Adelita del Campo
(Recuerdos llenos de nostalgia)
Es de suponer que esta mujer, a la que en mis años jóvenes guardaba una inmensa simpatía sin llegar a conocerla, ya no esté en este mundo. No la conocí personalmente, pero sí conocía su inconfundible voz. Eran momentos muy difíciles en España, y mediante aquel aparato de radio, de tamaño como un baúl o casi, con una enorme esfera y un dial que movíamos con un enorme botón, y que necesitaba una altísima antena casi oculta para no ser vista por los esbirros de la dictadura franquista, entre pitidos de interferencias malintencionadas del burdo censor, nos llegaba cada noche su conocidísima voz: “Aquí Radio España Independiente, la única emisora española sin censura de Franco” nos decía, y Adelita nos ponía al día de las noticias que se censuraban por el régimen déspota y canalla de los militares perjuros, tanto de España como del extranjero.
Nunca simpaticé con las ideas comunistas, y Adelita era militante de ese partido, pero poco me importaba su afiliación, lo importante era oír una voz no sujeta al yugo fascista, que era lo que me perjudicaba como persona que amaba la libertad, pues ésta fue un valor que desde muy niño me fue inculcado.
Para mí era libertad escucharla, aun sabiendo a lo que nos exponíamos en casa, y en un ambiente vecinal donde siempre podría haber un soplón capaz de denunciar a un vecino si con la denuncia recibía alguna recompensa del censor. Y esa libertad, sujeta al peligro, aún la hacía más valiosa y más deseada. Y cada noche, pese a lo expuesto por el silencio nocturno, pegados al aparato para que su sonido no se escampase demasiado y nos delatara, a su alrededor la escuchábamos, a veces embelesados, a veces sorprendidos, pero siempre reconfortados sabiendo que habían voces españolas no enyugadas a la tiranía del dictador.
¿Qué habrá sido de Adelita a veces me he preguntado? Tampoco, a decir verdad, me importa en demasía. Ella cumplió con su cometido, y yo con el mío. Ella contándonos lo que el tirano censuraba, y nosotros empapándonos de lo que se nos ocultaba. Si falleció, que supongo sí habrá sido por la edad, que descanse en paz, y si desde el más allá se entera uno de lo que pasa en este mundo, sabrá del mucho bien que hizo.
Hoy también hay “adelitas”, pero lo son mucho menos…
El Postiguet