnas, tergiversaron el mandato y acamparon por sus anchas, repartiendo prebendas entre sus compañeros de pupitre como si de sistemas dictatoriales se tratara, y todo cuanto iba a conducirnos a una realidad bien diferente tras el cambio, una realidad que se asemejara a los anhelos ciudadanos, se lo ha llevado un viento muy distinto al que aseguraron iba a circular. La hediondez no es tanta, ni tan grande —de momento—, pero ni se renovó el viejo aire viciado y el nuevo comienza a tener un tufillo rancio.
 
Los episodios que atónitos estamos contemplando con adjudicaciones a dedo y llenas de partidismo y amiguismo, sin practicar los mínimos principios de libre concurrencia para las adjudicaciones, huérfanos de transparencia, manteniendo el status quo de situaciones que, aseguraban a bombo y platillo desde sus púlpitos televisivos que por nada del mundo iban a repetirse, el aferrase al poder por encima de todo, han empezado a calar cual sirimiri en ellos —¡ellos tan jóvenes y nuevos!— y ha comenzado a asomar la sensación de desencanto en la sociedad. Ese sentimiento que surge cuando la ilusión se evapora por las perversas actitudes de quienes tenían que ser sus protagonistas directos del cambio hacia la limpieza, los impulsores, los espejos de esa evolución y se están convirtiendo en protagonistas directos del viejo “quítate tú para que me ponga yo”, y, una vez conseguida la cuota de poder que me corresponda, nada ni nadie me la va a arrebatar. Ediles en grupos no adscritos, pero formando parte, en algún caso, de los equipos de gobierno locales, y cobrando como está mandado (¡faltaría más!), diputados autonómicos que no dejan sus escaños y ediles que no están dispuestos a renunciar a su acta tras visibilizarse su conducta nada ejemplar. O sea, nada nuevo bajo el sol… ¿Cuánto tiempo tardaremos —si esto no cambia—, en ver asomar en el papel de las rotativas las nuevas Castedo, Ritas y Esperanzas?...
 
Contra Rajoy ¡qué felices éramos! ¿verdad?, anunciábamos comportamientos diferentes cuando llegáramos al mando; teníamos un enemigo a quien culpar de todos los males… e inocentes los ciudadanos nos creyeron; necesitaban creer en algo diferente… Pero ahora tenemos que demostrar que somos honestos, que hemos de actuar de otra manera, que de iguales a la vieja casta no tenemos nada, y eso, en algunos es imposible, y en otros muy difícil de realizar. Bueno, nos queda el recurso de la herencia recibida…
 
El P©stiguet

Pablo Iglesias: "Si para que haya un gobierno a la valenciana mi presencia es una dificultad, estoy dispuesto a ceder. Ya no hay excusa"

Muy extraño que quien sólo piensa en el "púlpito" renuncie a él. Igual el objetivo no es el "púlpito".

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Saludos d'esti llobu.

Una cosa hemos de tener clara: siempre vamos a tener corrupción política. Ningún país del mundo está libre de esta lacra, y el fondo de la cuestión es reducirla a unos límites soportables para una democracia.  Para ello, bajo mi punto de vista, hay que hacer que la justicia sea verdaderamente independiente del poder político (aquello de la separación de poderes), y continuar por hacer que los comportamientos que hoy dia son considerados "poco éticos", sean ilegales y constitutivos de delito. 

De todas formas, y con la situación actual, para mi es muy importante la actitud de las cúpulas y su reacción ante los casos de corrupción. No se puede abanderar la lucha contra esta lacra, si luego lo que se hace es "inmunizar" a los responsables políticos de los casos que surgen...

Manué escribió:

Una cosa hemos de tener clara: siempre vamos a tener corrupción política. Ningún país del mundo está libre de esta lacra, y el fondo de la cuestión es reducirla a unos límites soportables para una democracia.  Para ello, bajo mi punto de vista, hay que hacer que la justicia sea verdaderamente independiente del poder político (aquello de la separación de poderes), y continuar por hacer que los comportamientos que hoy dia son considerados "poco éticos", sean ilegales y constitutivos de delito. 

De todas formas, y con la situación actual, para mi es muy importante la actitud de las cúpulas y su reacción ante los casos de corrupción. No se puede abanderar la lucha contra esta lacra, si luego lo que se hace es "inmunizar" a los responsables políticos de los casos que surgen...

Eso que dices es poner soluciones.

Sería interesante saber qué partidos quieren imponer esas soluciones.

Saludos d'esti llobu.