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 Axi Muniain cerca de la muerte: El relato de lo que le sucedió en Nazaré

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Rhhevoltaire
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Axi Muniain cerca de la muerte: El relato de lo que le sucedió en Nazaré Empty
MensajeTema: Axi Muniain cerca de la muerte: El relato de lo que le sucedió en Nazaré   Axi Muniain cerca de la muerte: El relato de lo que le sucedió en Nazaré EmptyMiér Ene 11, 2017 3:55 am

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Axi Muniain cerca de la muerte: El relato de lo que le sucedió en Nazare
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  • "Rompió la ola y me pilló en el peor lugar en el que me podía encontrar. Era una pirámide gigante. Toda esa proyección de energía salió disparada hacia donde estaba situado yo. He tenido comidas muy duras pero ninguna como aquella. La intensidad de las turbulencias y la velocidad con la que me disparó hacia las profundidades castigando todos los huesos de mi columna y los órganos del aparato digestivo fue de una manera brutal", dijo Axi sobre lo que se ve arriba. Foto: Axi Muniain
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  • Esa fue una de las series más grandes del día y agarró desprevenido a buena parte de los que estaban. "Tras girarme vi que la siguiente era todavía mayor y me di cuenta de que me iba a romper justo delante. Francisco intentó rescatarme y toqué con la punta de mis dedos la bandeja de rescate de la moto de agua. Esto fue peor porque no me dejó concentrarme en la comida que se me venía encima y tampoco pude librarme. Francisco tuvo que salvar la moto y salir de allí antes del impacto", cuenta Axi. Foto: Andrea Carminati
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  • "Allí es cuando me quedo realmente sorprendido y pienso que puede ser el final e intento apagar por así decirlo mi cuerpo; dejándome llevar al máximo pese a lo trágico de la situación; era la única opción que tenía (...)Cuando noté que el chaleco empezaba a tirar en un sentido le acompañé con una primera brazada. Tiré de la segunda anilla que también se hinchó"; una vez que logró salir, vino otra ola. Foto: Andrea Carminati
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  • En el intento por salvar a su amigo, Francisco perdió la moto, que terminó en una cueva. Esto es lo que dijo Axi: "Una vez que vi que estaba vivo y empecé a recuperarme, vi mi tabla en la orilla, vi la tabla de Lucas Chumbo y a él en la orilla y pensé inmediatamente en mi compañero. Sabía que él y la moto se habían ido a las rocas. Quería ir corriendo pero no podía, me caía. El dolor era agonizante, estaba muy preocupado por él y me puse en cuatro patas a respirar". Foto: Rafa Riancho
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  • Axi y Francisco unos días antes de sufrir los peores golpes de sus vidas. "Mis objetivos son continuar surfeando a tope Nazaré y siempre que se pueda Jaws. Seguir mejorando nuestra infraestructura allí para, en todo lo posible, ir bien preparados", dijo el surfer. Foto: Ritxi Goya
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  • Unos días antes del torneo Nazaré quebró "más simpático" y ahí estuvo Axi, con el mejor espíritu navideño. Lo que se vino después fue muy pesado. Foto: Ritxi Goya
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"Solo veía luz, era todo blanco, lo poco que recuerdo era como si estuviera en una habitación con mucha luz"... Los lugares a los que se llega al desafiar los límites del surfing de olas grandes





En los siguientes párrafos Axi relata lo que le sucedió:

Primero como seguridad del Nazaré Challenge

Había bajado a Nazaré por la celebración de la etapa del Big Wave World Tour en Nazaré. Allí las olas no son paralelas sino que hay diagonales que se cruzan lo que hace que tengas que estar extremadamente atento, el precio a pagar es muy alto.

Para la seguridad de la prueba Garret McNamara me recomendó a mí, a Eric Rebière y a Sebastian (Steudner) como los más experimentados para complementar el equipo junto a otros pilotos que aunque sean expertos desconocían el lugar.

Como venían dos marejadas, el 20 y el 22, esta segunda, un poco más grande, fui con la esperanza de finalizar mis tareas de rescate y poder atacar a remada el día 22.

Había arrancado con Francisco Porcella. Con el escarmiento de anteriores ocasiones sabía que las mejores olas para pillar a remada tradicional se dan al amanecer porque está glassy. Luego el efecto térmico siempre se acentúa. Cuando estás jugando con semejantes montañas esa brisa puede resultar fatal.

Arranqué como rescatador y él intentando coger alguna a remada. El trato que habíamos hecho era que él cogía una ola y luego cambiábamos, él de rescatador y yo al ataque. Estábamos algo ansiosos porque habíamos perdido algo de tiempo fondeando la boya. Francisco ya tenía todo listo así que le cedí el puesto para que fuera primero.

Pilló una nada más arrancar, le había rescatado y todo había salido genial. Estábamos emocionados y con muy buenas sensaciones.

Francisco me pidió cinco minutos más antes de mi turno y tuvo un wipe-out. Pude rescatarlo “in-extremis”, y aunque no pudo subir a la camilla pudo agarrarse al cabo y le arrastré unos veinte o treinta metros a una zona más segura salvando el estallido del santo picazo.  

Él quedó muy agradecido por haberlo librado de esa situación. Comió un poco pero en el codo, fuera de la zona de impacto. Algo razonable.  

Como anécdota, estábamos con gorros de Papá Noel aunque al final en vez de Ho, ho, ho, acabamos diciendo Oh, oh, oh.

El turno de Axi 
Hicimos el cambio. Preparé mi tabla muy rápidamente y volvimos al pico. Aunque estemos en equipo, Francisco y yo estamos al tanto de todo el mundo, aunque nuestra prioridad sea el compañero. Hay espíritu de compañerismo con todos los demás ya que el riesgo es muy elevado.  
Quería coger la grande, con una ola gorda me bastaba, así que le dije a Francisco que me llevara bastante arriba. Pero en ese momento bajamos un poco, tenía mis referencias… En en ese momento entró una gran serie. Todo el mundo empezó a gritarme que le diera, ¡que era la ola! Le di a muerte pero no conseguí entrar.

Tras girarme vi que la siguiente era todavía mayor y me di cuenta de que me iba a romper justo delante. Francisco intentó rescatarme y toqué con la punta de mis dedos la bandeja de rescate de la moto de agua. Esto fue peor porque no me dejó concentrarme en la comida que se me venía encima y tampoco pude librarme.

Francisco tuvo que salvar la moto y salir de allí antes del impacto.

El golpe
Rompió la ola y me pilló en el peor lugar en el que me podía encontrar. Era una pirámide gigante. Toda esa proyección de energía salió disparada hacia donde estaba situado yo.

He tenido comidas muy duras pero ninguna como aquella. La intensidad de las turbulencias y la velocidad con la que me disparó hacia las profundidades castigando todos los huesos de mi columna y los órganos del aparato digestivo fue de una manera brutal.

Temí por mi cuello. La cabeza me iba a estallar y sentía dolor. Ya me había reventado el neopreno, cuello, gorro y el lateral del pecho. Ahí debió de perforarse el tímpano aunque no me di cuenta. Me daba cuenta de que iba a perder la consciencia, pero seguía sumergiéndome.

Conseguí tirar de una de las dos anillas de 25 gramos de oxígeno (en el campeonato había muchísima gente que llevaba de tan solo 16, la próxima vez voy a bajar con una caja de 25 para que haya material disponible) pero debido a la presión de la profundidad apenas se hinchaba y seguía bajando.

Allí es cuando me quedo realmente sorprendido y pienso que puede ser el final e intento apagar por así decirlo mi cuerpo; dejándome llevar al máximo pese a lo trágico de la situación; era la única opción que tenía. Me ubiqué cuando las turbulencias empezaron a amainar después de un tiempo. Estando tan profundo no tenía la misma flotabilidad. Cuando noté que el chaleco empezaba a tirar en un sentido le acompañé con una primera brazada. Tiré de la segunda anilla que también se hinchó.

En esos momentos traté de economizar mi energía al máximo, intentando no querer salir. Pero también pensé seriamente que no iba a salir ya más. Era como si me encontrara en un sueño, pensando bien, “estoy en un sueño, voy a analizar lo que voy a hacer para salir”, me decía. En ningún momento abrí la boca ni tragué agua.

De pronto, en un tiempo que me cuesta definir, alcancé la superficie. Seguía en la zona de impacto y me cayó encima otra ola más, una ola blanca. Fue volver a empezar. Ahí es cuando me planteé de nuevo: esto no ha acabado, no veo nada, apenas escucho y el cuerpo no me responde. Pensaba que todo se acababa ahí.

Solo veía luz, era todo blanco, lo poco que recuerdo era como si estuviera en una habitación con mucha luz, y que alguien me hablara desde el exterior. Escuchaba las motos pero no tenía ni coordinación corporal ni nada. Estaba completamente ido, intenté alzar la mano para pedir ayuda hasta que me alcanzó la otra ola blanca.

Modo supervivencia
Me concentré en no abrir la boca. Cuando salí Francisco me preguntó algo y le dije que no podía ver ni escuchar. Francisco me subió a la bandeja.

Poco a poco fui analizando que me habían rescatado, que iba boca arriba, pero que algo no iba bien, yo no me podía ni agarrar, no tenía fuerzas, iba volando sobre la camilla, de pronto me golpeé con el jet-ski y me veo en el agua de nuevo. Me preguntaba qué había pasado.

Estaba como en un sueño tratando de encontrarle la lógica. Francisco estaba tratando de sacarnos de otra ola que se estaba formando. Al verme en el agua de nuevo me seguí concentrando, dentro de mis penosas condiciones estaba atónito, traté de no tragar agua. Concentrándome en cerrar la boca en cuanto notase la espuma golpearme ya que no podía ni ver ni escuchar. Lo que había sucedido era que la ola nos había tirado a Francisco y a mí al agua. Pero Francisco me abrazó para no soltarme y me vació parte del aire de las cargas porque temía que no pudiera respirar. Dice que tenía los ojos idos.

"He tenido comidas muy duras pero ninguna como aquella. La intensidad de las turbulencias y la velocidad con la que me disparó hacia las profundidades castigando todos los huesos de mi columna y los órganos del aparato digestivo fue de una manera brutal"


--Axi Muniain 



Pero la siguiente espuma nos separó. Al salir me puse en modo supervivencia, dejándome arrastrar como una estrella de mar hacia la orilla.

La moto se encalló dentro de la cueva de Nazaré a una altura de metro y medio. Francisco estaba tratando de recuperarla.

Jamie Mitchell al salir del hospital en el restaurante donde solemos juntarnos, en el A Celeste de André Botella, uno de los fotógrafos clásicos de allí, me dijo que me rescató al salir de esa ola. Así que él también me salvó la vida. Todos contribuyeron. Yo me vi en la orilla de rodillas intentando recuperarme.

Una vez que vi que estaba vivo y empecé a recuperarme, vi mi tabla en la orilla, vi la tabla de Lucas Chumbo y a él en la orilla y pensé inmediatamente en mi compañero. Sabía que él y la moto se habían ido a las rocas. Quería ir corriendo pero no podía, me caía. El dolor era agonizante, estaba muy preocupado por él y me puse en cuatro patas a respirar.

El rescate de la moto
Los socorristas no querían dejarme pero fui a las rocas a buscarle. Es un infierno de sitio. Lucas Chumbo se prestó a ir él y entre los tres conseguimos bajarla. Subí a la moto y la arranqué, le costó un poco pero funcionaba. Gracias a que era marea baja porque estábamos en un sitio muy peligroso, muy comprometido. Pero solo llegaban las espumas de las series más grandes. Mis compañeros no querían dejarme pero me subí a la moto insistiendo en que subido a la moto podía hacerlo por muy mal que estuviera.

Me metí contra la espuma y pasé el primer tramo succionando arena y todo lo que había con la moto. De pronto, me venía una ola de frente y se me paró la moto. Probé una vez a arrancarla y nada, varias veces más y nada. La ola se acercaba más y más y de repente arrancó y pude salir de allí como un tiro hasta que con la primera espuma aceleré a fondo y la llevé hasta arriba de la playa. Una vez salvado yo, el compañero y la moto me derrumbé del dolor gimiendo como un cachorro atropellado, haciéndome un ovillo y me llevaron al hospital.

El diagnóstico fue que tenía toda la columna completamente torcida, un tímpano perforado, contusiones y los órganos del digestivo inflamados, el diafragma y también me dolía mucho el estómago, el bazo y el hígado.

Me lo hicieron a posteriori en casa. No sabía que tenía el tímpano perforado. Sé que no es lo más aconsejable pero aunque sabía que no iba a dejar que arraigara en mí el miedo, quería afrontarlo y al día siguiente entré al agua a hacer tow-in. Mi instinto pudo sobre la razón. Pero además intentaba relajarme durante el día. Por suerte había niebla, pasamos el día descansando, comimos tranquilos y a última hora del día entramos a por un par de monstruos. Surfeé varias olas y comí una con el traje aún rasgado en el que me entraba agua a borbotones.

¿Y ahora? 
Mis objetivos son continuar surfeando a tope Nazaré y siempre que se pueda Jaws. Seguir mejorando nuestra infraestructura allí para, en todo lo posible, ir bien preparados.

Sobre el evento de Nazaré
No estoy completamente de acuerdo de seguir empujando los límites en formatos de competición. Porque intervienen otros agentes a los que no se les debería de dar cabida a la hora de valorar si echarte o no a una ola. Esos elementos son externos. La mediatización, el oportunismo, el resultado, el Price-money, la gloria, los jet-skis de rescate y toda esa contaminación.

Cuando quitas todos esos elementos seguramente el número de olas que se cogieron quedarían en una cuarta parte.

Todos los riders que pasaron por allí coincidieron en que se habían empujado los límites. Casi todo el mundo tuvo comidas muy heavys. No recuerdo a nadie que no haya tenido una mala experiencia allí. Fue muy intenso. Además de los lesionados. A todos los no lesionados se les ha visto al salir llevarse las manos a la cabeza, besar la arena o acabar con las manos en las rodillas ventilándose y dando gracias por que están a salvo y en tierra firme.

El seguir empujando los límites ¿hasta que punto garantiza el espectáculo? No tiene porqué ser siempre más y más. Se trata de garantizar el espectáculo. Cuanto más gigante el riesgo es mayor, el precio es más elevado y si pasa algo hay más boletos de que acabe en tragedia. Habrá más cazadas cuando entren las series grandes.

Se está forzando a la gente a entrar al agua por motivos que no son los importantes, se están jugando la vida por motivos que no tienen sentido.

Cuando realizaba los rescates les indicaba a los surfistas que debían de entrar sin inventos porque en situaciones te faltan segundos. No puedes rescatar a los surfers y sus tablas que son tan grandes. Y al hacer la tabla el ancla parecía que Neptuno cogía con sus dedos gigantes al surfista y lo succionaba como diciendo: este me lo quedo yo que le voy a dar una lección, y desaparecía literalmente de la camilla del jet-ski. Me impactó mucho, era surrealista.

Para una siguiente ocasión debería de plantearse seriamente poner un campamento flotante en alta mar de forma que la gente pueda dejar allí sus tablas y pueda hacer rotaciones en caso de pérdida de tabla. No tener que ir a la orilla sino coger otra y continuar. Mientras tanto otra de las motos puede bajar y recuperar esa tabla. Con dos únicas tablas hacer rotaciones. Así podría continuar el surfer en manga sin tener que salir a la orilla.

Los timings son tan cortos que la gente de Nazaré es consciente y me felicitó por el uso del aro, que soy el único que lo usa en Europa y es la forma más eficiente. He decidido que estos Reyes Magos quiero hacer un regalo a gente que admiro de verdad y fabricarlos. Gente como Sebastian, Eric, Garret Mc Namara, Kealii, Maya, Carlos, etcétera.

A su vez hablé con Lino, de Water fun Nazaré, quien coordina la logística, guarda el material y gestiona los permisos, para bajar una caja de botellas de veinticinco gramos y unas cuerdas que les llamo las trenzas de la camilla las cuales prolongan el espacio de la camilla y puedes subir con una tabla tan larga. En conclusión: fuera inventos, sí al aro de rescate y las trenzas para que el surfista pueda subirse a la camilla.



Ha tenido su peor accidente durante su carrera como surfista de olas gigantes. Le ha hecho llevar su mente y su cuerpo al límite absoluto de la resistencia humana, a un paso de la otra orilla. Pero su maestría surfeando estos gigantes le ha hecho también maestro en rescates a sus compañeros, a los que cuida como nadie, aunque sean de otros países o hablen lenguas que a veces desconoce.





Su templanza y determinación se han puesto a prueba con más fuerza que nunca; son tan inquebrantables que le hicieron regresar al día siguiente al agua aunque sufriera intensos dolores por todo su cuerpo. Comprender a Axi Muniain significa comprender que ese es su lugar.

En los siguientes párrafos Axi relata lo que le sucedió:

Primero como seguridad del Nazaré Challenge
Había bajado a Nazaré por la celebración de la etapa del Big Wave World Tour en Nazaré. Allí las olas no son paralelas sino que hay diagonales que se cruzan lo que hace que tengas que estar extremadamente atento, el precio a pagar es muy alto.

Para la seguridad de la prueba Garret McNamara me recomendó a mí, a Eric Rebière y a Sebastian (Steudner) como los más experimentados para complementar el equipo junto a otros pilotos que aunque sean expertos desconocían el lugar.

Como venían dos marejadas, el 20 y el 22, esta segunda, un poco más grande, fui con la esperanza de finalizar mis tareas de rescate y poder atacar a remada el día 22.

Había arrancado con Francisco Porcella. Con el escarmiento de anteriores ocasiones sabía que las mejores olas para pillar a remada tradicional se dan al amanecer porque está glassy. Luego el efecto térmico siempre se acentúa. Cuando estás jugando con semejantes montañas esa brisa puede resultar fatal.

Arranqué como rescatador y él intentando coger alguna a remada. El trato que habíamos hecho era que él cogía una ola y luego cambiábamos, él de rescatador y yo al ataque. Estábamos algo ansiosos porque habíamos perdido algo de tiempo fondeando la boya. Francisco ya tenía todo listo así que le cedí el puesto para que fuera primero.

Pilló una nada más arrancar, le había rescatado y todo había salido genial. Estábamos emocionados y con muy buenas sensaciones.

Francisco me pidió cinco minutos más antes de mi turno y tuvo un wipe-out. Pude rescatarlo “in-extremis”, y aunque no pudo subir a la camilla pudo agarrarse al cabo y le arrastré unos veinte o treinta metros a una zona más segura salvando el estallido del santo picazo.  

Él quedó muy agradecido por haberlo librado de esa situación. Comió un poco pero en el codo, fuera de la zona de impacto. Algo razonable.  

Como anécdota, estábamos con gorros de Papá Noel aunque al final en vez de Ho, ho, ho, acabamos diciendo Oh, oh, oh.

El turno de Axi 
Hicimos el cambio. Preparé mi tabla muy rápidamente y volvimos al pico. Aunque estemos en equipo, Francisco y yo estamos al tanto de todo el mundo, aunque nuestra prioridad sea el compañero. Hay espíritu de compañerismo con todos los demás ya que el riesgo es muy elevado.  
Quería coger la grande, con una ola gorda me bastaba, así que le dije a Francisco que me llevara bastante arriba. Pero en ese momento bajamos un poco, tenía mis referencias… En en ese momento entró una gran serie. Todo el mundo empezó a gritarme que le diera, ¡que era la ola! Le di a muerte pero no conseguí entrar.

Tras girarme vi que la siguiente era todavía mayor y me di cuenta de que me iba a romper justo delante. Francisco intentó rescatarme y toqué con la punta de mis dedos la bandeja de rescate de la moto de agua. Esto fue peor porque no me dejó concentrarme en la comida que se me venía encima y tampoco pude librarme.

Francisco tuvo que salvar la moto y salir de allí antes del impacto.

El golpe
Rompió la ola y me pilló en el peor lugar en el que me podía encontrar. Era una pirámide gigante. Toda esa proyección de energía salió disparada hacia donde estaba situado yo.

He tenido comidas muy duras pero ninguna como aquella. La intensidad de las turbulencias y la velocidad con la que me disparó hacia las profundidades castigando todos los huesos de mi columna y los órganos del aparato digestivo fue de una manera brutal.

Temí por mi cuello. La cabeza me iba a estallar y sentía dolor. Ya me había reventado el neopreno, cuello, gorro y el lateral del pecho. Ahí debió de perforarse el tímpano aunque no me di cuenta. Me daba cuenta de que iba a perder la consciencia, pero seguía sumergiéndome.

Conseguí tirar de una de las dos anillas de 25 gramos de oxígeno (en el campeonato había muchísima gente que llevaba de tan solo 16, la próxima vez voy a bajar con una caja de 25 para que haya material disponible) pero debido a la presión de la profundidad apenas se hinchaba y seguía bajando.

Allí es cuando me quedo realmente sorprendido y pienso que puede ser el final e intento apagar por así decirlo mi cuerpo; dejándome llevar al máximo pese a lo trágico de la situación; era la única opción que tenía. Me ubiqué cuando las turbulencias empezaron a amainar después de un tiempo. Estando tan profundo no tenía la misma flotabilidad. Cuando noté que el chaleco empezaba a tirar en un sentido le acompañé con una primera brazada. Tiré de la segunda anilla que también se hinchó.

En esos momentos traté de economizar mi energía al máximo, intentando no querer salir. Pero también pensé seriamente que no iba a salir ya más. Era como si me encontrara en un sueño, pensando bien, “estoy en un sueño, voy a analizar lo que voy a hacer para salir”, me decía. En ningún momento abrí la boca ni tragué agua.

De pronto, en un tiempo que me cuesta definir, alcancé la superficie. Seguía en la zona de impacto y me cayó encima otra ola más, una ola blanca. Fue volver a empezar. Ahí es cuando me planteé de nuevo: esto no ha acabado, no veo nada, apenas escucho y el cuerpo no me responde. Pensaba que todo se acababa ahí.

Solo veía luz, era todo blanco, lo poco que recuerdo era como si estuviera en una habitación con mucha luz, y que alguien me hablara desde el exterior. Escuchaba las motos pero no tenía ni coordinación corporal ni nada. Estaba completamente ido, intenté alzar la mano para pedir ayuda hasta que me alcanzó la otra ola blanca.

Modo supervivencia
Me concentré en no abrir la boca. Cuando salí Francisco me preguntó algo y le dije que no podía ver ni escuchar. Francisco me subió a la bandeja.

Poco a poco fui analizando que me habían rescatado, que iba boca arriba, pero que algo no iba bien, yo no me podía ni agarrar, no tenía fuerzas, iba volando sobre la camilla, de pronto me golpeé con el jet-ski y me veo en el agua de nuevo. Me preguntaba qué había pasado.

Estaba como en un sueño tratando de encontrarle la lógica. Francisco estaba tratando de sacarnos de otra ola que se estaba formando. Al verme en el agua de nuevo me seguí concentrando, dentro de mis penosas condiciones estaba atónito, traté de no tragar agua. Concentrándome en cerrar la boca en cuanto notase la espuma golpearme ya que no podía ni ver ni escuchar. Lo que había sucedido era que la ola nos había tirado a Francisco y a mí al agua. Pero Francisco me abrazó para no soltarme y me vació parte del aire de las cargas porque temía que no pudiera respirar. Dice que tenía los ojos idos.

"He tenido comidas muy duras pero ninguna como aquella. La intensidad de las turbulencias y la velocidad con la que me disparó hacia las profundidades castigando todos los huesos de mi columna y los órganos del aparato digestivo fue de una manera brutal"


--Axi Muniain 



Pero la siguiente espuma nos separó. Al salir me puse en modo supervivencia, dejándome arrastrar como una estrella de mar hacia la orilla.

La moto se encalló dentro de la cueva de Nazaré a una altura de metro y medio. Francisco estaba tratando de recuperarla.

Jamie Mitchell al salir del hospital en el restaurante donde solemos juntarnos, en el A Celeste de André Botella, uno de los fotógrafos clásicos de allí, me dijo que me rescató al salir de esa ola. Así que él también me salvó la vida. Todos contribuyeron. Yo me vi en la orilla de rodillas intentando recuperarme.

Una vez que vi que estaba vivo y empecé a recuperarme, vi mi tabla en la orilla, vi la tabla de Lucas Chumbo y a él en la orilla y pensé inmediatamente en mi compañero. Sabía que él y la moto se habían ido a las rocas. Quería ir corriendo pero no podía, me caía. El dolor era agonizante, estaba muy preocupado por él y me puse en cuatro patas a respirar.

El rescate de la moto
Los socorristas no querían dejarme pero fui a las rocas a buscarle. Es un infierno de sitio. Lucas Chumbo se prestó a ir él y entre los tres conseguimos bajarla. Subí a la moto y la arranqué, le costó un poco pero funcionaba. Gracias a que era marea baja porque estábamos en un sitio muy peligroso, muy comprometido. Pero solo llegaban las espumas de las series más grandes. Mis compañeros no querían dejarme pero me subí a la moto insistiendo en que subido a la moto podía hacerlo por muy mal que estuviera.

Me metí contra la espuma y pasé el primer tramo succionando arena y todo lo que había con la moto. De pronto, me venía una ola de frente y se me paró la moto. Probé una vez a arrancarla y nada, varias veces más y nada. La ola se acercaba más y más y de repente arrancó y pude salir de allí como un tiro hasta que con la primera espuma aceleré a fondo y la llevé hasta arriba de la playa. Una vez salvado yo, el compañero y la moto me derrumbé del dolor gimiendo como un cachorro atropellado, haciéndome un ovillo y me llevaron al hospital.

El diagnóstico fue que tenía toda la columna completamente torcida, un tímpano perforado, contusiones y los órganos del digestivo inflamados, el diafragma y también me dolía mucho el estómago, el bazo y el hígado.

Me lo hicieron a posteriori en casa. No sabía que tenía el tímpano perforado. Sé que no es lo más aconsejable pero aunque sabía que no iba a dejar que arraigara en mí el miedo, quería afrontarlo y al día siguiente entré al agua a hacer tow-in. Mi instinto pudo sobre la razón. Pero además intentaba relajarme durante el día. Por suerte había niebla, pasamos el día descansando, comimos tranquilos y a última hora del día entramos a por un par de monstruos. Surfeé varias olas y comí una con el traje aún rasgado en el que me entraba agua a borbotones.

¿Y ahora? 
Mis objetivos son continuar surfeando a tope Nazaré y siempre que se pueda Jaws. Seguir mejorando nuestra infraestructura allí para, en todo lo posible, ir bien preparados.

Sobre el evento de Nazaré
No estoy completamente de acuerdo de seguir empujando los límites en formatos de competición. Porque intervienen otros agentes a los que no se les debería de dar cabida a la hora de valorar si echarte o no a una ola. Esos elementos son externos. La mediatización, el oportunismo, el resultado, el Price-money, la gloria, los jet-skis de rescate y toda esa contaminación.

Cuando quitas todos esos elementos seguramente el número de olas que se cogieron quedarían en una cuarta parte.

Todos los riders que pasaron por allí coincidieron en que se habían empujado los límites. Casi todo el mundo tuvo comidas muy heavys. No recuerdo a nadie que no haya tenido una mala experiencia allí. Fue muy intenso. Además de los lesionados. A todos los no lesionados se les ha visto al salir llevarse las manos a la cabeza, besar la arena o acabar con las manos en las rodillas ventilándose y dando gracias por que están a salvo y en tierra firme.

El seguir empujando los límites ¿hasta que punto garantiza el espectáculo? No tiene porqué ser siempre más y más. Se trata de garantizar el espectáculo. Cuanto más gigante el riesgo es mayor, el precio es más elevado y si pasa algo hay más boletos de que acabe en tragedia. Habrá más cazadas cuando entren las series grandes.

Se está forzando a la gente a entrar al agua por motivos que no son los importantes, se están jugando la vida por motivos que no tienen sentido.

Cuando realizaba los rescates les indicaba a los surfistas que debían de entrar sin inventos porque en situaciones te faltan segundos. No puedes rescatar a los surfers y sus tablas que son tan grandes. Y al hacer la tabla el ancla parecía que Neptuno cogía con sus dedos gigantes al surfista y lo succionaba como diciendo: este me lo quedo yo que le voy a dar una lección, y desaparecía literalmente de la camilla del jet-ski. Me impactó mucho, era surrealista.

Para una siguiente ocasión debería de plantearse seriamente poner un campamento flotante en alta mar de forma que la gente pueda dejar allí sus tablas y pueda hacer rotaciones en caso de pérdida de tabla. No tener que ir a la orilla sino coger otra y continuar. Mientras tanto otra de las motos puede bajar y recuperar esa tabla. Con dos únicas tablas hacer rotaciones. Así podría continuar el surfer en manga sin tener que salir a la orilla.

Los timings son tan cortos que la gente de Nazaré es consciente y me felicitó por el uso del aro, que soy el único que lo usa en Europa y es la forma más eficiente. He decidido que estos Reyes Magos quiero hacer un regalo a gente que admiro de verdad y fabricarlos. Gente como Sebastian, Eric, Garret Mc Namara, Kealii, Maya, Carlos, etcétera.

A su vez hablé con Lino, de Water fun Nazaré, quien coordina la logística, guarda el material y gestiona los permisos, para bajar una caja de botellas de veinticinco gramos y unas cuerdas que les llamo las trenzas de la camilla las cuales prolongan el espacio de la camilla y puedes subir con una tabla tan larga. En conclusión: fuera inventos, sí al aro de rescate y las trenzas para que el surfista pueda subirse a la camilla.

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