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En realidad, y como amante de mi España hasta morir, y aunque se dude, me ha gustado la lectura, y por ella y por Zorrilla sé que don Juan Tenorio, si mataba a espadazos y buena vidas quitaba, mejor sepultura daba a sus enemigos.
Por eso levanté ese descomunal lugar, llamado Valle de los Caídos, en donde reposar los cuerpos que con mi necesaria firma liquidaron los verdugos del reino. ¿Y qué mejor que yo con ellos, tras mi llorada muerte, que en santa Hermandad católica y apostólica? Siempre desee ser su fiel guardián, y, pese a ser decenas de miles los sacrificados, ninguno se ha levantado de su tumba para protestar. O sea, que acerté.
Eso es lo que se debe tener encuentra, que les di pacífica sepultura, y ahora me viene esos rojazos del demonio, con perturbar la paz de mi Valle. ¡Desagradecidos!
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