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El obispo de Solsona ha sido abucheado y escoltado por la policía ante la muchedumbre que lo increpaba, por sus constantes críticas contra la homosexualidad desde los púlpitos de su iglesia. Que él crea tal o cual cosa, le guste o no, es muy libre de creer, pero teniendo esa camarilla de pederastas y folla monaguillos que hay entre los suyos, mejor que cuide de su casa y no la de los demás. En ese tema repugnante es donde debe hacer hincapié, no en que dos personas mayores, libres y de común acuerdo, hagan de sus cuerpos y en el catre lo que les venga en gana, pero el abuso de los menores es un delito y una vergüenza. Pero el obispo mira hacia otra parte y vierte su odio contra los gays. ¿Rechazado por alguno quizás? Hay odios —dicen— que comenzaron siendo amor…
El P©stiguet