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Al parecer ni dignidad, ni vergüenza. Al menos en una gran parte de ella. Hoy, día 25 de mayo, se cumplen años de la masacre fascista en Alacant por la aviación italiana a la orden del criminal Francisco Franco. Tuvo lugar en 1938 en el Mercado Central de Abastos, en el centro de aquella pequeña ciudad, lejos de objetivos militares, y lugar donde más de trescientas personas fueron asesinadas, mayormente niños, ancianos y mujeres ya que los hombres jóvenes estaban en el frente. Franco, asesino sanguinario y terrorista, dio la criminal orden, y la aviación fascista italiana la cumplió y bien cumplida. De sangre y mucho dolor fue sembrada mi ciudad. Por media hora escasa, al retrasarse la vecina que nos acompañaría a mí y a mi madre hacer la compra en el Mercado, nos salvó de la muerte.
Nunca he sido partidario de venganzas. No nos llevan a ninguna parte salvo a perpetuar el odio, pero lo que es demencial es que el asesino y sus compinches tenga honores como calles y plazas a su nombre. En Alacant hay una calle que si esta sociedad tuviese dignidad y vergüenza ya hubiese desaparecido su rotulación hace décadas, la llamada “30 de Marzo”, que conmemora la entrada fascista triunfal en estas tierras tan masacradas por estas hordas criminales. Ni odio ni venganza, pero sí la desaparición de todos los honores que ellos mismos, por su poder, establecieron.
Y un detalle que no sé si lo conocen y me hace feliz, y es que fue Alacant la única ciudad que no se rindió al fascismo. Antes de entrar en ella el fascismo, nadie sustituyó la bandera republicana que ondeaba en lo alto del monte Benacantil, por la blanca de la rendición. Y eso la hizo ser reconocida durante muchos años como ciudad traidora; ser traidor al fascismo es un orgullo.
El Postiguet