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Tatsumaru
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Tatsumaru


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MensajeTema: Una historia   Una historia EmptySáb Mar 21, 2020 2:44 pm

Llevaba tiempo sin escribir nada en serio pero esta historia siempre estaba pendiente. Hecho:

"Jose el Cegato (Jose sin acento) era un crack a un nivel superlativo. Lo sabíamos todos los que le habíamos acompañado desde alevines. Recuerdo que se presentó el primer día y ninguno sabíamos qué hacía allí. Lo conocíamos del colegio y era medio rarito, aunque no rarito de los de meterse con él, le dejábamos su sitio y no le hacíamos mucho caso. Él tampoco hacía gran cosa para juntarse. Llevaba gafotas y bien gruesas. No lo entendíamos, ¿qué hacía allí? Además estaba como desganado en comparación a nuestra energía y ganas de impresionar al entrenador y nunca le habíamos visto jugar en el patio del colegio ni en la calle. Pero todo se disipó cuando cogió el balón, había que ver lo asombroso que era.. Fuimos a felicitarle al final y a decirle cosas como "qué escondido te lo tenías, colega". Él se encogió de hombros.

Jose el Cegato tenía sus rarezas. Siempre se negó a llevar lentillas para jugar y un día nos contó como si nada que nos veía borrosos a unos cuantos metros. Le insistimos en que se pusiese unas pero no dió el brazo a torcer. Al principio, en los partidos, le silbábamos o llamábamos para que nos localizase. Nos dijo que no hacía falta, que el color rojo de nuestro equipo era suficiente y que aunque no estuviese el rojo chillón sabría donde estaría cada uno de nosotros colocado.. Vale, le dijimos. Y era verdad, el balón te llegaba suave y fácil para controlar, si estabas cerca de la portería rival sabías que podías colocar el interior del pie para empujar la que te entregase.. Pese a su aspecto de no estar allí nos defendía, recuerdo cuando me hicieron una entrada bien fea y se plantó delante del infractor, a unos metros. Lo miró fijamente un rato, el tipo, que era conocido por ser un echado para adelante sin problemas para meterse con todo y con todos. Era curioso porque le decía y repetía "¿y tú que miras?" pero no se acercaba a soltarselo a la cara como solía hacer. Un minuto después el Jose se salió de su puesto de mediapunta con el 10 en la espalda para irse a la banda expresamente a buscar al gallito, lo regateó diez veces en un palmo de terreno y por mucho que le intentase agarrar o tirar no podía, el balón acabó en una asistencia para mí , lo recuerdo como si fuese ayer. Nunca más dudé de su compañerismo y de su implicación. Y como yo todos los que compartíamos vestuario y partidos ya que dejó diferentes muestras de esto . En las victorias y triunfos en etapa juvenil, que fueron muchos, no participaba. Nos abrazaba en el campo, tocaba el trofeo unos segundos, sabíamos que estaba orgulloso y feliz, pero no participaba en los desfases que montábamos por fuera. De su vida privada nos llegaban retazos, nunca fue lo que se llama un libro abierto, cuando le vimos que sala en serio con la rubia espectacular del instituto ni una sombra de envidia ni de preguntarse qué hacía ese pivón con él. Era natural, nos sabíamos cómo lo había hecho, "cosas del Jose" . Era nuestro chico.

El último partido que el Jose jugó fue en la jornada 30 de preferente regional, con nuestro equipo habiendo ganado 25 , empatado 4 y perdido 1. Había sido promocionado al primer equipo con dieciséis años en la temporada pasada y de local a regional con sus diabluras, ahora estábamos a un partido de ganar regional y pasar a división autonómica. Yo estaba en las gradas, sabía que lo del fútbol no daba para más conmigo. Las rodillas, en especial , la izquierda empezaban a ser un suplicio. Y me preguntaba: ¿soy lo suficientemente bueno? sabiendo cual era la respuesta. A cambio podías ver a Jose el Cegato y olvidar las preocupaciones y disfrutar, no había dudas de que ganaríamos, ascenderíamos por adelantado y haríamos historia. El colega que estaba a mí lado me indicó a unos tipos que no se perdían un detalle del partido, eran los captadores de los equipos grandes de las islas (el colega los conocía) y uno que apuntaba en una libreta que no le sonaba de nada. El partido se ganó, la gente saltó al campo y querían levantar en volandas a Jose, que había hecho un partido espectacular y generoso , pero esto creo que le pareció excesivo y se negó. Yo lo ví al salir del campo, llevaba la parte superior del chandal, las botas aún puestas y más que un triunfador era alguien que escapaba. Nunca más se presentó a entrenar y nunca más jugó, un vecino suyo nos contaba que veía que habían muchas visitas de gente variada, era de suponer que le entregaban ofertas variadas, incluso la presidenta del club para qué jugase en Tercera y les ayudase en el nuevo reto.

A partir de ahí sé que sacó la prueba a la universidad aunque no la pisase, que un día de casualidad ví unas imágenes en la tele de una partida de escaladores que iban a rescatar a un montañero en el Nanga Parbat y de refilón le ví. Allí estaba. La sorpresa fue aún mayor cuando tuve que sacar unos fotocopias y le encontré. Trabajaba en una copisteria cercana a la universidad ¡Qué alegría verle! Hablamos un poco de todo aunque yo llevaba la voz cantante, siempre el Jose educado. Al fin, antes de despedirnos:

-Oye, Jose, ¿y las gafas? ¿Te operaste?

-Llevo lentillas ahora.

-Pero...Bueno, déjalo."
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el.loco.lucas
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MensajeTema: Re: Una historia   Una historia EmptyDom Mar 22, 2020 2:08 am

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Akra-Leuke
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Akra-Leuke


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MensajeTema: Re: Una historia   Una historia EmptyMar Mar 24, 2020 11:05 pm

Tatsumaru escribió:
Llevaba tiempo sin escribir nada en serio pero esta historia siempre estaba pendiente. Hecho:

"Jose el Cegato (Jose sin acento) era un crack a un nivel superlativo. Lo sabíamos todos los que le habíamos acompañado desde alevines. Recuerdo que se presentó el primer día y ninguno sabíamos qué hacía allí. Lo conocíamos del colegio y era medio rarito, aunque no rarito de los de meterse con él, le dejábamos su sitio y no le hacíamos mucho caso. Él tampoco hacía gran cosa para juntarse. Llevaba gafotas y bien gruesas. No lo entendíamos, ¿qué hacía allí? Además estaba como desganado en comparación a nuestra energía y ganas de impresionar al entrenador y nunca le habíamos visto jugar en el patio del colegio ni en la calle. Pero todo se disipó cuando cogió el balón, había que ver lo asombroso que era.. Fuimos a felicitarle al final y a decirle cosas como "qué escondido te lo tenías, colega". Él se encogió de hombros.

Jose el Cegato tenía sus rarezas. Siempre se negó a llevar lentillas para jugar y un día nos contó como si nada que nos veía borrosos a unos cuantos metros. Le insistimos en que se pusiese unas pero no dió el brazo a torcer. Al principio, en los partidos, le silbábamos o llamábamos para que nos localizase. Nos dijo que no hacía falta, que el color rojo de nuestro equipo era suficiente y que aunque no estuviese el rojo chillón sabría donde estaría cada uno de nosotros colocado.. Vale, le dijimos. Y era verdad, el balón te llegaba suave y fácil para controlar, si estabas cerca de la portería rival sabías que podías colocar el interior del pie para empujar la que te entregase.. Pese a su aspecto de no estar allí nos defendía, recuerdo cuando me hicieron una entrada bien fea y se plantó delante del infractor, a unos metros. Lo miró fijamente un rato, el tipo, que era conocido por ser un echado para adelante sin problemas para meterse con todo y con todos. Era curioso porque le decía y repetía "¿y tú que miras?" pero no se acercaba a soltarselo a la cara como solía hacer. Un minuto después el Jose se salió de su puesto de mediapunta con el 10 en la espalda para irse a la banda expresamente a buscar al gallito, lo regateó diez veces en un palmo de terreno y por mucho que le intentase agarrar o tirar no podía, el balón acabó en una asistencia para mí , lo recuerdo como si fuese ayer. Nunca más dudé de su compañerismo y de su implicación. Y como yo todos los que compartíamos vestuario y partidos ya que dejó diferentes muestras de esto . En las victorias y triunfos en etapa juvenil, que fueron muchos, no participaba. Nos abrazaba en el campo, tocaba el trofeo unos segundos, sabíamos que estaba orgulloso y feliz, pero no participaba en los desfases que montábamos por fuera. De su vida privada nos llegaban retazos, nunca fue lo que se llama un libro abierto, cuando le vimos que sala en serio con la rubia espectacular del instituto ni una sombra de envidia ni de preguntarse qué hacía ese pivón con él. Era natural, nos sabíamos cómo lo había hecho, "cosas del Jose" . Era nuestro chico.

El último partido que el Jose jugó fue en la jornada 30 de preferente regional, con nuestro equipo habiendo ganado 25 , empatado 4 y perdido 1. Había sido promocionado al primer equipo con dieciséis años en la temporada pasada y de local a regional con sus diabluras, ahora estábamos a un partido de ganar regional y pasar a división autonómica. Yo estaba en las gradas, sabía que lo del fútbol no daba para más conmigo. Las rodillas, en especial , la izquierda empezaban a ser un suplicio. Y me preguntaba: ¿soy lo suficientemente bueno? sabiendo cual era la respuesta. A cambio podías ver a Jose el Cegato y olvidar las preocupaciones y disfrutar, no había dudas de que ganaríamos, ascenderíamos por adelantado y haríamos historia. El colega que estaba a mí lado me indicó a unos tipos que no se perdían un detalle del partido, eran los captadores de los equipos grandes de las islas (el colega los conocía) y uno que apuntaba en una libreta que no le sonaba de nada. El partido se ganó, la gente saltó al campo y querían levantar en volandas a Jose, que había hecho un partido espectacular y generoso , pero esto creo que le pareció excesivo y se negó. Yo lo ví al salir del campo, llevaba la parte superior del chandal, las botas aún puestas y más que un triunfador era alguien que escapaba. Nunca más se presentó a entrenar y nunca más jugó, un vecino suyo nos contaba que veía que habían muchas visitas de gente variada, era de suponer que le entregaban ofertas variadas, incluso la presidenta del club para qué jugase en Tercera y les ayudase en el nuevo reto.

A partir de ahí sé que sacó la prueba a la universidad aunque no la pisase, que un día de casualidad ví unas imágenes en la tele de una partida de escaladores que iban a rescatar a un montañero en el Nanga Parbat y de refilón le ví. Allí estaba. La sorpresa fue aún mayor cuando tuve que sacar unos fotocopias y le encontré. Trabajaba en una copisteria cercana a la universidad ¡Qué alegría verle! Hablamos un poco de todo aunque yo llevaba la voz cantante, siempre el Jose educado. Al fin, antes de despedirnos:

-Oye, Jose, ¿y las gafas? ¿Te operaste?

-Llevo lentillas ahora.

-Pero...Bueno, déjalo."

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MensajeTema: Re: Una historia   Una historia EmptyMiér Mar 25, 2020 8:31 am

Tatsumaru escribió:
Llevaba tiempo sin escribir nada en serio pero esta historia siempre estaba pendiente. Hecho:

"Jose el Cegato (Jose sin acento) era un crack a un nivel superlativo. Lo sabíamos todos los que le habíamos acompañado desde alevines. Recuerdo que se presentó el primer día y ninguno sabíamos qué hacía allí. Lo conocíamos del colegio y era medio rarito, aunque no rarito de los de meterse con él, le dejábamos su sitio y no le hacíamos mucho caso. Él tampoco hacía gran cosa para juntarse. Llevaba gafotas y bien gruesas. No lo entendíamos, ¿qué hacía allí? Además estaba como desganado en comparación a nuestra energía y ganas de impresionar al entrenador y nunca le habíamos visto jugar en el patio del colegio ni en la calle. Pero todo se disipó cuando cogió el balón, había que ver lo asombroso que era.. Fuimos a felicitarle al final y a decirle cosas como "qué escondido te lo tenías, colega". Él se encogió de hombros.

Jose el Cegato tenía sus rarezas. Siempre se negó a llevar lentillas para jugar y un día nos contó como si nada que nos veía borrosos a unos cuantos metros. Le insistimos en que se pusiese unas pero no dió el brazo a torcer. Al principio, en los partidos, le silbábamos o llamábamos para que nos localizase. Nos dijo que no hacía falta, que el color rojo de nuestro equipo era suficiente y que aunque no estuviese el rojo chillón sabría donde estaría cada uno de nosotros colocado.. Vale, le dijimos. Y era verdad, el balón te llegaba suave y fácil para controlar, si estabas cerca de la portería rival sabías que podías colocar el interior del pie para empujar la que te entregase.. Pese a su aspecto de no estar allí nos defendía, recuerdo cuando me hicieron una entrada bien fea y se plantó delante del infractor, a unos metros. Lo miró fijamente un rato, el tipo, que era conocido por ser un echado para adelante sin problemas para meterse con todo y con todos. Era curioso porque le decía y repetía "¿y tú que miras?" pero no se acercaba a soltarselo a la cara como solía hacer. Un minuto después el Jose se salió de su puesto de mediapunta con el 10 en la espalda para irse a la banda expresamente a buscar al gallito, lo regateó diez veces en un palmo de terreno y por mucho que le intentase agarrar o tirar no podía, el balón acabó en una asistencia para mí , lo recuerdo como si fuese ayer. Nunca más dudé de su compañerismo y de su implicación. Y como yo todos los que compartíamos vestuario y partidos ya que dejó diferentes muestras de esto . En las victorias y triunfos en etapa juvenil, que fueron muchos, no participaba. Nos abrazaba en el campo, tocaba el trofeo unos segundos, sabíamos que estaba orgulloso y feliz, pero no participaba en los desfases que montábamos por fuera. De su vida privada nos llegaban retazos, nunca fue lo que se llama un libro abierto, cuando le vimos que sala en serio con la rubia espectacular del instituto ni una sombra de envidia ni de preguntarse qué hacía ese pivón con él. Era natural, nos sabíamos cómo lo había hecho, "cosas del Jose" . Era nuestro chico.

El último partido que el Jose jugó fue en la jornada 30 de preferente regional, con nuestro equipo habiendo ganado 25 , empatado 4 y perdido 1. Había sido promocionado al primer equipo con dieciséis años en la temporada pasada y de local a regional con sus diabluras, ahora estábamos a un partido de ganar regional y pasar a división autonómica. Yo estaba en las gradas, sabía que lo del fútbol no daba para más conmigo. Las rodillas, en especial , la izquierda empezaban a ser un suplicio. Y me preguntaba: ¿soy lo suficientemente bueno? sabiendo cual era la respuesta. A cambio podías ver a Jose el Cegato y olvidar las preocupaciones y disfrutar, no había dudas de que ganaríamos, ascenderíamos por adelantado y haríamos historia. El colega que estaba a mí lado me indicó a unos tipos que no se perdían un detalle del partido, eran los captadores de los equipos grandes de las islas (el colega los conocía) y uno que apuntaba en una libreta que no le sonaba de nada. El partido se ganó, la gente saltó al campo y querían levantar en volandas a Jose, que había hecho un partido espectacular y generoso , pero esto creo que le pareció excesivo y se negó. Yo lo ví al salir del campo, llevaba la parte superior del chandal, las botas aún puestas y más que un triunfador era alguien que escapaba. Nunca más se presentó a entrenar y nunca más jugó, un vecino suyo nos contaba que veía que habían muchas visitas de gente variada, era de suponer que le entregaban ofertas variadas, incluso la presidenta del club para qué jugase en Tercera y les ayudase en el nuevo reto.

A partir de ahí sé que sacó la prueba a la universidad aunque no la pisase, que un día de casualidad ví unas imágenes en la tele de una partida de escaladores que iban a rescatar a un montañero en el Nanga Parbat y de refilón le ví. Allí estaba. La sorpresa fue aún mayor cuando tuve que sacar unos fotocopias y le encontré. Trabajaba en una copisteria cercana a la universidad ¡Qué alegría verle! Hablamos un poco de todo aunque yo llevaba la voz cantante, siempre el Jose educado. Al fin, antes de despedirnos:

-Oye, Jose, ¿y las gafas? ¿Te operaste?

-Llevo lentillas ahora.

-Pero...Bueno, déjalo."



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