Sacado del departamento de reclamaciones de unos grandes almacenes
En donde hay temas para escribir un libro.
Las chicas que lo atienden, porque solo son mujeres, los hombres no tendrían ni la paciencia, ni el aguante, ni el elevado espíritu de sacrificio que requiere el estar cada día aguantando lo inimaginable.
Acababa de marcharse una mujer que queria que le cambiaran unas bragas que habían comprado y que según ella le picaban. Después de mucho explicarle que la ropa interior no se cambiaban, por no escucharla más, le dijeron que le pagarían los tres Euros del articulo, pero que no las enseñara más, ni que las diera a oler al personal porque aunque ella fuera muy limpia y que se duchaba tres veces al día, esas cosas no estaban bien. Al fin se marcho aquella maniática y entro un hombre de mediana edad cojeando.
.-Que desea señor.-.
.-Que estos zapatos que me compré ayer aquí me tienen cojo perdió, minusválido total oiga, y con un dolor de pies que tengo no puedo dar ni un paso.-
.- Pero son de su número.-
.-Claro, ya me fijé, y es uno solo el que está tarado o defectuoso de fabricación, porque el otro está bien.-
.- Que raro dijo la chica.-
Al momento y como en un acto de solidaridad hacia la pobre trabajadora que le toca en suerte un caso de estos, todas en corro empezaron a estudiar la cara del hombre, por si reconocían en sus rasgos a algunos de los que acostumbran a incordiar cada dos por tres, no definitivamente aquel era nuevo en la plaza, y en el supermercado.
El hombre seguía en sus treces,
.- Estos zapatos están defectuosos y me lo tenéis que cambiar, o devolverme el dinero que me han costado.-
.-`Pero oiga, de estar tarados, serian los dos, no uno solo.-
El hombre ya no habla, ahora grita y mientras, se quita el zapato y lo pone sobre el mostrador.
Todas se miran pensando que después de las bragas ahora el tufillo del zapato sube y recorre el mostrador quitándole las ganas de desayunar.
.-Mi UD. estos zapatos no tienen nada, están bien acabados y no se les ve ninguna tara.-
Le dicen.
.
El hombre ya no atiende a buenas razones, y con un pié descalzo, va cojeando de un sitio para otro del mostrador, blandiendo el zapato causante de su dolores, amenazadoramente.
.-¡¡Quiero mi dinero, ladrones, estafadores.-
.-Calmesé, calmesé por favor, no arme este escándalo que ya veremos que hacemos.-
Le dice la que parece más veterana en estas lides de capear los temporales de cada dia. Entonces resignada a su triste destino, llama a una de las nuevas, y le dice que vaya a por otro par de zapatos, la chica coge los zapatos ante la mirada arrogante del hombre medio descalzo, y al hacerlo, mete la mano dentro de uno de ellos y ¡Ho! milagro, dentro de un zapato, hay, está sin quitar, uno de los cartones que refuerzan el empeine en los zapatos, Lo saca, y como un trofeo lo eleva, y dice a las demás.
.- Como no iba a cojear este tio, si no había sacado este cartón.-
Al hombre le cambia la cara, y mudo por la vergüenza, le arrebata el zapato a la chica y cojeando se pierde entre la multitud.
Saludos