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—Las apariencias engañan, incluso a los ojo sin legañas.
—También engañan a más listo, aunque de pila tenga nombre de Evaristo.
—Así son las apariencias, sin tener que presumir de ciencias.
—Engañan al más pintao, ya de azul, de blanco o colorao.
—Y hablando de colores, por primavera las flores.
—Flores en forma de ramo, para ti, mi buen hermano.
—Flores en forma de corona, para la muñeca chochona.
—Chochona que viene de chocho, como ocho, pocho o bizcocho.
—Bizcocho en chocolate mojado, que gusta a la solterona, al niño y al soldado.
—Una de cal y otra de arena, y no vaya usted de viaje pasando por Sierra Morena.
—Antaño llena de bandoleros y bandoleras; hoy trasladados a una sede genovesa.
—Genovesa de Madriz, y no crea es un desliz, aunque rime con regaliz o perdiz.
—A mí, perdiz en escabeche, oiga usted, ¡toda cuanta me echen!.
—¡Escabeche, qué emoción!, con hojitas de laurel, vinagre, y bolitas de pimienta a mogollón.
—Mojando en ella el pan, los comilones están.
—Comen cinco, comen siete, comen diez... ¡que me quedo sin perdiz, pardiez!
—Tranqui, Postiguet, que los nervios no te puedan, hay perdiz para todos y buen tinto caldo de Rueda.
—Pues sí, mucho me tranquilizo, viendo que también hay a la sidra buen chorizo.
—En España chorizo nunca falta, hay en todas sus regiones, y en algún partido azul, nos salen a borbotones.
—¿Borbotones no vendrá de la Casa del Borbón?
—No podría asegurarlo, no es la heráldica mi afición.
—Pues entonces lo dejamos y mañana seguiremos.
—Siempre cuando usted y yo, de bobadas no nos cansemos.
—Nunca me canso, soy fuerte. Y bobos ambos, hasta la muerte.
—Pues de la muerte hablando, se lo diré cantando: Dígase lo que se diga, qué bonito es un entierro, con sus caballitos blancos, con sus caballitos negros.
El P©stiguet
