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Posiblemente hayan ustedes oído hablar del mismo, como igual conocerán sus orígenes, pero permítanme que lo recuerde, ya que es un motín, con toda seguridad, único en el mundo, nacido a consecuencia de una moda en el vestir.
Hay un refrán español que dice que “la capa todo lo tapa” y en un pueblo donde la soberbia y el qué dirán están presentes, una capa viene bien para tapar muchas carencias. Por otra parte también existe esta otra sentencia: “cubrir las apariencias” y esto, desde el “Lazarillo de Tormes” donde el escudero va por la calle con un mondadientes entre los labios para que los demás crean que ha comido carne, nos dice mucho de toda esta condición hispana de origen árabe.
Pues bien, el marqués de Esquilache, a la sazón Ministro del Gobierno de España, decidió que para poder ser reconocidos los viandantes ante la dificultad que las capas traían para identificar a los criminales, todos los ciudadanos de Madrid debían acortarlas, así como los grandes sombreros de ala ancha ser remplazados por los llamados “tricornios” a la moda francesa. Ningún madrileño obedeció. El Ministro, ante la actitud de los madrileños, sacó a la calle patrullas policiales que iban acompañados de un sastre, cada madrileño encontrado con una capa larga y sobrero de ala ancha, era empujado a aun portal en donde la capa era recortada por ese sastre y el sombrero transformado en un tricornio tras el tijeretazo y el arreglo posterior.
Los madrileños se arremolinaron y salieron a las calles en ruidosa protesta y el Ministro tuvo que dimitir. Con el fin de conseguir este propósito de que no se usara vestimenta que impedía el reconocimiento de las gentes, el nuevo Ministro ideó algo que sí funcionó, y era que por las calles de Madrid se paseara el personaje más odiado por el vulgo: el verdugo, vestido con capa larga y flotante y sombrero ancho. Tras varios días de esta exhibición pública del verdugo, los madrileños fueron abandonando la antigua moda y se acogieron a la francesa.
Cuando menos curioso ¿verdad?
El P©stiguet
