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    Comprender a los terroristas

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    Comprender a los terroristas Empty Comprender a los terroristas

    Mensaje por el.loco.lucas Miér Ago 23, 2017 11:36 pm

    Comprender a los terroristas
    JAVIER CERCAS
    13 MAR 2016 - 00:00 CET
    No basta decir que los terroristas son unos hombres aberrantes. Hay que preguntarse por qué hay chavales entregados al terror
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    En un debate parlamentario sobre terrorismo celebrado a principios de año en París, el primer ministro francés, Manuel Valls, afirmó: “Para estos enemigos que atacan a sus compatriotas, que rompen el contrato que nos une, no puede haber explicación que valga, porque explicar ya es un poco querer disculpar. ¡Nada puede explicar que se mate en terrazas de bares! ¡Nada puede explicar que se mate en una sala de conciertos! ¡Nada puede explicar que se mate a periodistas y policías! ¡Y nada puede explicar que se mate a judíos! ¡Nada podrá explicarlo nunca!”. Poco después, en una entrevista televisada, Valls remachó: “Comprender un proyecto terrorista, nunca: es inaceptable”.

    Valls se equivoca. Se trata de un error lingüístico que implica un error moral y otro político: estriba en confundir el verbo comprender con el verbo justificar. “Tout comprendre c’est tout pardonner”, dicen los franceses; nada más falso: comprenderlo todo no es perdonar nada, y comprender el mal –cualquier mal, incluido el del terrorismo– no significa justificarlo, sino, como argumentó Tzvetan Todorov, darse los medios para combatirlo e impedir su regreso. En su último libro, Todorov aduce un nuevo ejemplo de esa vieja afirmación: el libro se titula Insumisos y acaba de traducirlo Galaxia Gutenberg; el ejemplo, tan invocado como poco imitado (y no sólo por los políticos), es el de Nelson Mandela. En 1962 Mandela es un dirigente del Congreso Nacional Africano (CNS), una organización que combate el régimen criminal del apartheid; en verano de ese año es detenido por la policía sudafricana, y al cabo de un tiempo lo condenan a cadena perpetua, acusado de dirigir el brazo armado del CNS. Más o menos una década después, mientras las calles de Soweto hierven de manifestaciones contra una ley que obliga a usar en la escuela el afrikáans –la lengua de los opresores–, Mandela toma una decisión que sorprende a sus compañeros de cautiverio en la penitenciaría de Robben Island: empieza a aprender afrikáans, empieza a leer libros sobre la historia y la cultura de los afrikáneres; también empieza a hablar con sus carceleros, a tratarlos como personas y no como monstruos, a establecer con ellos unos lazos que en algunos casos durarán décadas.

    Así, en secreto, arranca una revolución que llevará a este hombre extraordinario a liquidar sin violencia el apartheid y a convertirse en el primer presidente de una Sudáfrica democrática. Porque Mandela vio como nadie que el odio sólo destruye a quien lo experimenta, y que la única manera de derrotar a los enemigos es empezar por comprenderlos: vio que, si hay una bomba en un lugar cerrado, lo peor que uno puede hacer es dedicarse a gritar y a maldecir a quien la ha puesto; lo que hay que hacer es cogerla, examinarla, descifrar su mecanismo y desactivarlo. Quiero decir que sirve de bien poco, digamos, proclamar la maldad de Hitler, porque hasta los niños saben que Hitler era malo; pero si algún día un genio, un Shakespeare o un Dostoievski, nos permitiese comprenderlo, comprender cómo fue posible que un oligofrénico rodeado de una panda de oligofrénicos consiguiera fascinar al país más cultivado del planeta –y, por cierto, a medio mundo–, habríamos empezado a dotarnos de los instrumentos necesarios para que nada parecido a Hitler volviera a ocurrir. Por eso la gran literatura es tan útil: porque nada como ella nos permite meternos en la piel del enemigo, porque nadie nos sumerge tan a fondo como Shakespeare o Dostoievski en la mente de un asesino o un oligofrénico, y nada nos explica mejor los resortes del odio y la ambición y la envidia y el miedo y el egoísmo y la ira, y por tanto nada nos protege mejor contra ellos.

    Así que, a menos que se trate de atizar el miedo y preparar la venganza inútil de los bombardeos, no basta con decir que los terroristas son unos hombres aberrantes; eso ya lo sabemos. Lo que hay que preguntarse es por qué hay chavales entregados al terror, qué hay en sus cabezas, cuáles son las razones y las pasiones y las circunstancias que los llevan a cometer actos espantosos por una causa espantosa; comprenderlas y darse así los medios para desactivarlas. Valls se equivoca: comprender a los terroristas no es casi disculparlos; por lo menos a la larga, es la única forma de acabar con el terror.
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    Mensaje por El llobu Jue Ago 24, 2017 12:11 am

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    Salud y República.
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    Nolocreo
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    Mensaje por Nolocreo Jue Ago 24, 2017 3:29 am

    Asi dicho puede sonar muy bien, pero lo cierto es que no hay nadie capaz de comprender a un terrorista salvo otro terrorista Neutral
    el.loco.lucas
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    Comprender a los terroristas Empty Re: Comprender a los terroristas

    Mensaje por el.loco.lucas Jue Ago 24, 2017 9:32 am

    Nolocreo escribió:Asi dicho puede sonar muy bien, pero lo cierto es que no hay nadie capaz de comprender a un terrorista salvo otro terrorista Neutral

    Si fuera cierto tu planteamiento nadie podría entender a los demás. Nadie podría entender las motivaciones de otro... sólo cada uno las suyas... Claro que... pensándolo bien... es lógico que pienses eso...
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    Mensaje por NEROCAESAR Jue Ago 24, 2017 10:08 am

    el.loco.lucas escribió:Comprender a los terroristas
    JAVIER CERCAS
    13 MAR 2016 - 00:00 CET
    No basta decir que los terroristas son unos hombres aberrantes. Hay que preguntarse por qué hay chavales entregados al terror
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    En un debate parlamentario sobre terrorismo celebrado a principios de año en París, el primer ministro francés, Manuel Valls, afirmó: “Para estos enemigos que atacan a sus compatriotas, que rompen el contrato que nos une, no puede haber explicación que valga, porque explicar ya es un poco querer disculpar. ¡Nada puede explicar que se mate en terrazas de bares! ¡Nada puede explicar que se mate en una sala de conciertos! ¡Nada puede explicar que se mate a periodistas y policías! ¡Y nada puede explicar que se mate a judíos! ¡Nada podrá explicarlo nunca!”. Poco después, en una entrevista televisada, Valls remachó: “Comprender un proyecto terrorista, nunca: es inaceptable”.

    Valls se equivoca. Se trata de un error lingüístico que implica un error moral y otro político: estriba en confundir el verbo comprender con el verbo justificar. “Tout comprendre c’est tout pardonner”, dicen los franceses; nada más falso: comprenderlo todo no es perdonar nada, y comprender el mal –cualquier mal, incluido el del terrorismo– no significa justificarlo, sino, como argumentó Tzvetan Todorov, darse los medios para combatirlo e impedir su regreso. En su último libro, Todorov aduce un nuevo ejemplo de esa vieja afirmación: el libro se titula Insumisos y acaba de traducirlo Galaxia Gutenberg; el ejemplo, tan invocado como poco imitado (y no sólo por los políticos), es el de Nelson Mandela. En 1962 Mandela es un dirigente del Congreso Nacional Africano (CNS), una organización que combate el régimen criminal del apartheid; en verano de ese año es detenido por la policía sudafricana, y al cabo de un tiempo lo condenan a cadena perpetua, acusado de dirigir el brazo armado del CNS. Más o menos una década después, mientras las calles de Soweto hierven de manifestaciones contra una ley que obliga a usar en la escuela el afrikáans –la lengua de los opresores–, Mandela toma una decisión que sorprende a sus compañeros de cautiverio en la penitenciaría de Robben Island: empieza a aprender afrikáans, empieza a leer libros sobre la historia y la cultura de los afrikáneres; también empieza a hablar con sus carceleros, a tratarlos como personas y no como monstruos, a establecer con ellos unos lazos que en algunos casos durarán décadas.

    Así, en secreto, arranca una revolución que llevará a este hombre extraordinario a liquidar sin violencia el apartheid y a convertirse en el primer presidente de una Sudáfrica democrática. Porque Mandela vio como nadie que el odio sólo destruye a quien lo experimenta, y que la única manera de derrotar a los enemigos es empezar por comprenderlos: vio que, si hay una bomba en un lugar cerrado, lo peor que uno puede hacer es dedicarse a gritar y a maldecir a quien la ha puesto; lo que hay que hacer es cogerla, examinarla, descifrar su mecanismo y desactivarlo. Quiero decir que sirve de bien poco, digamos, proclamar la maldad de Hitler, porque hasta los niños saben que Hitler era malo; pero si algún día un genio, un Shakespeare o un Dostoievski, nos permitiese comprenderlo, comprender cómo fue posible que un oligofrénico rodeado de una panda de oligofrénicos consiguiera fascinar al país más cultivado del planeta –y, por cierto, a medio mundo–, habríamos empezado a dotarnos de los instrumentos necesarios para que nada parecido a Hitler volviera a ocurrir. Por eso la gran literatura es tan útil: porque nada como ella nos permite meternos en la piel del enemigo, porque nadie nos sumerge tan a fondo como Shakespeare o Dostoievski en la mente de un asesino o un oligofrénico, y nada nos explica mejor los resortes del odio y la ambición y la envidia y el miedo y el egoísmo y la ira, y por tanto nada nos protege mejor contra ellos.

    Así que, a menos que se trate de atizar el miedo y preparar la venganza inútil de los bombardeos, no basta con decir que los terroristas son unos hombres aberrantes; eso ya lo sabemos. Lo que hay que preguntarse es por qué hay chavales entregados al terror, qué hay en sus cabezas, cuáles son las razones y las pasiones y las circunstancias que los llevan a cometer actos espantosos por una causa espantosa; comprenderlas y darse así los medios para desactivarlas. Valls se equivoca: comprender a los terroristas no es casi disculparlos; por lo menos a la larga, es la única forma de acabar con el terror.

    Vale. Aceptemos eso como solución a largo plazo aunque no lo veo tan fácil...; pero ¿qué hacemos hoy?___¿Dejar en libertad condicional a uno de los esbirros que participó en la masacre de Barcelona, como ha hecho recientemente el juez?...¿Es esa la solución de la comprensión?...; si ahora el tipo que han dejado en libertad protagoniza otra masacre...; sólo nos restará aplaudirle, en nombre de la comprensión.

    Puede que el objetivo de Mandela se cumpliera, pero no se dice cuántos sudafricanos negros fueron muertos o humillados mientras él aprendía el idioma citado. Las soluciones a largo plazo están muy bien, pero si olvidamos el corto plazo y principalmente el presente, el odio se triplica y luego aparecen las consiguientes fobias que tanto criticamos.

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    Mensaje por el.loco.lucas Jue Ago 24, 2017 10:37 am

    NEROCAESAR escribió:
    el.loco.lucas escribió:Comprender a los terroristas
    JAVIER CERCAS
    13 MAR 2016 - 00:00 CET
    No basta decir que los terroristas son unos hombres aberrantes. Hay que preguntarse por qué hay chavales entregados al terror
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    En un debate parlamentario sobre terrorismo celebrado a principios de año en París, el primer ministro francés, Manuel Valls, afirmó: “Para estos enemigos que atacan a sus compatriotas, que rompen el contrato que nos une, no puede haber explicación que valga, porque explicar ya es un poco querer disculpar. ¡Nada puede explicar que se mate en terrazas de bares! ¡Nada puede explicar que se mate en una sala de conciertos! ¡Nada puede explicar que se mate a periodistas y policías! ¡Y nada puede explicar que se mate a judíos! ¡Nada podrá explicarlo nunca!”. Poco después, en una entrevista televisada, Valls remachó: “Comprender un proyecto terrorista, nunca: es inaceptable”.

    Valls se equivoca. Se trata de un error lingüístico que implica un error moral y otro político: estriba en confundir el verbo comprender con el verbo justificar. “Tout comprendre c’est tout pardonner”, dicen los franceses; nada más falso: comprenderlo todo no es perdonar nada, y comprender el mal –cualquier mal, incluido el del terrorismo– no significa justificarlo, sino, como argumentó Tzvetan Todorov, darse los medios para combatirlo e impedir su regreso. En su último libro, Todorov aduce un nuevo ejemplo de esa vieja afirmación: el libro se titula Insumisos y acaba de traducirlo Galaxia Gutenberg; el ejemplo, tan invocado como poco imitado (y no sólo por los políticos), es el de Nelson Mandela. En 1962 Mandela es un dirigente del Congreso Nacional Africano (CNS), una organización que combate el régimen criminal del apartheid; en verano de ese año es detenido por la policía sudafricana, y al cabo de un tiempo lo condenan a cadena perpetua, acusado de dirigir el brazo armado del CNS. Más o menos una década después, mientras las calles de Soweto hierven de manifestaciones contra una ley que obliga a usar en la escuela el afrikáans –la lengua de los opresores–, Mandela toma una decisión que sorprende a sus compañeros de cautiverio en la penitenciaría de Robben Island: empieza a aprender afrikáans, empieza a leer libros sobre la historia y la cultura de los afrikáneres; también empieza a hablar con sus carceleros, a tratarlos como personas y no como monstruos, a establecer con ellos unos lazos que en algunos casos durarán décadas.

    Así, en secreto, arranca una revolución que llevará a este hombre extraordinario a liquidar sin violencia el apartheid y a convertirse en el primer presidente de una Sudáfrica democrática. Porque Mandela vio como nadie que el odio sólo destruye a quien lo experimenta, y que la única manera de derrotar a los enemigos es empezar por comprenderlos: vio que, si hay una bomba en un lugar cerrado, lo peor que uno puede hacer es dedicarse a gritar y a maldecir a quien la ha puesto; lo que hay que hacer es cogerla, examinarla, descifrar su mecanismo y desactivarlo. Quiero decir que sirve de bien poco, digamos, proclamar la maldad de Hitler, porque hasta los niños saben que Hitler era malo; pero si algún día un genio, un Shakespeare o un Dostoievski, nos permitiese comprenderlo, comprender cómo fue posible que un oligofrénico rodeado de una panda de oligofrénicos consiguiera fascinar al país más cultivado del planeta –y, por cierto, a medio mundo–, habríamos empezado a dotarnos de los instrumentos necesarios para que nada parecido a Hitler volviera a ocurrir. Por eso la gran literatura es tan útil: porque nada como ella nos permite meternos en la piel del enemigo, porque nadie nos sumerge tan a fondo como Shakespeare o Dostoievski en la mente de un asesino o un oligofrénico, y nada nos explica mejor los resortes del odio y la ambición y la envidia y el miedo y el egoísmo y la ira, y por tanto nada nos protege mejor contra ellos.

    Así que, a menos que se trate de atizar el miedo y preparar la venganza inútil de los bombardeos, no basta con decir que los terroristas son unos hombres aberrantes; eso ya lo sabemos. Lo que hay que preguntarse es por qué hay chavales entregados al terror, qué hay en sus cabezas, cuáles son las razones y las pasiones y las circunstancias que los llevan a cometer actos espantosos por una causa espantosa; comprenderlas y darse así los medios para desactivarlas. Valls se equivoca: comprender a los terroristas no es casi disculparlos; por lo menos a la larga, es la única forma de acabar con el terror.

    Vale. Aceptemos eso como solución a largo plazo aunque no lo veo tan fácil...; pero ¿qué hacemos hoy?___¿Dejar en libertad condicional a uno de los esbirros que participó en la masacre de Barcelona, como ha hecho recientemente el juez?...¿Es esa la solución de la comprensión?...; si ahora el tipo que han dejado en libertad protagoniza otra masacre...; sólo nos restará aplaudirle, en nombre de la comprensión.

      Puede que el objetivo de Mandela se cumpliera, pero no se dice cuántos sudafricanos negros fueron muertos o humillados mientras él aprendía el idioma citado. Las soluciones a largo plazo están muy bien, pero si olvidamos el corto plazo y principalmente el presente, el odio se triplica y luego aparecen las consiguientes fobias que tanto criticamos.

     

    Te recomiendo una segunda lectura del artículo que puse. Especialmente este párrafo:
    Se trata de un error lingüístico que implica un error moral y otro político: estriba en confundir el verbo comprender con el verbo justificar. “Tout comprendre c’est tout pardonner”, dicen los franceses; nada más falso: comprenderlo todo no es perdonar nada, y comprender el mal –cualquier mal, incluido el del terrorismo– no significa justificarlo, sino, como argumentó Tzvetan Todorov, darse los medios para combatirlo e impedir su regreso.
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    Mensaje por El llobu Jue Ago 24, 2017 11:29 am

    el.loco.lucas escribió:
    Nolocreo escribió:Asi dicho puede sonar muy bien, pero lo cierto es que no hay nadie capaz de comprender a un terrorista salvo otro terrorista Neutral

    Si fuera cierto tu planteamiento nadie podría entender a los demás. Nadie podría entender las motivaciones de otro... sólo cada uno las suyas... Claro que... pensándolo bien... es lógico que pienses eso...
    Claro que es lógico: no va a pensar que, aunque él no pueda, los demás igual sí.

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    Mensaje por El llobu Jue Ago 24, 2017 11:37 am

    NEROCAESAR escribió:
    el.loco.lucas escribió:Comprender a los terroristas
    JAVIER CERCAS
    13 MAR 2016 - 00:00 CET
    No basta decir que los terroristas son unos hombres aberrantes. Hay que preguntarse por qué hay chavales entregados al terror
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    En un debate parlamentario sobre terrorismo celebrado a principios de año en París, el primer ministro francés, Manuel Valls, afirmó: “Para estos enemigos que atacan a sus compatriotas, que rompen el contrato que nos une, no puede haber explicación que valga, porque explicar ya es un poco querer disculpar. ¡Nada puede explicar que se mate en terrazas de bares! ¡Nada puede explicar que se mate en una sala de conciertos! ¡Nada puede explicar que se mate a periodistas y policías! ¡Y nada puede explicar que se mate a judíos! ¡Nada podrá explicarlo nunca!”. Poco después, en una entrevista televisada, Valls remachó: “Comprender un proyecto terrorista, nunca: es inaceptable”.

    Valls se equivoca. Se trata de un error lingüístico que implica un error moral y otro político: estriba en confundir el verbo comprender con el verbo justificar. “Tout comprendre c’est tout pardonner”, dicen los franceses; nada más falso: comprenderlo todo no es perdonar nada, y comprender el mal –cualquier mal, incluido el del terrorismo– no significa justificarlo, sino, como argumentó Tzvetan Todorov, darse los medios para combatirlo e impedir su regreso. En su último libro, Todorov aduce un nuevo ejemplo de esa vieja afirmación: el libro se titula Insumisos y acaba de traducirlo Galaxia Gutenberg; el ejemplo, tan invocado como poco imitado (y no sólo por los políticos), es el de Nelson Mandela. En 1962 Mandela es un dirigente del Congreso Nacional Africano (CNS), una organización que combate el régimen criminal del apartheid; en verano de ese año es detenido por la policía sudafricana, y al cabo de un tiempo lo condenan a cadena perpetua, acusado de dirigir el brazo armado del CNS. Más o menos una década después, mientras las calles de Soweto hierven de manifestaciones contra una ley que obliga a usar en la escuela el afrikáans –la lengua de los opresores–, Mandela toma una decisión que sorprende a sus compañeros de cautiverio en la penitenciaría de Robben Island: empieza a aprender afrikáans, empieza a leer libros sobre la historia y la cultura de los afrikáneres; también empieza a hablar con sus carceleros, a tratarlos como personas y no como monstruos, a establecer con ellos unos lazos que en algunos casos durarán décadas.

    Así, en secreto, arranca una revolución que llevará a este hombre extraordinario a liquidar sin violencia el apartheid y a convertirse en el primer presidente de una Sudáfrica democrática. Porque Mandela vio como nadie que el odio sólo destruye a quien lo experimenta, y que la única manera de derrotar a los enemigos es empezar por comprenderlos: vio que, si hay una bomba en un lugar cerrado, lo peor que uno puede hacer es dedicarse a gritar y a maldecir a quien la ha puesto; lo que hay que hacer es cogerla, examinarla, descifrar su mecanismo y desactivarlo. Quiero decir que sirve de bien poco, digamos, proclamar la maldad de Hitler, porque hasta los niños saben que Hitler era malo; pero si algún día un genio, un Shakespeare o un Dostoievski, nos permitiese comprenderlo, comprender cómo fue posible que un oligofrénico rodeado de una panda de oligofrénicos consiguiera fascinar al país más cultivado del planeta –y, por cierto, a medio mundo–, habríamos empezado a dotarnos de los instrumentos necesarios para que nada parecido a Hitler volviera a ocurrir. Por eso la gran literatura es tan útil: porque nada como ella nos permite meternos en la piel del enemigo, porque nadie nos sumerge tan a fondo como Shakespeare o Dostoievski en la mente de un asesino o un oligofrénico, y nada nos explica mejor los resortes del odio y la ambición y la envidia y el miedo y el egoísmo y la ira, y por tanto nada nos protege mejor contra ellos.

    Así que, a menos que se trate de atizar el miedo y preparar la venganza inútil de los bombardeos, no basta con decir que los terroristas son unos hombres aberrantes; eso ya lo sabemos. Lo que hay que preguntarse es por qué hay chavales entregados al terror, qué hay en sus cabezas, cuáles son las razones y las pasiones y las circunstancias que los llevan a cometer actos espantosos por una causa espantosa; comprenderlas y darse así los medios para desactivarlas. Valls se equivoca: comprender a los terroristas no es casi disculparlos; por lo menos a la larga, es la única forma de acabar con el terror.

    Vale. Aceptemos eso como solución a largo plazo aunque no lo veo tan fácil...; pero ¿qué hacemos hoy?___¿Dejar en libertad condicional a uno de los esbirros que participó en la masacre de Barcelona, como ha hecho recientemente el juez?...¿Es esa la solución de la comprensión?...; si ahora el tipo que han dejado en libertad protagoniza otra masacre...; sólo nos restará aplaudirle, en nombre de la comprensión.

      Puede que el objetivo de Mandela se cumpliera, pero no se dice cuántos sudafricanos negros fueron muertos o humillados mientras él aprendía el idioma citado. Las soluciones a largo plazo están muy bien, pero si olvidamos el corto plazo y principalmente el presente, el odio se triplica y luego aparecen las consiguientes fobias que tanto criticamos.

     
    En principio se deja en libertad a uno de los detenidos, presunto participante en el atentado, por falta de pruebas sólidas, no a uno de los esbirros participantes en la masacre como dice el dilecto romano. A ver si el dilecto romano no se confunde y "confunde" a los demás, no vaya a ser que nos carguemos la presunción de inocencia. 

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    Mensaje por el.loco.lucas Jue Ago 24, 2017 11:45 am

    El llobu escribió:
    NEROCAESAR escribió:
    el.loco.lucas escribió:Comprender a los terroristas
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    13 MAR 2016 - 00:00 CET
    No basta decir que los terroristas son unos hombres aberrantes. Hay que preguntarse por qué hay chavales entregados al terror
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    En un debate parlamentario sobre terrorismo celebrado a principios de año en París, el primer ministro francés, Manuel Valls, afirmó: “Para estos enemigos que atacan a sus compatriotas, que rompen el contrato que nos une, no puede haber explicación que valga, porque explicar ya es un poco querer disculpar. ¡Nada puede explicar que se mate en terrazas de bares! ¡Nada puede explicar que se mate en una sala de conciertos! ¡Nada puede explicar que se mate a periodistas y policías! ¡Y nada puede explicar que se mate a judíos! ¡Nada podrá explicarlo nunca!”. Poco después, en una entrevista televisada, Valls remachó: “Comprender un proyecto terrorista, nunca: es inaceptable”.

    Valls se equivoca. Se trata de un error lingüístico que implica un error moral y otro político: estriba en confundir el verbo comprender con el verbo justificar. “Tout comprendre c’est tout pardonner”, dicen los franceses; nada más falso: comprenderlo todo no es perdonar nada, y comprender el mal –cualquier mal, incluido el del terrorismo– no significa justificarlo, sino, como argumentó Tzvetan Todorov, darse los medios para combatirlo e impedir su regreso. En su último libro, Todorov aduce un nuevo ejemplo de esa vieja afirmación: el libro se titula Insumisos y acaba de traducirlo Galaxia Gutenberg; el ejemplo, tan invocado como poco imitado (y no sólo por los políticos), es el de Nelson Mandela. En 1962 Mandela es un dirigente del Congreso Nacional Africano (CNS), una organización que combate el régimen criminal del apartheid; en verano de ese año es detenido por la policía sudafricana, y al cabo de un tiempo lo condenan a cadena perpetua, acusado de dirigir el brazo armado del CNS. Más o menos una década después, mientras las calles de Soweto hierven de manifestaciones contra una ley que obliga a usar en la escuela el afrikáans –la lengua de los opresores–, Mandela toma una decisión que sorprende a sus compañeros de cautiverio en la penitenciaría de Robben Island: empieza a aprender afrikáans, empieza a leer libros sobre la historia y la cultura de los afrikáneres; también empieza a hablar con sus carceleros, a tratarlos como personas y no como monstruos, a establecer con ellos unos lazos que en algunos casos durarán décadas.

    Así, en secreto, arranca una revolución que llevará a este hombre extraordinario a liquidar sin violencia el apartheid y a convertirse en el primer presidente de una Sudáfrica democrática. Porque Mandela vio como nadie que el odio sólo destruye a quien lo experimenta, y que la única manera de derrotar a los enemigos es empezar por comprenderlos: vio que, si hay una bomba en un lugar cerrado, lo peor que uno puede hacer es dedicarse a gritar y a maldecir a quien la ha puesto; lo que hay que hacer es cogerla, examinarla, descifrar su mecanismo y desactivarlo. Quiero decir que sirve de bien poco, digamos, proclamar la maldad de Hitler, porque hasta los niños saben que Hitler era malo; pero si algún día un genio, un Shakespeare o un Dostoievski, nos permitiese comprenderlo, comprender cómo fue posible que un oligofrénico rodeado de una panda de oligofrénicos consiguiera fascinar al país más cultivado del planeta –y, por cierto, a medio mundo–, habríamos empezado a dotarnos de los instrumentos necesarios para que nada parecido a Hitler volviera a ocurrir. Por eso la gran literatura es tan útil: porque nada como ella nos permite meternos en la piel del enemigo, porque nadie nos sumerge tan a fondo como Shakespeare o Dostoievski en la mente de un asesino o un oligofrénico, y nada nos explica mejor los resortes del odio y la ambición y la envidia y el miedo y el egoísmo y la ira, y por tanto nada nos protege mejor contra ellos.

    Así que, a menos que se trate de atizar el miedo y preparar la venganza inútil de los bombardeos, no basta con decir que los terroristas son unos hombres aberrantes; eso ya lo sabemos. Lo que hay que preguntarse es por qué hay chavales entregados al terror, qué hay en sus cabezas, cuáles son las razones y las pasiones y las circunstancias que los llevan a cometer actos espantosos por una causa espantosa; comprenderlas y darse así los medios para desactivarlas. Valls se equivoca: comprender a los terroristas no es casi disculparlos; por lo menos a la larga, es la única forma de acabar con el terror.

    Vale. Aceptemos eso como solución a largo plazo aunque no lo veo tan fácil...; pero ¿qué hacemos hoy?___¿Dejar en libertad condicional a uno de los esbirros que participó en la masacre de Barcelona, como ha hecho recientemente el juez?...¿Es esa la solución de la comprensión?...; si ahora el tipo que han dejado en libertad protagoniza otra masacre...; sólo nos restará aplaudirle, en nombre de la comprensión.

      Puede que el objetivo de Mandela se cumpliera, pero no se dice cuántos sudafricanos negros fueron muertos o humillados mientras él aprendía el idioma citado. Las soluciones a largo plazo están muy bien, pero si olvidamos el corto plazo y principalmente el presente, el odio se triplica y luego aparecen las consiguientes fobias que tanto criticamos.

     
    En principio se deja en libertad a uno de los detenidos, presunto participante en el atentado, por falta de pruebas sólidas, no a uno de los esbirros participantes en la masacre como dice el dilecto romano. A ver si el dilecto romano no se confunde y "confunde" a los demás, no vaya a ser que nos carguemos la presunción de inocencia. 

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    Mensaje por NEROCAESAR Jue Ago 24, 2017 12:29 pm

    el.loco.lucas escribió:
    El llobu escribió:
    NEROCAESAR escribió:
    el.loco.lucas escribió:Comprender a los terroristas
    JAVIER CERCAS
    13 MAR 2016 - 00:00 CET
    No basta decir que los terroristas son unos hombres aberrantes. Hay que preguntarse por qué hay chavales entregados al terror
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    En un debate parlamentario sobre terrorismo celebrado a principios de año en París, el primer ministro francés, Manuel Valls, afirmó: “Para estos enemigos que atacan a sus compatriotas, que rompen el contrato que nos une, no puede haber explicación que valga, porque explicar ya es un poco querer disculpar. ¡Nada puede explicar que se mate en terrazas de bares! ¡Nada puede explicar que se mate en una sala de conciertos! ¡Nada puede explicar que se mate a periodistas y policías! ¡Y nada puede explicar que se mate a judíos! ¡Nada podrá explicarlo nunca!”. Poco después, en una entrevista televisada, Valls remachó: “Comprender un proyecto terrorista, nunca: es inaceptable”.

    Valls se equivoca. Se trata de un error lingüístico que implica un error moral y otro político: estriba en confundir el verbo comprender con el verbo justificar. “Tout comprendre c’est tout pardonner”, dicen los franceses; nada más falso: comprenderlo todo no es perdonar nada, y comprender el mal –cualquier mal, incluido el del terrorismo– no significa justificarlo, sino, como argumentó Tzvetan Todorov, darse los medios para combatirlo e impedir su regreso. En su último libro, Todorov aduce un nuevo ejemplo de esa vieja afirmación: el libro se titula Insumisos y acaba de traducirlo Galaxia Gutenberg; el ejemplo, tan invocado como poco imitado (y no sólo por los políticos), es el de Nelson Mandela. En 1962 Mandela es un dirigente del Congreso Nacional Africano (CNS), una organización que combate el régimen criminal del apartheid; en verano de ese año es detenido por la policía sudafricana, y al cabo de un tiempo lo condenan a cadena perpetua, acusado de dirigir el brazo armado del CNS. Más o menos una década después, mientras las calles de Soweto hierven de manifestaciones contra una ley que obliga a usar en la escuela el afrikáans –la lengua de los opresores–, Mandela toma una decisión que sorprende a sus compañeros de cautiverio en la penitenciaría de Robben Island: empieza a aprender afrikáans, empieza a leer libros sobre la historia y la cultura de los afrikáneres; también empieza a hablar con sus carceleros, a tratarlos como personas y no como monstruos, a establecer con ellos unos lazos que en algunos casos durarán décadas.

    Así, en secreto, arranca una revolución que llevará a este hombre extraordinario a liquidar sin violencia el apartheid y a convertirse en el primer presidente de una Sudáfrica democrática. Porque Mandela vio como nadie que el odio sólo destruye a quien lo experimenta, y que la única manera de derrotar a los enemigos es empezar por comprenderlos: vio que, si hay una bomba en un lugar cerrado, lo peor que uno puede hacer es dedicarse a gritar y a maldecir a quien la ha puesto; lo que hay que hacer es cogerla, examinarla, descifrar su mecanismo y desactivarlo. Quiero decir que sirve de bien poco, digamos, proclamar la maldad de Hitler, porque hasta los niños saben que Hitler era malo; pero si algún día un genio, un Shakespeare o un Dostoievski, nos permitiese comprenderlo, comprender cómo fue posible que un oligofrénico rodeado de una panda de oligofrénicos consiguiera fascinar al país más cultivado del planeta –y, por cierto, a medio mundo–, habríamos empezado a dotarnos de los instrumentos necesarios para que nada parecido a Hitler volviera a ocurrir. Por eso la gran literatura es tan útil: porque nada como ella nos permite meternos en la piel del enemigo, porque nadie nos sumerge tan a fondo como Shakespeare o Dostoievski en la mente de un asesino o un oligofrénico, y nada nos explica mejor los resortes del odio y la ambición y la envidia y el miedo y el egoísmo y la ira, y por tanto nada nos protege mejor contra ellos.

    Así que, a menos que se trate de atizar el miedo y preparar la venganza inútil de los bombardeos, no basta con decir que los terroristas son unos hombres aberrantes; eso ya lo sabemos. Lo que hay que preguntarse es por qué hay chavales entregados al terror, qué hay en sus cabezas, cuáles son las razones y las pasiones y las circunstancias que los llevan a cometer actos espantosos por una causa espantosa; comprenderlas y darse así los medios para desactivarlas. Valls se equivoca: comprender a los terroristas no es casi disculparlos; por lo menos a la larga, es la única forma de acabar con el terror.

    Vale. Aceptemos eso como solución a largo plazo aunque no lo veo tan fácil...; pero ¿qué hacemos hoy?___¿Dejar en libertad condicional a uno de los esbirros que participó en la masacre de Barcelona, como ha hecho recientemente el juez?...¿Es esa la solución de la comprensión?...; si ahora el tipo que han dejado en libertad protagoniza otra masacre...; sólo nos restará aplaudirle, en nombre de la comprensión.

      Puede que el objetivo de Mandela se cumpliera, pero no se dice cuántos sudafricanos negros fueron muertos o humillados mientras él aprendía el idioma citado. Las soluciones a largo plazo están muy bien, pero si olvidamos el corto plazo y principalmente el presente, el odio se triplica y luego aparecen las consiguientes fobias que tanto criticamos.

     
    En principio se deja en libertad a uno de los detenidos, presunto participante en el atentado, por falta de pruebas sólidas, no a uno de los esbirros participantes en la masacre como dice el dilecto romano. A ver si el dilecto romano no se confunde y "confunde" a los demás, no vaya a ser que nos carguemos la presunción de inocencia. 

    Salud y República.

    Parece que para NEROCAESAR dejar libre a un musulmán es buenismo... Suspect

    Tergiversar las palabras es algo de lo que me acusas a veces a mí y es lo que acabas de hacer...; y contestando al Llobu, esperemos que las citadas pruebas no se conviertan en sólidas, cuando haya causado la muerte a alguien...; iba a decir: "entonces habrá que reír", pero no, el tema no produce risa alguna.
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    Mensaje por NEROCAESAR Jue Ago 24, 2017 12:41 pm

    PatadelCid escribió:La reunión:

    entre la alcaldesa Manuela Carmena y los representantes de la comunidad islámica en la capital ha fructificado en una importante apuesta de la capital por integrar la cultura árabe en Madrid.
    El consistorio madrileño ha anunciado que quiere incorporar en el Cementerio de Carabanchel servicios funerarios acordes con el rito musulmán. Para ello, quiere destinar cerca de 9.500 metros cuadrados. "No se trata de ninguna cesión a ninguna comunidad religiosa", explican desde el ayuntamiento.

    "La diversidad de culturas existente hace que haya que diversificar la oferta de servicios funerarios". Actualmente, el único cementario de la Comunidad de Madrid que acoge el ritual de enterramiento musulmán está situado en Griñón.

    La posibilidad de celebrar entierros musulmanes es una petición expresa que la comunidad islámica había hecho a la alcaldesa. En su encuentro con Carmena recalcaron la "necesidad" de disponer de un "cementerio musulmán" y recordaron que en otras ciudades la normativa ya estaba adaptada para ello.

    El delegado:

    de Salud, Seguridad y Emergencias de Madrid, Javier Barbero es consciente de las dificultades que existen por el modo de enterrar según el rito musulmán, por el que el cuerpo tiene que estar en contacto con la tierra. Es la Comunidad la que tiene que las competencias en las cuestiones de salubridad.

    Y en Inca (Mallorca) en función de ese acercamiento cultural, se ha pedido el establecer un horario para que las mujeres musulmanas puedan nadar en la piscina municipal, separadas de los varones. Al final se acabará cediendo y favoreceremos la segregación sexual...
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    Comprender a los terroristas Empty Re: Comprender a los terroristas

    Mensaje por El llobu Jue Ago 24, 2017 12:44 pm

    NEROCAESAR escribió:
    el.loco.lucas escribió:
    El llobu escribió:
    NEROCAESAR escribió:
    el.loco.lucas escribió:Comprender a los terroristas
    JAVIER CERCAS
    13 MAR 2016 - 00:00 CET
    No basta decir que los terroristas son unos hombres aberrantes. Hay que preguntarse por qué hay chavales entregados al terror
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    En un debate parlamentario sobre terrorismo celebrado a principios de año en París, el primer ministro francés, Manuel Valls, afirmó: “Para estos enemigos que atacan a sus compatriotas, que rompen el contrato que nos une, no puede haber explicación que valga, porque explicar ya es un poco querer disculpar. ¡Nada puede explicar que se mate en terrazas de bares! ¡Nada puede explicar que se mate en una sala de conciertos! ¡Nada puede explicar que se mate a periodistas y policías! ¡Y nada puede explicar que se mate a judíos! ¡Nada podrá explicarlo nunca!”. Poco después, en una entrevista televisada, Valls remachó: “Comprender un proyecto terrorista, nunca: es inaceptable”.

    Valls se equivoca. Se trata de un error lingüístico que implica un error moral y otro político: estriba en confundir el verbo comprender con el verbo justificar. “Tout comprendre c’est tout pardonner”, dicen los franceses; nada más falso: comprenderlo todo no es perdonar nada, y comprender el mal –cualquier mal, incluido el del terrorismo– no significa justificarlo, sino, como argumentó Tzvetan Todorov, darse los medios para combatirlo e impedir su regreso. En su último libro, Todorov aduce un nuevo ejemplo de esa vieja afirmación: el libro se titula Insumisos y acaba de traducirlo Galaxia Gutenberg; el ejemplo, tan invocado como poco imitado (y no sólo por los políticos), es el de Nelson Mandela. En 1962 Mandela es un dirigente del Congreso Nacional Africano (CNS), una organización que combate el régimen criminal del apartheid; en verano de ese año es detenido por la policía sudafricana, y al cabo de un tiempo lo condenan a cadena perpetua, acusado de dirigir el brazo armado del CNS. Más o menos una década después, mientras las calles de Soweto hierven de manifestaciones contra una ley que obliga a usar en la escuela el afrikáans –la lengua de los opresores–, Mandela toma una decisión que sorprende a sus compañeros de cautiverio en la penitenciaría de Robben Island: empieza a aprender afrikáans, empieza a leer libros sobre la historia y la cultura de los afrikáneres; también empieza a hablar con sus carceleros, a tratarlos como personas y no como monstruos, a establecer con ellos unos lazos que en algunos casos durarán décadas.

    Así, en secreto, arranca una revolución que llevará a este hombre extraordinario a liquidar sin violencia el apartheid y a convertirse en el primer presidente de una Sudáfrica democrática. Porque Mandela vio como nadie que el odio sólo destruye a quien lo experimenta, y que la única manera de derrotar a los enemigos es empezar por comprenderlos: vio que, si hay una bomba en un lugar cerrado, lo peor que uno puede hacer es dedicarse a gritar y a maldecir a quien la ha puesto; lo que hay que hacer es cogerla, examinarla, descifrar su mecanismo y desactivarlo. Quiero decir que sirve de bien poco, digamos, proclamar la maldad de Hitler, porque hasta los niños saben que Hitler era malo; pero si algún día un genio, un Shakespeare o un Dostoievski, nos permitiese comprenderlo, comprender cómo fue posible que un oligofrénico rodeado de una panda de oligofrénicos consiguiera fascinar al país más cultivado del planeta –y, por cierto, a medio mundo–, habríamos empezado a dotarnos de los instrumentos necesarios para que nada parecido a Hitler volviera a ocurrir. Por eso la gran literatura es tan útil: porque nada como ella nos permite meternos en la piel del enemigo, porque nadie nos sumerge tan a fondo como Shakespeare o Dostoievski en la mente de un asesino o un oligofrénico, y nada nos explica mejor los resortes del odio y la ambición y la envidia y el miedo y el egoísmo y la ira, y por tanto nada nos protege mejor contra ellos.

    Así que, a menos que se trate de atizar el miedo y preparar la venganza inútil de los bombardeos, no basta con decir que los terroristas son unos hombres aberrantes; eso ya lo sabemos. Lo que hay que preguntarse es por qué hay chavales entregados al terror, qué hay en sus cabezas, cuáles son las razones y las pasiones y las circunstancias que los llevan a cometer actos espantosos por una causa espantosa; comprenderlas y darse así los medios para desactivarlas. Valls se equivoca: comprender a los terroristas no es casi disculparlos; por lo menos a la larga, es la única forma de acabar con el terror.

    Vale. Aceptemos eso como solución a largo plazo aunque no lo veo tan fácil...; pero ¿qué hacemos hoy?___¿Dejar en libertad condicional a uno de los esbirros que participó en la masacre de Barcelona, como ha hecho recientemente el juez?...¿Es esa la solución de la comprensión?...; si ahora el tipo que han dejado en libertad protagoniza otra masacre...; sólo nos restará aplaudirle, en nombre de la comprensión.

      Puede que el objetivo de Mandela se cumpliera, pero no se dice cuántos sudafricanos negros fueron muertos o humillados mientras él aprendía el idioma citado. Las soluciones a largo plazo están muy bien, pero si olvidamos el corto plazo y principalmente el presente, el odio se triplica y luego aparecen las consiguientes fobias que tanto criticamos.

     
    En principio se deja en libertad a uno de los detenidos, presunto participante en el atentado, por falta de pruebas sólidas, no a uno de los esbirros participantes en la masacre como dice el dilecto romano. A ver si el dilecto romano no se confunde y "confunde" a los demás, no vaya a ser que nos carguemos la presunción de inocencia. 

    Salud y República.

    Parece que para NEROCAESAR dejar libre a un musulmán es buenismo... Suspect

    Tergiversar las palabras es algo de lo que me acusas a veces a mí y es lo que acabas de hacer...; y contestando al Llobu, esperemos que las citadas pruebas no se conviertan en sólidas, cuando haya causado la muerte a alguien...; iba a decir: "entonces habrá que reír", pero no, el tema no produce risa alguna.
    Lo que esperamos es una cuestión, y la realidad y la presunción de inocencia es otra. Lo que no es aceptable, de ninguna manera, es cagarnos en la presunción de inocencia. Eso que lo sigan haciendo los fascistas y los dictadores. Un verdadero demócrata nunca lo haría.

    Si las pruebas se convierten en sólidas se le detiene y se le juzga, pero sin pruebas no se puede detener a nadie, básicamente porque esto sigue siendo un Estado de Derecho (¿le suena al dilecto romano?). Y no es sólo un Estado de Derecho para los occidentales, sino para todo el mundo.

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    Mensaje por NEROCAESAR Jue Ago 24, 2017 12:59 pm

    El llobu escribió:
    NEROCAESAR escribió:
    el.loco.lucas escribió:
    El llobu escribió:
    NEROCAESAR escribió:
    el.loco.lucas escribió:Comprender a los terroristas
    JAVIER CERCAS
    13 MAR 2016 - 00:00 CET
    No basta decir que los terroristas son unos hombres aberrantes. Hay que preguntarse por qué hay chavales entregados al terror
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    En un debate parlamentario sobre terrorismo celebrado a principios de año en París, el primer ministro francés, Manuel Valls, afirmó: “Para estos enemigos que atacan a sus compatriotas, que rompen el contrato que nos une, no puede haber explicación que valga, porque explicar ya es un poco querer disculpar. ¡Nada puede explicar que se mate en terrazas de bares! ¡Nada puede explicar que se mate en una sala de conciertos! ¡Nada puede explicar que se mate a periodistas y policías! ¡Y nada puede explicar que se mate a judíos! ¡Nada podrá explicarlo nunca!”. Poco después, en una entrevista televisada, Valls remachó: “Comprender un proyecto terrorista, nunca: es inaceptable”.

    Valls se equivoca. Se trata de un error lingüístico que implica un error moral y otro político: estriba en confundir el verbo comprender con el verbo justificar. “Tout comprendre c’est tout pardonner”, dicen los franceses; nada más falso: comprenderlo todo no es perdonar nada, y comprender el mal –cualquier mal, incluido el del terrorismo– no significa justificarlo, sino, como argumentó Tzvetan Todorov, darse los medios para combatirlo e impedir su regreso. En su último libro, Todorov aduce un nuevo ejemplo de esa vieja afirmación: el libro se titula Insumisos y acaba de traducirlo Galaxia Gutenberg; el ejemplo, tan invocado como poco imitado (y no sólo por los políticos), es el de Nelson Mandela. En 1962 Mandela es un dirigente del Congreso Nacional Africano (CNS), una organización que combate el régimen criminal del apartheid; en verano de ese año es detenido por la policía sudafricana, y al cabo de un tiempo lo condenan a cadena perpetua, acusado de dirigir el brazo armado del CNS. Más o menos una década después, mientras las calles de Soweto hierven de manifestaciones contra una ley que obliga a usar en la escuela el afrikáans –la lengua de los opresores–, Mandela toma una decisión que sorprende a sus compañeros de cautiverio en la penitenciaría de Robben Island: empieza a aprender afrikáans, empieza a leer libros sobre la historia y la cultura de los afrikáneres; también empieza a hablar con sus carceleros, a tratarlos como personas y no como monstruos, a establecer con ellos unos lazos que en algunos casos durarán décadas.

    Así, en secreto, arranca una revolución que llevará a este hombre extraordinario a liquidar sin violencia el apartheid y a convertirse en el primer presidente de una Sudáfrica democrática. Porque Mandela vio como nadie que el odio sólo destruye a quien lo experimenta, y que la única manera de derrotar a los enemigos es empezar por comprenderlos: vio que, si hay una bomba en un lugar cerrado, lo peor que uno puede hacer es dedicarse a gritar y a maldecir a quien la ha puesto; lo que hay que hacer es cogerla, examinarla, descifrar su mecanismo y desactivarlo. Quiero decir que sirve de bien poco, digamos, proclamar la maldad de Hitler, porque hasta los niños saben que Hitler era malo; pero si algún día un genio, un Shakespeare o un Dostoievski, nos permitiese comprenderlo, comprender cómo fue posible que un oligofrénico rodeado de una panda de oligofrénicos consiguiera fascinar al país más cultivado del planeta –y, por cierto, a medio mundo–, habríamos empezado a dotarnos de los instrumentos necesarios para que nada parecido a Hitler volviera a ocurrir. Por eso la gran literatura es tan útil: porque nada como ella nos permite meternos en la piel del enemigo, porque nadie nos sumerge tan a fondo como Shakespeare o Dostoievski en la mente de un asesino o un oligofrénico, y nada nos explica mejor los resortes del odio y la ambición y la envidia y el miedo y el egoísmo y la ira, y por tanto nada nos protege mejor contra ellos.

    Así que, a menos que se trate de atizar el miedo y preparar la venganza inútil de los bombardeos, no basta con decir que los terroristas son unos hombres aberrantes; eso ya lo sabemos. Lo que hay que preguntarse es por qué hay chavales entregados al terror, qué hay en sus cabezas, cuáles son las razones y las pasiones y las circunstancias que los llevan a cometer actos espantosos por una causa espantosa; comprenderlas y darse así los medios para desactivarlas. Valls se equivoca: comprender a los terroristas no es casi disculparlos; por lo menos a la larga, es la única forma de acabar con el terror.

    Vale. Aceptemos eso como solución a largo plazo aunque no lo veo tan fácil...; pero ¿qué hacemos hoy?___¿Dejar en libertad condicional a uno de los esbirros que participó en la masacre de Barcelona, como ha hecho recientemente el juez?...¿Es esa la solución de la comprensión?...; si ahora el tipo que han dejado en libertad protagoniza otra masacre...; sólo nos restará aplaudirle, en nombre de la comprensión.

      Puede que el objetivo de Mandela se cumpliera, pero no se dice cuántos sudafricanos negros fueron muertos o humillados mientras él aprendía el idioma citado. Las soluciones a largo plazo están muy bien, pero si olvidamos el corto plazo y principalmente el presente, el odio se triplica y luego aparecen las consiguientes fobias que tanto criticamos.

     
    En principio se deja en libertad a uno de los detenidos, presunto participante en el atentado, por falta de pruebas sólidas, no a uno de los esbirros participantes en la masacre como dice el dilecto romano. A ver si el dilecto romano no se confunde y "confunde" a los demás, no vaya a ser que nos carguemos la presunción de inocencia. 

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    Parece que para NEROCAESAR dejar libre a un musulmán es buenismo... Suspect

    Tergiversar las palabras es algo de lo que me acusas a veces a mí y es lo que acabas de hacer...; y contestando al Llobu, esperemos que las citadas pruebas no se conviertan en sólidas, cuando haya causado la muerte a alguien...; iba a decir: "entonces habrá que reír", pero no, el tema no produce risa alguna.
    Lo que esperamos es una cuestión, y la realidad y la presunción de inocencia es otra. Lo que no es aceptable, de ninguna manera, es cagarnos en la presunción de inocencia. Eso que lo sigan haciendo los fascistas y los dictadores. Un verdadero demócrata nunca lo haría.

    Si las pruebas se convierten en sólidas se le detiene y se le juzga, pero sin pruebas no se puede detener a nadie, básicamente porque esto sigue siendo un Estado de Derecho (¿le suena al dilecto romano?). Y no es sólo un Estado de Derecho para los occidentales, sino para todo el mundo.

    Salud y República.

    Con el Estado de Derecho como arma y como excusa, esa gentuza vencerá, o mejor dicho: ya lo está haciendo.

    Y lo de comprender, ciertamente no es lo mismo que justificar...; pero se acerca mucho. No están tan equivocados los franceses...; a mi juicio, claro...
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    Mensaje por El llobu Jue Ago 24, 2017 1:08 pm

    NEROCAESAR escribió:
    El llobu escribió:
    NEROCAESAR escribió:
    el.loco.lucas escribió:
    El llobu escribió:
    NEROCAESAR escribió:

    Vale. Aceptemos eso como solución a largo plazo aunque no lo veo tan fácil...; pero ¿qué hacemos hoy?___¿Dejar en libertad condicional a uno de los esbirros que participó en la masacre de Barcelona, como ha hecho recientemente el juez?...¿Es esa la solución de la comprensión?...; si ahora el tipo que han dejado en libertad protagoniza otra masacre...; sólo nos restará aplaudirle, en nombre de la comprensión.

      Puede que el objetivo de Mandela se cumpliera, pero no se dice cuántos sudafricanos negros fueron muertos o humillados mientras él aprendía el idioma citado. Las soluciones a largo plazo están muy bien, pero si olvidamos el corto plazo y principalmente el presente, el odio se triplica y luego aparecen las consiguientes fobias que tanto criticamos.

     
    En principio se deja en libertad a uno de los detenidos, presunto participante en el atentado, por falta de pruebas sólidas, no a uno de los esbirros participantes en la masacre como dice el dilecto romano. A ver si el dilecto romano no se confunde y "confunde" a los demás, no vaya a ser que nos carguemos la presunción de inocencia. 

    Salud y República.

    Parece que para NEROCAESAR dejar libre a un musulmán es buenismo... Suspect

    Tergiversar las palabras es algo de lo que me acusas a veces a mí y es lo que acabas de hacer...; y contestando al Llobu, esperemos que las citadas pruebas no se conviertan en sólidas, cuando haya causado la muerte a alguien...; iba a decir: "entonces habrá que reír", pero no, el tema no produce risa alguna.
    Lo que esperamos es una cuestión, y la realidad y la presunción de inocencia es otra. Lo que no es aceptable, de ninguna manera, es cagarnos en la presunción de inocencia. Eso que lo sigan haciendo los fascistas y los dictadores. Un verdadero demócrata nunca lo haría.

    Si las pruebas se convierten en sólidas se le detiene y se le juzga, pero sin pruebas no se puede detener a nadie, básicamente porque esto sigue siendo un Estado de Derecho (¿le suena al dilecto romano?). Y no es sólo un Estado de Derecho para los occidentales, sino para todo el mundo.

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    Con el Estado de Derecho como arma y como excusa, esa gentuza vencerá, o mejor dicho: ya lo está haciendo.

       Y lo de comprender, ciertamente no es lo mismo que justificar...; pero se acerca mucho. No están tan equivocados los franceses...; a mi juicio, claro...
    No, ese sigue siendo el discurso de los fascistas: si por atropellar a unos cuantos con una furgoneta, son capaces de desmantelar nuestro estado de derecho será entonces cuando vencerán. Si ya lo están haciendo es únicamente porque, por su causa, por causa de ellos, ya hay occidentales queriendo renegar de los principios básicos sobre los que se sustenta la cultura occidental, y la presunción de inocencia, que debe seguir siendo sagrada, es uno de ellos.

    Comprender sólo se acerca a justificar en proporción directa a la incapacidad de quien pretenda tergiversar un discurso que ni comparte ni entiende. Luego nos extrañamos que acaben preguntándonos si somos fascistas.

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    Mensaje por athenea Jue Ago 24, 2017 1:12 pm

    NEROCAESAR escribió:
    Con el Estado de Derecho como arma y como excusa, esa gentuza vencerá, o mejor dicho: ya lo está haciendo.

       Y lo de comprender, ciertamente no es lo mismo que justificar...; pero se acerca mucho. No están tan equivocados los franceses...; a mi juicio, claro...


    El que no están venciendo es el pueblo llano sirio, quemado vivo por las bombas ¿democráticas? de occidente...

    En otro topic vos hablás de la "discriminación sexual islamica" que supuestamente no existe en occidente.
    Quizás sea cierto: las bombas arrojadas por EEUU y su aliados sobre territorio sirio e irtaquí matan por igual a hombres, mujeres, ancianos, mujeres embarazadas, niños... Evil or Very Mad
    Un ejemplo de igualitarismo.
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    Mensaje por el.loco.lucas Jue Ago 24, 2017 1:20 pm

    El llobu escribió:
    NEROCAESAR escribió:
    El llobu escribió:
    NEROCAESAR escribió:
    el.loco.lucas escribió:
    El llobu escribió:
    NEROCAESAR escribió:

    Vale. Aceptemos eso como solución a largo plazo aunque no lo veo tan fácil...; pero ¿qué hacemos hoy?___¿Dejar en libertad condicional a uno de los esbirros que participó en la masacre de Barcelona, como ha hecho recientemente el juez?...¿Es esa la solución de la comprensión?...; si ahora el tipo que han dejado en libertad protagoniza otra masacre...; sólo nos restará aplaudirle, en nombre de la comprensión.

      Puede que el objetivo de Mandela se cumpliera, pero no se dice cuántos sudafricanos negros fueron muertos o humillados mientras él aprendía el idioma citado. Las soluciones a largo plazo están muy bien, pero si olvidamos el corto plazo y principalmente el presente, el odio se triplica y luego aparecen las consiguientes fobias que tanto criticamos.

     
    En principio se deja en libertad a uno de los detenidos, presunto participante en el atentado, por falta de pruebas sólidas, no a uno de los esbirros participantes en la masacre como dice el dilecto romano. A ver si el dilecto romano no se confunde y "confunde" a los demás, no vaya a ser que nos carguemos la presunción de inocencia. 

    Salud y República.

    Parece que para NEROCAESAR dejar libre a un musulmán es buenismo... Suspect

    Tergiversar las palabras es algo de lo que me acusas a veces a mí y es lo que acabas de hacer...; y contestando al Llobu, esperemos que las citadas pruebas no se conviertan en sólidas, cuando haya causado la muerte a alguien...; iba a decir: "entonces habrá que reír", pero no, el tema no produce risa alguna.
    Lo que esperamos es una cuestión, y la realidad y la presunción de inocencia es otra. Lo que no es aceptable, de ninguna manera, es cagarnos en la presunción de inocencia. Eso que lo sigan haciendo los fascistas y los dictadores. Un verdadero demócrata nunca lo haría.

    Si las pruebas se convierten en sólidas se le detiene y se le juzga, pero sin pruebas no se puede detener a nadie, básicamente porque esto sigue siendo un Estado de Derecho (¿le suena al dilecto romano?). Y no es sólo un Estado de Derecho para los occidentales, sino para todo el mundo.

    Salud y República.

    Con el Estado de Derecho como arma y como excusa, esa gentuza vencerá, o mejor dicho: ya lo está haciendo.

       Y lo de comprender, ciertamente no es lo mismo que justificar...; pero se acerca mucho. No están tan equivocados los franceses...; a mi juicio, claro...
    No, ese sigue siendo el discurso de los fascistas: si por atropellar a unos cuantos con una furgoneta, son capaces de desmantelar nuestro estado de derecho será entonces cuando vencerán. Si ya lo están haciendo es únicamente porque, por su causa, por causa de ellos, ya hay occidentales queriendo renegar de los principios básicos sobre los que se sustenta la cultura occidental, y la presunción de inocencia, que debe seguir siendo sagrada, es uno de ellos.

    Comprender sólo se acerca a justificar en proporción directa a la incapacidad de quien pretenda tergiversar un discurso que ni comparte ni entiende. Luego nos extrañamos que acaben preguntándonos si somos fascistas.

    Salud y República.

    Es tan obvio lo que dices que sorprende que algunos sean incapaces de entenderlo. Suspect
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    Mensaje por el.loco.lucas Jue Ago 24, 2017 1:33 pm

    NEROCAESAR escribió:
    PatadelCid escribió:La reunión:

    entre la alcaldesa Manuela Carmena y los representantes de la comunidad islámica en la capital ha fructificado en una importante apuesta de la capital por integrar la cultura árabe en Madrid.
    El consistorio madrileño ha anunciado que quiere incorporar en el Cementerio de Carabanchel servicios funerarios acordes con el rito musulmán. Para ello, quiere destinar cerca de 9.500 metros cuadrados. "No se trata de ninguna cesión a ninguna comunidad religiosa", explican desde el ayuntamiento.

    "La diversidad de culturas existente hace que haya que diversificar la oferta de servicios funerarios". Actualmente, el único cementario de la Comunidad de Madrid que acoge el ritual de enterramiento musulmán está situado en Griñón.

    La posibilidad de celebrar entierros musulmanes es una petición expresa que la comunidad islámica había hecho a la alcaldesa. En su encuentro con Carmena recalcaron la "necesidad" de disponer de un "cementerio musulmán" y recordaron que en otras ciudades la normativa ya estaba adaptada para ello.

    El delegado:

    de Salud, Seguridad y Emergencias de Madrid, Javier Barbero es consciente de las dificultades que existen por el modo de enterrar según el rito musulmán, por el que el cuerpo tiene que estar en contacto con la tierra. Es la Comunidad la que tiene que las competencias en las cuestiones de salubridad.

     Y en Inca (Mallorca) en función de ese acercamiento cultural, se ha pedido el establecer un horario para que las mujeres musulmanas puedan nadar en la piscina municipal, separadas de los varones. Al final se acabará cediendo y favoreceremos la segregación sexual...

    Resulta peculiar que se relacionen dos cuestiones que nada tienen que ver. Imponer la segregación por sexo en piscinas públicas es contrario al sentido común y a la Constitución mientras que disponer de una zona de enterramiento musulmán en un cementerio público no perjudica a nadie , a parte de a los islamófobos, y es más que razonable y acorde con nuestra Constitución.

    Cada vez resulta más claro que el odio nubla la razón.
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    Mensaje por athenea Jue Ago 24, 2017 3:30 pm

    el.loco.lucas escribió:
    Resulta peculiar que se relacionen dos cuestiones que nada tienen que ver. Imponer la segregación por sexo en piscinas públicas es contrario al sentido común y a la Constitución mientras que disponer de una zona de enterramiento musulmán en un cementerio público no perjudica a nadie , a parte de a los islamófobos, y es más que razonable y acorde con nuestra Constitución.

    Cada vez resulta más claro que el odio nubla la razón.

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    Comprender a los terroristas Empty Re: Comprender a los terroristas

    Mensaje por Tinajas Jue Ago 24, 2017 4:14 pm

    El llobu escribió:
    NEROCAESAR escribió:
    El llobu escribió:
    NEROCAESAR escribió:
    el.loco.lucas escribió:
    El llobu escribió:
    En principio se deja en libertad a uno de los detenidos, presunto participante en el atentado, por falta de pruebas sólidas, no a uno de los esbirros participantes en la masacre como dice el dilecto romano. A ver si el dilecto romano no se confunde y "confunde" a los demás, no vaya a ser que nos carguemos la presunción de inocencia. 

    Salud y República.

    Parece que para NEROCAESAR dejar libre a un musulmán es buenismo... Suspect

    Tergiversar las palabras es algo de lo que me acusas a veces a mí y es lo que acabas de hacer...; y contestando al Llobu, esperemos que las citadas pruebas no se conviertan en sólidas, cuando haya causado la muerte a alguien...; iba a decir: "entonces habrá que reír", pero no, el tema no produce risa alguna.
    Lo que esperamos es una cuestión, y la realidad y la presunción de inocencia es otra. Lo que no es aceptable, de ninguna manera, es cagarnos en la presunción de inocencia. Eso que lo sigan haciendo los fascistas y los dictadores. Un verdadero demócrata nunca lo haría.

    Si las pruebas se convierten en sólidas se le detiene y se le juzga, pero sin pruebas no se puede detener a nadie, básicamente porque esto sigue siendo un Estado de Derecho (¿le suena al dilecto romano?). Y no es sólo un Estado de Derecho para los occidentales, sino para todo el mundo.

    Salud y República.

    Con el Estado de Derecho como arma y como excusa, esa gentuza vencerá, o mejor dicho: ya lo está haciendo.

       Y lo de comprender, ciertamente no es lo mismo que justificar...; pero se acerca mucho. No están tan equivocados los franceses...; a mi juicio, claro...
    No, ese sigue siendo el discurso de los fascistas: si por atropellar a unos cuantos con una furgoneta, son capaces de desmantelar nuestro estado de derecho será entonces cuando vencerán. Si ya lo están haciendo es únicamente porque, por su causa, por causa de ellos, ya hay occidentales queriendo renegar de los principios básicos sobre los que se sustenta la cultura occidental, y la presunción de inocencia, que debe seguir siendo sagrada, es uno de ellos.

    Comprender sólo se acerca a justificar en proporción directa a la incapacidad de quien pretenda tergiversar un discurso que ni comparte ni entiende. Luego nos extrañamos que acaben preguntándonos si somos fascistas.

    Salud y República.



    Dedo arriba


    En estos actos terroristas una buena parte del personal ante la indignación que todos tenemos, se le disparan sus verdaderas ideologías o sus miedos extremos, y no entienden que siendo claros y contundentes contra cualquier acción violenta,  como se debe de actuar dentro de la ley, en un Estado de Derecho, quieran ir mas allá queriendo quitar la libertad de todos por una supuesta seguridad que no existe, ni con bolardos, furgonetas, trenes, aviones o quedándonos todos encerrados en casa, espero que se reflexione sobre ello, y también de las causas que motivan estas acciones terroristas.
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    Mensaje por Nolocreo Jue Ago 24, 2017 5:46 pm

    El llobu escribió:
    el.loco.lucas escribió:
    Nolocreo escribió:Asi dicho puede sonar muy bien, pero lo cierto es que no hay nadie capaz de comprender a un terrorista salvo otro terrorista Neutral

    Si fuera cierto tu planteamiento nadie podría entender a los demás. Nadie podría entender las motivaciones de otro... sólo cada uno las suyas... Claro que... pensándolo bien... es lógico que pienses eso...
    Claro que es lógico: no va a pensar que, aunque él no pueda, los demás igual sí.

    Salud y República.
    ¿Y quienes son esos "demás" de los que hablan tú y el Pato a los que además de los terroristas también son incluidos junto al grupo de los que hay que entender?
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    Comprender a los terroristas Empty Re: Comprender a los terroristas

    Mensaje por Pur Jue Ago 24, 2017 6:07 pm

    El llobu escribió:
    NEROCAESAR escribió:
    el.loco.lucas escribió:Comprender a los terroristas
    JAVIER CERCAS
    13 MAR 2016 - 00:00 CET
    No basta decir que los terroristas son unos hombres aberrantes. Hay que preguntarse por qué hay chavales entregados al terror
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    En un debate parlamentario sobre terrorismo celebrado a principios de año en París, el primer ministro francés, Manuel Valls, afirmó: “Para estos enemigos que atacan a sus compatriotas, que rompen el contrato que nos une, no puede haber explicación que valga, porque explicar ya es un poco querer disculpar. ¡Nada puede explicar que se mate en terrazas de bares! ¡Nada puede explicar que se mate en una sala de conciertos! ¡Nada puede explicar que se mate a periodistas y policías! ¡Y nada puede explicar que se mate a judíos! ¡Nada podrá explicarlo nunca!”. Poco después, en una entrevista televisada, Valls remachó: “Comprender un proyecto terrorista, nunca: es inaceptable”.

    Valls se equivoca. Se trata de un error lingüístico que implica un error moral y otro político: estriba en confundir el verbo comprender con el verbo justificar. “Tout comprendre c’est tout pardonner”, dicen los franceses; nada más falso: comprenderlo todo no es perdonar nada, y comprender el mal –cualquier mal, incluido el del terrorismo– no significa justificarlo, sino, como argumentó Tzvetan Todorov, darse los medios para combatirlo e impedir su regreso. En su último libro, Todorov aduce un nuevo ejemplo de esa vieja afirmación: el libro se titula Insumisos y acaba de traducirlo Galaxia Gutenberg; el ejemplo, tan invocado como poco imitado (y no sólo por los políticos), es el de Nelson Mandela. En 1962 Mandela es un dirigente del Congreso Nacional Africano (CNS), una organización que combate el régimen criminal del apartheid; en verano de ese año es detenido por la policía sudafricana, y al cabo de un tiempo lo condenan a cadena perpetua, acusado de dirigir el brazo armado del CNS. Más o menos una década después, mientras las calles de Soweto hierven de manifestaciones contra una ley que obliga a usar en la escuela el afrikáans –la lengua de los opresores–, Mandela toma una decisión que sorprende a sus compañeros de cautiverio en la penitenciaría de Robben Island: empieza a aprender afrikáans, empieza a leer libros sobre la historia y la cultura de los afrikáneres; también empieza a hablar con sus carceleros, a tratarlos como personas y no como monstruos, a establecer con ellos unos lazos que en algunos casos durarán décadas.

    Así, en secreto, arranca una revolución que llevará a este hombre extraordinario a liquidar sin violencia el apartheid y a convertirse en el primer presidente de una Sudáfrica democrática. Porque Mandela vio como nadie que el odio sólo destruye a quien lo experimenta, y que la única manera de derrotar a los enemigos es empezar por comprenderlos: vio que, si hay una bomba en un lugar cerrado, lo peor que uno puede hacer es dedicarse a gritar y a maldecir a quien la ha puesto; lo que hay que hacer es cogerla, examinarla, descifrar su mecanismo y desactivarlo. Quiero decir que sirve de bien poco, digamos, proclamar la maldad de Hitler, porque hasta los niños saben que Hitler era malo; pero si algún día un genio, un Shakespeare o un Dostoievski, nos permitiese comprenderlo, comprender cómo fue posible que un oligofrénico rodeado de una panda de oligofrénicos consiguiera fascinar al país más cultivado del planeta –y, por cierto, a medio mundo–, habríamos empezado a dotarnos de los instrumentos necesarios para que nada parecido a Hitler volviera a ocurrir. Por eso la gran literatura es tan útil: porque nada como ella nos permite meternos en la piel del enemigo, porque nadie nos sumerge tan a fondo como Shakespeare o Dostoievski en la mente de un asesino o un oligofrénico, y nada nos explica mejor los resortes del odio y la ambición y la envidia y el miedo y el egoísmo y la ira, y por tanto nada nos protege mejor contra ellos.

    Así que, a menos que se trate de atizar el miedo y preparar la venganza inútil de los bombardeos, no basta con decir que los terroristas son unos hombres aberrantes; eso ya lo sabemos. Lo que hay que preguntarse es por qué hay chavales entregados al terror, qué hay en sus cabezas, cuáles son las razones y las pasiones y las circunstancias que los llevan a cometer actos espantosos por una causa espantosa; comprenderlas y darse así los medios para desactivarlas. Valls se equivoca: comprender a los terroristas no es casi disculparlos; por lo menos a la larga, es la única forma de acabar con el terror.

    Vale. Aceptemos eso como solución a largo plazo aunque no lo veo tan fácil...; pero ¿qué hacemos hoy?___¿Dejar en libertad condicional a uno de los esbirros que participó en la masacre de Barcelona, como ha hecho recientemente el juez?...¿Es esa la solución de la comprensión?...; si ahora el tipo que han dejado en libertad protagoniza otra masacre...; sólo nos restará aplaudirle, en nombre de la comprensión.

      Puede que el objetivo de Mandela se cumpliera, pero no se dice cuántos sudafricanos negros fueron muertos o humillados mientras él aprendía el idioma citado. Las soluciones a largo plazo están muy bien, pero si olvidamos el corto plazo y principalmente el presente, el odio se triplica y luego aparecen las consiguientes fobias que tanto criticamos.

     
    En principio se deja en libertad a uno de los detenidos, presunto participante en el atentado, por falta de pruebas sólidas, no a uno de los esbirros participantes en la masacre como dice el dilecto romano. A ver si el dilecto romano no se confunde y "confunde" a los demás, no vaya a ser que nos carguemos la presunción de inocencia. 

    Salud y República.


    Gracias Llobu por informar, ya que no estaba al tanto y al leer a Nerón me resultó extraño y pensé "estos españoles, qué imbéciles que son, dejaron libre a uno de los que participó del atentado? son idiotas?, ignorantes?, no tienes la más pálida idea de cómo funciona la justicia?" y cosas peores que una llega a pensar cuando lee a Nerón Razz
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    Comprender a los terroristas Empty Re: Comprender a los terroristas

    Mensaje por el.loco.lucas Jue Ago 24, 2017 6:11 pm

    Pur escribió:
    El llobu escribió:
    NEROCAESAR escribió:
    el.loco.lucas escribió:Comprender a los terroristas
    JAVIER CERCAS
    13 MAR 2016 - 00:00 CET
    No basta decir que los terroristas son unos hombres aberrantes. Hay que preguntarse por qué hay chavales entregados al terror
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    En un debate parlamentario sobre terrorismo celebrado a principios de año en París, el primer ministro francés, Manuel Valls, afirmó: “Para estos enemigos que atacan a sus compatriotas, que rompen el contrato que nos une, no puede haber explicación que valga, porque explicar ya es un poco querer disculpar. ¡Nada puede explicar que se mate en terrazas de bares! ¡Nada puede explicar que se mate en una sala de conciertos! ¡Nada puede explicar que se mate a periodistas y policías! ¡Y nada puede explicar que se mate a judíos! ¡Nada podrá explicarlo nunca!”. Poco después, en una entrevista televisada, Valls remachó: “Comprender un proyecto terrorista, nunca: es inaceptable”.

    Valls se equivoca. Se trata de un error lingüístico que implica un error moral y otro político: estriba en confundir el verbo comprender con el verbo justificar. “Tout comprendre c’est tout pardonner”, dicen los franceses; nada más falso: comprenderlo todo no es perdonar nada, y comprender el mal –cualquier mal, incluido el del terrorismo– no significa justificarlo, sino, como argumentó Tzvetan Todorov, darse los medios para combatirlo e impedir su regreso. En su último libro, Todorov aduce un nuevo ejemplo de esa vieja afirmación: el libro se titula Insumisos y acaba de traducirlo Galaxia Gutenberg; el ejemplo, tan invocado como poco imitado (y no sólo por los políticos), es el de Nelson Mandela. En 1962 Mandela es un dirigente del Congreso Nacional Africano (CNS), una organización que combate el régimen criminal del apartheid; en verano de ese año es detenido por la policía sudafricana, y al cabo de un tiempo lo condenan a cadena perpetua, acusado de dirigir el brazo armado del CNS. Más o menos una década después, mientras las calles de Soweto hierven de manifestaciones contra una ley que obliga a usar en la escuela el afrikáans –la lengua de los opresores–, Mandela toma una decisión que sorprende a sus compañeros de cautiverio en la penitenciaría de Robben Island: empieza a aprender afrikáans, empieza a leer libros sobre la historia y la cultura de los afrikáneres; también empieza a hablar con sus carceleros, a tratarlos como personas y no como monstruos, a establecer con ellos unos lazos que en algunos casos durarán décadas.

    Así, en secreto, arranca una revolución que llevará a este hombre extraordinario a liquidar sin violencia el apartheid y a convertirse en el primer presidente de una Sudáfrica democrática. Porque Mandela vio como nadie que el odio sólo destruye a quien lo experimenta, y que la única manera de derrotar a los enemigos es empezar por comprenderlos: vio que, si hay una bomba en un lugar cerrado, lo peor que uno puede hacer es dedicarse a gritar y a maldecir a quien la ha puesto; lo que hay que hacer es cogerla, examinarla, descifrar su mecanismo y desactivarlo. Quiero decir que sirve de bien poco, digamos, proclamar la maldad de Hitler, porque hasta los niños saben que Hitler era malo; pero si algún día un genio, un Shakespeare o un Dostoievski, nos permitiese comprenderlo, comprender cómo fue posible que un oligofrénico rodeado de una panda de oligofrénicos consiguiera fascinar al país más cultivado del planeta –y, por cierto, a medio mundo–, habríamos empezado a dotarnos de los instrumentos necesarios para que nada parecido a Hitler volviera a ocurrir. Por eso la gran literatura es tan útil: porque nada como ella nos permite meternos en la piel del enemigo, porque nadie nos sumerge tan a fondo como Shakespeare o Dostoievski en la mente de un asesino o un oligofrénico, y nada nos explica mejor los resortes del odio y la ambición y la envidia y el miedo y el egoísmo y la ira, y por tanto nada nos protege mejor contra ellos.

    Así que, a menos que se trate de atizar el miedo y preparar la venganza inútil de los bombardeos, no basta con decir que los terroristas son unos hombres aberrantes; eso ya lo sabemos. Lo que hay que preguntarse es por qué hay chavales entregados al terror, qué hay en sus cabezas, cuáles son las razones y las pasiones y las circunstancias que los llevan a cometer actos espantosos por una causa espantosa; comprenderlas y darse así los medios para desactivarlas. Valls se equivoca: comprender a los terroristas no es casi disculparlos; por lo menos a la larga, es la única forma de acabar con el terror.

    Vale. Aceptemos eso como solución a largo plazo aunque no lo veo tan fácil...; pero ¿qué hacemos hoy?___¿Dejar en libertad condicional a uno de los esbirros que participó en la masacre de Barcelona, como ha hecho recientemente el juez?...¿Es esa la solución de la comprensión?...; si ahora el tipo que han dejado en libertad protagoniza otra masacre...; sólo nos restará aplaudirle, en nombre de la comprensión.

      Puede que el objetivo de Mandela se cumpliera, pero no se dice cuántos sudafricanos negros fueron muertos o humillados mientras él aprendía el idioma citado. Las soluciones a largo plazo están muy bien, pero si olvidamos el corto plazo y principalmente el presente, el odio se triplica y luego aparecen las consiguientes fobias que tanto criticamos.

     
    En principio se deja en libertad a uno de los detenidos, presunto participante en el atentado, por falta de pruebas sólidas, no a uno de los esbirros participantes en la masacre como dice el dilecto romano. A ver si el dilecto romano no se confunde y "confunde" a los demás, no vaya a ser que nos carguemos la presunción de inocencia. 

    Salud y República.


    Gracias Llobu por informar, ya que no estaba al tanto y al leer a Nerón me resultó extraño y pensé "estos españoles, qué imbéciles que son, dejaron libre a uno de los que participó del atentado? son idiotas?, ignorantes?, no tienes la más pálida idea de cómo funciona la justicia?" y cosas peores que una llega a pensar cuando lee a Nerón Razz

    Y luego se sorprende de que, leyéndole, lleguemos a la conclusión de que para él lo mejor es que los musulmanes estén en la cárcel, por si acaso... Suspect
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    Mensaje por NEROCAESAR Jue Ago 24, 2017 7:03 pm

    el.loco.lucas escribió:
    Pur escribió:
    El llobu escribió:
    NEROCAESAR escribió:
    el.loco.lucas escribió:Comprender a los terroristas
    JAVIER CERCAS
    13 MAR 2016 - 00:00 CET
    No basta decir que los terroristas son unos hombres aberrantes. Hay que preguntarse por qué hay chavales entregados al terror
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    En un debate parlamentario sobre terrorismo celebrado a principios de año en París, el primer ministro francés, Manuel Valls, afirmó: “Para estos enemigos que atacan a sus compatriotas, que rompen el contrato que nos une, no puede haber explicación que valga, porque explicar ya es un poco querer disculpar. ¡Nada puede explicar que se mate en terrazas de bares! ¡Nada puede explicar que se mate en una sala de conciertos! ¡Nada puede explicar que se mate a periodistas y policías! ¡Y nada puede explicar que se mate a judíos! ¡Nada podrá explicarlo nunca!”. Poco después, en una entrevista televisada, Valls remachó: “Comprender un proyecto terrorista, nunca: es inaceptable”.

    Valls se equivoca. Se trata de un error lingüístico que implica un error moral y otro político: estriba en confundir el verbo comprender con el verbo justificar. “Tout comprendre c’est tout pardonner”, dicen los franceses; nada más falso: comprenderlo todo no es perdonar nada, y comprender el mal –cualquier mal, incluido el del terrorismo– no significa justificarlo, sino, como argumentó Tzvetan Todorov, darse los medios para combatirlo e impedir su regreso. En su último libro, Todorov aduce un nuevo ejemplo de esa vieja afirmación: el libro se titula Insumisos y acaba de traducirlo Galaxia Gutenberg; el ejemplo, tan invocado como poco imitado (y no sólo por los políticos), es el de Nelson Mandela. En 1962 Mandela es un dirigente del Congreso Nacional Africano (CNS), una organización que combate el régimen criminal del apartheid; en verano de ese año es detenido por la policía sudafricana, y al cabo de un tiempo lo condenan a cadena perpetua, acusado de dirigir el brazo armado del CNS. Más o menos una década después, mientras las calles de Soweto hierven de manifestaciones contra una ley que obliga a usar en la escuela el afrikáans –la lengua de los opresores–, Mandela toma una decisión que sorprende a sus compañeros de cautiverio en la penitenciaría de Robben Island: empieza a aprender afrikáans, empieza a leer libros sobre la historia y la cultura de los afrikáneres; también empieza a hablar con sus carceleros, a tratarlos como personas y no como monstruos, a establecer con ellos unos lazos que en algunos casos durarán décadas.

    Así, en secreto, arranca una revolución que llevará a este hombre extraordinario a liquidar sin violencia el apartheid y a convertirse en el primer presidente de una Sudáfrica democrática. Porque Mandela vio como nadie que el odio sólo destruye a quien lo experimenta, y que la única manera de derrotar a los enemigos es empezar por comprenderlos: vio que, si hay una bomba en un lugar cerrado, lo peor que uno puede hacer es dedicarse a gritar y a maldecir a quien la ha puesto; lo que hay que hacer es cogerla, examinarla, descifrar su mecanismo y desactivarlo. Quiero decir que sirve de bien poco, digamos, proclamar la maldad de Hitler, porque hasta los niños saben que Hitler era malo; pero si algún día un genio, un Shakespeare o un Dostoievski, nos permitiese comprenderlo, comprender cómo fue posible que un oligofrénico rodeado de una panda de oligofrénicos consiguiera fascinar al país más cultivado del planeta –y, por cierto, a medio mundo–, habríamos empezado a dotarnos de los instrumentos necesarios para que nada parecido a Hitler volviera a ocurrir. Por eso la gran literatura es tan útil: porque nada como ella nos permite meternos en la piel del enemigo, porque nadie nos sumerge tan a fondo como Shakespeare o Dostoievski en la mente de un asesino o un oligofrénico, y nada nos explica mejor los resortes del odio y la ambición y la envidia y el miedo y el egoísmo y la ira, y por tanto nada nos protege mejor contra ellos.

    Así que, a menos que se trate de atizar el miedo y preparar la venganza inútil de los bombardeos, no basta con decir que los terroristas son unos hombres aberrantes; eso ya lo sabemos. Lo que hay que preguntarse es por qué hay chavales entregados al terror, qué hay en sus cabezas, cuáles son las razones y las pasiones y las circunstancias que los llevan a cometer actos espantosos por una causa espantosa; comprenderlas y darse así los medios para desactivarlas. Valls se equivoca: comprender a los terroristas no es casi disculparlos; por lo menos a la larga, es la única forma de acabar con el terror.

    Vale. Aceptemos eso como solución a largo plazo aunque no lo veo tan fácil...; pero ¿qué hacemos hoy?___¿Dejar en libertad condicional a uno de los esbirros que participó en la masacre de Barcelona, como ha hecho recientemente el juez?...¿Es esa la solución de la comprensión?...; si ahora el tipo que han dejado en libertad protagoniza otra masacre...; sólo nos restará aplaudirle, en nombre de la comprensión.

      Puede que el objetivo de Mandela se cumpliera, pero no se dice cuántos sudafricanos negros fueron muertos o humillados mientras él aprendía el idioma citado. Las soluciones a largo plazo están muy bien, pero si olvidamos el corto plazo y principalmente el presente, el odio se triplica y luego aparecen las consiguientes fobias que tanto criticamos.

     
    En principio se deja en libertad a uno de los detenidos, presunto participante en el atentado, por falta de pruebas sólidas, no a uno de los esbirros participantes en la masacre como dice el dilecto romano. A ver si el dilecto romano no se confunde y "confunde" a los demás, no vaya a ser que nos carguemos la presunción de inocencia. 

    Salud y República.


    Gracias Llobu por informar, ya que no estaba al tanto y al leer a Nerón me resultó extraño y pensé "estos españoles, qué imbéciles que son, dejaron libre a uno de los que participó del atentado? son idiotas?, ignorantes?, no tienes la más pálida idea de cómo funciona la justicia?" y cosas peores que una llega a pensar cuando lee a Nerón Razz

    Y luego se sorprende de que, leyéndole, lleguemos a la conclusión de que para él lo mejor es que los musulmanes estén en la cárcel, por si acaso... Suspect

    Eso jamás lo he dicho y además lo sabes, por lo que estás mintiendo.
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    Mensaje por Nolocreo Jue Ago 24, 2017 7:58 pm

    el.loco.lucas escribió:
    Nolocreo escribió:Asi dicho puede sonar muy bien, pero lo cierto es que no hay nadie capaz de comprender a un terrorista salvo otro terrorista Neutral

    Si fuera cierto tu planteamiento nadie podría entender a los demás. Nadie podría entender las motivaciones de otro... sólo cada uno las suyas... Claro que... pensándolo bien... es lógico que pienses eso...
    Pues la misma pregunta que al Llobu, ¿quienes son esos demás a los que hay que incluir junto a los grupos de terroristas a los que hay que entender..?

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