¿Cómo es posible la existencia de políticos con la cara tan dura?
Sorprende —al menos a quien esto escribe— la facilidad que tienen para mentir y, luego, una vez descubiertas sus felonías, no caérseles la cara de vergüenza. Al parecer la mentira en este país no se castiga como debiera, y es muy preocupante porque así nos va…
El presidente de la Comunidad de Extremadura, Monago, al que se le ha descubierto decenas de viajes a Canarias (como si Canarias fuera parte de Extremadura) para visitar a una querida compartida con otro político, dijo que eran viajes de trabajo (sí… meter y sacar es trabajoso) y que todos los gastos ocasionados eran sufragados por su bolsillo particular. ¡Qué cara! Pero ahora se desdice y comunica que devolverá todo el dinero de esos viajes al Senado (y se supone que gastos añadidos y regalos para la fulana), o sea, como dinero público que es, nos lo devolverá a usted y a mí y al tendero de la calle Mayor. ¿En qué quedamos? Si los sufragó con su billetera, no tiene porqué devolver nada, ni un céntimo. Y de su vida particular a nadie debe importarle, aunque un político con conductas ejemplares sea lo que hoy nos hace más falta.
En un país decente (hoy España ha dejado de serlo) este tipo ya habría dimitido por mentir. Por mi parte no le creo en nada; ante un mentiroso uno puede creer lo que quiera, y de sus dos versiones creo que hizo uso del dinero de los impuestos para solazarse con la susodicha querida compartida.
Pero, para más burla al ciudadano español, el mentiroso número 1, Rajoy, que no cumplió con ninguna de sus promesas, saca cara por el extremeño, lo cual deja a éste aún en peor lugar, pues ya sabemos que Rajoy ponía sus manos en el fuego por Camps, Jaume Matas, Granados, alcaldes corruptos varios, y toda la faramalla de indeseables que han arruinado a España, o sea, a usted, a mí, y al vecino del cuarto derecha.
El Postiguet