¿De quién ha partido la idea? Bueno, realmente no es que me importe gran cosa, ni me sorprende, pero es muy significativa la actitud, pero, aunque se me ha negado su existencia, la idea ha nacido de mente lúcida, democrática y amante de las libertades, y se ha propagado, y se cumple… Conmigo no serviría; nada cuartelero no soy dado a la obediencia del jefe, es más, rebelde y tozudo, sería un placer oírla para no obedecerla, pero entiendo perfectamente que los hay sumisos y se entregan al mandato sin oponer resistencia. ¡Benditos sean pues, del Señor!, del señor don Juan, o del Señor dueño de la viña y el alcornocal.
Pero yo seguiré erguido, sin tambalearme, convirtiendo los huracanes en agradables vientecillos para las calurosas noches mediterráneas estivales. No me verán ni el menor indicio de oscilación. Y si antes —eso dicen— pasará un camello por el ojo de una aguja que pueda entrar un rico en el reino de los cielos, antes se cansará la troupe de obedecer, que un servidor en claudicar.